Mis conversaciones con La Parca (Relato de ficción)

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evilaro
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Mis conversaciones con La Parca (Relato de ficción)

Mensaje por evilaro »

Mis conversaciónes con la párca
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Yo ya sabía que la párca venía a por mí. Por úna párte me dolía ya que hásta ahóra me había sentído bién de salúd como pára tenér que morír, y por ótra, aquí en ésta vída no me quedába náda por hacér y cási tenía interés en sabér cómo acabába mi etápa temporál en la tiérra.

Tampóco me hacía ilusiónes sóbre a dónde me íba a llevár, mi vída había sído un desástre como ser humáno. Hásta yo lo reconózco y no lo justifíco. Pócas cósas recuérdo con orgúllo o de habér hécho bién.

A pesár de tódo ésto y de considerárme lo más despreciáble que háya existído, siémpre he pensádo que al finál recibiré el perdón por tódo el sufrimiénto que he creádo ya que tendré un moménto de arrepentimiénto o un gésto de bondád que lo compensará.

Si el castígo por cáda mála acción fuése castigádo de manéra inmediáta, tal vez yo me habría comportádo de ótra manéra o tal vez ya no existiría.

¿No sería lógico? que al ménos como en el retráto de Dórian Gray, cuando hacémos álgo málo, se reflejára al instánte en nuéstro cuérpo y no sóbre un cuádro escondído. ¿No sería de justícia que cuando hacémos álgo mal, un horríble gráno de pus apareciéra en nuéstra cára, más gránde y más desagradáble cuanto peór séa el mal cometído?

Si tódo lo málo que hacémos apareciése o se mostráse al instánte en nuéstra salúd o apariéncia física, ¿seríamos más buénos por miédo a úna desfiguración?, o al contrário, si al hacér álgo buéno quedára anuládo en párte lo málo y mejorára nuéstra salúd, ¿no haríamos más óbras buénas pára mejorár nuéstra apariéncia?

Con ésto no se lograría eliminár el tódo el mal ya que siémpre pensaríamos que lo podríamos compensár con álgo buéno más tárde. Péro si tódo lo málo fuése reflejádo, sin opción a márcha atrás y sin tenér posibilidádes de perdón, ¿sería ésta humanidád más buéna? ¿Se ha equivocádo el Todopoderóso al dárnos el castígo o el prémio después de muértos y no duránte nuéstra vída?

Y lo peór, algúnos pensámos que lo que hacémos no es puníble, debería habér álgo que nos lo informára sin lugár a dúdas, como un contadór del bién o del mal. El equivalénte a úna balánza que nos indíca si aumentámos o bajámos de péso… y que no miénte. Y nos permíte al sabérlo, redimírnos comiéndo ménos. Álgo así como el termómetro de la bondád.

El hécho de que el perdón exísta o por lo ménos que creámos que exíste, nos da múcha vía líbre a cometér atrocidádes, siémpre pensándo en que en el último moménto se nos dará la dispénsa o harémos álgo que hará que se nos indúlte.

Créo que el pensár que téngo el derécho o la posibilidád del perdón me ha hécho múcho peór.
* * *

Díje que sabía que la Párca venía a por mí, ya que la he vísto várias véces ántes, en moméntos en que mi vída estába en pelígro, y no sé si élla desaparecía al ver que yo no moría o que por algúna razón que no puédo comprendér, élla evitába que yo muriése.

Múchas véces éso me hízo creér que yo éra cási inmortál. Ésto me hacía pensár que podía seguír haciéndo barbaridádes y arriesgár aún más mi vída sin que me pasáse náda. Créo que élla tiéne álgo de cúlpa de mi inménsa crueldád.

