Eric
Eric
El mundo se había transformado en un lugar frío y gris. Los pocos habitantes que lo poblaban no habían aprendido nada del pasado. Una espesa nube negra como la oscuridad de una cueva cubría los cielos, y los escasos retazos de luz que llegaban a la superficie del planeta, apenas calentaban lo suficiente para que la vida pudiera traer de nuevo la felicidad perdida. La tierra estaba en coma profundo y nada ni nadie parecía poder liberarla del mal que cada día era más dueño de su existencia, y por ende, de los pocos nativos que quedaban.
Eric había sido siempre un alma pura y persistía en su esperanza de lograr por medio de la magia que la situación cambiara, que todo volviera a ser como antes de la catástrofe.
Vivía en lo que quedaba todavía en pie de su querido castillo de Quiñones. Allí, rodeado de sus más queridos amigos, seguía creando historias con su pequeña pluma de escritorio. Hablaba con las hadas, discutía con los duendes y debatía con los unicornios buscando la fórmula alquímica que restituyera el orden natural de las cosas.
-Yo podría surcar los cielos y traer el agua limpia que hay sobre la gran nube para regar los campos -intervino su amigo el pegaso.
-Y yo le acompañaría cabalgando en su lomo para que no se perdiera en la oscuridad -sentenció una pequeña ninfa del bosque.
-Es una buena idéa. -intervino Eric- pero sin la luz del sol de nada serviría. Lo siento pero lo primero es lo primero.
-Ya está el listillo poniendo pegas. -dijo un duende refunfuñón.
-Jajaja... -rio Eric- No te enfades hombre. No quiero que arriesguéis la vida de forma innecesaria.
Una pequeña hada voló de forma delicada hasta el hombro de Eric, y con los brazos en jarras, muy chula ella, dijo.
-¡Lo haremos nosotras!
-¿Vosotras? ¿Cómo? -Inquirió el escritor.
-Con magia, claro. Nosotras tenemos energía de sobra para hacerlo. Solo debemos concentrar nuestro poder y provocar una explosión que elimine la sombra negra que nos cubre.
-¡Pero eso acabaría con vosotras! -Se nego Eric- Moriríais sin remedio, y no es seguro que lo lograrais. ¡No! No me parece buena idea.
-Pero no te das cuenta que si no hacemos nada moriremos todos en poco tiempo. Apenas hay alimento. La gente enferma y muere de contínuo. El frío nos debilita y los hombres oscuros nos acechan para devorarnos. No, Eric, no hay más remedio. -sentenció la pequeña alada depositando un beso en la mejilla de su creador.
-¡Lo haremos! -gritaron las hadas-
-¡Las ayudaremos! -corearon las ninfas. Los duendes. Los pegasos. Los unicornios.
-Pero, si caèis en el intento, ¿qué haré yo solo?
-No te preocupes por eso, Eric. Tú seguirás creando magia con tus versos, con tus historias, con esa energía pura que posees, y es así que nosotros seguiremos existiendo, porque tú eres la verdadera magia y nuestro salvador...
El día amanecía entre la acostumbrada negrura que todo lo cubría. Una pequeña figura arropada con cientos de hojas escritas a dos caras, y una pequeña pluma asida por su mano, parecía yacer inerte sobre la fría superficie del campanario del castillo. Una sonrisa adornaba su dulce cara, cuando el primer rayo de luz, después de mucho tiempo, le acarició con su calor envolviéndolo con su aura de energía mientras un pequeño coro de etéreas voces inundaba la sala.
Despierta Eric,
que la luz ha llegado.
Despierta pequeño héroe,
que tu pluma lo ha logrado.
No rezongues,
no seas perezoso,
porque tienes trabajo.
Arriba querido amigo,
arriba que se hace tarde.
Despierta pequeño héroe,
despierta,
porque tu pluma lo ha logrado
Eric había sido siempre un alma pura y persistía en su esperanza de lograr por medio de la magia que la situación cambiara, que todo volviera a ser como antes de la catástrofe.
Vivía en lo que quedaba todavía en pie de su querido castillo de Quiñones. Allí, rodeado de sus más queridos amigos, seguía creando historias con su pequeña pluma de escritorio. Hablaba con las hadas, discutía con los duendes y debatía con los unicornios buscando la fórmula alquímica que restituyera el orden natural de las cosas.
