Toda una vida

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tritonof
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Toda una vida

Mensaje por tritonof »

Su inocencia le impedía contemplar la realidad. No veía nada malo en aquello, pues no era la primera vez que su amigo y él habían dormido juntos después de pasar toda la noche viendo películas de terror a escondidas de los mayores. Pero la intención de su padre con aquel hombre no era para nada inocente.

Al menos eso pensó su madre cuando lo siguió por las escaleras y contempló el panorama que se estaba desarrollando en su propia cama. Aquella misma noche se fueron de casa. Él observaba a su madre mientras conducía. Su mirada estaba fija en la carretera y las lágrimas se agolpaban en sus ojos. No eran de tristeza, sino de rabia. Rabia por saber perdidos los años que había pasado con aquel hombre, rabia por haber sido engañada en lo más íntimo por la persona que creía querer.

Pasaron toda la noche en el camino. El alba despuntaba por las nubes tras las montañas cuando llegaron a casa de su abuela. Aquella afable mujer vivía sola desde que su querido esposo falleció algunos años antes. Era una casa de campo acogedora. Cuando entraron, después de pasar la noche en el frío coche, ambos se apelotonaron alrededor de la chimenea encendida. Mientras él disfrutaba de una taza de chocolate caliente fuera nevaba, y en la cocina su madre lloraba mientras relataba todo lo sucedido a una anciana mujer que asentía con la cabeza simulando comprender lo que le estaban contando.

Pensaba que con el paso de los días la tristeza de su madre menguaría, pero no fue así. En la casa reinaba un silencio tenso e incómodo que, como niño que era, no comprendía. Los desayunos solitarios, los almuerzos rápidos al volver de clase y las cenas en la habitación mientras hacía los deberes se convirtieron en la norma. Y así fueron pasando los días hasta que una noche su madre no volvió.

Mucho se rumoreó en el pueblo durante los meses que estuvo desaparecida. Las malas lenguas decían que había abandonado a su hijo por un amante, otros que simplemente se había fugado y otros que había vuelto con un marido al que jamás debió abandonar. Todos estos rumores se despejaron cuando encontraron su cuerpo pendiendo de un olivo. No había dejado ninguna nota, ninguna despedida. Tampoco hacía falta. Tanto su hijo como su madre sabían el porqué. La lloraron durante semanas, juntos y a solas, la añoraron durante meses y siempre la recordaron.

Pasaban los años y aquel que un día llegó a casa de su abuela siendo un niño se había convertido en un hombre. Por aquel entonces su mayor ilusión era salir a conocer mundo, pero no quería abandonar a su abuela. Ésta se encargó de convencerlo ...no te preocupes... decía, estaré bien. Pero ambos sabían que mentía, pues dos semanas después de su partida recibió una carta del párroco diciéndole que había fallecido. Descansaba en paz en un lugar mejor, fueron sus palabras.

Ya nada lo vinculaba a aquella tierra. No se sentía de ninguna parte y sabía que no conocía apenas ningún lugar. Así que, sin dinero ni miedo, decidió emprender un camino del que solo conocía el punto de partida. Esos pasos decididos lo llevaron a conocer todo tipo de personas. Qué bonita es la amistad cuando tú pagas las copas. Eso lo aprendió cuando ya no tenía ninguna moneda en el bolsillo y sus queridísimos amigos se esfumaron al mismo tiempo que las últimas gotas de whiskey se evaporaban del fondo del vaso. Sólo, en un lugar desconocido. Fue una época oscura.

Su día a día se convirtió en una noche eterna, pues antes del amanecer ya enfilaba la carretera hasta el punto donde quedaban con el capataz. Allí una camioneta destartalada los recogía y llevaba a la mina. Carbón, negro como la esperanza de todos los que allí bajaban antes de que el sol apareciera y salían una vez la luna había recuperado su puesto. La única alegría que su cuerpo se llevaba era el cigarrillo que compartía con cuatro más de camino a casa. Nada malo podía hacerle aquel cigarrillo a sus pulmones, al menos nada que no le hiciera ya la mina.