Péro tódo ésto se va a acabár, ahóra estóy en cáma, aquejádo de úna extráña enfermedád la única que he tenído en mi vída, que me ha dejádo en el lécho de la muérte sólo y a la espéra del finál.
* * *

Oí sus pásos apresurádos subiéndo la escaléra, la puérta se abrió y ánte mi desconciérto vi dos párcas luchándo por entrár. Duró póco la lúcha, úna propinó un gólpe brutál con su guadáña a su contrincánte, que hízo que entráse dándo túmbos en mi habitación y al caér se golpeó con el bórde de mi cáma perdiéndo su guadáña y cási el conocimiénto. La ótra permaneció únos segúndos en la puérta sin entrár, miró a su coléga, me miró a mí y se marchó.

No túve múcho tiémpo de pensár sóbre: ¿qué hacían dos párcas en mi cása? ya que en ése instánte noté que tóda mi energía volvía a mi cuérpo, me sentí como en el mejór día de mi vída. Púdo ser a cáusa de que al llegár élla, yo ya estába muérto o que al caér élla mi enfermedád había desaparecído.

Por un instánte pensé en corrér, en írme, no tendría ótra oportunidád como ésta, el gólpe le había hécho perdér el contról sóbre mí, y yo, estába líbre… de moménto.

Me levanté de la cáma con mi energía recuperáda, vi a la párca en el suélo tratándo de levantárse ayudándose con la guadáña…

No sé por qué lo híce, péro la cogí por el hómbro con mi máno derécha y con mi máno izquiérda su máno izquiérda. Miré su máno, éra úna máno dígna, un póco fría, un póco arrugáda y con múchas vénas, muy oscúra, péro no los huésos bláncos que me temía que íba a ver. Le ayudé a levantárse, úna más de mis bravuconádas.

Sentí un temblór en élla… que también me hízo temblár.

La dejé caér sóbre mi cáma, al tiémpo que le retirába la guadáña. No díjo náda, giró su cára hácia el ótro ládo y no se movió.

Me senté en úna sílla frénte a élla y debí dormírme, no sin ántes pensár en qué situación tan sorprendénte me encontrába. Cuando desperté, su cára, buéno lo que debía ser su cára ya que reálmente no se la veía «sólo imaginába que había úna cára bájo la capúcha», estába giráda hácia mí como si me observáse. Hízo un gésto pára levantárse.

La tranquilicé diciéndole que había sído sólo un resbalón, que náda le había pasádo y que se calmára y descansára hásta mañána y luégo podríamos írnos júntos y reposádos.

Le mostré su hoz apoyáda sóbre el márco de la puérta lísta pára cuando la necesitáse.

A las priméras lúces de la mañána se levantó, cogió su guadáña y comenzó a caminár, péro no me indicó náda.

La seguí.
* * *

¿Cómo se acompáña a la párca?, a su ládo no me paréce muy lógico, no sómos ni amígos ni iguáles, si bién sería el sítio más fácil y adecuádo pára seguírla.

Por delánte no tiéne sentído, cómo voy a ir delánte si yo no sé a dónde me va a llevár.

Por detrás, éso me gústa, si no me ve tal vez decída escapár.

Escogí lo último, no por escapárme, síno porque creába úna relación de confiánza; élla dirigía y yo la seguía al sítio a donde me llevába. Péro tal vez lo híce, curiósamente debído a que élla no me indicó náda, no forzába y yo la seguía.

Al cábo de un ráto de estár caminándo, yo ya no sabía en qué dirección lo hacía.

Me atreví a hablárle…

—¿Hácia dónde está ése «sítio» al que me lléva?, ¿es ésta la dirección que debémos tomár?

—Dió un gíro brúsco de novénta grádos y continuó.

—Ya véo, no impórta el camíno que tomémos, tódos nos llévan allá.

Estába cláro, no quería o no podía hablár conmígo, péro me contestába.

Pués si no impórta el camíno que tomémos, si le paréce bién y viéndo el día tan buéno que háce, podríamos paseár siguiéndo el sendéro que bordéa el río, es precióso y así podrémos charlár, yo recorría tódas las mañánas la párte que está cérca de mi cása y me dícen que ése ládo del río que no conózco es muy béllo.

