Como de espadas y brujería (Probando prólogo)

Espacio en el que encontrar los relatos de los foreros, y pistas para quien quiera publicar.

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Oliverso
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Como de espadas y brujería (Probando prólogo)

Mensaje por Oliverso »

¡Buenas! Estoy en el proceso de revisión de mi historia, y paso por aquí a ver si me pueden echar una mano con el principio, que de momento es donde tengo más problemas, pues no sé si enganche o si funcione para una aventura "macarrilla" como la que preparo. Todavía está en proceso de pulimento, por lo tanto cualquier seña será bien recibida.

...

Prologo.

En un yermo de peligros descansa un gigante. Cortó el cielo a la mitad, vuelto una bola de fuego. Al golpear la tierra abrió una grieta desde el norte al sur de La Cuna, fisura que con sus extremos tocó con temeridad los primeros pasos de las Zonas prohibidas, e hizo fluir del subsuelo el agua tan escasa y preciada. Rebeldía y benevolencia, rasgos que la tribu identificó en esa entidad venida de planos mayores. La vieja Zakary y el resto de venerables ancianos, alzaron sus voces para identificar el evento como la llegada del héroe profetizado en las leyendas. Historias trasmitidas durante generaciones, retratando aquel que los guiará en un éxodo hasta un paraíso sin igual, donde la comida y el agua abunden, la hierba sea verde, y la muerte invisible, esa que devora la piel, se mantenga lejos.

El pueblo regocijado, a la par que llenaban sus recipientes de barro y arcilla con agua, dieron ofrendas y rezos de rodillas en los cantos rodados, frente los pies del gigante y sobre la fuente viva. Muchos corazones pidieron en unísono: ¡Despierta! ¡Muéstranos el camino! Pero a pesar del clamado, el gigante guardó silencio. Solo una voz se mantuvo distante y fría respecto la llegada del salvador… Neddin, el líder de la aldea, nombre más respetado, y hombre más receloso sobre el ídolo de la fisura.

Quinta noche desde el arribo del gigante. Acaloradas discusiones continúan tomando la cámara cilíndrica del templo de las contemplaciones, ese ubicado en la cima de la cara plana de la montaña, con su amplia boca circular justo en el borde, flanqueada por banderas que el viento alto agita sin cesar. ¿Serán las alas del templo, esas que se extienden hacia los lados desde sus bases, capaces de guiar al líder y a los ancianos a una resolución positiva para la tribu? La princesa Nadjela confío en ello. Con sus lindos ojos pardos fijos en la cumbre de montaña, y las manos juntas alrededor del collar regalado por su progenitora, rezó por un final feliz.

Nadjela abandonó la ventana, deslizándose como un puma por la cama compuesta por varias capas de almohadas y gruesas pieles de bestias. Le mortificaba contrariar las opiniones de su padre, pero su alma no daba abasto al gusto por la oportunidad de acabar con meses de tierras crueles, animales famélicos, y gentes que mueren sin llegar a ser ancianos. Son años duros. De los 500 habitantes que se cuenta eran hace una década, ahora quedan menos de 200. El pueblo se esfuerza, lucha por la esperanza, sigue fiel… Pero el azote de la enfermedad, el hambre y otros demonios, no daba tregua. Solo el gigante reflejó una posible mejora. Finalmente su padre pudo desembarazarse de las cargas, y el pesar, y el dolor… ¿Pero entonces por qué, cuando todo apuntaba a un futuro más brillante, Neddin lució como un cuerpo al que arrancan la vida?

«Papá, ¿conoces algo que los demás no? ¿Un secreto imposible de revelar, ligado al gigante? ¿Tampoco me lo puedes confiar a mí, que soy tu hija mayor?» Esas dudas no la dejaron conciliar el sueño, así que se escabulló fuera del lecho y la habitación. Bajó las escaleras de puntillas y, consciente que Zell, el guerrero de mayor confianza y a su vez más inflexible de su padre, estaría pululando, la princesa se escabulló por la puerta trasera.