Así pasó varios años. Aunque su suerte cambió cuando las primeras canas hicieron acto de presencia. Una noche de viernes, al igual que las demás noches de viernes, la cuadrilla del cigarrillo comprobaba el boleto de lotería que habían comprado la tarde antes. Nunca se les había visto tanto el blanco de los ojos a aquellos hombres. Eran los premiados. Aquella noche no tuvo fin porque sabían que al día siguiente no volverían a la mina. Al fin vieron el sol.

Cuando cobró el premio arregló sus asuntos y se despidió de todos los que habían formado parte de aquel tramo de su vida. Sabía que no volvería a verlos, y en parte eso lo aliviaba.

Se dirigió a una gran ciudad, quería vivir en un lugar donde para perderse no tuviera más que salir de casa. Allí conoció a una mujer: viuda y con dos hijos. En cuestión de meses pasó de ser un soltero empedernido a tener esposa e hijos que no le llamaban padre.

Su vida fue fácil, quizás no lo vieran así sus hijos pero ellos no sabían lo que era una vida de verdad. Su rutina se redujo a disfrutar del día, pues seguía levantándose a la misma hora que lo había hecho durante años para ir a la mina. Las buenas costumbres nunca se olvidan, decía.

Su mujer y él se miraban a diario, y nunca se vieron diferentes de aquella tarde cuando se conocieron, aunque para el resto era evidente el paso del tiempo por su piel y por su cuerpo. Pese a ello, hasta sus últimos días disfrutaron de su vida, pues aunque sus cuerpos no acompañaran, ambos poseían almas forjadas a fuego por circunstancias que la mayoría de los que les rodeaban no se molestaban ni en imaginar.

Murieron en un accidente de coche. El informe policial recogió un detalle del que la prensa se hizo eco: los cadáveres fueron hallados cogidos de la mano.
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lucia
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Re: Toda una vida

Mensaje por lucia »

No me termina de convencer la forma en que está escrita, empezando por los detalles que no vienen a la historia, como los escarceos homosexuales del narrador cuando ni tiene impacto posterior ni él, por lo que dice, tampoco lo vivió como tal.
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tritonof
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Re: Toda una vida

Mensaje por tritonof »

lucia escribió: 08 Sep 2021 17:33 No me termina de convencer la forma en que está escrita, empezando por los detalles que no vienen a la historia, como los escarceos homosexuales del narrador cuando ni tiene impacto posterior ni él, por lo que dice, tampoco lo vivió como tal.
Hola @lucia , gracias por tu comentario. He de decir que creo que no has comprendido bien el principio de la historia. Los escarceos homosexuales no son del narrador, son del padre del protagonista, ya que el narrador es en tercera persona. Y creo que tiene bastante recorrido porque, piénsalo, si no existiera la escena en la que tanto el hijo como la mujer se lo encuentran en la cama con otro hombre ni se habrían ido de casa ni nada de lo que viene después. Otra cosa distinta es que el protagonista, al ser un niño, no entendiese lo que estaba viendo, pero indirectamente le afectó ese acontecimiento con el exponente máximo del suicidio de su madre.
Un saludo.
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lucia
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Re: Toda una vida

Mensaje por lucia »

Tal y como lo redactas, “su amigo y él”, das a entender que el amigo es del narrador, no del padre. Por lo que da la sensación de que primero cuenta algo que hacía él de niño y luego la pillada de la madre al padre. Y que su madre era la que había visto las dos cosas y no había dado importancia a la primera.
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GabrielTanaka
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Re: Toda una vida

Mensaje por GabrielTanaka »

tritonof escribió: 08 Sep 2021 00:44 Su inocencia le impedía contemplar la realidad. No veía nada malo en aquello, pues no era la primera vez que su amigo y él habían dormido juntos después de pasar toda la noche viendo películas de terror a escondidas de los mayores. Pero la intención de su padre con aquel hombre no era para nada inocente.
Creo que el inicio quedaría menos confuso simplemente poniendo nombre al hijo y cambiando algunas frases como “su amigo y él […] a escondidas de los mayores.”
Al menos eso pensó su madre cuando lo siguió por las escaleras y contempló el panorama que se estaba desarrollando en su propia cama. Aquella misma noche se fueron de casa. Él observaba a su madre mientras conducía. Su mirada estaba fija en la carretera y las lágrimas se agolpaban en sus ojos. No eran de tristeza, sino de rabia. Rabia por saber perdidos los años que había pasado con aquel hombre, rabia por haber sido engañada en lo más íntimo por la persona que creía querer.

