Yo voy en alguna parte del capítulo II.
Babel escribió:Me está gustando mucho lo evocador que resulta de la infancia, todos hemos tenido infancias distintas con respecto a cultura, tradiciones... pero hay muchos lugares comunes con los que muchos nos podemos sentir identificados: el entorno familiar, los paseos por la tarde, los comportamientos "extraños" de los mayores, y los más extraños aún de los ancianos...
Coincido, esos lugares comunes nos hacen identificarnos más con la obra. Por ejemplo, el beso tan deseado es aún más querido por "corto, fugitivo e irrepetible en un mismo tiempo y espacio" (o algo así).
Disfruté muchísimo los párrafos de la magdalena, con tantas referencias que hay sobre ellos no sé cómo es que no los había leído. Esa sinestesia empieza por percibir sensaciones que se relacionan con un recuerdo, pero en un primer momento no se trata del recuerdo en sí y esto hace al poder evocador aún más interesante: el placer anticipado que producen ciertas rememoraciones antes de que se establezca el vínculo definitivo.
A mí me ha pasado sobre todo con ciertos aromas.
Creo que
Proust hace un análisis psicológico magistral de los personajes, especialmente me ha gustado lo de Leoncia (Temo que lo han traducido, ¿cómo se llama en vuestro libro la tía abuela?), y lo de Francisca, capaz de empatizar con los ajenos y mostrarse cruel con los cercanos...
Como las traducciones siempre son un conflicto, revisé la edición de Alianza y la comparé con la de la cierta página: se trata del mismo traductor. Lo malo es que solo me fijé en los primeros párrafos y ya no vi si los nombres también estaban traducidos en Alianza.
Desde luego que suena mucho mejor "Léonie".
Me encanta esta tía Léonie y esa vida en Combray que hace de cualquier novedad todo un acontecimiento. Proust refleja muy bien ese vivir (o sinvivir) en base a las acciones de los demás que se suscita en tantos entornos. Es un maestro de la descripción en todos sentidos.
Sue_Storm escribió:
Hay qué ver qué micromundo se ha construido la buena señora, y qué conmoción es para ella que Eulalie se retrase un día cinco minutos. Real como la vida misma.
Real y turbador, me ha dado mucha pena leer sobre ella. Otros personajes no se quedan atrás, como Teodoro -el de la tienda de ultramarinos- y su saber "enciclopédico" (del cotilleo).
Por cierto que la familia tampoco advierte que el señor Legrandin era escritor. En esa casa se crean unas barreras mentales en torno a los demás que aterrarían a cualquiera.