El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
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El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
El Diáblo y la Navidád
Un día, el Diáblo salió a paseár y meditándo sóbre un probléma que tenía no se dió cuénta de que se había alejádo múcho de su cása, el infiérno, y que ése día éra el más frío de tódo el inviérno.
Al ver la treménda neváda que lo estába sepultándo y que hásta ahóra no había notádo, comprendió el gráve errór que había hécho, al habérse ído tan léjos del calór de su infiérno. Péro ya éra demasiádo tárde.
Por múchos áños que se viviése y por muy sábio y Diáblo que se séa, tántas véces sále el Diáblo de su cása, que llegará un día, en que no volverá. Siémpre se cométe un primér errór, y hoy, el Frío, su etérno enemígo aún más viéjo que él, al fin, después de múchos áños, lo ha derrotádo.
—Señór, Señór, tráte de movérse, se está quedándo heládo. No púdo contestár, péro sintió que le subían sóbre úna pláncha de madéra pára arár y que un animál tirába de él hásta úna pequéña cása que había vísto al pasár. ¡Qué humillánte éra pára el Diáblo encontrárse en ésta situación!
Quíso desaparecér, destruír al que lo llevába, péro no se podía movér.
Ya déntro de la cása púdo ver, que el que lo estába tratándo de salvár, éra un muchácho de córta edád, péro que con gran fuérza y voluntád, póco a póco lo íba arrastrándo hácia la chimenéa del hogár.
El muchácho tiró al fuégo los últimos trózos de madéra que quedában, algúna rópa viéja y rompió úna sílla pára dar más calór.
Las llámas, su gran amígo, comenzáron a devolvérle la vída. Más preocupádo que núnca se quedó quiéto sin sabér que hacér. Destruiría la cása, al muchácho y olvidaría, que éso a él, le pudiése sucedér.
La casíta éra pequéña cási úna cabáña, póbre, péro límpia.
Sintió que le cogían la máno con caríño y le ponían en élla, un dúlce de Navidád.
Íba a aplastár el dúlce, al níño y a la cása, péro la cálida máno del pequéño sóbre su máno hízo que le miráse, y grácias a los refléjos del fuégo, vió la cára más cariñósa que jamás había vísto. La expresión del muchácho diciéndole, vámos cómaselo, le ayudará… le impidió hacérlo.
Se comió el dúlce y miéntras lo saboreába, retrocedió míles de áños hásta cuando recordó que túvo álma, al tiémpo cuando él quería y fué querído y lloró.
Miéntras se recuperába, el níño en la mésa se púso a escribír sóbre un papél.
—¿Cómo se lláma ustéd Señór?
—Me llámo Diáblo, ¿pára qué lo quiéres sabér?
—Hoy es Navidád y siémpre escribímos con mis pádres y amígos álgo como recuérdo de éste día tan felíz. Hásta ahóra sólo ha venído ustéd, y con éste tiémpo no créo que nádie más vénga, y así, su preséncia, es lo más importánte que ha ocurrído hoy.
El fuégo ahóra abundánte y pára la sorprésa del muchácho, se mantenía sin necesidád de añadír léña, le acabó de recuperár.
—¿Y tus pádres?
—Saliéron a trabajár al cámpo ésta mañána, y les ha debído cogér la torménta por sorprésa, péro como siémpre, volverán.
El Diáblo vió a dos persónas congeládas al bórde del camíno muy cérca de la cása... se acercó a acariciár la cabéza del muchácho, péro no túvo el valór de hacérlo.
¿Tiéne ustéd chimenéa en su cása?
El Diáblo rió, hacía tántos áños que ni siquiéra sonreía, que hásta le gustó.
—Sí, téngo úna y es muy, muy gránde.
—A mí, siémpre me cuésta múcho encendérla, es como si las llámas le tuviésen miédo al fuégo y cási siémpre se me apága.
—El trúco díjo el Diáblo con voz muy gráve, es no dejárla apagár, jamás...
...se dió cuénta que su verdadéra personalidád le estába volviéndo y se decidió.
Débo írme ahóra, díjo.
De su bóca no logró que saliése la palábra que núnca había necesitádo, empleádo o deseádo usár; «grácias»
—Tóme, llévese lo que he escríto, es sóbre ustéd, y de tódo lo que hémos habládo y ótro dúlce pára el camíno.
—Yo en cámbio, no he traído náda pára dárte.
—No se preocúpe ustéd, tal vez la próxima vez que nos volvámos a ver.
El Diáblo abandonó la cása y se alejó.
