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Sí, estaba muy desordenado. Lo he cambiado.
Saludos y gracias
Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
Saludos y gracias
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
9. ¿En qué nos quedamos la clase pasada?
Llego a la silla donde las pesadillas seducen a los sueños. El profesor envió una lectura con orgías y abuso de drogas en el Londres hippy los setentas. La rebeldía de las señoras mayores que asistían era haberse bebido una copa cuando estuvieron embarazadas. Tiraron trago –aclararon para ponerse a la altura. Ahora tienen un bebedero con vasitos descartables para tomar su medicina. Pasamos de voces activas a pasivas, de seres con vida a sujetos tácitos. Habla sin descanso, arrolla con retórica amena y elocuente.
– Aparece Jude Law, estás en problemas.
Amputados de la secta de la creatividad, solo recibe el eco de preguntas hechas para la alabanza del estrado.
Meses atrás contacté a un escritor y le entregué un par de cuentos, le pasó el balón a su editorial, les envié el libro de cuentos y esperé y esperé y esperé… ¡Gol! No, posición adelantada:
– Che, mirá, tenemos libros de relatos, pero tenés varios cuentos de tres páginas y no, la editorial apunta a los pibes y cuentos de tres páginas ya son de la década pasada, podemos hacerte una edición de autor, corregir e imprimir el texto y adiós, que quede entre nosotros, ves, pagas al contado y no nos mencionés.
– Pero... ¿Qué sentido tiene?
– Te haríamos la maquetación y el diseño, además de la corrección ortográfica y de estilo, pero ya tú te encargás de moverlo.
– Nadie me conoce.
– Tampoco te pongás dramático, es lo que podemos ofrecerte, tenemos muchos compromisos.
– Está bien.
– ¿Está bien? Solo estaba siendo cortés, che, querete un poco... ¡Cómo vas a aceptar!
El personaje marginado y pobre debe tener alguna tara o ser un tarado con experiencia, un defecto físico, gustar de poetas y clichés románticos, ser de alguna clase o tratar de clasificar para serlo, y para que funcione en la estanterías como receta sabrosa, nutritiva y saludable para la mayor cantidad de marginados, el autor goza de lujos, embajadas, viajes y auspicios. Eclipse de bombilla que trasluce el rostro y la máscara, la máscara y le rostro.
– ¿Qué hubiera hecho yo en tu lugar? –pregunta el personaje al autor.
– Por un sueldo mínimo por alumno, veinte sueldos mínimos por dos horas de clase a la semana, te daría la mano y te llevaría a la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria, donde te clavarán el impuesto como al resto de ciudadanos.
– ¿Por qué estamos aquí? ¿De qué se trata esto? Todo está abierto, un mensaje, no, una ironía.
Domesticados con sus muletillas, ya no importa la lavada de cerebro, la cuestión es subirse al corcho y flotar hasta que pase el tiempo. El mensaje que se vende como pólvora: No importa el mensaje. La filosofía más absoluta: Todo es relativo. El estilo te arroja contra la ventana de regreso al parque, el personaje se queda pegado en el vidrio sin poder salir.
Llego a la silla donde las pesadillas seducen a los sueños. El profesor envió una lectura con orgías y abuso de drogas en el Londres hippy los setentas. La rebeldía de las señoras mayores que asistían era haberse bebido una copa cuando estuvieron embarazadas. Tiraron trago –aclararon para ponerse a la altura. Ahora tienen un bebedero con vasitos descartables para tomar su medicina. Pasamos de voces activas a pasivas, de seres con vida a sujetos tácitos. Habla sin descanso, arrolla con retórica amena y elocuente.
– Aparece Jude Law, estás en problemas.
Amputados de la secta de la creatividad, solo recibe el eco de preguntas hechas para la alabanza del estrado.