Cruzó por detrás del corral de los avestruces. En un par de minutos alcanzó la choza de quienes sirven en su casa. Apartó las telas de una ventana con la mano, y entró. Guiada por la luz de la luna llegó al lecho donde, suspendidas en hamacas, descansan las sirvientas de su familia. Movió con suavidad los hombros cobrizos de una: Majani. Joven como ella, pero de pelo más corto, con aretes de perlas que Nadjela le obsequió, y que no se quitaba ni para dormir. Majani abrió los ojos primero con lentitud y después de par en par al reconocer el perfil de su majestad.

—¿Princesa? —Preguntó en voz baja y temblorosa, nerviosa de encontrarse con su ama, no, con su amiga, a esas horas de la noche y sin avisar. —¿Qué hace deambulando? Si su padre la descubre me regañará. Nos regañará a todas.

Podrán conocerse de toda la vida, pero las diferencias en el estatus son tan firmes como las tradiciones o el suelo. La familia del líder manda y guía, los demás obedecen, de lo contrario solo encontrarán desorden y después la destrucción. Así se predica desde que tienen memoria, y se predicará hasta que acabe el mundo.

—No hay tiempo que perder, Majani —La princesa correspondió el susurro. —Esta noche bajaré a la grieta.

Resumió su plan. Para averiguar lo que angustia a su padre, buscó estar cara a cara con el ídolo.

—Confío en ti. Sé que has bajado para ayudar a llevar el agua. Sabes el mejor modo de alcanzar la fuente y al caído del cielo.

—¿Y la prohibición de su padre? Él nos reunió y nos lo dijo, no quiere verla allá abajo, ni a usted, ni a sus hermanas. Si descubre que la llevé, puede que me castigue o peor, me exilie de la tribu.

La princesa con una mano rodea los dedos de Majani, y con la otra calló sus labios temblorosos. El gesto y la cercanía con alguien que quiere y respeta, calmó la turbulencia espiritual de Majani.

—Lo sé, pero quiero entender de donde viene su preocupación —Aclaró Nadjela. —Tal vez así pueda ayudarlo, darle una respuesta que disipe sus angustias. Mi padre es un hombre fuerte, pero hasta los fuertes necesitan un respiro y una mano amiga.

—Su padre siempre tendrá nuestro apoyo, y el de los sabios anciano, y la bendición de la madre de todas las aves. Tiene todas las manos amigas que pueda tener, princesa. Preocuparse es inútil.

—Tiene el apoyo. ¿Pero qué hay de la comprensión? Puede que tú no lo notes, Majani, pero ayer lo encontré mirando por largos minutos el fuego de la hoguera, sin parpadear ni una vez, luciendo desolado y abandonado. Algo preocupa a mi padre, y si no averiguó que es y lo solucionamos, temo que se derrumbe.

¿Neddin, derrumbándose? A Majani eso le sonó imposible. El líder de la aldea, aquel que comparte nombre con el fundador de La Cuna, es la base que mantiene la tribu unida, igual que lo fueron los líderes anteriores que ahora viven en gloria, tomando vuelto en la bandada de puntos brillantes avistados tras el crepúsculo. Son hombres a los que no se debe cuestionar, porque su sabiduría despeja el polvo que se levanta con el transcurrir de las generaciones. Majani consideró la preocupación de Nadjela como infundada, aunque genuina, y como la aprecia y no quiere seguir viendo tristeza en ella, aceptó guiarla.