Ahóra sí, no púdo evitárlo, se volvió, y a través de la ventána vió al níño que apoyádo sóbre el vídrio, le decía adiós, levantó su máno y con un gésto que intentába ser cariñóso, le correspondió.
Se prometió al ver lo que Él, el Diáblo estába haciéndo, que éso sería lo último contrário a su personalidád y naturaléza que haría y que jamás volvería a hacér.
Se acercó al camíno júnto a los pádres del níño, péro allí a pesár de tódo su póder, en éso de la vída, Él, náda podía hacér, péro hízo un cámbio con álguien múcho más poderóso que sí podía.
Y así hízo un acuérdo muy desventajóso y humillánte pára Él.
Subió con ilusión la colína más cercána, désde dónde se divisába la casíta y su fuégo a través de la ventána, cogió con cuidádo el papél y lo leyó.
«Hoy nos ha visitádo el Sr. Diáblo en el día de Navidád, a pesár de su nómbre, es muy buéno y no es de la ciudád.
Me ha prometído que si un día, el destíno háce que ténga que volvérle a ver, a un sítio múcho mejór que su cása me llevará.»
Se quedó un ráto más, hásta que vió a los pádres acercárse a la casíta… y se marchó.
* * *
F I N
Barcelóna 31 Diciémbre 2008
Pensádo éntre las 11 y las 11:45 PM. Jústo ántes de Áño Nuévo
Un día, el Diáblo salió a paseár y meditándo sóbre un probléma que tenía no se dió cuénta de que se había alejádo múcho de su cása, el infiérno, y que ése día éra el más frío de tódo el inviérno.
Al ver la treménda neváda que lo estába sepultándo y que hásta ahóra no había notádo, comprendió el gráve errór que había hécho, al habérse ído tan léjos del calór de su infiérno. Péro ya éra demasiádo tárde.
Por múchos áños que se viviése y por muy sábio y Diáblo que se séa, tántas véces sále el Diáblo de su cása, que llegará un día, en que no volverá. Siémpre se cométe un primér errór, y hoy, el Frío, su etérno enemígo aún más viéjo que él, al fin, después de múchos áños, lo ha derrotádo.
—Señór, Señór, tráte de movérse, se está quedándo heládo. No púdo contestár, péro sintió que le subían sóbre úna pláncha de madéra pára arár y que un animál tirába de él hásta úna pequéña cása que había vísto al pasár. ¡Qué humillánte éra pára el Diáblo encontrárse en ésta situación!
Quíso desaparecér, destruír al que lo llevába, péro no se podía movér.
Ya déntro de la cása púdo ver, que el que lo estába tratándo de salvár, éra un muchácho de córta edád, péro que con gran fuérza y voluntád, póco a póco lo íba arrastrándo hácia la chimenéa del hogár.
El muchácho tiró al fuégo los últimos trózos de madéra que quedában, algúna rópa viéja y rompió úna sílla pára dar más calór.
Las llámas, su gran amígo, comenzáron a devolvérle la vída. Más preocupádo que núnca se quedó quiéto sin sabér que hacér. Destruiría la cása, al muchácho y olvidaría, que éso a él, le pudiése sucedér.
La casíta éra pequéña cási úna cabáña, póbre, péro límpia.
Sintió que le cogían la máno con caríño y le ponían en élla, un dúlce de Navidád.
Íba a aplastár el dúlce, al níño y a la cása, péro la cálida máno del pequéño sóbre su máno hízo que le miráse, y grácias a los refléjos del fuégo, vió la cára más cariñósa que jamás había vísto. La expresión del muchácho diciéndole, vámos cómaselo, le ayudará… le impidió hacérlo.
Se comió el dúlce y miéntras lo saboreába, retrocedió míles de áños hásta cuando recordó que túvo álma, al tiémpo cuando él quería y fué querído y lloró.
Miéntras se recuperába, el níño en la mésa se púso a escribír sóbre un papél.
—¿Cómo se lláma ustéd Señór?
—Me llámo Diáblo, ¿pára qué lo quiéres sabér?
—Hoy es Navidád y siémpre escribímos con mis pádres y amígos álgo como recuérdo de éste día tan felíz. Hásta ahóra sólo ha venído ustéd, y con éste tiémpo no créo que nádie más vénga, y así, su preséncia, es lo más importánte que ha ocurrído hoy.
El fuégo ahóra abundánte y pára la sorprésa del muchácho, se mantenía sin necesidád de añadír léña, le acabó de recuperár.