-Yo podría surcar los cielos y traer el agua limpia que hay sobre la gran nube para regar los campos -intervino su amigo el pegaso.
-Y yo le acompañaría cabalgando en su lomo para que no se perdiera en la oscuridad -sentenció una pequeña ninfa del bosque.
-Es una buena idéa. -intervino Eric- pero sin la luz del sol de nada serviría. Lo siento pero lo primero es lo primero.
-Ya está el listillo poniendo pegas. -dijo un duende refunfuñón.
-Jajaja... -rio Eric- No te enfades hombre. No quiero que arriesguéis la vida de forma innecesaria.
Una pequeña hada voló de forma delicada hasta el hombro de Eric, y con los brazos en jarras, muy chula ella, dijo.
-¡Lo haremos nosotras!
-¿Vosotras? ¿Cómo? -Inquirió el escritor.
-Con magia, claro. Nosotras tenemos energía de sobra para hacerlo. Solo debemos concentrar nuestro poder y provocar una explosión que elimine la sombra negra que nos cubre.
-¡Pero eso acabaría con vosotras! -Se nego Eric- Moriríais sin remedio, y no es seguro que lo lograrais. ¡No! No me parece buena idea.
-Pero no te das cuenta que si no hacemos nada moriremos todos en poco tiempo. Apenas hay alimento. La gente enferma y muere de contínuo. El frío nos debilita y los hombres oscuros nos acechan para devorarnos. No, Eric, no hay más remedio. -sentenció la pequeña alada depositando un beso en la mejilla de su creador.
-¡Lo haremos! -gritaron las hadas-
-¡Las ayudaremos! -corearon las ninfas. Los duendes. Los pegasos. Los unicornios.
-Pero, si caèis en el intento, ¿qué haré yo solo?
-No te preocupes por eso, Eric. Tú seguirás creando magia con tus versos, con tus historias, con esa energía pura que posees, y es así que nosotros seguiremos existiendo, porque tú eres la verdadera magia y nuestro salvador...
El día amanecía entre la acostumbrada negrura que todo lo cubría. Una pequeña figura arropada con cientos de hojas escritas a dos caras, y una pequeña pluma asida por su mano, parecía yacer inerte sobre la fría superficie del campanario del castillo. Una sonrisa adornaba su dulce cara, cuando el primer rayo de luz, después de mucho tiempo, le acarició con su calor envolviéndolo con su aura de energía mientras un pequeño coro de etéreas voces inundaba la sala.
Despierta Eric,
que la luz ha llegado.
Despierta pequeño héroe,
que tu pluma lo ha logrado.
No rezongues,
no seas perezoso,
porque tienes trabajo.
Arriba querido amigo,
arriba que se hace tarde.
Despierta pequeño héroe,
despierta,
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Última edición por Gavalia el 16 Ago 2021 20:02, editado 6 veces en total.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
- Mister_Sogad
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Re: Eric
¡Vaya! Lo creas o no, por lo poco que me prolijo por el foro (y menos aún leo en LFE), creo entender la referencia.
Me gusta.
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Re: Eric
Lástima que no haya más gente como él. Pocos transmiten tanto con tan poco. Posee una magia irresistible.
--- Pareces atribulado!!
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Re: Eric
Qué bonito homenaje, Chuchito, se lo merece, es pura dulzura, .
Re: Eric
Me encanto, pero no entendi esta parte; ¿quienes son los hombres oscuros?
- "All the lives we ever lived, and all the lives to live, are full of trees, and changing leaves" Virginia Woolf ❤
- "Temeran lo salvaje" Nidalee
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Re: Eric
Es una referencia algo vaga y quizá mal traída. Supongo que me refiero a los que no han aprendido del pasado. Ten en cuenta que me ha salido del tirón, sin pensar demasiado.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
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Re: Eric
A ver si lo ve @Eric Moreira Perez.
La pista del castillo de Quiñones fue definitiva
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
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Re: Eric
¡Qué cuento tan precioso, @Gavalia! Me ha encantado. Es un homenaje estupendo para Eric
Como siempre, yo hago mis propias interpretaciones He deducido que los "hombres oscuros" son quienes han perdido la esperanza y han dejado de soñar y creer en las hadas y los unicornios, al contrario que Eric .
Como siempre, yo hago mis propias interpretaciones He deducido que los "hombres oscuros" son quienes han perdido la esperanza y han dejado de soñar y creer en las hadas y los unicornios, al contrario que Eric .