Cuéntame un cuadro (Juego)

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Yayonuevededos
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

Me habís dejao más solo que la una.
Cómo seis las presonas
:icon_no_tenteras: :icon_no_tenteras: :icon_no_tenteras:
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Yayonuevededos
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

Ante el silencio general, yo escribo y me comento. :icon_no_tenteras:
La bruja

Aguasmansas del Rey es un pueblo pequeño, tranquilo, donde todos se conocen.
Las malas lenguas sostienen que el viento, cuando lo cruza, remolonea.
Hasta la luz del sol llega lenta, perezosa.
Por esa misma parsimonia, la noticia se extendió poco a poco como una gota de aceite sobre un papel: En las afueras, pegada a la linde de la finca Marijiménez, propiedad del juez, se había instalado una bruja. Nunca se supo quién había traido la noticia, ni cómo lo había averiguado.
Era un rumor, un cotilleo al que cada uno agregaba datos de su coleto para darle más veracidad: ¿Una bruja? ¡Una bruja! Se ha cobijado en la Gruta del pastor. Ha construido un chozo con ramas secas. Con una vara de avellano, traza dibujos en el suelo. Unos cuervos son sus sirvientes. El pelo, lacio y azabache, le llega a los tobillos. Es rubia, y los mechones le tapan los ojos. Tiene el cabello en bucles rojo sangre. Sus ojos son esmeraldas, aguamarinas, topacios, rubíes.
Ninguno de los que describían el aspecto de la bruja la había visto, pero contaban con datos fidedignos que les habían referido otros, que los habían oído en una charla de mercadillo.
En lo que todos coincidían era en su belleza, y afirmaban "de una belleza sobrenatural". La palabra "sobrenatural" se pronunciaba con los dientes apretados y voz truculenta, arqueando dos o tres veces las cejas.
La bruja, entonces, contradecía la imagen de vieja escuálida, desdentada y de cabello ralo.
Buhoneros y mercachifles se encargaron de difundir la noticia por la comarca, ellos también agrandaron el suceso con sabrosas historias inventadas; unas picantes y otras terroríficas, según el auditorio.
Esto repercutió en el apacible Aguasmansas del Rey.
Llegaron forasteros pidiendo posada: a veces grupos de hombres; otras, familias enteras que venían a ver a la bruja. El dueño de la fonda se compró un chaleco nuevo y cambió las abarcas por unas botas de media caña. El herrero, herró caballos y mulas; el carnicero vendió corderos lechales y marranos bien gordos. El carpintero reparó carros, tartanas y una galera desvencijada. Hasta el sacristán se había montado un tenderete donde vendía estampitas con indulgencias, rosarios, crucifijos, medallitas de latón, cirios —que podían ser ofrendados en la iglesia a condición de no haberlos encendido— y hasta unos huesecillos que, aunque parecieran de pollo, eran verdaderas reliquias de San Juan Bautista.
Todos esos curiosos recién llegados que pedían cestas de comida o bastones para la excursión, se adentraban en el campo dando voces y riendo. Las voces y las risas ayudaban a disimular la inquietud que producía el acercarse al chozo, que se les antojaba una especie de templo del mal.
Nadie logró ver a la bruja. Ni siquiera los cuatro muchachos que vinieron de Mota del Moro, y que se acercaron de noche, con antorchas, lograron divisarla. A la mañana siguiente aseguraron que había símbolos grabados en la tierra polvorienta. Círculos, triángulos entrelazados, o una escritura desconocida. Esto último fue lo más creíble; ninguno de esos mozos había pasado por la escuela.
Mientras los comerciantes se enriquecían, otra corriente —hasta el momento subterránea— afloró: las mujeres de Aguasmansas del Rey exigieron que se expulsara a la bruja del pueblo, de la comarca y, de ser posible, de la provincia. Ante la requisitoria, bastante tumultuosa, el alcalde se encogió de hombros. ¿Qué mal había hecho la supuesta bruja? Fue lo último que le dejaron decir. La bruja, ¡esa bruja! era la culpable de la muerte de algún cordero, de las gallinas que no ponían huevos, de la tormenta, de la sequía, del granizo, y de todas las calamidades que azotaban la región. Aunque no se hubieran producido en mayor número de lo que era habitual, la bruja era la culpable.
La única acusación no formulada fue la que de verdad y de manera secreta las preocupaba: los maridos se habían vuelto algo distraídos en cuanto a sus obligaciones, sus dedos ya no reptaban bajo las sábanas en busca de redondeces, ya no había cachetes cariñosos en el trasero ni guiños cómplices. Si alguno —de higos a brevas— cumplía con su deber; lo hacía sin mucho afán y con el pensamiento lejano.
Luego de acusar al alcalde de ser "como todos los hombres", las mujeres se encararon con Don Benito, el párroco; hombre amojamado, de piel amarilla, dientes salidos, y calvo al cumplir los cuarenta.
Don Benito bautizaba, daba la comunión y confesaba los domingos antes de la misa. Si había boda, era el primer invitado a la fiesta, y el que más honores hacía a las viandas y a los vinos. Esa era su vida. ¿Expulsar a una bruja? ¿Él?
Las que más insistían pidiendo su intervención fueron las hijas del juez: dos gemelas achaparradas, cuellicortas, y con narices respingonas. Hasta la aparición de la bruja, eran las muchachas más cortejadas de la región, si no por su belleza, al menos por las tierras de su padre. Ahora, sólo las visitaban de cuando en cuando unas tías lejanas, que llegaban a la hora de la comida y se iban después de cenar. Los galanes ya no se las disputaban en los bailes, no les dejaban esquelitas encendidas en la reja de la ventana, ni les obsequiaban flores robadas del cementerio.
El párroco, apremiado cada vez con más urgencia, pidió ayuda. El alcalde, el herrero y los demás se excusaron, no podían desatender sus comercios ni abandonar la salvaguarda de la comunidad. El sacristán adujo una cojera súbita que le impedía hacer el viaje, cosa que deseaba de todo corazón.
Acorralado, Don Benito, no tuvo más opción que pertrecharse para la lucha contra ese súcubo, esa sirviente del Inicuo, esa hija de la oscuridad. Se armó con un frasco de agua bendita, el hisopo, un rosario y la estola —dudó entre la blanca y la verde, hasta que se decantó por la segunda.
En medio de rezos partió al atardecer. Las mujeres prometieron fortalecerlo a la distancia entonando salves, credos y avemarías.
En su nacimiento, el camino serpenteaba entre campos de cebada y montes de carrascas. Más adelante subía por una cuesta polvorienta para bajar de modo abrupto en medio de un pedregal calcinado. Cruzaba un cauce seco y discurría por los bajos de un crestón rocoso. Allí, a unos cientos de pasos por delante, Don Benito distinguió la guarida de la bruja, mitad chozo y mitad cueva.

