Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

Mensaje por eee »

Probando

Te inscribes en un taller de desesperación para aprender y conocer opiniones de lectores imparciales. Tú eres yo hace veinte años después de veinte años de pretensiones literarias –días más, días menos. Pides demasiado y no lo sabes, no existen lectores imparciales, el mundo solo quiere entrar en tu cabeza y decir ag. El nombre del taller era hermoso y prometedor. En la primera sesión, la primera en presentarse, alzando el brazo antes de que se pidiera un voluntario, fue una exalumna persistente, que en un afán de ser reconocida agregó que antes tenía el pelo morado y tres piercings en el ombligo, el profesor hizo un breve esfuerzo por recordarla e imaginar el tamaño del ombligo: Ah, sí, vuelva a la cola, no me distraiga, espere su turno. Y con eso la mató, no volvió a hablar.
Última edición por eee el 22 Mar 2022 15:57, editado 1 vez en total.
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Re: Taller de desesperación

Mensaje por lucia »

Y salieron de allí más desesperados que entraron :cunao:
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Re: Taller de desesperación

Mensaje por eee »

lucia escribió: 19 Mar 2022 19:16 Y salieron de allí más desesperados que entraron :cunao:
Por partes. :)


Tallar el taller

Ni siquiera leíste el programa antes de inscribirte, querías volver a comenzar. Tenías un libro casi listo, ya habías publicado otro y pensabas en el tercero… Caíste en la trampa, te pondré en libertad: Cada vez que quieres comenzar quedas más lesionado para continuar. No tenías ningún libro, no querías aceptarlo y nadie quería decírtelo. “Volver a comenzar” cuando ni siquiera has comenzado. Contamos juntos una historia perdida que se volvió a perder. Si pudiera te explicaría algo, te ayudaría, pero ya te fuiste y nadie sabe dónde andas. ¿Quién podrá ser a esta hora de la noche, en que te sueño y te digo que me duele despertar sin ti, no poder hablarte, transitar con tu odio pisándome la nuca, y no me crees, te ríes y comienza a amanecer? El siguiente en presentarse fue:

Mi nombre es… Mejor dicho, mi seudónimo es Chito. Participé en dos concursos, no tuve éxito y formé un colectivo llamado "Los zombies druidas", no había más poetas de terror en Tumbes, éramos tres, después del manifiesto en los periódicos estudiantiles alcanzamos cierto renombre. Confieso que he escrito en fase vertical, luego hacia lo horizontal y actualmente lo experimental. Ahora no lo sé, pero en unos meses una mujer va a llenar su ego con mis textos. Creer que podría quererme por mis ficciones es lo más idiota que he creído. Mis padres me pagaron el pasaje a Lima para trabajar y estudiar una carrera, pero yo he venido a publicar. Vivo en la casa de una tía que me da a elegir entre el desayuno, el almuerzo o la cena. Lo que tenía para pasajes me lo he gastado en el curso. Ahora no lo sé, pero cuando acepte que esa chica solo me usa, voy a dejar de la literatura para siempre, nunca más esa podredumbre. Haré carrera en una empacadora de conchas de abanico, comenzaré redactando guías de remisión, después seré ayudante del ayudante del almacenero y comeré tantos mariscos que el colesterol me partirá. Dormiré para olvidar a la que un día fue mi futura esposa.
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lucia
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Re: Taller de desesperación (novela apocalíptica)

Mensaje por lucia »

Qué tendrán las tías, que acogen a sobrinos que dicen que van a estudiar y se dedican a otras cosas :lol: (Viene de que hace no mucho alguien subió un relato en esa línea).

