Mario antes del Super (Fanfic)

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

Moderadores: Megan, kassiopea

Responder
Avatar de Usuario
Oliverso
Lector voraz
Mensajes: 179
Registrado: 28 Dic 2022 17:53

Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Oliverso »

Antes de que saliera el trailer de la película del fontanero más famoso del mundo, esbocé un experimento con el que busqué tratar de forma más o menos "realista" los orígenes del rojo bigotón. Como muchos experimentos, y medio hecho con guasa, no se completó, pero igual se los dejo porque me parece coqueto. Y si se pasa alguien entendido en la materia, espero que disfrute de los guiños a los juegos más escondidos del personaje (Y también a una que otra película :D ).

Mario antes del Super
1- ¡Bombas fuera!
Sonidos estridentes. Gritos. El aroma a polvo y a pólvora. La tierra saltando y la jungla quemándose. El enemigo está entre los árboles, entre la hierba alta, en todas partes, y como una hecatombe ataca sin cesar con el único objetivo de erradicarlos. Los Bomb-omb se arrojan y estallan, dan su vida por la causa de su rey, y en sus grandes ojos blancos no hay duda o temor, y Mario podría jurar, que tampoco tienen alma.

—Señor Mario.

Una palmera se agita, de esta cae un regalo de la parca. Liso, esférico, Mario lo ataja antes que golpee el suelo, es entonces que hace contacto visual con el compacto pero peligroso ser, y no lo entiende. Aun con guantes, el bomb-omb es frío al tacto, pero su mecha arde como nada en el mundo, y Mario se pregunta, ¿qué lo motiva? ¿Es tan poderosa la lealtad hacia los monarcas? Porque está claro que a diferencia de él, de su pelotón, los bomb-omb no luchan por monedas doradas. Vienen allí a morir, abanderan el sacrificio. Más que un espíritu, en los ojos blancos se refleja un fragmento de película: Aparecen cientos de explosivos marchando, y en una carroza a su gobernante, Rey Bomb-omb, que saluda a mano alzada y espera a llegar a la tarima para dar un discurso pasional. Hombres, mujeres, niños, ancianos, todos de su raza, pisotean a favor de las promesas de matanza y supremacía. El rey dicta, ¡Exploten! y ellos preguntan, ¿Qué tanto?

—Señor Mario.

Corre. Se mueve. Avanza a través de las líneas enemigas. La bomba agita sus pies. Mario mantiene firme el agarre con sus dedos rechonchos. Algo explota a su derecha, y deja sus oídos zumbando, pero no para. La mecha cada vez más corta. Cinco segundos para que explote. Cuatro. Tres. Dos. Mario flexiona las rodillas y salta, da un brinco imposible, incalculable, y lanza al bomb-omb a la trinchera. La esfera se cuela y el mundo pierde el color.

—¡Señor Mario Mario! ¡¿Le aburre mi cháchara?!

La voz del banquero lo saca de sus ensoñaciones. La espesa naturaleza cambia, ahora es diplomas y credenciales. El sol no se filtra por las hojas de las palmeras, sino por un ventanal en un costado, con vista panorámica hacia los otros edificios de la metrópolis. La madera de los troncos pasa a formar un escritorio. Mientras que los búfalos se transforman en sillones de piel cuya, respiración y palpito de vida tarda unos segundos más en desaparecer que el resto del recuerdo.

—Mamma mía —Mario se lleva una mano hasta la gorra parda, sin insignia, y se lo quita. —Mi scusi. Prosiga, buen señor.
El lakitu de nariz aguileña asiente, satisfecho por la dócil actitud, y vuelve a revisar desde su nube los documentos traídos por el bajo de buen bigote.

—Condecorado con tres corazones rojos… Una estrella de hierro… Y una medalla al honor. Como le decía, un curriculum muy impresionante, caballero —El lakitu lo estudia desde abajo de sus anteojos de lectura. Mario asiente, sus manos mueven inquietas la gorra entre sus dedos, porque sabe que cualquier acción que disguste al lakitu puede ser la diferencia entre la autorización del préstamo o el rechazo.

Necesitó una inyección de dinero, solo así podría volver a surfear en esa frágil economía. Cada día es más complicado mantener un negocio o una vida estable, siendo el fracaso de su compañía de cemento una prueba de ello. Las sanciones y preferencias impuestas por el reino Koopa (Nación que lidera las principales fuentes de energía: fuego, petróleo, lava, y carbón), estrechan el juego del capital, y su potente y autóctona maquinaria militar, evita que cualquiera propicie un cambio. Ha llegado un punto donde todo lo que no lleve un caparazón, o no sea allegado a la burguesía escamosa, se vea imposibilitado para prosperar. Obviamente ese banquero que tiene al frente, sentado en su nube de opulencia, no masca las mismas carencias que la gente de a pie. Desde que el Rey Lakitu rindió pleitesía a los Koopas, ahora son solo otra pieza más del tanque que avanza y muele bajo sus correas a los no privilegiados.

