El bumeran (Cuento)

[Ricardo Kleine]

El búmeran.

El búmeran es, lejos, el objeto que más me llama la atención. Lo agarro y lo miro y me pregunto ¿cómo puede funcionar esto? Va y vuelve, como si supiera, como si tuviera una memoria que lo orienta en el espacio. Porque, dígame ¿hay algo más original? ¿Más creativo? ¿Más singular que el búmeran? Usted lo tira, lo tira lejos, lejísimos, si tiene mucha fuerza, y el búmeran…extraña y curiosamente, vuelve al lugar desde el cual partió, y no podemos decir que lo hace porque extrañe o que sea sensible, y hay que tenerle cuidado, porque si lo tira y se queda asombrado al verlo regresar lo puede lastimar, si tiene la suerte de que no lo mate.

Los humanos hemos inventado millones de cosas, algunas verdaderamente asombrosas, como, por ejemplo, que le puedo decir, a ver, la lamparita, imagínese vivir sin ellas, el enchufe, el lavarropas…Usted pone la ropa sucia y se la devuelve limpia… ¿Qué otra cosa puede ser? Hay tantas…ahora no se me ocurre ninguna otra. ¡La escritura…! La escritura es un invento maravilloso, no estaría haciendo esto sino fuera por ella. Hay millones más y los seguirá habiendo. Pero el búmeran, no deja de asombrarme. Parece, por lo que dicen, que no era un invento exclusivo de los aborígenes australianos, ni fueron los primeros en construirlo. Ya en el actual territorio polaco existían hace más de 20.000 años.

Recapitulemos…porque tampoco es el búmeran lo que me sorprende. Ni siquiera que vuelva. ¿porqué no iba a volver…? Si para eso fue diseñado. Lo que me asombra, lo que más maravilla de este aparato es esa manía humana de inventar. Esa predisposición a la curiosidad, a la insistencia, a la obsesión cuando se quiere algo, a ese:” No me importa absolutamente otra cosa que lo que estoy haciendo ahora mismo. No me jodan”. Esa abstracción e inspiración que debe haber tenido el cretino que lo inventó con tan pocos recursos. Imagínese…hay que ser creativo. ¿Cómo se le pudo haber ocurrido? Intentemos, imaginemos…quizás tiro un palo y este tuvo la intención de volver…pero, ¿cuantas veces lo ha tirado y cuantas de esas el palo intentó regresar para que le haya generado al autor…un artista sin dudas, la curiosidad de ponerse a averiguar por qué… ¿me sigue…? Es decir, yo no creo que el tipo haya dicho. “Voy a inventar algo que vaya y vuelva y lo llamare búmeran” Hoy, a 20.000 años de su invención, sabemos que va y viene por su perfil aerodinámico, por la curvatura de su ángulo obtuso y la propia habilidad para tirarlo…aunque en realidad no sé sí este bien dicho: “El búmeran se tira” porque el cretino, vuelve, y si vuelve, no lo estoy tirando…Sé debería decir: lanzar…aunque tampoco estoy seguro. Pero bueno, no importa. Ante semejante invento no vamos perder el tiempo discutiendo gramática. Volvamos…digamos que la invención de este aparato se la debemos a los antiguos polacos, si es que lo eran hace 20.000 años…Que vaya, se lo debemos a la fuerza con que se impulsa por el aire y que regrese, que es lo curioso, lo explicará la física y la parábola que describe en su derrotero. Lo que sigo sin entender es al cretino que lo invento…Volvamos a imaginarlo…un tipo, un día tira una madera. Los motivos pueden ser varios…para matar o defenderse de un animal o porque estaría caliente con su esposa que, como todas, le estaría rompiendo las bolas…lo cierto es que lo tira, observa su recorrido y, en algún punto de este intenta regresar y cae. El tipo lo vio…vio que el palo fue e intentó volver, pero cayó. Lo sabe, es el único que lo sabe. Y no estaba loco. Si el palo, ahora llamado búmeran, intentó volver…porque él, que era más inteligente que el búmeran, ¿no podía hacerlo regresar…? Lo fue a buscar, lo levantó y lo quedó mirando…lo volvió a tirar y nada. Se mete dentro del el, se hace madera y vuela con el. Intenta nuevamente, una y mil veces y nada. Vuelve a su casa, le comenta a su mujer…ya se olvidó que la quería matar. Ella no le cree…ni lo del palo ni que no la quiere matar…Pero el insiste. Sabe que lo vio volver o al menos lo intentó y no lo puede olvidar…No duerme. Se vuelve loco. Lo comenta con sus compañeros…insiste con su mujer…Finalmente un día agarra el palo lo tira mil veces mas y en una de esas otra vez intenta volver, pero cae por su propio peso…Lo observa una y mil veces…va comprendiendo… Lo pule, lo lija…lo corta y recorta, le busca la forma. Intuye que algo va a pasar. Vibra. Se siente capaz. Sabe que volverá. Insiste. Imagina. Lo dibuja en su mente. Lo diseña. Por un momento abandona su mecánica forma de reaccionar y pensar y empieza a ser con su palo una sola cosa. No se los puede distinguir. Se abstrae. Fantasea, se han licuado ambos en una sola masa. Y finalmente lo logra…o no. No importa. Lo que importa es esa caprichosa obstinación de, al menos por un momento, ser un ser humano único y absoluto. Ese brillo fugaz que nos ilumina en un relámpago sin tiempo. Ese estado, orgasmico, de plenitud y de gozo atemporal o intemporal. De arte puro. De absoluta liberación y creatividad. Ese capricho de dejar de ser una simple bestia humana, de superar su humilde condición biológica, porque no busca reconocimiento, lo único que quiere: es ser y elevarse…aún ante el peligro, siempre latente, de que su mujer le siga rompiendo las pelotas…



Ricardo A. Kleine Samson
Contador Público Nacional®
Neuquén, 17 de marzo de 2008

[evilaro]

Muy original...

Y sí, es como la frase mal dicha... siempre vuelve

Saludos

Emilio

[lucia]

Entre esos otros pueblos con bumeranes estaban los egipcios

La mejor parte, la final en que describes la obsesión del inventor

[Ricardo Kleine]

Gracias Lucia y Evilaro.