En el capítulo 4 conocemos la historia de Leonora y de su padre. En esa historia se advierte el paletismo, la superstición, el provincianismo, hipocresía de toda esa gente conservadora adinerada, que critican y condenan lo que no conocen, y desprecian la cultura.
Me gusta la forma de describir que tiene casi impresionista, incluso con un punto cinematográfico a veces, parece que esté filmando la cámara por el lugar.
En el capítulo 5, tenemos otra de esas historias costumbristas, la que se refiere a las riadas del Júcar.
El Júcar, el Sucro de los romanos, etimología que proviene del indoeuropeo seik (fluir) y or (agua), conocida por los árabes como "el devastador" (Al-Xuqr), tiene la fama, merecida de sus riadas, sobre todo en Alzira.
"Geógrafos e historiadores han encontrado referencias históricas de 301 inundaciones provocadas por los ríos Túria y Xúquer a lo largo de casi 700 años. El listado de las avenidas provocadas por el río que rodeaba Alzira es inacabable. Desde 1300 hasta el 1923 se han contabilizado más de ochenta años en que se han registrado una o más inundaciones notables. Dieciocho de ellas fueran suficientemente caudalosas como para inundar el centro de Alzira y Carcaixent"
"Entre los años 1300 y 1600 se registraron riadas altamente destructivas: la ocurrida en octubre de 1328, la del 22 de octubre de 1406 que destruyó la zona extramuros de Alzira, la del 30 de noviembre de 1473 que asoló novecientas casas a Alzira, la de 1517 que dañó seriamente varias poblaciones de la Ribera, la del 17 de noviembre de 1571 que derruyó la ermita situada junto al puente de Sant Gregori de Alzira, la crecida de 1632 que causó daños comparables a los de 1571 y la crecida de 1672 que desbodó el río hasta once veces en tres meses. Joan F. Mateu ha documentado todos estos episodios. Otras riadas posteriores ocasionaron también daños en Alzira, como la del 4 y 5 de octubre de 1779, el 14 de noviembre de 1805 y el 21 de octubre de 1843. Tal vez la catástrofe más grande en cuanto a pérdidas de vidas humanas ocurrió el día 4 de noviembre de 1864."
En la novela se cuenta la tradición de sacar al santo cuando había peligro de inundación, o sea casi cada año antes, ahora menos por las nuevas canalizaciones. Eso ya lo he vivido yo, la gran riada, más bien pantanada porque se desbordó el pantano de Tous, provocó que en las zonas más bajas el agua llegara a 5 metros de altura, en mi casa, un segundo piso faltó un escalón para llegar, y el coche de mi padre apareció colgado del balcón de un primer piso. Después ha habido otras que ya se han intentado subsanar con grandes colectores, pero al final el río tiende a ir por donde le toca, es decir por el cauce que secaron. El hombre nunca gana a la naturaleza.
Yo vivía en esa misma plaza.
La rotura de la presa de Tous.
En el capítulo se alude a las visitas constantes al río para ver como sube y calcular si va a haber inundación, los preparativos en las partes bajas de la ciudad, sellando las entradas por si entra solo un palmo que no entre en casa, retirada de enseres hacia los pisos altos, etc...Todo eso se sigue haciendo exactamente igual, los mismos rituales. Llamo a casa y pregunto a mis hermanas, si han ido a ver el río, cómo va, si han hecho preparativos para subir al chalet de la montaña, si han comprado pilas, velas, llenado bañera con agua, etc...