Pasada la medianoche, las mujeres afónicas y adormiladas, decidieron que ya habían cumplido con su cometido, que el cura habría encontrado cobijo, y que a la mañana —si no había regresado— ya verían qué hacer.
Apenas amanecido, los madrugadores vieron llegar a Don Benito: la estola desgarrada, la sotana en hilachas, descalzo de un pie, y todo él cubierto de polvo. ¿Qué había sucedido? El párroco, con la mirada perdida, no quiso responder ni que lo ayudaran. Se encerró en la sacristía.

Era media mañana y todo el pueblo, reunido frente a la iglesia, debatía sobre qué hacer. Don Benito no respondía a los gritos ni a los golpes en la puerta. Se decidió echarla abajo. Era una puerta recia, de roble, armada con clavos forjados. Costó más de una hora hacer saltar los goznes y precipitarse al interior. Hallaron al cura caído sobre un reclinatorio, en estertores. El médico ordenó despejar el sitio, luego lo obligó a beber un cordial. Todo inútil: Don Benito susurró unas palabras al oído del doctor, tomó una bocanada de aire y esa fue su última acción.
¿Qué dijo? ¿Qué dijo? El médico, pálido, salió a la calle. Dio unos pasos inseguros hasta que el herrero lo sujetó. "No hay esperanza", eso dijo, que no hay esperanza.
Esa noche, en la capilla ardiente, la gente se apretujaba. Nadie quería irse, por respeto al finado y por no enfrentarse al miedo nocturno. Por primera vez, los habitantes de Aguasmansas del Rey sintieron que algo innombrable los amenazaba.

Transcurrida una semana de sobresaltos y angustias, el obispo envió a media docena de religiosos. Recios, severos, parecían más soldados que curas. Se les esfumó toda la fiereza cuando hubo un resplandor en el cementerio. La tumba de Don Benito estalló en llamaradas y ardió durante un día entero. No hubo forma de apagarla, ni con agua ni con arena ni echándole paletadas de tierra.
Los sacerdotes, aún sobresaltados, decidieron que no tenían más remedio que acudir al refugio de la bruja y atacarla allí, en su madriguera. Llevaron las mismas prendas que Don Benito, aunque agregaron un misal romano, para el seguro exorcismo que sobrevendría. El alcalde les sugirió llevar unas no muy piadosas escopetas, quizá si tuvieran a bien bendecir los cartuchos. La propuesta fue rechazada.

No volvió ninguno.