Pasaron toda la noche en el camino. El alba despuntaba por las nubes tras las montañas cuando llegaron a casa de su abuela. Aquella afable mujer vivía sola desde que su querido esposo falleció algunos años antes. Era una casa de campo acogedora. Cuando entraron, después de pasar la noche en el frío coche, ambos se apelotonaron alrededor de la chimenea encendida. Mientras él disfrutaba de una taza de chocolate caliente fuera nevaba, y en la cocina su madre lloraba mientras relataba todo lo sucedido a una anciana mujer que asentía con la cabeza simulando comprender lo que le estaban contando.

Pensaba que con el paso de los días la tristeza de su madre menguaría, pero no fue así. En la casa reinaba un silencio tenso e incómodo que, como niño que era, no comprendía. Los desayunos solitarios, los almuerzos rápidos al volver de clase y las cenas en la habitación mientras hacía los deberes se convirtieron en la norma. Y así fueron pasando los días hasta que una noche su madre no volvió.

Mucho se rumoreó en el pueblo durante los meses que estuvo desaparecida. Las malas lenguas decían que había abandonado a su hijo por un amante, otros que simplemente se había fugado y otros que había vuelto con un marido al que jamás debió abandonar. Todos estos rumores se despejaron cuando encontraron su cuerpo pendiendo de un olivo. No había dejado ninguna nota, ninguna despedida. Tampoco hacía falta. Tanto su hijo como su madre sabían el porqué. La lloraron durante semanas, juntos y a solas, la añoraron durante meses y siempre la recordaron.

Pasaban los años y aquel que un día llegó a casa de su abuela siendo un niño se había convertido en un hombre. Por aquel entonces su mayor ilusión era salir a conocer mundo, pero no quería abandonar a su abuela. Ésta se encargó de convencerlo ...no te preocupes... decía, estaré bien. Pero ambos sabían que mentía, pues dos semanas después de su partida recibió una carta del párroco diciéndole que había fallecido. Descansaba en paz en un lugar mejor, fueron sus palabras.

Ya nada lo vinculaba a aquella tierra. No se sentía de ninguna parte y sabía que no conocía apenas ningún lugar. Así que, sin dinero ni miedo, decidió emprender un camino del que solo conocía el punto de partida. Esos pasos decididos lo llevaron a conocer todo tipo de personas. Qué bonita es la amistad cuando tú pagas las copas. Eso lo aprendió cuando ya no tenía ninguna moneda en el bolsillo y sus queridísimos amigos se esfumaron al mismo tiempo que las últimas gotas de whiskey se evaporaban del fondo del vaso. Sólo, en un lugar desconocido. Fue una época oscura.

Su día a día se convirtió en una noche eterna, pues antes del amanecer ya enfilaba la carretera hasta el punto donde quedaban con el capataz. Allí una camioneta destartalada los recogía y llevaba a la mina. Carbón, negro como la esperanza de todos los que allí bajaban antes de que el sol apareciera y salían una vez la luna había recuperado su puesto. La única alegría que su cuerpo se llevaba era el cigarrillo que compartía con cuatro más de camino a casa. Nada malo podía hacerle aquel cigarrillo a sus pulmones, al menos nada que no le hiciera ya la mina.

Así pasó varios años. Aunque su suerte cambió cuando las primeras canas hicieron acto de presencia. Una noche de viernes, al igual que las demás noches de viernes, la cuadrilla del cigarrillo comprobaba el boleto de lotería que habían comprado la tarde antes. Nunca se les había visto tanto el blanco de los ojos a aquellos hombres. Eran los premiados. Aquella noche no tuvo fin porque sabían que al día siguiente no volverían a la mina. Al fin vieron el sol.

Cuando cobró el premio arregló sus asuntos y se despidió de todos los que habían formado parte de aquel tramo de su vida. Sabía que no volvería a verlos, y en parte eso lo aliviaba.