Echándose a los hombros frondosas capuchas negras de piel de tasmania, y actuando como sombras de la noche, marcharon las dos. Cruzaron de un salto las murallas de barro y piedra. Se mezclaron en las plantaciones de El-nido-de-todas-las-plantas, con sus tallos altos como personas. Enfilaron por la orilla del rió seco, al que Nadjela observó con peso en el cuello (Que no era su collar). Una decena de picos de cristal, que refulgían con los rayos de luna, señalaron la entrada en la zona del impacto. Nadjela quedó boquiabierta al presenciar lo largo de la grieta que contaba un kilómetro de largo, como el tajo de una cimitarra de grandeza imposible. La entrada a la tierra intimida, primero con sus cristales de tres metros, y luego con su boca abierta inundada de sombras. Pero dentro de Nadjela el miedo perdió la carrera frente la curiosidad. Antes de profundizar, tocó uno de los cristales de ángulos duros, notando luego las yemas heladas. Majani le señaló que cuando el gigante cayó, la entrada a la grieta hervía más caliente que las termas de la montaña, y que tuvieron que dejar las horas pasar antes de poder acercarse.

La dentadura de la tierra arriba bloqueo a la luna, convirtiendo las entrañas del suelo en una senda llena de rincones que devoran. Frente a eso la princesa se sacó el collar de su madre del cuello y lo alzó en lo alto. La gema, esfera perfecta y blancuzca que cuelga de cuentas de hueso, prendió con el deseo, y echó una luz pura y cálida como el abrazo de un ser querido. Oyeron el agua correr antes de verla, y pronto el toque fresco se deslizó como una tela entre sus pies. Llegado un punto en el cada vez más hondo y estrecho pasadizo, tocó ir saltando de roca en roca, actividad en la que mostraron una soltura venida de la costumbre. De vez en cuando Majani ofreció a Nadjela su mano para evitar que esta tropiece por las superficies húmedas. Cada nuevo paso aceleró el corazón de la princesa, cuya imaginación vivaz esbozó impresiones de los cuentos sobre el gigante. Pero ni sus más alocadas fantasías se aproximaron a esbozar al coloso.

Majani saltó a la roca en el centro del nuevo manantial, y Nadjela aterrizó después, inclinando las rodillas para absorber la impacto. Alzaron las miradas, mudas, Majani solmene, Nadjela… Tragó saliva. Grande, capaz de empequeñecer a la aldea con su sombra. La princesa esperó un titan gris y severo como su padre, lo que le devolvió la realidad fue justo lo contrario. Lucía poderoso, sí, pero su cuerpo no era de un opaco temible, sino de un vivo color zafiro que resaltó como un trozo del firmamento en la oscuridad, trazado por un juego de líneas que, dependiendo de la perspectiva, se transforman de tonos entre rojo, el amarillo, y el naranja, escalando por la coraza hasta acabar en ángulos puntiagudos que en su totalidad le daban aspecto a relámpago.

«Rayo azul que duerme en la tierra, sobre un trono de piedra que tú mismo creaste al tocar. ¡Te ruego, cumple mi pedido de auxilio!» Rezó la princesa. No hizo falta verle la cara al gigante (En en esos momentos muy alta, y escondida por las sombras de la roca). Nadjela entendió, con el cuerpo temblando, que aquella entidad ya sea calamidad o salvador, era capaz de cambiar el mundo.

—¡¿Qué hace, princesa?! —Majani abrió la boca con horror cuando Nadjela se inclinó con clara intención de saltar a las piernas del gigante. —Su padre prohibió que lo tocásemos.

La princesa la miró con sus ojos reflejando incomprensión y le preguntó la razón para esa regla.

—No lo sé. Jamás nos atreveríamos a cuestionar. ¿Quizás evitar que molestemos al ídolo?

Nadjela lanzó una mirada significativa al coloso. Entonces recordó las expresiones desdeñosas de su padre... Donde no parecía que importunar al ídolo fuese el motivo de la preocupación, sino el propio gigante como causante de los desvelos. ¿Pero por qué…? Se miró las manos, vacías y sin respuesta, y menospreció la opción de retirarse sin dar todo de sí.

