-¡Psss, psss...! Que me has dejado en blanco.
-Calla.
-¿Cómo voy a callarme? Me has pintado una boca pero no sonrío. Sólo soy un garabato. Algo soso. ¡Complétame en tu imaginación!
-No puedo, estoy en crisis.
El escritor se pasó las manos por el pelo, desesperado, y hubo un silencio tan grande que pensó que su imaginación se había dormido. Pero no, seguía allí. Más despierta que él.
-Necesito algunos adornos, tendrás que esforzarte un poco.
-¡No!... Ya no soy tan bueno como antes.
Bajó la pantalla del ordenador dispuesto a dejar el despacho y arrastrarse escaleras arriba hasta el dormitorio. La casa victoriana normalmente le hacía sentir paz y una cierta melancolía. Pero esa noche no. Esa noche sólo le embargaba la frustración.
El extraño personaje que había perfilado en su cabeza seguía siendo un misterio para él.
-Es muy fácil... ¡Escucha a tu corazón y dime qué me mueve!
-El corazón es traicionero.
-Muy bien, probemos de este modo: ¿qué te mueve a ti?
-¿A mí? Ser feliz, supongo. Como a todo el mundo...
-Y terminar el manuscrito -dijo el personaje.
-Eso también.
Pero no sabía cómo hacerlo.
El personaje sonrió. Era la primera vez que lo hacía. Sus mejillas se colorearon, su ropas también (un traje muy elegante) y alzó una ceja con aire escéptico mientras se sentaba en una silla. Llevaba un sombrero gris y su presencia era más fuerte que la de cualquier otro ser vivo.
"Qué extraño" pensó el escritor.
-Déjame que te ayude... Seré tu inspiración.
Un tiempo después clareó el cielo por el Este y empezó a sonar el canto del mirlo. La puerta principal de la casa se abrió y un desconocido salió de ella con paso firme. Llevaba un traje gris y un sombrero estilo gánster de los años 20. Los vecinos dijeron que lo vieron alejarse silbando por mitad de la calle. Despreocupado. Nadie le conocía.
Nunca más volvieron a ver al escritor. Pero la novela estaba terminada y la encontraron en el estudio. No había nota de suicidio ni nada que hiciera pensar en un accidente o crimen.
El libro fue un éxito de ventas y la casa victoriana pronto pasó a otras manos. Las de una joven ilustradora con un talento prometedor.
Una noche como cualquier otra se quedó trabajando hasta tarde en un encargo.
No se le ocurría nada, estaba atascada, cuando de repente...
-¡Psss, psss....!
FIN.
El misterio de la casa victoriana
Re: El misterio de la casa victoriana
Un caso claro de posesión. No cabe duda.¡Psss! ¡psss!...
En paz descanses, amigo.
Re: El misterio de la casa victoriana
Una inmortalidad diferente, de parte del espíritu de una casa, con un punto juntito de humor.
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
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