Meses atrás contacté a un escritor y le entregué un par de cuentos, le pasó el balón a su editorial, les envié el libro de cuentos y esperé y esperé y esperé… ¡Gol! No, posición adelantada:
– Che, mirá, tenemos libros de relatos, pero tenés varios cuentos de tres páginas y no, la editorial apunta a los pibes y cuentos de tres páginas ya son de la década pasada, podemos hacerte una edición de autor, corregir e imprimir el texto y adiós, que quede entre nosotros, ves, pagas al contado y no nos mencionés.
– Pero... ¿Qué sentido tiene?
– Te haríamos la maquetación y el diseño, además de la corrección ortográfica y de estilo, pero ya tú te encargás de moverlo.
– Nadie me conoce.
– Tampoco te pongás dramático, es lo que podemos ofrecerte, tenemos muchos compromisos.
– Está bien.
– ¿Está bien? Solo estaba siendo cortés, che, querete un poco... ¡Cómo vas a aceptar!
El personaje marginado y pobre debe tener alguna tara o ser un tarado con experiencia, un defecto físico, gustar de poetas y clichés románticos, ser de alguna clase o tratar de clasificar para serlo, y para que funcione en la estanterías como receta sabrosa, nutritiva y saludable para la mayor cantidad de marginados, el autor goza de lujos, embajadas, viajes y auspicios. Eclipse de bombilla que trasluce el rostro y la máscara, la máscara y le rostro.
– ¿Qué hubiera hecho yo en tu lugar? –pregunta el personaje al autor.
– Por un sueldo mínimo por alumno, veinte sueldos mínimos por dos horas de clase a la semana, te daría la mano y te llevaría a la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria, donde te clavarán el impuesto como al resto de ciudadanos.
– ¿Por qué estamos aquí? ¿De qué se trata esto? Todo está abierto, un mensaje, no, una ironía.
Domesticados con sus muletillas, ya no importa la lavada de cerebro, la cuestión es subirse al corcho y flotar hasta que pase el tiempo. El mensaje que se vende como pólvora: No importa el mensaje. La filosofía más absoluta: Todo es relativo. El estilo te arroja contra la ventana de regreso al parque, el personaje se queda pegado en el vidrio sin poder salir.
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
Mira, lo de querete un poco se lo dije hace no mucho a otro forero en una situación similar a la tuya, aunque con otras palabras 
Nuestra editorial: www.osapolar.es
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Mis diseños
Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
10. Titanic
El aula está en el distrito de Barranco, en un edificio impecable que comienza a ser carcomido por la humedad. Un alumno ejemplar, funcionario con aspiraciones políticas que desea mejorar sus herramientas de comunicación, llegó mordido y golpeado a la clase por darle una patada a un perro y no dejarlo que lo muerda a su gusto, el dueño lo arrojó al piso y lo pateó más fuerte para facilitar el proceso de masticación de su mascota. Mareado a falta de un trozo de pantorrilla, ingresó a la ciclovía, donde fue atropellado y usado de rampa. En este distrito, a la saga del progreso y la igualdad, las bicicletas y los perros tienen los mismos derechos que los profesores de literatura. Aunque pálido y mal herido, llegó puntual y dio las buenas noches antes de tomar asiento para siempre.
El profesor explicó que en “El mundo” hay un niño con mucha calle y otro con mucha escuela. Uno estaba enfermo y el otro se drogaba y le robaba a su padre. Uno creía que los muertos viven en otro barrio con su podredumbre ajena. El otro se esforzaba por justificar la mentira sin descanso. Es aquí -alzó la voz dando un golpe en la carpeta del herido que lo hizo resbalar hasta el suelo- donde el lector reflexiona y saca de las sombras al farsante. Despegó al herido del suelo para subirlo a la silla, su rostro calló hacia atrás como si bostezara y nos miraba sin mirarnos. Parecía dormido aunque encogía los hombros y anotaba alguna frase. Le respondimos el gesto con nostalgia, sin poder seguirlo, con la humedad puliéndonos los ojos...