—Cómo le decía, señor Mario —Con el puño cerca de la boca se aclara la voz. —Sería un placer extender la mano a un héroe cuando lo necesita, pero...

No posee la base suficiente para tener un crédito. La economía es una locura ahora, es imposible entregar lo que pide. Hábleme de los informes de su adicción a los champiñones. Tiene citas con el psicólogo, ¿no es así? Sin esposa, sin hijos, sin casa propia. ¿Cómo le fue en su último negocio? Según parece lleva sin un trabajo sustentable desde la guerra. No es el tipo de cliente con el que trabajamos. ¿Tiene problemas para contener la ira, señor?

Mario se consideró a sí mismo como un hombre honesto. Por eso es trasparente, y por eso es tan sencillo para esos ejecutivos de traje y zapatos caros despacharlo. Es el sexto banco que visita esa semana y la historia se repite. Apretando su gorra, se disculpa por las molestias y agradece porque lo atendieran, sonríe ante el rechazo sin saber muy bien por qué. Lleva su gorra a la cabeza, da media vuelta, y se retira, como en los otros bancos siente el impulso de largarse con un portazo. Cierra con suavidad.

—¿Lo conseguimos?

En la acera frente las escaleras del banco, su hermano le espera en el camión de cemento. La expresión de Luigi al inclinarse y abrir la puerta, es una sonrisa optimista, que se empequeñece al reconocer el pesar en el rostro de su hermano.

—Oh...

Mario sube y cierra. Recuesta su cuerpo en el asiento, claramente con sus energías mermadas como si acabara de correr un maratón. Su hermano le da una palmada en el hombro.

—Tranquilo. Sé que conseguiremos un préstamo en el siguiente.

Mario se limita a bajar el ala de la gorra para cubrirse los ojos. Luigi suspira, mueve la palanca y pone en marcha al camión hacia el barrio italiano. Entiende que se acabó la búsqueda de oportunidades, al menos por hoy.

Bajo la gorra la oscuridad se arremolina y se convierte en cielo. Estelas de humo trazan las nubes, y el sol quema los ojos azules del veterano. Está tendido en la tierra dañada, con el cuerpo adolorido, inmóvil, rodeando por los trozos de los soldados enemigos. Un bomb-omb se encuentra tumbado a medio metro de su cabeza, sin pies y sin mecha, capitán moribundo.

—¿Eres un asesino?

Pregunta la bomba, siendo esa la primera vez que Mario intercambia palabras con un enemigo. Extrañamente, le pareció una situación muy natural.

—Soy un soldado.

—Ninguna de las dos cosas —El capitán tose. —Eres el chico de los recado —Su voz disminuye, pero Mario oye con total claridad. —Al que mandan sus jefes a cobrar la factura.
***
2- Pinball
Olor a cigarrillos en un fondo opaco y de techo bajo. Predomina el sonido de la cháchara intima entre las siluetas enmarcadas por velas de las mesas. Charla casual, o de negocios, aquel bar las recibe todas, incluyendo las turbias, solo hay una regla: Que la violencia se controle. Hay límites muy cuidados, porque puedes quebrar la pierna de alguien en el callejón de atrás, pero jamás su cabeza. Un fiambre sería una falta de respeto para el dueño del local.
Figuras sombrías se encorvan como sauces viejos sobre sus vasos a medio llenar, perdidos en la bebida y en sus propios pensamientos. Mario se abre paso entre las risillas sugerentes y las desdichas silenciosas. Toma lugar en un taburete junto pegado a la barra. No intercambia miradas ni palabras con nadie, hasta que un pianta amarillo se acerca a recibirlo. El pianta tiene una jarra en la mano izquierda y un pañuelo que usa para limpiar el cristal en la otra.

—¿Qué pasa, Mario? ¿Un limoncello? —Ofrece cortes tras reconocer al bigotudo.

—Jugo de naranja estará bien —Dice Mario, quitándose la gorra para ponerla a un lado. Mantiene la convicción para alejarse del licor.

—Te noto la cara larga. ¿Problemas con el dinero? —Con la ciudad en crisis, el pianta hace la pregunta más fácil de adivinar del mundo. Mario suspira y esa es toda la confirmación que se necesita. —La vida te sería más fácil si trabajaras para Don Pianta.

Mario ha oído esa afirmación varias veces antes.

El bartender sirve dos cubitos de hielo en un vaso y lo rellena con jugo, desliza la bebida hasta los dedos de bigotón, para después pedir hablar en la lengua madre.

Todo lo que viene lo hablan en italiano.

—Soy un buen hombre, no un gánster —Mario agarra el vaso y bebe.

