Sigo en la segunda parte,
capítulo 13
Edith, la joven de clase media con buenos contactos ha conseguido su objetivo, casarse con el hijo mayor y heredero de un duque.
La boda ha sido un derroche por ambas partes. Con asistencia de representantes de la casa real inglesa,
pero no del príncipe de Gales, para gran disgusto de ambas familias. |
La historia se sitúa en los años 90 del siglo pasado, pero tal y como funciona esa clase social, seguro que hoy siguen igual.
En la recepción se produce otra de las situaciones inverosímiles y desternillantes que cuenta el actor-narrador, entra éste en una sala, allí un anciano aristócrata le pregunta:
¿Es usted un invitado de la novia o es de los nuestros?
Después de un viaje de luna de miel por Roma y Mallorca, donde ya conocemos al resto de la familia y demás fauna, los felices recien casados vuelven a la casa solariega. Allí conviven con los padres del futuro duque,
el padre un don nadie, la madre toda una duquesa en su máximo esplendor, lengua viperina, ojo avizor y mano dura en guante de plata. |
Edith
baja de su ensueño y se da cuenta que se aburre soberanamente, que su marido es muy buena persona pero un muermo total y ella languidece |
hasta que se produce un cambio que hará que su vida ya no sea igual que antes.
La casa solariega
es alquilada para rodar una serie para la televisión |
, guiño de Fellowes
y el amigo actor
junto con otros dos participantes se introducen en la vida de los aristócratas, con el consiguiente amorío de Edith con uno de los actores principales. |
La señora marquesa
ya se huele algo, pero el marido de Edith sigue en su nube, veremos como termina el tema, que le veo un pecaminoso affaire. |
Es muy divertida y se leer muy bien, la crítica a la alta sociedad es demoledora, esos círculos cerrados, esas listas de indispensables conocidos, que si no estás en ellas o no sabes quién son, no eres nadie.