—¿Y tus pádres?
—Saliéron a trabajár al cámpo ésta mañána, y les ha debído cogér la torménta por sorprésa, péro como siémpre, volverán.
El Diáblo vió a dos persónas congeládas al bórde del camíno muy cérca de la cása... se acercó a acariciár la cabéza del muchácho, péro no túvo el valór de hacérlo.
¿Tiéne ustéd chimenéa en su cása?
El Diáblo rió, hacía tántos áños que ni siquiéra sonreía, que hásta le gustó.
—Sí, téngo úna y es muy, muy gránde.
—A mí, siémpre me cuésta múcho encendérla, es como si las llámas le tuviésen miédo al fuégo y cási siémpre se me apága.
—El trúco díjo el Diáblo con voz muy gráve, es no dejárla apagár, jamás...
...se dió cuénta que su verdadéra personalidád le estába volviéndo y se decidió.
Débo írme ahóra, díjo.
De su bóca no logró que saliése la palábra que núnca había necesitádo, empleádo o deseádo usár; «grácias»
—Tóme, llévese lo que he escríto, es sóbre ustéd, y de tódo lo que hémos habládo y ótro dúlce pára el camíno.
—Yo en cámbio, no he traído náda pára dárte.
—No se preocúpe ustéd, tal vez la próxima vez que nos volvámos a ver.
El Diáblo abandonó la cása y se alejó.
Ahóra sí, no púdo evitárlo, se volvió, y a través de la ventána vió al níño que apoyádo sóbre el vídrio, le decía adiós, levantó su máno y con un gésto que intentába ser cariñóso, le correspondió.
Se prometió al ver lo que Él, el Diáblo estába haciéndo, que éso sería lo último contrário a su personalidád y naturaléza que haría y que jamás volvería a hacér.
Se acercó al camíno júnto a los pádres del níño, péro allí a pesár de tódo su póder, en éso de la vída, Él, náda podía hacér, péro hízo un cámbio con álguien múcho más poderóso que sí podía.
Y así hízo un acuérdo muy desventajóso y humillánte pára Él.
Subió con ilusión la colína más cercána, désde dónde se divisába la casíta y su fuégo a través de la ventána, cogió con cuidádo el papél y lo leyó.
«Hoy nos ha visitádo el Sr. Diáblo en el día de Navidád, a pesár de su nómbre, es muy buéno y no es de la ciudád.
Me ha prometído que si un día, el destíno háce que ténga que volvérle a ver, a un sítio múcho mejór que su cása me llevará.»
Se quedó un ráto más, hásta que vió a los pádres acercárse a la casíta… y se marchó.
* * *
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Pensádo éntre las 11 y las 11:45 PM. Jústo ántes de Áño Nuévo
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Cómo se nota que eres un buen tipo y te gustan las historias felices Aunque creo que te ha quedado un tanto infantil.
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- evilaro
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Lucia:lucia escribió:Cómo se nota que eres un buen tipo y te gustan las historias felices Aunque creo que te ha quedado un tanto infantil.
Gracias por las dos frases, la primera inmerecida, y la segunda totalmente merecida... si en Navidad no voy a ser infantil, ¿cuándo quieres que lo sea?
Felices Fiestas
Emilio
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Todo el año.
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Evilaro: Muy lindo, me gustan las historias felices, no hagas caso de Cruela, con esa foto ....lo dice todo
Felices Fiestas
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- evilaro
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Bookia:Bookia escribió:Evilaro: Muy lindo, me gustan las historias felices, no hagas caso de Cruela, con esa foto ....lo dice todo
Felices Fiestas
Muchas gracias... también escribo cosas que no acaban tan bien.
Felices Fiestas
Emilio
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
Muy bonito Emilio, me gustan tus historias, si son felices mejor
A la jefa no le des importancia, es muyyyy mala cuando quiere
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- evilaro
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
A ser posible prefiero las de final feliz... pero no siempre escribo así, voy a buscar algo que acabe mal... yMegan escribió:Muy bonito Emilio, me gustan tus historias, si son felices mejor
A la jefa no le des importancia, es muyyyy mala cuando quiere
lo pongo … seré masoquista
En cuanto a la «jefa», pues pienso con todo lo que tiene que aguantarnos, debe ser una mujer maravillosa,
y además recuerda que:
El hábito, perdón... el avatar no hace la monja
Emilio
Última edición por evilaro el 28 Dic 2018 23:33, editado 1 vez en total.
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Re: El Diablo y la Navidad (Cuento) Felices fiestas a todos
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