—Y eres un buen peleador también. Pero no usas tu talento.

Mario se mira las manos enguantadas de blanco, y se pregunta, ¿Cuál talento? Sí cuando observa un espejo solo ve un hombre triste.

El pianta continuó.

—Somos mafiosos, es cierto, pero tenemos honor. No como otros... ¿Escuchaste? A Billy Lee le secuestraron a la novia la semana pasada. Una pandilla rival, dicen las lenguas. ¿Cuándo nosotros hemos hecho eso? Jamás. Cuando nos encargamos de alguien enviamos flores a la esposa. Los tipos de ahora, mandan a la esposa con el marido… ¿Captas a dónde voy?
Mario asiente, la inconformidad se le nota en los ojos. Le vendría de lujo el dinero fácil. Le vendría mucho mejor un rumbo para su vida. Pero tener el crimen como motor es un salto con el que no se siente cómodo. El pianta nota eso, y desvía el tema para disimular las presiones.

—Quédate para el show de la hora. Hay una nueva voz a la que solo puedo describir como... Molto señorina.
Desempleado cómo estaba, contó con tiempo libre de sobra, así que aceptó sin realmente esperar nada. Terminado el zumo, buscó una esquina donde arrimarse para pasar desapercibido, y la encontró en el rincón de la máquina de pinball. Lisa, de muchas curvas como una mujer, decorada con luces e ilustraciones de chicas Pin Up. Mario se saca la calderilla del bolsillo del overol, mete una moneda, y se pierde por un rato en un mundo de sonidos vacíos que busca trasmitir gloria, y una pelota que rebota. Es un lugar hermoso por su simpleza, y disfrutó olvidándose de todo y simplemente rebotando ahí. Al menos por un rato, hasta que una voz melodiosa quebró la fantasía y le quitó cualquier gana de echarse a recoger los pedazos…

Mario separa las manos de la máquina, y con una lentitud pasmosa da media vuelta hasta que su campo de visión se concentra en la tarima. Ahí es cuando la ve, entre los músicos y sus instrumentos, esa dama… La estatua de una diosa con ojos como gemas, cabello bordado con rizos de oro, belleza que opaca las flores y vuelve dócil a cualquier bestia, estuche del placer y del arte, que al mover su delicada mano para tomar el micrófono, dejó en manifiesto su herencia como modelo de carne y hueso. Para al instante siguiente elevarse de nuevo al plano de la divinidad cuando las luces la enfocaron, y abrió los labios para cantar a los sueños de una noche, a las almas solitarias, y recordarles que los sueños pueden ser eternos, y que el corazón puede volver a latir. Joven es ella, y le falta la soltura de las veteranas, pero canta con un sentimiento del que muchas no conocen ni han tenido.

Durante el encanto, Mario se desliza hasta una mesa vacía y toma un puesto. Con los codos sobre el mantel y las manos en las mejillas, queda viendo el show enternecido, como si estuviera en el teatro.

En Nueva Donk, ciudad amable y terrible; de tantas músicas y canciones que no hacen oír las voces de los de abajo; de crisis y hambre; de jóvenes afortunadas y jóvenes desvanecidas; en mitad de un paraíso de locura y concreto, construido sobre el capital, lienzo para las risas, la lujuria, las deudas, el crimen, y una montaña de sueños mallugados, hermanos de las promesas y padres de las resignaciones… Ella brilló, y se bañó de aplausos honestos, y silbidos de lobo. ¡Porque qué dama! ¡Solo ella, princesa sin corona! Molto señorina. Pauline.

Al salir, el viento soplaba fuerte, y la muchacha se iba despidiendo de los enamorados clientes, con una sonrisa fina que revelaba sus preciosos dientes. Quedó estrangulada por los halagos hacia su voz y a su aspecto, y casi la dejan sorda las campanas que prometían lujos e invitaciones a castillos en las nubes. Pero al viento se le oyó con más fiereza que cualquier pretendiente, como celoso de la atención que la mortal recibía, Cuando ella se propuso abrir la sombrilla para cubrirse de una naciente llovizna, la ráfaga se la arrebata…

Pauline corre detrás, persigue el regalo dado por su madre, ese que rompe la fachada concebida por el abrigo caro regalado por Don Pianta, y hace patalear a la superficie la niña que nadaba en las lagunas circundantes de los ranchos Moo Moo. Campesina vuelta musa. Musa campesina. Aquella palurda de hace muchos años cabalga la sombrilla que se aleja cada vez más. Y se pierde tras un crujido. El tacón de se quiebra contra la acera, y la joven se derrumba. Es ahí que más rápido que ella y que cualquier cosa que hubiera visto, un hombre chaparro cruza por su lado y propina un salto imposible… Alcanza la manilla de la sombrilla y cae, aterriza de pie. Mario vuelve donde la chica tumbada, y la cubre de la llovizna que ahora es lluvia, y le ofrece su mano libre para levantarla del suelo. Se miran a los ojos, y con el toque de sus dedos, se enciende una chispa. Entonces Cupido canta una paradoja hacia su ser que empieza así: ¡Química!

