Miau - Benito Pérez Galdós

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Capítulo Once

Siguen por aquí las aventuras del cesante y su nieto...
Yo creí que el Impuesto sobre la Renta fue un invento de un catalán (de ERC, por cierto) durante la mínima II República, luego me enteré que había sido cosa de los ingleses (¡cómo no!). Bueno, pues, esta novela revela que el autor de tal impuesto fue nada menos que Villaamil, nuestro funcionario en reserva... Es curioso cómo obtenían su trabajo los administrativos del Estado en el siglo XIX. había que entrar en una combinación... eso lo sabía todo el mundo. Así lo describe Miau. Es la comidilla del día si uno u otro "entra en la combinación" para obtener un destino... como si de las quinielas futboleras tratásemos... Además, es una combinación de muy improbable acierto, porque no depende de que la pelota entre en las mallas contrarias. No. Depende del humor del Ministro o de sus secretarios, a los que, previamente, se ha intentado convencer mediante misivas, notas, cartas... enviadas por el pobre nietecito para reblandecer el corazón del alto cargo de turno... Ríase usted de los procedimientos actuales: listas de interinos, baremos, oposiciones, méritos... quiá... el dedazo, el dedazo... eso era lo que funcionaba. Así que había que tenerlo limpito y bien alimentado... no fuera el caso que te destinaran a Cuba o, peor, a las Filipinas. En ambas plazas tuvo que lidiar el pobre Villaamil para conseguir su actual hoja de servicios, a la que le faltan dos meses, apenas dos meses, para que el propietario de tal documento se pueda jubilar con cuatro quintas partes de su mayor sueldo... ¡Casi ná!

¿Y los demás?

Hablamos otro día...

klatubaradaniktó

[azucena]

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Capítulo Once

Siguen por aquí las aventuras del cesante y su nieto...
Yo creí que el Impuesto sobre la Renta fue un invento de un catalán (de ERC, por cierto) durante la mínima II República, luego me enteré que había sido cosa de los ingleses (¡cómo no!). Bueno, pues, esta novela revela que el autor de tal impuesto fue nada menos que Villaamil, nuestro funcionario en reserva... Es curioso cómo obtenían su trabajo los administrativos del Estado en el siglo XIX. había que entrar en una combinación... eso lo sabía todo el mundo. Así lo describe Miau. Es la comidilla del día si uno u otro "entra en la combinación" para obtener un destino... como si de las quinielas futboleras tratásemos... Además, es una combinación de muy improbable acierto, porque no depende de que la pelota entre en las mallas contrarias. No. Depende del humor del Ministro o de sus secretarios, a los que, previamente, se ha intentado convencer mediante misivas, notas, cartas... enviadas por el pobre nietecito para reblandecer el corazón del alto cargo de turno... Ríase usted de los procedimientos actuales: listas de interinos, baremos, oposiciones, méritos... quiá... el dedazo, el dedazo... eso era lo que funcionaba. Así que había que tenerlo limpito y bien alimentado... no fuera el caso que te destinaran a Cuba o, peor, a las Filipinas. En ambas plazas tuvo que lidiar el pobre Villaamil para conseguir su actual hoja de servicios, a la que le faltan dos meses, apenas dos meses, para que el propietario de tal documento se pueda jubilar con cuatro quintas partes de su mayor sueldo... ¡Casi ná!

¿Y los demás?

Hablamos otro día...

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Leí este libro de adolescente y le cogí una manía a la administración... y luego releído de mayor ¡más manía! jajajajajajaj Tengo muy buen recuerdo, me gustó mucho pero como me dejó en ambas ocasiones el ánimo por los suelos, no lo he leído más veces, pero si lo olvidara sí que me gustaría volverlo a leer. La familia de este hombre eran unos personajes inolvidables, hay cada personaje por los libros de Galdós que sin querer ser malos hacen tanto daño... Me está apeteciendo ponerme con algún Galdós

[klatubaradaniktó]

Me está apeteciendo ponerme con algún Galdós

Tus deseos son órdenes...
Yo ahora estoy con los Episodios... (voy por el nº 32) y con Miau. Tengo planes para otros que no he leído o, como este, que quisiera releer. Mira... mis próximos serían La razón de la sinrazón, las novelas de Torquemada y, sobre todo, Ángel Guerra...

¿Qué te parecen mis propuestas?

Besos, azucena...

klatubaradaniktó

[Gretogarbo]

... mis próximos serían La razón de la sinrazón, las novelas de Torquemada y, sobre todo, Ángel Guerra...

Ángel Guerra, uno de mis eternos pendientes, que duerme el sueño de los justos en mis plúteos desde 1991... pero es que es tan tocho.

[klatubaradaniktó]

... mis próximos serían La razón de la sinrazón, las novelas de Torquemada y, sobre todo, Ángel Guerra...

Ángel Guerra, uno de mis eternos pendientes, que duerme el sueño de los justos en mis plúteos desde 1991... pero es que es tan tocho.

Va, Greto. Hagamos un MC Azucena,tú y yo, de Ángel Guerra. Yo también lo tengo pendiente desde...