Se dirigió a una gran ciudad, quería vivir en un lugar donde para perderse no tuviera más que salir de casa. Allí conoció a una mujer: viuda y con dos hijos. En cuestión de meses pasó de ser un soltero empedernido a tener esposa e hijos que no le llamaban padre.

Su vida fue fácil, quizás no lo vieran así sus hijos pero ellos no sabían lo que era una vida de verdad. Su rutina se redujo a disfrutar del día, pues seguía levantándose a la misma hora que lo había hecho durante años para ir a la mina. Las buenas costumbres nunca se olvidan, decía.

Su mujer y él se miraban a diario, y nunca se vieron diferentes de aquella tarde cuando se conocieron, aunque para el resto era evidente el paso del tiempo por su piel y por su cuerpo. Pese a ello, hasta sus últimos días disfrutaron de su vida, pues aunque sus cuerpos no acompañaran, ambos poseían almas forjadas a fuego por circunstancias que la mayoría de los que les rodeaban no se molestaban ni en imaginar.

Murieron en un accidente de coche. El informe policial recogió un detalle del que la prensa se hizo eco: los cadáveres fueron hallados cogidos de la mano.
Yo creo que el relato aún siendo breve, tiene la extensión suficiente como para intentar aquello de “show, don’t tell”, es decir, aprovechar las imágenes que has insertado para crear escenas que muestren la historia en lugar de la narración pura y dura.

Es sólo mi opinión.

Saludos :hola:
tritonof
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Re: Toda una vida

Mensaje por tritonof »

@lucia @GabrielTanaka gracias por vuestros comentarios.
Lucia creo que el problema que mencionas bien se podría solucionar poniendo nombres, como propone Gabriel.
Gabriel, a qué te refieres con "aprovechar las imágenes que has insertado para crear escenas que muestren la historia en lugar de la narración pura y dura" aplicado a mi historia?
Un saludo.
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GabrielTanaka
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Re: Toda una vida

Mensaje por GabrielTanaka »

tritonof escribió: 16 Sep 2021 22:54 Gabriel, a qué te refieres con "aprovechar las imágenes que has insertado para crear escenas que muestren la historia en lugar de la narración pura y dura" aplicado a mi historia?
Un saludo.


Pues, suponiendo que no tienes limitaciones de espacio, me refiero a esto:
tritonof escribió: 08 Sep 2021 00:44
Al menos eso pensó su madre cuando lo siguió por las escaleras y contempló el panorama que se estaba desarrollando en su propia cama. Aquella misma noche se fueron de casa. Él observaba a su madre mientras conducía. Su mirada estaba fija en la carretera y las lágrimas se agolpaban en sus ojos. No eran de tristeza, sino de rabia. Rabia por saber perdidos los años que había pasado con aquel hombre, rabia por haber sido engañada en lo más íntimo por la persona que creía querer.
¿Cómo se sintió la madre? Muéstranos su rabia mientras conduce, y qué piensa o cómo se siente su hijo.
Era una casa de campo acogedora. Cuando entraron, después de pasar la noche en el frío coche, ambos se apelotonaron alrededor de la chimenea encendida. Mientras él disfrutaba de una taza de chocolate caliente fuera nevaba, y en la cocina su madre lloraba mientras relataba todo lo sucedido a una anciana mujer que asentía con la cabeza simulando comprender lo que le estaban contando.