La verdad es que un tanto desesperados sí se les ve.
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Re: Taller de desesperación (novela apocalíptica)

Mensaje por eee »

Profesor, profesar


Nuestra casa brilla como una estrella clava sus puntas en la oscuridad. Apuntas y apuñalas, abres tus alas con la rabia de los cuervos en los ojos. Te explicas la imperiosa necesidad de ser cruel mientras tu voz cambia, tu cuerpo se hincha y se marchita. Has apagado las luces y rebotas entre las sábanas, vomitas:

Bueno, no sé si me han leído. ¿Saben quién soy? ¡EL PROFESOR! ¿Cómo ubicaron el taller? ¡EN EL WAZE! La narrativa moderna debe comerse la cabeza hasta llevar al coma existencial a sus lectores. Eso es lo básico para vender, aunque también es esencial que tenga referencias múltiples, ecos y enlaces hacia otros textos modernos; estamos en la obligación moral de sostener nuestro tejido atando cabos para hacerlo impermeable, encerrarnos en nuestra peor época y agredir tiempos mejores, que la eternidad no pase por aquí y si pasa que resbale: Mientes, muere desgraciado, no queremos ver tu asquerosa cara en el canon, si tienes dudas jódete y serás feliz. Por favor, amigos, tolerancia, mejor un odioso punto relativo que una vida absoluta. No te creemos, maldito cobarde, deja de hacerte la buena persona. Si un autor muere joven, joven y de muy mala manera, sobre todo de muy mala manera, tiene ganados varios puntos para ser incluido en el plan lector. Aunque sea aburrido debe tener ritmo, una respiración personalísima que arrastre al sofoco a periodistas, críticos, premios y padrinos. Los padrinos deben salir jadeando. Ya nadie va a inventar nada, la senda del embaucador está marcada por Kafka y Chekhov, de ahí salieron Hemingway y Salinger, pasando a Carver y Bukowski, de donde han salido cientos de miles de imitadores. Es un momento único en la literatura universal, por primera vez ser negro literario se convirtió en una alegría para los blancos. Suicidas, pedófilos, delincuentes, drogadictos, pero grandes literatos. ¿En eso ha derivado la literatura? Sí, sí, sí. Todo es posible si el personaje nos coloca detrás de una mula. ¿Qué hora es? Ocho y cuarto. Guao. Falta un montón. Si les interesa el esquema y por qué estamos aquí, se los envió después de la clase. Tomen los límites, dos horas de teoría, lean los autores que les digo y los ubicamos en un espejismo.
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Re: Taller de desesperación (novela apocalíptica)

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4. PLAN DE DISFUNCIÓN

La mariposa baila en la flor que la tiñe. Eso. La bandeja de huevos te odia más que nunca. Así, así. Te acomodas en el ministerio de vivir con la muerte avanzando en el cuerpo. ¿De quién es la sangre que nos corta el aire? Debemos aceptar las consecuencias de aquellos hechos lejanos que no pueden ser modificados y han secado los riñones. Patético payaso, bebe agua, se te acabó el circo. Eso. La mariposa reina sobre las ruinas del cojudo. Así, así. Debemos aceptar que nos alejamos del presente en el insólito rescate del pasado para sobrellevar el futuro. Eso. Reporto la tragedia de remar lejos de casa, seguiremos aventurándonos en aguas profundas. Chicos, fórmense:

Ir conociendo gente que le guste leer, hacerles llegar tus cuentos y que alguno pique el señuelo y compre un ejemplar. Tu boquita dulce que parte los dientes. Ni siquiera habías comenzado y ya tenías un plan de captación de lectores. Irías por eventos guturales hasta terminar la primera edición, mientras tanto escribirías las aventuras para deshacerte de los ejemplares: Del hombre en el parque al que expusiste las cualidades filosóficas de tu obra: Sorry, i don`t speak spanish -respondió. Del primo que había abandonado sus poemas vallejianos, con quien intentaste establecer una complicidad literaria en lo que les avergüenza. Miserable mentiroso. Incluirías un detrás de cámaras de cada cuento, entrevistas y fotos de las personas que inspiraron los personajes. Ya con cien lectores asegurados buscarías autores de tu nivel en revistas, páginas webs, centros culturales, ongs, municipalidades, etc. Con el fin de intercambiar público, difundir las historias y hacerte un hueco en la literatura nacional, como quien busca su espacio en el autobús sin que nadie le apoye el paquete en el brazo. Participarías en todos los concursos posibles, la democracia ejerce su soberanía en la sublimación del arte: Los presidentes logran escalar la cima de la cadena alimenticia gracias a sus inicios como cuentistas. Vas de un accidente a otro con el plan en mente, muelas con paraguas, aras la tierra con aguja. El plan pesa y lo sueltas, lo dejas correr y mojarse, disolverse y enterrarse. El parque se ha vaciado de gente honesta y los ladrones cercan tu tesoro. Run, Forest, run... ¡HA DEJADO UN PAQUETE!... Son libros, libros repetidos.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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Menudo plan de mercadeo en el último mensaje :lol:
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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5. Amigos, queridos amigos