Majani quedó paralizada de espanto, solo sus ojos se movieron para seguir el ágil ascenso de Nadjela por la pared de piedra hasta un bordillo a cuatro metros de altura, desde donde la princesa se sostuvo con una mano, encaró al titan, y balanceándose atrás y adelante, saltó con todo el poder de su impulso, plantándose en la saliente angulosa que forma la pierna izquierda del ídolo, por debajo de la rodilla. Sus dedos sufrieron ligeros cortes, y se dio de panza contra un tacto fino, como las zonas menos erosionadas del templo de las contemplaciones, pero diez veces más refinadas. La parte azul congela y le puso los pezones en alza, mientras que las líneas incandescentes dejaron una sensación tibia en la piel como lava que palpita bajo un grueso exterior.

El collar de su madre mantuvo la ruptura de las tinieblas. Atrás y abajo, la llamada de Majani pidió con desespero su regreso. Pero Nadjela se adhirió a su misión con el mismo ímpetu con el que se adhería al gigante, y haciendo fuerza con los brazos, se echó para arriba y se perdió por una abertura, cayendo hasta las articulaciones tras la coraza. Plantó las palmas, se levantó, y quedó de pie frente una serie de tubos y mangueras ascendentes, hechos de un material negro y cromado, que palpita bajo la luz de la gema de su madre. Es ahí cuando Nadjela percibió lo brillante, casi cegador, de la esfera, y antes de musitar cualquier sonido de sorpresa, el blanco nuclear la llevó a gritar y a cerrar los ojos. Nadjela se abrazó al pilar de tubos y mangueras mientras todo a su alrededor temblaba.

Majani observó encogida como el color zafiro del ser, pasó del letargo a un tinte más vivo como la cola de un cometa, y el rostro en lo alto se iluminó para revelar un aspecto metálico esculpido para ser vagamente humano. El cristal que componen los ojos del ídolo, prendió en un rojo tan amenazado que por un momento creyó que la atravesaba por el pecho y le salía por la espalda. Grandes pedruscos se desplomaron, causando una reacción en cadena de cantos que ruedan, obligando a Majani retroceder para evitar morir aplastada.

La voluminosa figura se inclina y se endereza, crujiendo en su molde, desquebrajando con las hombreras la roca, liberando sus extremidades del agua y la piedra. Las enormes manos capaces de aplastar se echaron para arriba hasta clavarse en la boca de la grieta. Se impulsa. Revienta su sello. ¡Vive!

...

No es el prologo completo, pero creo que basta para hacerse una primera impresión :D
Toyah
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Toyah »

Soy un pesimo critico y no quiero que mi opinion influya, pero:

Tienes un inicio tipo quijote en un lugar de la mancha (castilla la mancha es ancha asi que..... a saber que lugar es)
Tienes un redaccion tan poetizada que es como si no dijeras nada
Ademas que mezclas demasiado, es un texto un poco abstracto y opaco
Leer| tu texto es un poco como hacer un puzzle cojes ideas las mezclas y una frase de una otra de otra
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Gavalia
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Gavalia »

Hubo un tiempo en el que la fantasía era el género que más leía y los relatos épicos solían ser mis preferidos, aunque este tuyo tiene aires de manga, sobre todo por el final. Esa parte es la que más me ha llamado la atención. La metáfora, sí no continuada, sí repetitiva, puede abrumar, sobre todo si no estás habituado a este tipo de lecturas. Por un momento me he sentido así. El comienzo es críptico y no sabes muy bien hacia dónde te dirige la historia. Quizá tarda en coger sentido. En global veo trabajo y esfuerzo, pero no puedo decir que la historia me guste mucho, tampoco es nada que sorprenda, aunque al ser un prólogo el lector no puede adivinar como encajará todo al final. No obstante, creo que la primera parte necesita ser aligerada de peso.
También debes volver a releer y arreglar algunas cosillas. Hablo de ciertas redundancias (repeticiones sobre todo) y algún que otro problema con los tiempos verbales; presente y pasado.

