Pseudoabulafia escribió:Hasta el capítulo XXXI, 2/3 de libro.
Me estoy planteando seriamente dejar el libro, aunque ya que estoy aquí supongo que lo acabaré. Los pocos fragmentos que se me hacen interesantes no me están compensando la partes que se me hacen insufribles. Y lo de las partes insufribles no lo digo solo por las partes divagativo-filosóficas, sino también por la forma que tiene el autor de perderse en detalles de la vida de alguno de los personajes que, en principio, no son nada trascendentes para la novela.
Pongo como ejemplo el capítulo XXIX, en el que Mann se entretiene descriviendo los devaneos que sí pero no de uno de los personajes recién llegados.Que vale que es un descripción de una parte de la conducta humana, pero a mí el capítulo se me estaba haciendo larguísimo.
Me refiero a las hermanas Clarissa e Inés Rodde y más concretamente el quiero y no puedo de Inés con Rudolf y su amorío con Institoris.
Me está pasando como con la Montaña mágica, que le veo suficiente calidad como para tener claro que quiero terminarlo. Pero, salvo los "ensayos" entremetidos iniciales de la música, que me motivaron a intercalar en la lectura el escuchar las piezas nombradas, el resto le metía la tijera sin dudarlo.
Esta tarde he terminado el XXXIII. Ya verás que lo que tú consideras secundario y prescindible, lo que colocas de tapadillo, luego parece que va a adquirir mayor relevancia. O así lo he interpretado por lo que dice al final del capítulo XXXIII. Cuando lo leas entenderás por qué . Es mi impresión, que igual solo hace esa aparición y todo queda en eso.
En general los últimos capítulos, del XXIX en adelante, también me han gustado bastante más que la ardua travesía previa. Respecto al tema de la guerra y de los temas que comenta el narrador sobre la situación del país y de la gente, me resulta de una gran actualidad, ahora he estado leyendo una parte donde te dice que la verdad se debe someter a la colectividad y me ha hecho pensar en la posverdad, y también en las farsas o teatrillos que montan los políticos ante la muchedumbre y con los que consiguen engatusarla. Me he subrayado algunos párrafos que mañana intentaré colgar que ahora no puedo. Esta sensación de actualidad ya la tuve leyendo a Sándor Marai, de lo que deduzco que, como la Historia en general, y la de Europa en particular, va por rachas, el andar con crisis varias hace que en el ambiente haya un pesimismo y una sensación de irrealidad similar a la de entonces.Pseudoabulafia escribió:Pero al final de ese capítulo, al fin encontré un párrafo para darle la razón a Mann:El lector me reprochará sin duda que me ocupe de estas pequeneces. Las encontrará pueriles, indignas de la letra impresa. Otras muchas de análogo carácter dejo de apuntar, a pesar de que su recuerdo sigue profundamente grabado en mi memoria, (...).
Pues sí, ciertamente, supongo que Mann, a través de su personaje, escribió esto con falsa modestia, pero a mí no me queda otra que darle la razón.
Como punto positivo para el libro, los últimos capítulos que he leído me han gustado más. Me refiero a cuando habla de los inicios de la Primera Guerra Mundial, del ardor y entusiasmo iniciales, y de como se va enfriando esa idealización de la guerra con el paso del tiempo. Como estos dos últimos capítulos sí me han gustado, he preferido dejar constancia antes de seguir leyendo.
¡Ánimo, valiente, que no puedan esas divagaciones de Mann contigo !