Llegué temprano y esperé hasta el último minuto para recibir una palmadita en el hombro, una guiñada de ojo, un pulgar arriba, que me dijera para compartir un helado en la esquina mientras me daba consejos. Estaba dispuesto a pagarle el helado... No estaba incluido en el paquete promocional. Quise irme, di un paso atrás y me quedé: Se lo envié por correo y lo ignoró por completo. Temblando exprimo un enigma de mi interior con una solitaria danzando. Imposible pujar sin hacer ruido. El pequeño Titanic se atascó en la taza. No me imaginé que todo eso podía salir de mí, tuve que regresar, como los perros sobre su vómito, y comérmelo.
El aula está en el distrito de Barranco, en un edificio impecable que comienza a ser carcomido por la humedad. Un alumno ejemplar, funcionario con aspiraciones políticas que desea mejorar sus herramientas de comunicación, llegó mordido y golpeado a la clase por darle una patada a un perro y no dejarlo que lo muerda a su gusto, el dueño lo arrojó al piso y lo pateó más fuerte para facilitar el proceso de masticación de su mascota. Mareado a falta de un trozo de pantorrilla, ingresó a la ciclovía, donde fue atropellado y usado de rampa. En este distrito, a la saga del progreso y la igualdad, las bicicletas y los perros tienen los mismos derechos que los profesores de literatura. Aunque pálido y mal herido, llegó puntual y dio las buenas noches antes de tomar asiento para siempre.
El profesor explicó que en “El mundo” hay un niño con mucha calle y otro con mucha escuela. Uno estaba enfermo y el otro se drogaba y le robaba a su padre. Uno creía que los muertos viven en otro barrio con su podredumbre ajena. El otro se esforzaba por justificar la mentira sin descanso. Es aquí -alzó la voz dando un golpe en la carpeta del herido que lo hizo resbalar hasta el suelo- donde el lector reflexiona y saca de las sombras al farsante. Despegó al herido del suelo para subirlo a la silla, su rostro calló hacia atrás como si bostezara y nos miraba sin mirarnos. Parecía dormido aunque encogía los hombros y anotaba alguna frase. Le respondimos el gesto con nostalgia, sin poder seguirlo, con la humedad puliéndonos los ojos...
Llegué temprano y esperé hasta el último minuto para recibir una palmadita en el hombro, una guiñada de ojo, un pulgar arriba, que me dijera para compartir un helado en la esquina mientras me daba consejos. Estaba dispuesto a pagarle el helado... No estaba incluido en el paquete promocional. Quise irme, di un paso atrás y me quedé: Se lo envié por correo y lo ignoró por completo. Temblando exprimo un enigma de mi interior con una solitaria danzando. Imposible pujar sin hacer ruido. El pequeño Titanic se atascó en la taza. No me imaginé que todo eso podía salir de mí, tuve que regresar, como los perros sobre su vómito, y comérmelo.
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
¿Lo de calló es falta de ortografía o es realmente lo que quieres escribir? Es que siendo tú podría ser ambas cosas
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
Es un error, pero no sé si cambiarlo... Callar hacia atrás, algo como aguantarse los gases o silenciar el pasado o tumbarse en la propia historia, yo qué sé.
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
11. VAMOS BIEN
Vinieron dos sacudidas después de un estruendo horroroso, algunos corrieron a la primera y murieron, otros corrieron en el intermedio y se salvaron. Entre los que no decidieron, unos sobrevivieron y otros fueron aplastados. Se rajaron pistas y veredas con zanjas profundas, se hundieron edificios completos o se inclinaron hasta partirse, cayeron postes y paredes. El mar se retiró de la costa y regresó para ahogar los lamentos. En las calles rezaban y lloraban de rodillas los que antes blasfemaban... El profesor sigue hablando mientras el mundo se destruye, la publicidad dirá que callamos en señal de admiración, omitiendo el raro prodigio de haber sobrevivido. Vamos bien.
