Dislexia (Microrrelato)
Publicado: 04 Dic 2019 16:53
Siempre he tenido problemas de comunicación. No sé la razón pero todos se empeñan en poner en mi boca cosas que ni digo ni pienso. Desde pequeño, en la escuela, los profesores ya avisaban cada dos por tres a mis padres con los embustes más disparatados. Según ellos, les faltaba al respeto constantemente con un lenguaje impensable para un chiquillo de apenas seis años. Sin embargo, solía sacar buenas notas porque escribiendo nunca he tenido esos problemas, las palabras permanecen en el papel y nadie puede cambiarlas a su antojo.
Aunque me considero un hombre sensible y romántico nunca pude tener novia. Cada vez que intentaba abrir mi corazón ellas huían despavoridas, supongo que no era capaz de hacerles entender que mis sentimientos eran sinceros. Eso sí, ahora, gracias a Internet, estoy hecho un rompecorazones, a casi todas les encantan los poemas que saco de lo más hondo de mi dolorida alma.
Y qué decir de mi vida laboral. No recuerdo las veces que he salido de entrevistas de trabajo acompañado por el personal de seguridad. No lo entiendo, me tengo por una persona educada y de carácter tranquilo. No sé qué esperaban, incluso mi actitud rozaba a veces el servilismo. Menos mal que aprobé unas oposiciones y tengo un trabajo seguro. Es lo bueno de rellenar un cuestionario, que no hay trampa ni cartón.
Lo que no entiendo son las constantes quejas. Yo siempre trato al público con educación y respeto. Soy consciente de que suelen esperar demasiado tiempo hasta que les llega el turno de plantarse frente a mi ventanilla y por eso intento ayudarles en todo lo posible. No sé porqué se enfadan siempre conmigo, incluso a veces tratan de agredirme sin ningún motivo.
Por eso ando cada vez más encerrado en mí mismo, procurando hablar lo menos posible. Y es una pena porque mi carácter era más bien abierto y extrovertido. Nadie me comprende y no es una queja de adolescente ñoño, que ya soy más que cuarentón, en mi caso es la triste verdad. Hasta mi familia se empeña en decir que no se puede hablar conmigo. Por cierto, ese de ahí es mi hermano, debería intentar hacer las paces con él. Yo siempre le he querido y admirado.
—Me cago en tu puta madre— le saludo, sonriente.
Aunque me considero un hombre sensible y romántico nunca pude tener novia. Cada vez que intentaba abrir mi corazón ellas huían despavoridas, supongo que no era capaz de hacerles entender que mis sentimientos eran sinceros. Eso sí, ahora, gracias a Internet, estoy hecho un rompecorazones, a casi todas les encantan los poemas que saco de lo más hondo de mi dolorida alma.
Y qué decir de mi vida laboral. No recuerdo las veces que he salido de entrevistas de trabajo acompañado por el personal de seguridad. No lo entiendo, me tengo por una persona educada y de carácter tranquilo. No sé qué esperaban, incluso mi actitud rozaba a veces el servilismo. Menos mal que aprobé unas oposiciones y tengo un trabajo seguro. Es lo bueno de rellenar un cuestionario, que no hay trampa ni cartón.
Lo que no entiendo son las constantes quejas. Yo siempre trato al público con educación y respeto. Soy consciente de que suelen esperar demasiado tiempo hasta que les llega el turno de plantarse frente a mi ventanilla y por eso intento ayudarles en todo lo posible. No sé porqué se enfadan siempre conmigo, incluso a veces tratan de agredirme sin ningún motivo.
Por eso ando cada vez más encerrado en mí mismo, procurando hablar lo menos posible. Y es una pena porque mi carácter era más bien abierto y extrovertido. Nadie me comprende y no es una queja de adolescente ñoño, que ya soy más que cuarentón, en mi caso es la triste verdad. Hasta mi familia se empeña en decir que no se puede hablar conmigo. Por cierto, ese de ahí es mi hermano, debería intentar hacer las paces con él. Yo siempre le he querido y admirado.
—Me cago en tu puta madre— le saludo, sonriente.