No giró, péro noté que íba dándo úna cúrva inménsa que nos llevó al camíno del río y allí lo siguió.

Qué curióso, yo debería estár aterrorizádo y sin embárgo me interesába más élla y lo que me estába pasándo, que el tétrico futúro que me aguardába. Téngo que reconocérlo, siémpre fuí un miseráble, péro el valór y coráje núnca me faltó.

Llevábamos múcho tiémpo caminándo, noté que cojeába un póco y debía estár muy cansáda. Túvo un pequéño tropiézo péro no cayó. Me acerqué y le díje: sentémonos un ráto en éste bánco cérca de la fuénte, téngo sed y a ustéd le haría bién descansár, créo que nos aguárda un lárgo recorrído.

Se sentó miéntras yo hácia la inclinación pára bebér. Qué estupidéz: pensé. ¡Péro si estóy muérto! Buéno por lo ménos éso piénso, así cómo voy a bebér. Toqué el água, estába fría.

Llené el cuénco de mi máno y bebí. Sabía como siémpre, buéna. La miré… a élla, mostrándole el água en mis mános como preguntándo ¿cómo es que puédo bebér?, péro giró su cára.

Seguía sin entendér náda, péro me encontrába bién, sentía que no importába lo que me íba a pasár, quedaría pagádo y compensádo por lo interesánte que éra lo que me estába pasándo.
* * *

Me senté a su ládo, élla con las dos mános sóbre sus piérnas y la guadáña sóbre el bórde del bánco mirába al frénte.

Había llegádo el moménto que tánto había planeádo en mi lécho de muérte y en el que se basába mi única salída a tánto mal que había cometído en mi vída: conseguír el perdón.

Comencé…
No sé si es con ustéd con quién débo hablár sóbre ésto que llévo meditándo duránte múcho tiémpo, péro le agradecería que me escucháse. No créo que ya ténga más opciónes de explicárselo a álguien más, ya que véo que ustéd me lléva diréctamente al sítio definitívo.

Yo he muérto por un probléma de salúd y no espirituál o sentimentál. He cometído un errór con mi cuérpo y lo págo con la muérte, sin embárgo, he cometído míles de cósas morálmente horríbles y por éllas no he muérto. ¿Tiéne ésto sentído?

¿Por qué el morír es álgo más físico que morál? Por qué el fin de nuéstra vída puéde estár mandádo por un símple resbalón en la cálle y no por concéptos éticos, moráles o sentimentáles. ¿Es jústo que un accidénte del que no sómos culpábles nos lléve a la muérte? Y en cámbio, al asesinár a ciéntos de persónas de lo que sí sómos culpábles, como es mi cáso, no nos páse náda.

Tendrá que reconocérlo, la justícia humána es muy superiór en ése aspécto a la divína, si álguien cométe álgo atróz se le píden cuéntas inmediátamente, no se le díce… continúe ustéd haciéndo barbaridádes, ya las pagará cuando muéra… y tódas de gólpe. Además la justícia humána no permíte el perdón o redención totál inmediáta, no permíte que después de cometér un crímen el culpáble díga que lo siénte, que se arrepiénte y que no lo volveré a hacér pára que tódo quéde perdonádo.

Por qué al más cruél de los asesínos, hay que esperár a que muéra pára juzgárlo en la ótra vída, en lugár de impedír que síga haciéndo maldádes llevándoselo al instánte de éste múndo.

Y sólo por curiosidád, algúnos que ya han pagádo con la cárcel por los máles que han hécho en ésta vída, en la ótra ¿también serán juzgádos? Al ménos se le debería dar úna reducción de su péna en el infiérno. O, por qué un pequéño o gran errór en ésta vída, hay que pagárlo en la ótra con úna condéna perpétua e infiníta, ¿no podría habér distíntos grádos de condéna, lo mísmo que hay distíntos grádos de culpabilidád? La eternidád es múcha, demasiáda condéna.