No te preocupes, tendremos mucho tiempo perdido al morir intentando entender la plumas del colibrí. Lo más difícil es hacer informes pensando en ti con la esperanza de que algún día estemos a salvo. No quieres que te acompañe, Batman, en tu ruta por las flores. Sacaron del menú lo que vinimos a comer, nos obligan al chorizo en mal estado o la ensalada con gusanos, sino fuera porque cobran entrada en la puerta ya estaríamos cazando palomas y no en estado de descomposición filosófica. Es una falta de aseo completamente despreciada por la higiene del salón, el profesor quiere moldearnos como si fuéramos sus criaturas, él es la masa madre y nosotros somos pancitos salidos del tabernáculo de manipuladores. La amistosa tiranía de los ídolos, engendros de los sólidos fundamentos de la escritura en su insaciable ansia de novedad, terror, impotencia, misterio y humillación ante el miembro más publicitado, de quien también se suele decir el más humanitario.

La mayoría de los asistentes al taller habían estudiado derecho y terminaron torcidos tratando de enderezarse con una maestría inútil en el extranjero. Algunos tenían un club de lectura, otros se buscaban entre autores muertos o a punto de morir. Era un accidente de tránsito donde solo llegaban mecánicos y los heridos tenían que coserse las heridas, recoger sus piernas o arrastrarse hacia el cementerio más cercano. Hermoso. A veces tenías momentos en los que creías estar vivo cuando los vecinos cruzaban la vereda al verte. Amigo, de conocerme un poco más no me habrías recomendado este taller, si te conociera mejor hubiera hecho caso omiso de tu recomendación. Queridos amigos, el infierno está lleno de buenas intenciones. Nadie nos hace más daño que quien amamos y mientras más amamos más equivocados, más heridos, pero lo peor es amarse a sí mismo, ahí nos clavamos el cuchillo del idiotismo: Dos entusiastas de la obra del profesor lo admiraban como pollito a la brasa y él les correspondía acomodándose el cabello como la última chupada del mango. Conforme avanzaron las presentaciones te fuiste animando a quedarte callado, solo querías agregar algo a la taza del baño. Levantaste la mano y creyeron que era para presentarte. Con las indicaciones clásicas -al fondo a la derecha- saliste apresurado a dejar tu primera influencia.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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Cualquiera hubiese dicho primera y última influencia :cunao:
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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6. La vela que sostenía


Hecho polvo, se recupera con baños de lava ardiendo o agua helada. Mi padre ni su padre, ni el padre de su padre, pudieron sobreponerse. En la tradición de reducirnos a cenizas, pagamos por lo que deseamos e ignoramos al mismo tiempo, pagamos para poseerlo y conocerlo mejor. Un buen vendedor debe tener a mano la próxima ilusión que evite la angustia de la decepción presente. El parásito que se alimenta de los sueños siempre vela para que pidamos la venda que cubrirá nuestros ojos. ¿Qué le pasó a mi padre en ese taller que pasó a esconderse para siempre? Ingresando código de emergencia, may day, may day, se acabó el papel higiénico.