Un contador salió corriendo de su oficina con la caja fuerte para abrazarse a un poste. El peluquero abrazó a dos clientas para que no corrieran sin pagarle. Un hombre salió de una fiesta y creyó que era la borrachera. Una pareja despertó al día siguiente sin saber qué había pasado. Durmieron en la calle, entre esteras, apretándose los que ayer se odiaron y los que jamás se habían visto. Había más velorios que vivos, más llanto que palabras; a veces el consuelo surgía de los escombros. Los sobrevivientes todavía sueñan que corren lento con un corazón ingrato. Ya tienen su proyecto, ya se rigen por la ley. Vamos bien.
Somos menos y terminamos más apretados, volvemos al útero y queremos que el taller acabe. A las últimas sesiones no llegaremos ni la mitad. Tomamos ansiolíticos, complementamos con terapia. Espíritu, materia. La polémica termina -y continua- cuando la excesiva familiaridad nos obliga a cambiar de terapista o ansiolíticos. La materia termina, el espíritu continúa. Es importante abrirse al otro como se abre la realidad de la fantasía -declama el que cierra la burbuja. Fantasía y discurso combinan, fantasía y realidad también. La grieta que nos traga es la que se abre entre el discurso y la realidad. Mira la hora seguido y dice: Vamos bien.
Vinieron dos sacudidas después de un estruendo horroroso, algunos corrieron a la primera y murieron, otros corrieron en el intermedio y se salvaron. Entre los que no decidieron, unos sobrevivieron y otros fueron aplastados. Se rajaron pistas y veredas con zanjas profundas, se hundieron edificios completos o se inclinaron hasta partirse, cayeron postes y paredes. El mar se retiró de la costa y regresó para ahogar los lamentos. En las calles rezaban y lloraban de rodillas los que antes blasfemaban... El profesor sigue hablando mientras el mundo se destruye, la publicidad dirá que callamos en señal de admiración, omitiendo el raro prodigio de haber sobrevivido. Vamos bien.
Un contador salió corriendo de su oficina con la caja fuerte para abrazarse a un poste. El peluquero abrazó a dos clientas para que no corrieran sin pagarle. Un hombre salió de una fiesta y creyó que era la borrachera. Una pareja despertó al día siguiente sin saber qué había pasado. Durmieron en la calle, entre esteras, apretándose los que ayer se odiaron y los que jamás se habían visto. Había más velorios que vivos, más llanto que palabras; a veces el consuelo surgía de los escombros. Los sobrevivientes todavía sueñan que corren lento con un corazón ingrato. Ya tienen su proyecto, ya se rigen por la ley. Vamos bien.
Somos menos y terminamos más apretados, volvemos al útero y queremos que el taller acabe. A las últimas sesiones no llegaremos ni la mitad. Tomamos ansiolíticos, complementamos con terapia. Espíritu, materia. La polémica termina -y continua- cuando la excesiva familiaridad nos obliga a cambiar de terapista o ansiolíticos. La materia termina, el espíritu continúa. Es importante abrirse al otro como se abre la realidad de la fantasía -declama el que cierra la burbuja. Fantasía y discurso combinan, fantasía y realidad también. La grieta que nos traga es la que se abre entre el discurso y la realidad. Mira la hora seguido y dice: Vamos bien.
Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
Menudo terremoto se os vino encima.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)
12. Una yuca enorme
Un vaso de agua es demasiado para ahogarse, basta con una gota. Eres como Jeanette intentando cantar “Solo quedan las ganas de llorar” en una clase de Rap. ¿Por qué sigues viniendo? Por tu tesoro despreciado. Cuando pasas de una cantidad de ventas te agarran cólera, te hacen unas críticas terribles y sin fundamento. Es mejor acudir a clases esquemáticas e interactivas: La literatura siempre parte de una lanza –agarra el plumón como si fuera una jabalina– que va hacia lo primero que tiene al frente –y lo tira contra la pizarra. En una gota entra la visión clara de nuestro fin y nuestra entera sumisión, en un punto también.