Al enamorado hay poca cosa que lo pare. Por ello al día siguiente Mario alquiló un traje, y lo acompañó con un ramo de rosas y una caja de bombones de su chocolatería favorita. Luigi al verlo así, no pudo evitar preguntar por qué tanta elegancia, y quien es esa Pauline de la que canta tanto. El bigotudo reveló sus sentimientos con un suspiro de anhelo, para después propinarle una palmada en la espalda a su hermano menor, y decirle que en un futuro lo entendería.

Mario sale del apartamento y se libera en el barrio italiano. De saludables panaderos y gritones verduleros, preguntonas señoras que buscan descuentos, y jóvenes primorosas que corretean de la mano con sus noviazgos, que son vistas con envidia por colegialas que anhelan florecer con prisas. No solo la gente es ruidosa, las maquinas se unen a la algarabía, y hay una marea amarilla, un rio de taxis. Y otra estela de vehículos personales recién salidos de la fábrica. Porque se dice que a estas alturas caminar está pasando de moda. Mario no oye las tendencias, se centra en cada vez dar pasos más largos.
Cruza la esquina hacia la calle del bar, y la intención fue verse con su Molto señorina. No intercambiaron mucho, solo un roce, miradas, sus nombres, sonrisas, la gratitud de ella y un “De nada” de él, y se separaron. Pero el bigotudo confió en su corazonada. Y a poco de alcanzarla, de un callejo adjunto al bar salió disparado un coche largo y caro. Mario se aparta de un giro, las rosas se desparraman por el suelo, y aplasta los bombones bajo el brazo, manchándose el traje. Solo fue un segundo, pero por la ventanilla del coche en movimiento ubicó a Pauline, y también a Don Planta con el brazo alrededor de los hombros de ella, en una demostración tacita de intimidad y control. Por un momento fugaz, la mujer y el desempleado juntaron sus miradas, y él reconoció en los ojos de ella un matiz de pena. Entonces el vehículo pasó a otra calle y se esfumo.

¡Ah, la química! Dice mucho, pero no dicta todo. Mario con una mueca cansada, atraviesa el umbral de la taberna, deambula como un zombie hasta la máquina de pinball, deja la caja de bombones abierta donde no le estorbe la vista, y juega. Come. Piensa en lo fenomenal que le vendría un limoncello.
***
3- Equipo de demolición
Durante los tres meses siguientes solo tuvo concentración para dos cosas: La primera trabajar como asno en Wrecking Crew.co, empresa de demoliciones, bajo cargo de un pelmazo llamado Foreman Spike con el que el desagrado fue reciproco, pero como cada uno realizaba sin errores su labor, los jefes de la compañía les dijeron “¡Aguántense!” y se aguantaron. La otra mitad de su enfoque quedó en los entrenamientos hasta tarde en el gimnasio de Doc Louis, un gran sujeto, muy negro, al que conoció gracias a un tío que trabajaba de árbitro de peleas de box. Nada ilegal, ni con vidrios en las manos adheridos con gel, usaban guantes y protectores de dientes, todo muy profesional, pero sin el dolor de antaño y eso para algunos disminuía la magia. Para Mario no hubo diferencia, porque al final de la contienda seguía habiendo sangre fresca en la lona.

Doc Louis lo invitó más de una vez a probar suerte en el ring, habría dinero y apuestas, y sintió que le faltaba un italiano. Mario rechazó con amabilidad todas las veces, no porque temiera o se le diera mal, tres sacos de arena explotados a golpes rendían testimonio de su fiereza, pero el bigotón se sentía más cómodo pateando y pisando que usando los puños, y sospechaba que al momento de una calentura en el ring, cometería una falta con los pies. Prefirió ahorrarse el bochorno y visitar el gimnasio solo para afinar sus fuerzas, o para ver una pelea ocasional. Doc Louis pronto resolvió su falta con la llegada de un nuevo chico, un joven al que le decían el pequeño Mac, que compensaba lo que le faltaba en tamaño con fuerza y reflejos. Mario vio en Mac un “Yo” más joven, y deseó para sus adentros que no acabase igual de triste.