¿Dónde está el narrador? ¿El héroe era clavo o esclavo? Estas y otras preguntas serían decapitadas en las próximas sesiones. Inseguro de presentarte, no te habías limpiado bien y tenías un escozor insoportable. Cuando regresaste del baño y explicaste lo que esperabas del taller, el profesor se mojó los dedos y ahogó la vela que sostenías: Ah... No, eso no lo vamos a hacer aquí, no se aceptan textos propios, es un taller exclusivamente de análisis, les voy a dar lecturas y van a escuchar lo que opino de ellas, pueden complementar mi punto de vista mientras descanso. Punto. No vuelvas a tocar el tema. Pasito tuntún. Después desvió tu inquietud hacia las novelas policiales, yéndose por las ramas con una agilidad simiesca mientras tratabas de zambullirte en la silla y escapar de la corriente fría que petrificó el aire. Aquí no pasó nada, miren para otro lado. Tú, que habías llegado feliz y entusiasta, caíste en la desesperación tras una hora de clase. Comentó que en una exposición de la obra de Vargas Llosa, cuando vio manuscrito de “La ciudad y los hipsters”, se emocionó hasta el llanto porque el número seis yacía tachado y una flecha señalaba “cuatro”. Sonreímos sin entender el chiste. Quiso excusarse, con sonrisa decrepita y pequeñas sacudidas de hombros, de nuestra incapacidad para soltar una carcajada, explicando que esos subidones de adrenalina intelectual le ganaron el apodo de “huevón”. A lo largo de la clase éramos sorprendidos por chascarrillos y anécdotas emocionales que hacían llevadera la ignorancia de lo qué habíamos comprado, o del beneficio que nos daría. De niño, Cortázar, pasaba seis horas diarias leyendo. ¿Sus padres no lo querían? Acababas de perder un sueldo en un curso para aplaudir al profesor. Ni siquiera habías leído su libro, ni sus artículos, solo sabías que lo mencionaban en varios medios, te lo recomendaron y te inscribiste. Su actuación dependía de nuestra capacidad para permanecer sentados. Cuando terminó la clase, le contaste el malentendido al amigo que te recomendó el taller y le preguntaste qué tanto conocía al profesor, te dijo que le explicaras a él y que no creía que tuviera algún problema en dejarte leer un cuento. Yo también lo creí, más huevón.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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A partir de aquí, tu protagonista empieza a caer mal por no mandar el taller y al profesor a freír monas.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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lucia escribió: 27 Abr 2022 16:55 A partir de aquí, tu protagonista empieza a caer mal por no mandar el taller y al profesor a freír monas.
Puede ser... Si pudiera se lo haría saber.


7. Grieta

En los tiempos muertos busco grietas que me despierten de mis labores de encargado de la lavandería. Cuento las prendas, el dinero, las horas, los minutos y los segundos por una mancha desgarradora, una rajadura con historia, un mensaje secreto en una trusa de Vietnam. Viniendo a la segunda sesión casi me atropella el bus; avanzaba tan despacio que pude dar un saltito hacía atrás y hacer una señal pidiendo disculpas al chofer. El universo desborda metáforas del taller. Un libro dentro de un bolso puede noquear a un ladrón, a Dostoievski lo condenaron a muerte por acercarse a un círculo literario. Cuando le presenté mi caso al profesor, en un correo electrónico entre sobrio y suplicante, prefirió devolverme el dinero. No consideraba pertinente interrumpir su programa con un microcuento: Solo autores consagrados y yo que estoy rumbo a la consagración. Cobro un sueldo mínimo por alumno, no voy a permitir que un alumno exponga, sería una falta de respeto al resto, una ironía. Tenía el tiempo y el espacio milimetrado con sus lecciones. Apelé a la “urgencia” de la que habló y me dijo que podía enviárselo a él. Ese profesional con amplia experiencia y reconocimiento se tomaría la molestia de leerlo y darme una opinión. Me sometí a sus designios sin bajarme el pantalón; le respondí que no importaba la devolución, seguiría participando. Venía a la segunda sesión pensando en los consejos que me daría. Había leído las separatas que envió, con especial atención al texto "La lectura", sobre un famoso pretencioso que se enroscaba y trepaba por otros rabos famosos, aspirante a escritor que vivía dando clases de literatura sin saber lo que significaba "significado". Bello. Deslizaba mis ojillos por las páginas, como hormiga en busca de migajas, con la esperanza de que el profesor Ironías se digne a ser mi mentor, aunque rebasase los límites del decoro, dureza aparte. Volvían las palabras de mi amigo: Sabe mucho, te va a ayudar. Estas ideas viajaban conmigo en la combi, entre el arrobamiento de aprender y la asfixia de acercarme a la puerta de salida. Todo un estudiante bien dispuesto a la doble vida o la existencia fantasmal.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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Igual se apropia del cuento :cunao:
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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8. Aroma a Muerto