Pensaba que con el paso de los días la tristeza de su madre menguaría, pero no fue así. En la casa reinaba un silencio tenso e incómodo que, como niño que era, no comprendía. Los desayunos solitarios, los almuerzos rápidos al volver de clase y las cenas en la habitación mientras hacía los deberes se convirtieron en la norma. Y así fueron pasando los días hasta que una noche su madre no volvió.
Esa imagen del niño tomando chocolate en la cocina de casa de la abuela es muy potente, porque cualquier lector puede asimilarla a un recuerdo suyo. Aprovecha para hacer una descripción del ambiente, añade algún diálogo entre la abuela y la madre, o entre aquella y el nieto en el desayuno o al volver de clase, haznos ver cómo les afecta la situación y la ausencia de la madre.
Todos estos rumores se despejaron cuando encontraron su cuerpo pendiendo de un olivo. No había dejado ninguna nota, ninguna despedida. Tampoco hacía falta. Tanto su hijo como su madre sabían el porqué. La lloraron durante semanas, juntos y a solas, la añoraron durante meses y siempre la recordaron.
Puedes mostrar cómo encuentran a la madre, cómo reciben la noticia en la casa, el entierro o funeral, o el después.
Esos pasos decididos lo llevaron a conocer todo tipo de personas. Qué bonita es la amistad cuando tú pagas las copas. Eso lo aprendió cuando ya no tenía ninguna moneda en el bolsillo y sus queridísimos amigos se esfumaron al mismo tiempo que las últimas gotas de whiskey se evaporaban del fondo del vaso. Sólo, en un lugar desconocido. Fue una época oscura.
Una visita al bar nunca viene mal, emborrachémonos con el protagonista (sin un nombre es difícil identificarse con él, yo te propongo Mario, que es un nombre muy literario :wink: ), y acompañémosle tambaleantes al volver a casa después de una noche de parranda. :416: :416:
Su día a día se convirtió en una noche eterna, pues antes del amanecer ya enfilaba la carretera hasta el punto donde quedaban con el capataz. Allí una camioneta destartalada los recogía y llevaba a la mina. Carbón, negro como la esperanza de todos los que allí bajaban antes de que el sol apareciera y salían una vez la luna había recuperado su puesto. La única alegría que su cuerpo se llevaba era el cigarrillo que compartía con cuatro más de camino a casa. Nada malo podía hacerle aquel cigarrillo a sus pulmones, al menos nada que no le hiciera ya la mina.
¿De qué se habla en esos viajes de retorno del trabajo? ¿Expresan de algún modo sus anhelos, esperanzas, o desesperanzas?
Una noche de viernes, al igual que las demás noches de viernes, la cuadrilla del cigarrillo comprobaba el boleto de lotería que habían comprado la tarde antes. Nunca se les había visto tanto el blanco de los ojos a aquellos hombres. Eran los premiados. Aquella noche no tuvo fin porque sabían que al día siguiente no volverían a la mina. Al fin vieron el sol.
Queremos alegrarnos con ellos y de nuevo :416: :416: :lol:
Allí conoció a una mujer: viuda y con dos hijos. En cuestión de meses pasó de ser un soltero empedernido a tener esposa e hijos que no le llamaban padre.
Una escena romántica siempre aviva el relato. Seguro que una buena parte de tus lectores quieren ver como saltan chispas en esos cruces de miradas y sentir mariposas en el estómago (¡qué cursi me he levantado hoy pardiez!)
Su mujer y él se miraban a diario, y nunca se vieron diferentes de aquella tarde cuando se conocieron, aunque para el resto era evidente el paso del tiempo por su piel y por su cuerpo. Pese a ello, hasta sus últimos días disfrutaron de su vida, pues aunque sus cuerpos no acompañaran, ambos poseían almas forjadas a fuego por circunstancias que la mayoría de los que les rodeaban no se molestaban ni en imaginar.
Ahora en serio (antes también), lo evocas bien, pero por qué no vas un paso más allá y nos lo muestras? No hace falta una escena subida de tono, pero haz que aquellos lectores que no han encontrado un amor así lo deseen fervientemente tras leerte, y que aquellos que sí tienen a alguien, sonrían al sentirse identificados.
Murieron en un accidente de coche. El informe policial recogió un detalle del que la prensa se hizo eco: los cadáveres fueron hallados cogidos de la mano.
Sin ponerse truculentos, pero un final a lo Thelma y Louise sí pondría un buen cierre a la historia de Mario ( al final se queda con Mario, ¡ya verás! :D ).

Huelga decir que es sólo mi opinión y no pretende ni mucho menos desmerecer tu relato, tan sólo señalar cómo podrías sacarle mucho más partido. Por supuesto, si no te convence lo que digo, lo ignoras y punto, o si no, quédate con lo que te valga y lo demás lo descartas.

¡Animo y a seguir escribiendo!

:hola:
tritonof
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Re: Toda una vida

Mensaje por tritonof »

@GabrielTanaka gracias por el tiempo que has invertido en tu comentario. Desde luego que pienso aplicar los consejos que me has dado.

Un saludo.
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