En general, me ha gustado mucho. En una novela de esta temática, no es fácil no acabar cayendo en la sensiblería. Y uno de los grandes aciertos del libro es precisamente ese: teniendo un argumento tan emocional y que toca la fibra más sensible de cualquiera, mantiene un tono que en ningún momento cae en estridencias ñoñas.
Y ese telón de fondo del faro solitario que soporta tan a menudo el embate del viento y las olas me ha parecido muy sugerente y evocador, un marco inigualable para una historia en sí misma preciosa.
Hay un aspecto que me ha chirriado un poco y que me ha parecido algo inverosímil. Cuando se produce
la desaparición del bote con el padre y la niña y todo el mundo se vuelca en su búsqueda, ¿a nadie se le ocurre enviar aviso a los fareros de la zona por si encuentran algún vestigio del naufragio? Porque Tom e Isabel se quedan con la niña convencidos de que sus padres han muerto y ella está sola en el mundo. |
me ha resultado difícil entender a Isabel: esa poca empatía con la madre biológica de la pequeña ha llegado a irritarme en ocasiones. Vale que quiere mucho a Lucy y que está profundamente afectada por haberla perdido. Pero vaya, que la niña volviera con su madre biológica, con todo el sufrimiento que esta llevaba encima y todo lo que había estado buscándola, era lo justo. A mí, aparte de la pobre Lucy, quien más pena me ha dado ha sido Hannah . Yo no hubiera entendido que la cría hubiera acabado con Tom e Isabel. |