Un muerto se apoderaba de una mano, otro de la boca y otro le jalaba las piernas; todos exigían su dosis de ficción que les devuelva a la vida. ¿Cómo saber quién es quién y quién es más importante? ¿Por orden de llegada? Calzón viejo, roto y estirado hasta los tobillos como una novela. Era una secreta carnicería andante; iba comiendo polvo, riendo agradecido y llorando incapaz de devolver algo. Al desenredar sus dramas se deshilachaban los hilos, la llaga brotaba del cuerpo carcomido y se servía del cadáver para recuperar el amor a bocados, masticando fibra y víscera, tendón y hueso.

Una señora subía un piso para traerme comida, quería pagarle y no me dejaba, decía que era buena pobre, que solo era un plato de comida. Apenas pasaba por el pasillo de las escaleras con sus noventa y cinco kilos y su metro y medio de alto, recibía el plato y la ayudaba a girar de vuelta. Me dejó tres paltas en una bolsa amarrada a mi puerta cuando se fue de viaje. Otra señora me traía un táper de lentejas en la empresa de estafas telefónicas. Enseñaba historia: En la guerra civil se inventó la sopa de cáscara de papa. Paco me invitaba bocadillos de tortilla en el parque. Ninguno sabía leer, existen por encima de todos los libros sobre la malignidad humana.

Una parte de mi jornada diaria es separar medias, camisas, calzoncillos y pantalones por colores, cobrando extra por prendas delicadas, planchando, doblando y acomodando ropa, haciendo uso de mis mejores modales para convencer a los clientes que una camisa no se puede lavar al peso, que un pantalón de vestir tampoco, una alfombra menos, la casa del perrito nunca.

– ¿Cómo va a dejar calzoncillos con sangre y fluidos en la lavandería? Salvo que sea vampiro, en los días rojos debe alejarse de su mujer, si no límpiese antes de ponerse su ropa interior o lávelos a mano, préndales fuego o cómaselos, pero no los traiga.

– No puedes avergonzar a los clientes, les cobras más y callas –salió una voz del parlante minutos después. Era el cariño del jefe, siguiendo el minuto a minuto de su súbdito más esmerado, a través de una cámara digital que lo grababa todo.

El viaje al taller consistía en caminar, trotar, pelear por mi lugar en la fila para entrar al micro, escurrirse entre los pasajeros, correr para cambiar de línea y volver a luchar por subir a otra. Hay una mezcla rancia de estrés, sudor propio y ajeno, smog, suavizante y cansancio que se intenta cubrir con una cerveza, fermentándola y haciéndola peor, maquillando al muerto con caca de paloma, diseñando la portada de la resignación mientras espero la hora de clase en el parque.

Poco antes de ir al aula o de abandonarla, una señora se sienta con un libro a pocos metros y decido ahorrarme la clase:

– Señora, ¿le puedo leer un cuento?
– ¡¿Oe qué tienes con mi mamá?!
Última edición por eee el 10 May 2022 18:06, editado 1 vez en total.
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Re: Taller de desesperación (Novela apocalíptica)

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Demasiados saltos para mi gusto. Cuesta darse cuenta a veces de que has cambiado de escenario.
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