Se organizaron batidas. Los mejores perros de la región aullaron de ansiedad, y luego perdieron el rastro.
Los cazadores de la comarca —más por temor que por valentía— formaron brigadas y rodearon el chozo. Antes de acercarse demasiado, abrieron fuego. Dispararon hasta agotar los cartuchos, los cañones de las escopetas recalentados. Pegaron fuego a las ramas apiladas. Un humo verdoso se elevó sobre el fuego. Nadie se atrevió a hablar, sólo se oía el crepitar de la madera reseca.
Aguardaron.
Cuando apenas quedaba algún rescoldo, los más animosos se adelantaron. No encontraron nada ni a nadie. Apenas unos pedruscos calcinados.


Años después, en una ceremonia doble, las gemelas se casaron con sus últimos pretendientes: dos mocetones de buen corazón y un pelín necios, pero lo bastante astutos como para preñarlas sin perder tiempo y asegurar la herencia.
Todo volvía a la normalidad. Ya nadie hablaba ni de la bruja ni de ningún prodigio.
¿Don Benito? Habría caído en algún barranco y sufrido una insolación.
La media docena de curas, al no encontrar nada fuera de lo normal, se habrían vuelto al obispado por otro camino.
Los curiosos dejaron de visitar el pueblo. La finca Marijiménez perdió el misterio. El alcalde —único candidato— volvió a ganar las elecciones. Y el nuevo cura, joven, de sonrisa fácil, bautizó, dio la comunión y confesó a los fieles los domingos antes de la misa. Si había boda, él también era el primer invitado a la fiesta.
Ni siquiera llamaba la atención una bruma iridiscente que, cada última noche de abril, tomaba una vaga forma de mujer y rondaba la tumba de Don Benito.


Albacete, agosto de 2022
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

¡Qué relato interesante, Yayo! ¿Cómo se te ocurrió?

Hombre, el cuadro lo clavaba.

¿Puedo ser tu amigo?

Me lo tengo que pensar, pero tienes más posibilidades que otros.

:ola: :ola: :ola:
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Jarg »

:lol: :lol: :lol: Si es que está la gente de vacaciones, @Yayonuevededos. Conforme vuelvan de la playa irán respondiendo.

El relato (porque esto no es micro, es un relato ya adulto y con ajuar) me ha parecido muy bueno, en poco espacio das muchísimos detalles (pero sin que canse) y creas toda la atmósfera de personajes del pueblo, con don Benito, el alcalde, el juez, las gemelas, herrero, carnicero... Y además, la parte de la bruja se queda envuelta en misterio. Bien hecho :eusa_clap: :eusa_clap:
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

Jarg escribió: 09 Ago 2022 20:13 :lol: :lol: :lol: Si es que está la gente de vacaciones, @Yayonuevededos. Conforme vuelvan de la playa irán respondiendo.

El relato (porque esto no es micro, es un relato ya adulto y con ajuar) me ha parecido muy bueno, en poco espacio das muchísimos detalles (pero sin que canse) y creas toda la atmósfera de personajes del pueblo, con don Benito, el alcalde, el juez, las gemelas, herrero, carnicero... Y además, la parte de la bruja se queda envuelta en misterio. Bien hecho :eusa_clap: :eusa_clap:
Gracias, Jarg. Empecé con un micro, después me pareció que daba para más, y cuando quise acordar, ya usaba pantalones largos. Me alegra que te gustara.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por lucia »

Y yo que pensé que la bruja era un invento de un comerciante para reverdecer su negocio :lol: :lol:
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

lucia escribió: 11 Ago 2022 15:48 Y yo que pensé que la bruja era un invento de un comerciante para reverdecer su negocio :lol: :lol:
Como dicen: las brujas no existen, pero haberlas haylas :whoa:
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Megan »

Por aquí estoy, Yayo, tenía que digerir una mala noticia y creo que ya estoy en el proceso inicial, al menos ya no lloro, :D .

Voy a leer tus obras, pero no sé si mi neurona, muy resentida aún, podrá escribir algo, veremos.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Megan »

Comentario sobre la abuela fallecida: muy buena la atmósfera creada para un velatorio y los sentimientos de ese niño que no logra entender lo que pasó con su abuela. El olor a flores se siente, lo hiciste muy aromático. Cuando yo era pequeña no iba a los velatorios ni entierros, mis padres no querían que lo hiciera. Ese niño debió sufrir mucho, hasta para darle el beso, cuando ella ya estaba fría y dura. Y el entierro, visto desde el niño, es tremendo, la fosa, sí, porque era una fosa húmeda y allí pusieron a su abuela encerrada en un cajón.

Muy bien escrito, Yayo, te felicito, :D .

