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Zermatt Suiza
Autor Cuentos Peques
La nieve cubre toda la montaña, nos deslizamos por una rampa de esquí en el monte Cervino, disfrutamos al cien por cien
esquivamos arboles a toda velocidad, ni la fibra óptica de internet nos puede superar, ni los rayos de una tormenta.
Estamos abrigados, con unos abrigos tecnológicos, son prendas que funcionan como estufas, que calientan el cuerpo
sentimos calor, tenemos el termostato a unos 30 grados y disfrutamos de la nieve, sin pasar demasiado frio
nos encontramos, en nuestra trayectoria, una belleza de pingüinos, que bajan a velocidades de vértigo
al llegar al final de la rampa de hielo, subimos a la cima y nos lanzamos de nuevo, nos divertimos siempre.
El sol brilla, desde la cima de una cumbre montañosa, miramos en el horizonte, algún ciervo patinado sobre el hielo
sobrevuelan los cielos, unos globos aerostáticos, lanzando fotografías al entorno y subiéndolas a un servidor local
las observamos, desde la pantalla de nuestros móviles y las compartimos por MSN Messenger y nos mandan zumbidos
en un principio nos asustamos, pensamos que los zumbidos eran abejas, pero la realidad era el cliente de mensajería
se nos dio por hacer muñecos de nieve, ponerles botones como ojos azules y una zanahoria como nariz, labios de regaliz
lo vestimos, con un vestido de cien euros, el vestido era de nuestro entrenador de la estación de esquí
la ventisca anunciada por meteorología, rompió el vestido y la nieve lo destiño y el entrenador Joaquín, se enfado
nos castigo una semana entera, sin hacer esquí por la nieve, lo que el nunca supo y nunca se enterara
su mujer Maria, nos llevaba a escondidas, a la rampa de hielo todos los días y con la promesa de no decir nada ha Joaquín
en unos días, entro una ola de calor y se derrite la nieve y nos volvemos a nuestros hogares y esperamos al invierno
cada día del calendario, nos parece una eternidad, pero poquito a poquito, se va haciendo el caminito. Fin