Una noche de inicios de Diciembre, Mario iba saliendo del local de Louis, pasó la puerta y un respiro le bastó para entender que la nevada sería especialmente fría. Esperó, se levantó el cuello del abrigo y frotó sus manos enguantadas hasta que, bajando por la calle, aparecieron las luces de un taxi que abordó apurado, temeroso de acabar vuelto una estatua de hielo. Como él, muchas personas se refugiaban del clima en autos, los apartamentos, moteles, o bares, y los desgraciados sin techo usaron la baza del grupo para darse calor en los callejones, o bajo los puentes rodeando barriles de petróleo encendido. Al ver las sombras y las luces tristes por la ventanilla del auto, Mario se dijo a sí mismo que podría estar peor, para inmediatamente después maldecir, pensando que si se consolaba con las sobras, poco faltaba para conformarse con el aliento.

Apretó las manos en un puño y reafirmó entre dientes que quiso un trabajo que lo apasione. Una mujer que lo ame. Un rumbo en la vida y no solo vida. Quiso ser mejor de lo que es ahora. Por ello cuando el taxi pasó cerca de una tienda de ocultismo, el adivino que la regentaba le leyó los pensamientos y se burló, diciéndose a sí mismo: ¿Cómo un tipo bajo, regordete, y bigotudo como él, aspira llegar lejos en esta era de los caparazones ajustados y el jazz? Y si ese mismo adivino tuviera más talento, habría previsto al futuro en las cartas y preferido mantener cerrada la boca. Mientras en la radio del taxi el destino lanza pistas en las que nadie reparara jamás, sobre un reino donde los champiñones retan en altura al cielo, ahora perdido con sus líderes muertos por un atentado, y una niña llevada al trono sin ser reina.

—Fueron los goombas, ya le digo yo —Habló el conductor, que con su mano grande y velluda reacomodó el retrovisor para echar un vistazo a la expresión de Mario, quien le devolvió una cara poco entendida. —Los goombas, ellos hicieron el atentado. Esos mierdecillas se lanzan a morir como si no creyeran en nada.

—¿Cómo sabe eso, mister? ¿Los conoce?

—Los he visto, con sus caras feas y cuerpos sin brazos. ¿Se puede llamar cuerpo a eso?

—Sé de cosas que pueden hacer mucho daño sin brazos.

—¿Es un mundo de locos, verdad? Un primo mío que estuvo en el reino de ellos por trabajo, me contó que ni si quiera se limpian el culo, que son como animales, y que sus mujeres se dejan hacer de todo por dos monedas y una pasta dental. Su líder fue otro de esos perritos falderos que se subordinó a los koopas.

Casi se atraganta a decir la palabra “Koopas”, y luego dio una detallada explicación de lo que haría si tuviera una de sus conchas.

—Son como terroristas, los goombas. Atacan a todos los que estén en contra de esas plastas escamosas y su propaganda liberal, esa que jode los cerebros de los niños y los vuelve maricas. Ya le digo yo, ahora son los hongos, mañana podría ser Sarasaland, y luego, ¿Quién sabe? El aire huele a guerra, y yo sé de qué lado estarán los hombres buenos. ¿Qué me dice? ¿Usted sería un buen soldado?

—Sería un buen chico de los recados.

El conductor le intentó dar ánimos, asegurando que cuando llegue el momento de tomar las armas se necesitará de todo, hasta gente que vaya a cobrar las facturas.

La noticia de la guerra llegó antes del domingo, y no se transformó en un llamado civil a las armas en nombre de algún ideal ambiguo, véase: Libertad, paz, o supremacía. Y si lo hubo, Mario no lo oyó desde su apartamento, en cambio escuchó hasta en los huesos las quejas de la vecina con el arrendatario, que trataban en buena parte de las tuberías y sus goteras. El bigotudo se ató el overol y solucionó el problema sin esperar nada a cambio, ganando un desayuno gratuito donde también participó su hermano. Por encima del aroma de la comida casera, la charla casual con la vecina y su hija, las bocinas de los autos, y las chimeneas de los edificios, rodó la pesada maquinaria koopa, tan lejana que nadie la oyó, pero que pronto estremecería los cimientos de la gente común y las nubes de los que se creían intocables.

En las calles curtidas de nieve se refleja un fragmento de película: Aparecen miles de soldados con caparazón marchando, y en una flota volante, Rey Bowser, que saluda con el puño alzado, exigiendo la pleitesía de todas las razas y credos. Más control, más opresión. La cadena solo aprieta cuando se cierne en el cuello de los privilegiados, y entonces los titulares cambian como por arte de magia. El promotor del futuro, del paraíso de la lava y el carbón, ahora es el tirano del fuego. El Alcalde de Nueva Donk sale en primera plana, radio, y televisión, clamando por la libertad de los reinos sometidos y diezmados, hablando con contundencia, proclamando sobre una coalición de aliados con una estrella blanca de símbolo, y mucho debatir, cumplir todas las opciones empezando por las más blandas, dialogar con el rey lo bastante malvado para ser déspota y dictador, pero no lo suficiente para negarle una silla o bocadillos en la mesa. Mientras, los reinos siguen sometidos y diezmados.