Es lo que me ha venido al caletre según te leía. Imaginación al poder, ¡ole!
Saludos.
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--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
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Oliverso
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Oliverso »

@Toyah Gracias por pasarte. Tengo que llevarte la contraria y verme influido por tu opinión, en el sentido de usarla para mejorar :boese040: Sobre si es a lo Don Quijote no puedo confirmartelo pues no lo he leído. Y la verdad no me quedo muy claro a qué te refieres con "mezclar" o que la narración sea como un puzzle. Si puedes profundizar, te lo agradecería.

@Gavalia Gracias por leerme. Así es, se trata de una historia más inspirada el los mangas. Eso queda más claro cuando se presenta el co-protagista en el siguiente capítulo, conllevando a un tono más ligero y satírico respecto al prólogo. La verdad me dejas con un dilema, pues llevo pasándole tijeras a este prólogo desde hace una semana, y no sé qué más cortar. De todas maneras seguiré dandole vueltas y puliendo.
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Gavalia
Chucho
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Gavalia »

Quizá sea cuestión de estilo más que de tijeras. Existen diversas formas de decir lo mismo pero solo algunas cumplen con su cometido, debes encontrarlas. Nuestro idioma está cargado de recursos. Úsalos y la paja desaparecerá por si sola.
A mi me siguen sobrando frases que considero son de relleno y no aportan nada: por decir alguna: "vasijas de barro" o la que menciona "los cantos rodados" entre otras. Yo iría al grano sin por ello perder la épica de la escena.
El pueblo agradecido por su llegada presenta ofrendas al mítico titán de la leyenda para que les indique el camino a seguir en busca de la salvación. Ese es el meollo del prólogo. No te vayas demasiado por las ramas en las descripciones, y si lo haces, intenta que la sintaxis sea fluida, que haya orden y sentido.
Saludos y a currar.
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SergioV
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por SergioV »

Yo también lo he leído. Si bien coincido con eso de que es un poco críptico y abstracto, he podido seguir el hilo y hacerme una idea de qué trata la historia, y creo que eso es lo que cuenta: poco a poco vas dejando ver qué es lo que ocurre (y ocurrió) en esa aldea, qué inquieta a Nadjela y qué acaba haciendo.

Concuerdo también con lo que dice Gavalia con eso de que es más cuestión de estilo que de tijeras. Yo no recortaría nada, cualquier detalle ayuda a ambientar la escena y a dibujarla en la mente, pero sí es cierto que quizá el estilo no sea el más atractivo.

Un saludo!
Snorry
Me estoy empezando a viciar
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Snorry »

Creo que un prólogo no puede tener tanta información. Más bien sería una ambientación, un preparar emocionalmente al lector antes de adentrarse en la historia. Tienes una imaginación poderosa y exuberante, debes cuidar un poco más la forma, los tiempos, la musicalidad...
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lucia
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por lucia »

La primera en la frente:
En un yermo de peligros descansa un gigante
Si es un yermo de peligros, quiere decir que no hay peligros, cuando la sensación que da es de que quieres significar justo lo contrario.

En general, los siguientes párrafos pecan más o menos de lo mismo: sabes el estilo que quieres, en plan épico-legendario, pero te falta la base (gramática, cambios de tiempos verbales, precisión en general...). La recomendación, entonces, sería escribir ahora en un estilo más sencillo y de andar por casa e ir aumentando la complejidad según vayas controlando mejor el lenguaje empleado. Resumiendo, no te metas en berenjenales que te queden grandes ahora.

Y el final, muy Mazinger Z a lo bruto, con el cristal resultando ser una especie de reactor nuclear :cunao:
Nuestra editorial: www.osapolar.es

Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Oliverso
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Oliverso »

A-Ay, gracias a todos por pasarse, en serio. Admito que puedo encajar las críticas del prologo con buena cara pues entiendo que no es representativo de toda la historia. Pero si ya las interacciones entre estos dos no cuaja, me lanzo directo al rió :oops: Esto que viene es “la piedra angular”, donde la narración va sufriendo una metamorfosis a un tono menos grandilocuente. Si no cuaja significaría que no funciona, por ello les pido, si no es mucha molestia, echar un ultimo vistazo a esta historia y decirme su feedback.