Comentario sobre la bruja: me quedé con ganas de saber cómo era la bruja en realidad, pero sin duda hizo mucha mella en el pueblo, todos mejoraron con su llegada, pero era una bruja, no podía durar mucho que la tuvieran tan cerca, por eso comenzaron a querer que se vaya. Y allí empezó el drama, no hubo forma de sacarla porque nunca nadie la vio. Supongo que el vigilante del cementerio donde se enterró a Benito.

Como bien dijo, @Jarg, no es un micro, es un relato, un muy buen relato, me gusta muchísimo lo logradas que son las descripciones, no te dejás nada por decir y uno se mete en el cuento y lo va viendo pasar.

Otro, te felicito, :D .
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Megan »

Entonces faltan dos micros sobre la pintura de Waterhouse y poner nuevo cuadro.
Voy a intentar inspirarme y hacer aunque sea un micro cortito, :hola: .

A ver si los demás pasan y le dan vida al hilo, que Yayo lo hizo estando solito, :60: .
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

Megan escribió: 13 Ago 2022 19:34 Entonces faltan dos micros sobre la pintura de Waterhouse y poner nuevo cuadro.
Voy a intentar inspirarme y hacer aunque sea un micro cortito, :hola: .

A ver si los demás pasan y le dan vida al hilo, que Yayo lo hizo estando solito, :60: .
Gracias por los comentarios, Megan.
En efecto, faltan dos relatos para cambiar de cuadro.

Saludos brujeriles,
Marcelo
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Atreyuyfuyu »

Hola chicos, he estado fuera un tiempo, pero vengo con un micro sobre el último cuadro. Aquí está. @Yayonuevededos Me gustó tu relato. Más que una bruja me ha recordado a los poderes de una momia.

El círculo magico
Alrededor del caldero la mujer repetía en voz alta la frase que su maestra le había enseñado. Suponiendo que al hacer ese ritual echaba atras a las malas vibraciones. En aquellas tierras deserticas era normal escuchar de los viajeros decir que se habían encontrado con fantasmas de difuntos que no habían podido pasar al otro lado por tener asuntos pendientes y estos habían pasado a ser almas errantes. La mujer provenía de un poblado donde apenas se hablaban entre ellos y de pequeña creció en compañía de una chamán amiga de la madre que le enseñó casi todo lo que sabía para sobrevivir en el desierto, sobre todo al oeste de aquellas tierras, donde los avistamientos eran más frecuentes. Pero el círculo mágico que se creaba envolviendo al caldero mantenía a raya hasta los cuervos. No se apreciaba a simple vista y si te acercabas parecía una fina línea de fuego. Este círculo debía prepararse cada tres noches para no tener problemas con los espíritus, que cuando no los veías se te pegaban a las ropas y pelos y atraían problemas, muchos murieron de pura mala suerte en el desierto por estar hasta arriba de estas energías. El conjuro era así:
Más oscuro que la noche,
Más rojo que la sangre,
Yo te ordeno que te alejes de mi camino.
Más azul que el cielo,
Más púrpura que el océano,
Yo te ordeno que te alejes de mi cocido.
Tenía que repetir esto cuantos cuervos hubieran concurrido al rededor de la hechizera. También tenía que poner todas sus pertenencias dentro del círculo, incluso dormir sin que se saliera ni un cabello pues el círculo se abriría. Desde afuera del círculo podía verse la silueta de lo que anteriormente fue una niña. La mujer la vio pero se sintió segura dentro del círculo, se durmió, y a la mañana siguiente llegó sana y salva al poblado donde le esperaba su hija y marido, donde impartía clases de protección ante las noches en el desierto.
Microrelatos. Los foreros escriben. Valentina y su vacuna. Mimo el mimoso. Aurora la no durmiente. Cenicienta la no ceniza. Cuéntame un cuadro. La diosa Eleazar. El burro de la pequeña Papitue y +.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Yayonuevededos »

Atreyuyfuyu, este relato me ha gustado bastante más que otros que te he leído. He visto más vocabulario y —sobre todo— mucho más "clima". En otros textos, me daba la impresión de que "torcías" la idea original hacia algo que se te ocurría, pero esta vez le has dado protagonismo al argumento.
No sé si llamarlo crecimiento, madurez o lo que sea. En todo caso, me alegro.
Saludos cordiales,
Marcelo
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Atreyuyfuyu
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Atreyuyfuyu »

Gracias @Yayonuevededos, me alegro de que te guste. Tomo nota de lo que has dicho. Esta vez no me he ido tanto por las ramas, como se suele decir.
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Re: Cuéntame un cuadro (Juego)

Mensaje por Cuentos Peques »

:hola: Hola, estoy publicando en poesía, sigue mis versos por en foro poesía amigo
Escritor de Relatos y Microrrelatos :60:
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