¿Nos animamos?

klatubaradaniktó

[Gretogarbo]

Va, Greto. Hagamos un MC Azucena,tú y yo, de Ángel Guerra. Yo también lo tengo pendiente desde...

Os remito al hilo de la novela, aquí.

[azucena]

... mis próximos serían La razón de la sinrazón, las novelas de Torquemada y, sobre todo, Ángel Guerra...

Ángel Guerra, uno de mis eternos pendientes, que duerme el sueño de los justos en mis plúteos desde 1991... pero es que es tan tocho.

Va, Greto. Hagamos un MC Azucena,tú y yo, de Ángel Guerra. Yo también lo tengo pendiente desde...

¿Nos animamos?

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Me apunto

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Sigo con Miau...

Ya voy por el Capítulo Diecinueve. Aparece en escena un personaje que revoluciona la escena: el papá de Luisito: Víctor, el yerno de Villaamil. El tío viene humilde y con la intención de ser acogido en el seno familiar. No cae bien entre sus allegados, e incluso el pobre crío, su hijo, lo ve como un extraño... Pero los planes de Víctor son engatusar (nunca mejor dicho) a una de las "Miaus", concretamente a su cuñadita, a la que camela con palabras incontestables... pero... ¿de verdad Víctor quiere algo con la hermana de su mujer? ¿No será alguna azagaya que esconde oscuras intenciones?
Y a todo esto, el cesante, el abuelo, el suegro, en suma, sigue sin conseguir destino. Pero, ¡que solo son dos meses! ¡que eso no es nada! Que al pobre hombre le quedarían las cuatro quintas partes... una bicoca para la jubilación... pero, no. No ha salido en la "combinación"... "ya lo decía", dice el buen hombre... nunca lo conseguiré... Hasta Luisito se compadece, así que el niño decide convencer al propio Dios de que ha de ayudar al abuelo demostrándole, a Dios, que puede y quiere estudiar... pero es que el pobre hijo, supongo que de no comer, no está para intelectualidades... se le va la cabeza y entra en unos trances que "pa" qué...

Vamos a ver cómo sigue esta familia de nuestros pecados...

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Capítulo Veintisiete

La vida de la familia Villaamil prosigue entre visitas al Ministerio, dudas sobre el futuro y estrecheces varias, a la vez que Luisito va descubriendo "cosillas" de sus mayores...
Para empezar las visitas del cesante en busca de reblandecer el corazón de los altos cargos es cargante para sus antiguos compañeros, que lo respetan, sí, pero que puede ponerlos en un compromiso... Gracias a esas visitas nos enteramos de muchos detalles de la burócrata administración del diecinueve, como el uso (igual que en toda oficina que se preciara) de ese polvillo secador de la tinta fresca de los legajos, y que los probos empleados reutilizaban cuando de uno de ellos caía una ínfima porción...
Más digna de lástima todavía es la vida de Abelarda, novia del ínclito Ponce, pero que se ve acosada por su cuñado, que la trae al retortero, la enamora y, la muy tonta, se lo cree... ¡Si será sinvergüenzón, el muy canalla!
El resto de Miaus sigue buscando formas de sobrevivir... pero, eso sí, aparentando una abundancia inexistente... menos mal que, de cuando en cuando, el trapacero de Víctor deja caer algún que otro billetazo... que si no... ¿de dónde los sacará, por cierto? No preguntes, no preguntes...
A Dios tampoco lo deja Galdós en paz... Pero, ¿no era ateo? Bueno, pero una cosa no quita la otra... Dios se nos aparece en las visiones celestiales de Luisito, quien se atreve a hacerle sugerencias, no exentas de razón... a tal grado que la divinidad opta por no aparecer muchas noches por los sueños del chiquillo porque, al igual que los amigos de Villaamil, no sabe dónde meterse ante las peticiones incómodas...

Ya digo yo que se masca la tragedia. Ni unos ni otros hacen nada para evitarla...

Vamos adelante.

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Madrid_visto_desde_el_oeste_(Clifford).jpeg

Pues eso... que se mascaba la tragedia y ahora ya está la tragedia tragada y digerida...

Luisito acaba donde debe acabar todo niño: en un entorno conveniente, en el que pueda dar rienda suelta a sus apetencias y en el que tenga juguetes edificantes para solazar su espíritu a la vez que expande su creatividad y sus ratos de ocio. Sus tíos lo acogen, pues, encantados...
Los dos o tres últimos capítulos son una reconciliación de Villaamil con la vida... El estofado es magnífico; el vino, placer y ambrosía de los dioses; el mobiliario urbano, digno de que se escaramuce contra piedras descuidadamente lanzadas; mi familia, fogonazos que recordar no quiero... sí. No querrás, pero bien merodeas tu barrio... y ¡anda!¡te han enganchado! Corre, corre, caballito, que te pillan... que tu mujer está angustiada y a ti no te da un ardite... pero te van a pillar... ¿qué quieres hacer, otrora defensor de la Administración?

Aquí es un buen sitio... pero no lo ves claro... (ver imagen)

Mejor aquel otro...

No. Allí.

Baaaaaaaaaaang!!!

C'est fini.

Nos leemos en Ángel Guerra

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