Queda en su ciudad natal (Cabra, Córdoba), dónde está mbientada la novela. Lo mejor que tiene la imaginación es ser libre, más libre que nada creo yo. A mi también se me clavó ese pasaje, pero no tuve que imaginarlo.bartlebycubano escribió: ↑12 Dic 2019 01:42Hace la descripción de una puesta de sol en un lugar que no sé ni dónde coño queda; no tengo la menor idea, pero casi puedo ver lo que hay en lo más alto de las montañas y la manera en que el sol las ilumina. Y me parece estupenda la experiencia que tengo a través de la imaginación. Otra cosa, me maravillo de ver que Valera, aunque siguiera las características comunes de la narrativa y las descripciones de su época, no me suena cursi ni obsoleto en ningún momento.
El sol acababa de ocultarse detrás de los picos gigantescos de las sierras cercanas,
haciendo que las pirámides, agujas y rotos obeliscos de la cumbre se destacasen sobre
un fondo de púrpura y topacio, que tal parecía el cielo, dorado por el sol poniente.
Las sombras empezaban a extenderse sobre la vega, y en los montes, opuestos a los
montes por donde el sol se ocultaba, relucían las peñas más erguidas, como si fueran
de oro o de crista hecho ascua.
Los vidrios de las ventanas y los blancos muros del remoto santuario de la Virgen,
patrona del lugar, que está en lo más alto de un cerro, así como otro pequeño
templo o ermita que hay en otro cerro más cercano, que llaman el Calvario,
resplandecían aún como dos faros salvadores, heridos por los postreros rayos
oblicuos del sol moribundo.
Pero sin ánimo de enmendar la plana a Don Juan Valera, los picos de los que habla quedan a espaldas de donde se pone el sol, por lo que no pudo esconderse tras de ellos, más aun en verano. Esta imagen se refiere a esos picos. El de la derecha se aprecia la ermita de la que habla.
También habla de la Vega y huertas (en parte hoy desaparecidas por el crecimiento de la ciudad), por las que se pasea Luisito antes de ir a visitar a Pepita y acaba en la Fuente del río, un encantador paraje:
Otro paraje que cita y desconocía, El pozo de la Solana, donde van de excursión al principio de la novela, está hoy destruido.