Wrecking Crew cierra, sus servicios ya no son necesarios, pues se dice a voces que en nada los edificios caerán solos bajo los Bill Balas. Doc Louis pone un candado a la verja del gimnasio, y Mario lo ayuda a subir las cajas al camión. Ya no hubo hogar para el buen negro en esa calle que lo vio crecer, porque la navidad ahora tuvo la misma cantidad de prohibiciones que de luces y campanas. Se combate la flama de la violencia cercenando los pies del deporte. Clausuran cinco tabernas legadas de familia, y al día siguiente nacen diez bares clandestinos todos fundados por un mismo dueño. Hay toque de queda después de la siete, y se prohíbe la música a alto volumen después de las ocho, aunque ninguna patrulla llega cuando en los rascacielos se celebra un cumpleaños o se derrocha por una promoción.

—Ya es difícil vivir, Mario. Y es más difícil tener sueños —Le dijo Louis desde la ventanilla del conductor. —Pero gracias por el apoyo de todos estos meses. Feliz navidad para ti, y para tu hermano.

Mario le devolvió la despedida. Esa tarde apenas llegase a casa, recibiría la llamada de su tío diciéndole que consiguió un nuevo empleo para él. Mario escuchó con disposición de aceptar, porque sin empleo otra vez, ¿qué más le quedaba? Su tío le dio los detalles para que lo ayude con un encargo de carpintería, que será un regalo de navidad para la prometida de Don Pianta.
***
4- Kong
La exposición abrió, todavía olorosa a cera y pino, y las familias de los mafiosos saltaron a conocer ese reflejo del capricho que significó tener un zoológico privado. Como joya de aquella enorme sala de murales selváticos y jaulas aun por ocupar, se levantó en el extremo central una casa para pájaros más grande y cuidada que las casas para las personas, fachada con una fresca mano de pintura blanca, y un techo rojo donde Mario y su tío clavan las cien tejas que faltan. Un enorme tragaluz se alza sobre sus cabezas, el cristal permite que los colores del día entren, mientras los cerrojos impiden que cualquier cosa sea libre.

Hay cajas de madera con la etiqueta FRAJIL, y postales con dibujos que plasman los paisajes de muchos reinos. Las cajas se sacuden cuando son desplazadas por los empleados, llevadas en carretillas, y en caso de las más grandes, montacargas. Uno de los hombres usa una palanca para abrir uno de los paquetes, la tapa cae, y del interior salen volando una pareja de guacamayas, maravillosas banderas tricolores que se elevan, se entrelazan, y finalmente chocan repetidas veces contra el cristal del techo, y las burdas imitaciones de sus hogares que están pintadas en las paredes. Lo mismo pasa cuando sueltan a los tucanes y a los loros. Con los cuervos no, son más astutos y vengativos, y persiguen los ojos de su captores. Los buitres merodean en círculos, y a Mario le toca espantar a uno que intenta llevarse su gorra.

Los niños de los mafiosos se aburren rápido y piden a las bestias, a los peludos y de grandes colmillos. Una de las esposas se queja por el regalo que dejó caer un ave en su hombro desnudo, hasta que su marido la mandó a callar. ¿Pauline? Tímida, se encoge en su abrigo de piel, pareciendo tan desacertada entre esa gente como una grieta en la pared, y junto a ella está Don Pianta, que orgulloso de los mundos exóticos que asaltó. Detuvo un segundo la charla con los socios para preguntarle a la joven qué piensa de su regalo.

—¿No es demasiado…?— Ella tuvo ojos trémulos.

—Nada es demasiado para mi pajarita— Ni cuenta se dio de las inquietudes de la chica de oro.

Pauline forzó una sonrisa, y en su cabeza se repetía: ¿También cortaron mis alas? Porque la luz de los lujos y la importancia la cegó, y fue una delicia vivir el sueño, pero al abrir los ojos se daba cuenta que el agua de opulencia donde nadaba tenía la profundidad de un charco, y aun así estaba plagada de tiburones. Se vio dentro de 20 años vuelta una esposa de cartón, atrapada en un matrimonio infeliz a sabiendas de un marido que la engañaba con una mujer más joven, traición que toleraba a favor de la comodidad, de la crianza de unos hijos malogrados por el dinero, y de no conocer nada más. Saltó del futuro hipotético a un pasado con menos de cuatro meses de distancia, se topó con sus padres, preocupados, pero también deseándole suerte porque ellos sabían que su pequeña era especial, la gente del pueblo decían que estaba hecha para grandes cosas, lo mismo con sus amigas que se sorprendieron y maravillaron con la osadía de ir a la gran ciudad para empezar su carrera de vocalista. ¿Cuatro meses de lujos prestados bastaron para olvidar su rumbo? Se asustó del poco peso que tuvieron las metas que hace menos de un año, estaba segura dirigirían su vida.

