El año de la muerte de Ricardo Reis - José Saramago

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jilguero
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Re: El año de la muerte de Ricardo Reis - José Saramago

Mensaje por jilguero »



Terminada. Me ha gustado mucho la novela, si bien, como a Ivanovich, no me ha convencido el derrotero político que toma la novela casi al final porque, como él comenta, nos desvía demasiado el núcleo central de la historia (el mundo interior de Reis):
Ivanovich escribió: 28 Ene 2010 16:39 No me ha gustado el curso que la novela coge al final, -no me refiero al final de RR, que siendo un heterónimo de Fernando Pessoa no podía ser otro, ni siquiera el hecho de dejar algunos hilos poco acabados-, me refiero a la senda “política” que la novela coge en su última parte y que desplaza a un plano secundario lo que desde el principio ha sido el centro de la historia: el mundo interior de Ricardo Reis. Parece como si Saramago no hubiera podido resolver bien el final, difícil final, por otra parte, dado lo doblemente ficticio del personaje.


El tándem Ricardo Reis-Fernando Pessoa, con sus encuentro y diálogos, me ha resultado lo mejor (hubiera querido que se prodigara aún más). Logradísima esa relación entre un vivo, que tal vez no estaba tan vivo, y un muerto, que quizás no estaba tan muerto. O bien será que, como Pessoa le explica a Reis, la separación entre ambos estados no es mayor que entre los vivos:
...el muro que separa a los vivos unos de otros no es menos opaco que el que separa a los vivos de los muertos...

También me han parecido muy interesantes esa doble relación de Reis con Lidia y Marcenda, como representación del amor carnal tangible, la primera, y del amor romántico más etéreo, la segunda; y esos dos refugios, el hotel, más arropado, el piso, más solitario, en los que pasa ese último año de su vida Ricardo Reis.

Y...¡qué ocurrencias tan geniales tiene, aquí y allá, Saramago!, como esa de la abuela loca Dionisia vigilando las salidas de la tumba de su nieto; o esa otra de que un muerto puede volver a la vida durante nueve meses a semejanza de esos nueves meses que estamos en el seno materno antes de llegar del todo a la vida; o ese Ricardo Reis del final que cuando abre el libro solo vea serie de signos incomprensibles, una página sucia, cómo símbolo de que ya ha empezado el tránsito.

Señalar, por otra parte, el humor que resuma en muchos momentos la prosa de Saramago, sobre todo en los encuentros entre Pessoa y su heterónimo: Es eso lo que diría Perogrullo, Nunca tuvimos mejor filósofo. [...]Larga ausencia la suya, creí que no iba a volverlo a ver, le dice Ricardo Reis, Salgo poco, me pierdo fácilmente como una ancianita desmemoriada [...]Ricardo Reis fue a la cocina a calentar café, volvió al despacho, se sentó ante Pessoa, dijo, Siempre me molesta el no poder ofrecerle un café, Llene una taza y póngala delante de mí, le hará compañía mientras toma la suya.

Po último, decir que sigue sin gustarme esa originalidad de Saramago de usar mayúsculas sin puntuación para los diálogos. No le veo que añada nada y, al menos a mí, me entorpece la lectura.


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El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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