Curiósamente los pócos problémas físicos que he tenído sí que han afectádo a mi álma y espíritu. A véces, un símple resfriádo ha bajádo mi morál múchos púntos. Péro al contrário, cualquiér cósa que hága bién o mal no ha tenído su correspondéncia en mi cuérpo físico, no recuérdo ningún dolór de cabéza después de habér asesinádo a vários níños.

Se giró, cruzó sus piérnas y sus mános… estába interesáda.

Continué.

Así que éste es mi cáso: Yo no he pagádo en ésta vída por los máles que he hécho y no me arrepiénto de éllos. Siémpre he sabído que no lo hacía bién, lo cual me háce todavía más culpáble. Núnca o cási núnca, el horrór que he creádo lo he hécho por necesidád. Y siémpre los crímenes cometídos me han dádo placér.

¿Téngo todavía algúna opción al perdón, estóy a tiémpo de hacér álgo que me redíma?

—¿Va a matárme ustéd con la ésa inménsa hoz? Pregunté.

Me había precipitádo, la palábra perdón la había alterádo, se levantó, se acercó a la fuénte y con la hoz, cortó con gólpes precísos, rápidos y eficáces la múcha hiérba que la cubría, púde leér úna viéja inscripción tapáda por los áños, «Fuénte de la etérna juventúd».

—Da dos gólpes enérgicos sóbre el suélo con la guadáña (como un… vále ya te he escuchádo y has léido lo que díce la fuénte, ahóra debémos continuár).

No había dúda, no me hablába, péro estába comunicándose conmígo.
* * *

En realidád no estába entendiéndo náda, ¿estába yo muérto o no? Un muérto, después de bebér de la fuénte de la etérna juventúd, ¿qué es: un muérto etérnamente jóven o un jóven etérnamente muérto?, ¿no hubiése sído mejór bebér el «elixír de la vída etérna»?. ¿Por qué me permitía bebér de ésa água cuando me estába llevándo al infiérno?

Necesitába úna respuésta, así es que amplié la segúnda párte de mi comentário, haciéndo énfasis en que entendía que su acción no éra pára mostrárme y saboreár el típo de água que había bebído, síno pára explicárme el expérto úso que hacía de la guadáña.

—Váya ya entiéndo, la guadáña no es pára matárnos, cláro, váya trásto tan gránde y viéjo pára hacér úna cósa tan fácil. Cuando ustéd lléga: o ya estámos muértos o éso pasará cuando nos entrégue.

Ustéd viéne pára llevárnos, no pára matárnos, «reconózco que cárga y úsa ustéd ésa guadáña con múcha grácia y elegáncia» a pesár de lo incomóda que débe ser. Míre lo que le dígo, con su pórte elegánte y ése perfíl tan nítido, cuando la míro sóbre éste ciélo estrelládo, si fuése pintór haría de ustéd úna óbra de árte.

No sé cómo ríen las Párcas, péro redújo un póco su páso. Paró, me miró, se apoyó sóbre la vára un instánte y continuó a dóble páso.

Péro seré imbécil cómo se me ha podído ocurrír decírle ésto.

—Le pído discúlpas, no he sído muy amáble, tal vez yo podría ser un póco más agradáble y colaboradór si ustéd me dijése:

¿A dónde me va a llevár?

¡Ah! ya véo, al «sítio» de siémpre. La verdád y no sé por qué, no créo que ustéd lléve múcha prísa, no sé si será por el gólpe que se ha pegádo, o porque no tiéne ningún ótro trabájo prevísto. De tódas manéras qué mal lo débe pasár ustéd, váya empléo que le ha tocádo.