Esto le sigue a la parte anterior, aunque falta una que otra escena de intermedio.

...
Parte de después del prologo.
Abrió los ojos con lentitud, y los volvió a cerrar por el dolor. Todo su cuerpo ardió como recién salido de una paliza. Nadjela intentó recordar qué hizo mal para que su padre tuviera que reprenderla tan duro. ¿Dónde está? ¿Cuánto tiempo pasó? Le tocó un rato recordar su aventura con Majani en la grieta. El fulgor del collar despertando al gigante y elevándolos a los cielos.

Las imágenes del suceso, grabadas a fuego en su mente, la espabilaron y la llevaron a querer sentarse. Solo entonces reparó que “algo” le impedía separar los brazos del tronco. Un material grueso y cálido se le ceñía como un capullo hasta los hombros, dejándola calentita y cómoda en el suelo. Pero entonces recordó leyendas de arañas gigantes, e imaginó a una de ojos rojos envolviéndola laboriosa entre sus patas delanteras dentro de un tubo de tela. Nadjela pasó a zarandearse a la par que apretaba los dientes para contener el chillido, girando sin querer, y quedando un poco más cerca de la fogata en la que recién reparo, y que ardía lentamente en el centro de la acampada. La lamida del fuego la asustó y la llevó a rodar en dirección contraria, plantando la espalda contra una dura y fría superficie. Forcejeó hasta sentarse, y entonces lo vio a la derecha, un pie izquierdo de tamaño imposible. La princesa estuvo recostada en el pie derecho.

—¡D-Disculpe usted! ¡Le juro que no era mi intención pegarle! —Dijo mirando arriba y descubriendo que desde su posición era imposible sondear el semblante del ídolo que, a diferencia de antes, permaneció indiferente ante su toque. Nadjela bajó la cabeza, respiró hondo y fue recuperando el autocontrol. Notó que la materia que la envolvía no oprimía, y solo abrazaba con suavidad su cuerpo. Fue sencillo empujar la boca del capullo para salir. Acababa de zafarse de la materia extraña, cuando oyó el trueno de una voz viniendo del cielo.

—¡Cuidado abajo!

Cuatro trozos de algo cayeron. Nadjela entonó los ojos, y a diez pasos la cabeza de un lagarto de grandes dientes relucientes en veneno, le devolvió una mirada en blanco libre de piedad. Ella chilló, y sus manos se cerraron sobre el collar buscando seguridad. Otra figura, más completa, cayó de cuchillas junto al lagarto y levanto una palmada de polvo. Nadjela tosió y se frotó los ojos antes de volver la atención a la figura, quedando muda.

Alto como Zell, pero en vez del bronce su tono de piel era rosado y cremoso como la pulpa que las madres sacan de El-nido-de-todas-las-plantas para alimentar a los niños. Sus brazos y piernas abultan la ropa con delineados músculos, y su espalda ancha parece capaz de soportar el peso del mundo. Por encima de los pantalones negros ajustados que priorizan la movilidad (Que para escándalo de Nadjela poco esconden), y las botas de campaña todoterreno, el hombre llevó una chaqueta gruesa con exterior de cuero e interior de pelaje sintético que se asoma por el cuello y las mangas. En los hombros de la chaqueta tuvo bordado una flecha con dos franjas de plata y en la nunca de la misma un rectángulo con una X (Principado de Elon – Facción Muskita). Un arco de cristal opaco cubría su mirada y se conectaba con dos cilindros de metal que escondieron sus orejas. Nadjela creyó que la luz del fuego la engañaba, pero no había duda alguna, la melena desaliñada del sujeto era de un azul como el cielo despejado, ahora teñido por la oscuridad de la noche. Él le enseñó una gran sonrisa de blancos dientes, semblante encantador que contrastaba con la espada enfundada al lado izquierdo de su cintura, arma larga, delgada, y con una ligera curvatura. Aquel hombre tuvo un aspecto único para Nadjela, y aunque La Cuna guardaba guerreros de mayor musculatura, ninguno se comparó en estilo.