El padrino empollaba la obra de su ahijado ayudando a difundirla por todo el mundo. El pollo se dedicaba a cuidar la reputación del padrino mientras les salían las plumas verdaderas. Es la mecánica tradicional de la simbiosis y la pendejada. La crítica duele y después te mata. Hablo de una crítica persistente, multitudinaria y consensuada; por ejemplo, el silencio que existe sobre tu obra, como si jamás nadie la hubiera leído y solo hubiera caído en el fondo de un pantano. Ningún contagiado, la sociedad es inmune a tu prosa. A veces llegamos a confundir el lenguaje con el mundo real, el lenguaje doblega a la realidad hasta formar un aro de hierro alrededor del corazón. El literato crea una ilusión, una esperanza: Honradez, tecnología y trabajo. ¿Qué cosa es la verdad? ¿Qué cosa es la realidad? ¿Coinciden alguna vez? Un narrador imagina la realidad de forma que pueda asimilarla. ¿Cómo trasladas esta realidad para que otro la entienda? Metiéndola. ¿Expresar lo inexpresable? Meterla con más fuerza.
Los narradores acomodamos la dignidad de lo perecedero en la eternidad. Nuestro método es sufrir el sufrimiento ajeno, ser falsos. No sé qué significa, pero me gusta. No lo entiendo, pero lo aplaudo. Debemos hacer pasar un buen rato al lector con alguna historia que lo distraiga de sus labores de especulador. Donde el profesor puso dormir primero escribió morir. Cuando duerme cree que se muere. Tiene problemas de insomnio, corrige bastante y se aflige con las comas. Una vez quedó segundo en un concurso de narrativa erótica: Los jueces lo premiaron con una yuca enorme.
Un vaso de agua es demasiado para ahogarse, basta con una gota. Eres como Jeanette intentando cantar “Solo quedan las ganas de llorar” en una clase de Rap. ¿Por qué sigues viniendo? Por tu tesoro despreciado. Cuando pasas de una cantidad de ventas te agarran cólera, te hacen unas críticas terribles y sin fundamento. Es mejor acudir a clases esquemáticas e interactivas: La literatura siempre parte de una lanza –agarra el plumón como si fuera una jabalina– que va hacia lo primero que tiene al frente –y lo tira contra la pizarra. En una gota entra la visión clara de nuestro fin y nuestra entera sumisión, en un punto también.
El padrino empollaba la obra de su ahijado ayudando a difundirla por todo el mundo. El pollo se dedicaba a cuidar la reputación del padrino mientras les salían las plumas verdaderas. Es la mecánica tradicional de la simbiosis y la pendejada. La crítica duele y después te mata. Hablo de una crítica persistente, multitudinaria y consensuada; por ejemplo, el silencio que existe sobre tu obra, como si jamás nadie la hubiera leído y solo hubiera caído en el fondo de un pantano. Ningún contagiado, la sociedad es inmune a tu prosa. A veces llegamos a confundir el lenguaje con el mundo real, el lenguaje doblega a la realidad hasta formar un aro de hierro alrededor del corazón. El literato crea una ilusión, una esperanza: Honradez, tecnología y trabajo. ¿Qué cosa es la verdad? ¿Qué cosa es la realidad? ¿Coinciden alguna vez? Un narrador imagina la realidad de forma que pueda asimilarla. ¿Cómo trasladas esta realidad para que otro la entienda? Metiéndola. ¿Expresar lo inexpresable? Meterla con más fuerza.
Los narradores acomodamos la dignidad de lo perecedero en la eternidad. Nuestro método es sufrir el sufrimiento ajeno, ser falsos. No sé qué significa, pero me gusta. No lo entiendo, pero lo aplaudo. Debemos hacer pasar un buen rato al lector con alguna historia que lo distraiga de sus labores de especulador. Donde el profesor puso dormir primero escribió morir. Cuando duerme cree que se muere. Tiene problemas de insomnio, corrige bastante y se aflige con las comas. Una vez quedó segundo en un concurso de narrativa erótica: Los jueces lo premiaron con una yuca enorme.