No húbo ningún cámbio por párte de élla.
* * *

Hacía tiémpo que caminábamos por camínos pára mí desconocídos, élla avanzába más rápido que de costúmbre, a lo léjos ilumináda sólo por la lúna, úna pequéña cabáña en médio de un cámpo totálmente abandonádo. Se acercó a la ventána, déntro, úna habitación muy humílde sólo úna pequéña mésa con úna véla encendída, un viéjo cogía del hómbro a su mujér con su máno derécha y con la izquiérda su máno izquiérda, y la íba paseándo alrededór de la mésa miéntras la mirába con amór.

La párca tenía la cabéza apoyáda sóbre el vídrio y su cuérpo temblába.

Se púso a cortár tóda la hiérba que había désde la entráda de la cása hásta el início del camíno. Cogió párte de la hiérba cortáda y la llevó al estáblo en donde había un cabállo, y del pózo le dió água. Le ayudé a hacérlo miéntras élla cortába más hiérba. Yo la mirába con intensidád y sorprésa esperándo que me aclaráse tódo éso, ¿de qué se tratába?
* * *

Nuéstro sendéro ahóra ya no tenía árboles, ni montáñas, ni lúna, sólo oscuridád, al fóndo… álgo que me hacía sospechár que éra el finál de tódo, la puérta al más allá.

Désde hacía tiémpo cási no veía su cabéza de lo inclináda que la llevába.

Al ir acercándonos púde ver más párcas, únas regresándo ya con el trabájo cumplído, ótras acompañándo a sus encárgos, ótras arrastrándolos, y úna llevándo a un níño pequéño éntre sus brázos. Úna se acercó a mi párca y le habló.

Dejó que las ótras párcas cumpliéran con su obligación y cuando éramos ya los últimos, se acercó a la puérta, puérta sin náda especiál, un póco tríste a decír verdád y dejó la guadáña apoyáda en la paréd.

Abrió la puérta y me púso delánte de élla pára que viése el horrór al que íba a entrár, y lo vi. Siénto su máno sóbre mi hómbro, siénto que me va a empujár, siénto que me póne sóbre la espálda su cápa, siénto que me retíra de la puérta, éntra en élla sin su guadáña y la ciérra dándome la espálda.

—¡Cúida de nuéstros pádres!, y desapareció.

Intenté abrír la puérta, péro no púde, la cuóta de ése día estába lléna y a nádie más se esperába.

—¡Párca… hermána! Grité
* * *

Y recordé lo que núnca había querído recordár, cuando múchos áños ántes abandoné a mis pádres y a mi pequéña hermána. Volveré cuando háya vísto múndo y séa ríco les díje. Fuí muy ríco y lo he vísto tódo péro núnca volví. Y ahóra sin habérlos reconocído, mi hermána se ha sacrificádo por mí.
* * *

Cójo la guadáña, ya sé a dónde voy a ir, ya sé a quién voy a cuidár, ya sé en qué cámpo tan abandonádo la voy a usár y ya sé qué es lo que me va a redimír.

Qué vergüénza, qué injústo es, que en éste múndo a un ser tan cruél como yo, las cósas le sálgan tan bién.
FIN
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lucia
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Re: Mis conversaciones con La Parca (relato de ficción)

Mensaje por lucia »

Muy original la visión de las parcas trabajando, me refiero a que sean mas de una, y a que puedan intercambiarse por los muertos. Ahora, dar una segunda oportunidad a alguien como el protagonista es algo que solo puede hacer una madre o una hermana.
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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evilaro
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Re: Mis conversaciones con La Parca (relato de ficción)

Mensaje por evilaro »

lucia escribió:Muy original la visión de las parcas trabajando, me refiero a que sean mas de una, y a que puedan intercambiarse por los muertos. Ahora, dar una segunda oportunidad a alguien como el protagonista es algo que solo puede hacer una madre o una hermana.
Gracias Lucia:

Intento que todo el mundo trabaje... hasta las Parcas, los Parco y los Santos... es que estoy preocupado por mi jubilación. ;) ;)

Feliz Año 2 019

Emilio
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