Nadjela quedó pasmada contemplándolo, hasta que la sorpresa pasó al terror. Recordó las decenas de historias contadas por su padre y su abuelo, sobre demonios disfrazados de piel humana que asesinan o raptan a las doncellas que se portan mal. ¿Eso pasó? ¿Fue raptada…? Algo le rodó por el medio de las piernas. La cabeza de komodo, más grande que la suya, quedó contra su entrepierna. Nadjela se levantó de un salto y la pateó, mandándola a la oscuridad más allá de la luz de la fogata. Criaturas rastreras con formas indistinguibles corrieron detrás del botín.

De cuclillas delante del fuego, el hombre volvió a hablar.

—Me costó separar esa cabeza. No la desperdicies así, mujer —La regaña mientras sin dejar de acomodar las patas traseras y la cola del gran depredador frente de sí. —Sí que tenía huesos fuertes el bicho este. Pero nada es más fuerte que mi espada.

Nadjela se movió despacio donde el hombre, silenciosa y con las manos por delante para robarle el arma de la cintura ahora que está distraído. Si todo lo relatado sobre los demonios de piel humana era cierto, no faltaría mucho para que ese hombre de pelo azul buscase arrebatarle su pureza, y eso ella no lo iría a permitir. Con cada centímetros menos entre sus dedos y la empuñadura, más su corazón le subió a los latidos.

«Es mi oportunidad. O lo apuñalo ahora, o...»

—¡Ey!

Un repentino grito venido del hombre hace que Nadjela caiga para atrás, sobre su trasera.

—¡La espada de un guerrero es su alma! No la tomes a la ligera— El hombre ladeó el rostro hacia ella con la boca torcida en una mueca de confunsión. —¿Qué pasa? ¿Te tropezaste? Primero pateando la cena y ahora esto. Sí que eres torpe.

La princesa se sonroja. Quiso abrir la boca y decirle que no fue sin querer, que no comería esa basura y que tampoco es torpe. Pero recuerdó que no trata con una persona, sino con algo más, algo ajeno a la educación de las buenas gentes de la tribu. Nadjela cortó la línea de pensamiento sobre esas nimiedades al ver como aquel hombre utilizaba la espada, su alma de guerrero, para pinchar un trozo de maloliente komodo y ponerlo a asar en el fuego.

—¿Quieres probar? —El demonio extendió el grueso muslo de lagarto, con escamas aun quemándose. Nadjela se cubrió la boca con una mano y apartó el rostro. El hombre sonrió. —Que no te engañe su aspecto. Oí decir a un tipo en la calle que mientras más feo más sabroso.

Indiferentemente de como sepa un komodo, Nadjela se inclina retrocedió a gatas para quedar lo más lejos de esa carne, pues es bien sabido que es una criatura carroñera y venenosa, con una mordida capaz de pudrir la madera. Consumir esa carne es peligroso, y Nadjela supone que aquel demonio conoce ese dato, y todo se trata de un juego sádico para destruir o corromper su espíritu.

—¿Pero por qué el tipo contaba eso a un par de colegialas? —El espadachín pasó a hablar consigo mismo. —Es sabiduría que ellas jamás lo entenderían. Las chicas prefieren los dulces esponjosos con crema de colores. Los hombres no conformamos con el simple ponqué. Un ponqué no necesita nada más que el propio ponqué para ser sabroso.

Nadjela se cubre las orejas para protegerse de aquellas palabras inentendibles que el demonio usó para hundirla en un laberinto de preguntas que la pierdan. Dio igual lo amable y franca que luzca la sonrisa de aquel hombre, Nadjela se mentalizó en no confiar en él.