La voz de mando de Don Pianta la sacó de sus cavilaciones. No era con ella, sino con la pajarera. El mafioso le preguntó al viejo carpintero cuanto faltaba para que estuviera lista, y el hombre contestó que las tejas, unos detallitos en el interior, y misión cumplida. Pero Pauline no tuvo ojos para ese obsequio extravagante, su mirada conectó en vez con la del otro carpintero. Ambos fueron víctimas de un dulce hechizo, hasta que Mario dio un paso en falso por anda distraído y rodó, cayendo por un lado inclinado del techo. Pauline gritó y corrió a socorrerlo, espantada por la posibilidad de que el bigotudo se hubiese roto algo. Pero Mario fue un hombre curtido, aterrizo sentado, le dolió pero salió ileso. La joven suspiro aliviado y le regaló una sonrisa, que se esfumo cuando Don Pianta puso una mano en su hombro y le dijo a Mario que tuviera más cuidado para que no asuste a su prometida.

Pauline pasó la siguiente hora con la cabeza perdida en las nubes. Poca diferencia hizo, de ella se esperaban solo dos cosas: Opinar poco y verse bien. Los hombres platicaban del negocio, los deportes, y la política, ese último un tema donde Pauline creía tener buenas ideas para la prosperidad de la ciudad, pero que nadie se molestaba en oír. ¿La mesa de las esposas? Ahí se encontraba con el codo sobre el mantel y mentón en la palma, viendo sin ver por el ventanal mientras las demás se desvivían de chismes, de presumir sus nuevos vestidos, y comentar las nuevas compras del hogar, de todas formas incluso entre ellas era vista como una novicia, porque ni hijo tenía, y Pauline no deseaba que le preguntase cuando los iba a tener, prefería simplemente dejarse llevar por el flujo de consciencia y sentirse enamorada. ¿Quién lo diría? De un hombre como él, de ojos muy lindos, pero bajito, regordete, nariz ancha, y billetera flaca, primero un corredor y ahora un carpintero, siempre dado a caer de sitios altos. Pauline no supo decir si le faltó un objetivo, o fue aventurero. ¿El bigote? Le gusta, piensa que le da cierto aire a señor, y a ella siempre le gustaron mayores. No se habría quedado con Don Pianta solo por su dinero.

...

Y aquí termina, siendo "Kong" el capitulo menos pulido, cosa esperable ya que esta incompleto. Espero disfrutasen de este experimento.
Avatar de Usuario
Yayonuevededos
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 470
Registrado: 20 Jun 2019 18:10

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Yayonuevededos »

Confieso, sin ponerme colorado, que no tengo la menor idea sobre Mario, más que ver los cartuchos de sus juegos en algún escaparate. Dicho lo cual, tomé el texto como el experimento que mencionas.
Por ese desconocimiento, los "guiños" me dejaron como a Tarzán: en pelotas.
Paso a lo que me quedó: lo encuentro muy sincopado, una ametralladora de frases que no me dicen gran cosa.
Imagino (quiero imaginar) que los seguidores del juego entenderán más que yo.
Será que los fanfics me producen una cosa que... que... :icon_no_tenteras:

Saludos,
Marcelo
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
Avatar de Usuario
Oliverso
Lector voraz
Mensajes: 179
Registrado: 28 Dic 2022 17:53

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Oliverso »

Pues mira, pensé en dejar un post explicando todas las referencias, pero hay tantas que me terminó por dar pereza :cunao: Resumiendo algunas, cada capítulo hace referencia a un juego. El 1 a Bombs Away de Game & Watch, el 2 a Pinball de la nintendo original, el 3 a Wrecking Crew, y el 4 a Donkey Kong. Pauline fue la chica Mario original, antes que su papel se lo quitará Peach. Y hay otros detallitos como las diferentes especies de la saga, o el cameo de Punch Out.

El experimento es lo que es, está hecho para su nicho, e imagino que cualquiera que no esté enterado en la franquicia quedara como en país extranjero. Es un relato de un friki para frikis. De todas maneras muchas gracias por pasarte a leer.
Avatar de Usuario
Yayonuevededos
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 470
Registrado: 20 Jun 2019 18:10

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Yayonuevededos »

Oliverso escribió: 08 Ene 2023 22:17 Pues mira, pensé en dejar un post explicando todas las referencias, pero hay tantas que me terminó por dar pereza :cunao: Resumiendo algunas, cada capítulo hace referencia a un juego. El 1 a Bombs Away de Game & Watch, el 2 a Pinball de la nintendo original, el 3 a Wrecking Crew, y el 4 a Donkey Kong. Pauline fue la chica Mario original, antes que su papel se lo quitará Peach. Y hay otros detallitos como las diferentes especies de la saga, o el cameo de Punch Out.

El experimento es lo que es, está hecho para su nicho, e imagino que cualquiera que no esté enterado en la franquicia quedara como en país extranjero. Es un relato de un friki para frikis. De todas maneras muchas gracias por pasarte a leer.
Tienes que pensar que un fanfic es una historia montada sobre otra historia previa. Esto limita la comprensión a quienes la conozcan. No obstante eso, el texto me resulta muy sincopado.
No creo que un post con las referencias ayude mucho; el lector o sabe de qué se trata o no lo sabe.

Saludos,
Marcelo
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
Avatar de Usuario
Jarg
No tengo vida social
Mensajes: 2131
Registrado: 10 Jul 2018 13:27
Ubicación: En un Gran Ducado...

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Jarg »

Estoy de acuerdo con Yayo, la lista de referencias a los fans de la saga no les hace falta, y a los que no la conocen les va a dejar igual.

Yo de Mario me acordaba de poco. He pillado solo algunas referencias de 1 y 4, aunque como fanfic me ha parecido original. Hace unos años tuvimos aquí un concurso en el foro precisamente de eso, fanfics, y hubo un poco de todo: libros, cine, comics, videojuegos... Si no recuerdo mal, el ganador fue un fanfic del comecocos :)
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
Linus Van Pelt
Avatar de Usuario
Oliverso
Lector voraz
Mensajes: 179
Registrado: 28 Dic 2022 17:53

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Oliverso »

Acabo de revisar poniendo en el buscador la palabra Pacman. Es el que se llama "Sin salida"? Muy entrete. Aunque supongo que lo especial era leerlo sin saber de qué se trataba. Eso sí, creo que les vendieron gato por liebre :twisted: Técnicamente no es un fanfic, sino la historia de alguien jugando al arcade. Del mismo modo que no sería un fanfic la historia de una chica que lee Harry Potter con mucha pasión.
Avatar de Usuario
Cuentolosiento
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 411
Registrado: 03 Ene 2023 11:32
Ubicación: En cuclillas detrás de la mesa del fondo.

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Cuentolosiento »

Oliverso escribió: 08 Ene 2023 22:17

El experimento es lo que es, está hecho para su nicho, e imagino que cualquiera que no esté enterado en la franquicia quedara como en país extranjero.
Te lo puedo confirmar. A ratos me sonaba como a juegos de la época del Commodore64, pero luego me perdía.
(Me estoy haciendo mayor). :|
¿Quién demonios se ha llevado mi gato? Erwin Schrödinger.
Avatar de Usuario
lucia
Cruela de vil
Mensajes: 84599
Registrado: 26 Dic 2003 18:50

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por lucia »

Bueno, al leer el mensaje a las referencias se explican los saltos entre capítulos. Y lo de que no está pulido también lo has dicho. Pero una cosa es subirlo sin pulir y otra sin como mínimo hacer un repaso para que los verbos y concordancias de género estén bien :colleja:
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

Imagen Mis diseños
Avatar de Usuario
Oliverso
Lector voraz
Mensajes: 179
Registrado: 28 Dic 2022 17:53

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Oliverso »

Pues aquí me atrapaste destapado como los exhibicionistas :oops: Porque me dije "La fortuna favorece a los valientes" y en vez de comprar criptomonedas, hice un copy-paste de un viejo word. También admito que tengo una filosofía de no reescribir/repasar historias viejas a no ser que planee retomarlas y darles un fin, ya que así el tiempo lo gasto en mejores cosas, cosas provechosas, como jugar al Mario Bros. No quita que me este bien merecido el bochorno.
Avatar de Usuario
Cuentolosiento
Me estoy empezando a viciar
Mensajes: 411
Registrado: 03 Ene 2023 11:32
Ubicación: En cuclillas detrás de la mesa del fondo.

Re: Mario antes del Super (Fanfic)

Mensaje por Cuentolosiento »

Oliverso escribió: 15 Ene 2023 13:03 Pues aquí me atrapaste destapado como los exhibicionistas :oops: Porque me dije "La fortuna favorece a los valientes" y en vez de comprar criptomonedas, hice un copy-paste de un viejo word. También admito que tengo una filosofía de no reescribir/repasar historias viejas a no ser que planee retomarlas y darles un fin, ya que así el tiempo lo gasto en mejores cosas, cosas provechosas, como jugar al Mario Bros. No quita que me este bien merecido el bochorno.
@Oliverso
De bochorno, nada. La precipitación muchas veces es una conjetura necesaria para dar forma a los valientes, y hay más valentía en la derrota que en el abandono. Tal vez en otra ocasión lo reescribas, lo aproveches, y hasta puede ser que «Mario te lo agradezca». :wink:
¿Quién demonios se ha llevado mi gato? Erwin Schrödinger.
Responder