—Que estés viva es un alivio. ¿Pero por qué no dices nada? La boca está para hablar, para gritar todo lo que sientes y que el mundo se dé cuenta. ¡Vamos, habla!

Ella se escudó en el silencio. Igual poco se le ocurrió que decir cuando presenció como aquel sujeto hundió los dientes en el cuerpo del komodo, tiró hacia atrás el cuello y arrancó un buen trozo que luego de un par de mordidas, desapareció en su boca. Le debió gustar el sabor, o tal vez no tuvo sentido del gusto, porque continuó comiendo.

¡Ningún humano podría realizar esa hazaña sin morir! Nadjela lo tuvo claro. Volvió su atención al gigante, y rezó para que se la llevara, con esperanzas de que no tuviera nada que ver con ese hombre y que el ídolo resultase bueno como la luz que surgió de su collar. Pero la luz no volvió a cubrirla, y el gigante permaneció en silencio, mientras que el hombre no.
—Cuando desperté y las pantallas mostraron el cielo, y luego a ti sostenida a la pierna de mi Blindaje como si tu vida dependiera de ello, realmente no supe que pensar. Creí que intentabas robarme.

—¡Eso jamás! —Nadjela alzó la voz, rechazando ser catalogada como una vulgar ladrona. Notó como la sonrisa del hombre creció, y se ruborizó al entender que esa era justo la reacción que él estaba esperando.

—¡Buen grito! Pero puede mejorar. Confía en mí —Usando la espada volvió a meter el trozo de carne en el fuego. —Tuve que maniobrar para atajarte en plena caída, y bajarte intacta hasta el suelo antes que mi compa se echara a dormir. Estuvo emocionante.

Nadjela no recordó nada de eso, y por lo magullado que se siente su cuerpo sospechó que el descenso estuvo más torpe de lo que esas palabras dejan entender. Los minutos pasaron y el demonio continuó zampando durante todo el rato que Nadjela se le queda viendo sentada abrazando sus piernas, lo más lejos posible de él pero sin aventurarse a salir del circulo de luz de la fogata. No cayó en la trampa del komodo, así que no entendió a qué esperó esa criatura para enseñar su verdadera cara y ponerle las manos encima. La princesa estuvo segura que odiaría eso, pero al menos saldría de la duda si algo pasara. El demonio se entretuvo mordisqueando la carne de los huesos, chupando los olorosos jugos del lagarto con sorbos bastante audibles, mientras con su mano libre tomaba más ramitas cosechada de los matorrales cercanos para que crispen en el fuego. Nadjela cansada de esos sonidos y de la incertidumbre, se llenó de valor para preguntar.

—¿Qué eres?

—¿Qué soy? —El desconocido la contempló y con la mano se levantó el visor. Por la cercanía al fuego el carmesís de sus ojos quedó vuelto un suave amarillo que reflejaba calor, franqueza, e iniciativa. —¡Me llamo Chester Lancaster! ¡El que gana! ¡El que manda! ¡El que no huele a lavanda! Sino a macho, a sudor, como tiene que ser.

Las palabras raras le entraron por una oreja a Nadeja y le salieran por la otra, pues quedó perdida en la mirada enmarcada por aquella expresión que siempre parecía tener una sonrisa secreta, como si nada pudiese empañar su buen humor o su relajo. Reconsideró sus sospechas. ¿De verdad un hombre con ese semblante podría ser malo? ¿No está ligado él con el manantial que quitó la sed de su pueblo? Es un hombre extraño y único que cayó del cielo, como cuentan las leyendas de La Cuna que el profeta llegaría.

—¿Chester Lancaster, el salvador...?

—¿Yo? ¿Un salvador? —El calificativo le sacó una carcajada y negó con la cabezo antes de echarse de lado en el suelo polvoroso, con la mejilla en la palma. —¡Suena bien! Pero no. Eso sería demasiado. Solo soy un tipo que busca vivir bajo sus propias reglas. Tengo mi espada, mi Blindaje, y mi libertad. No necesito nada más.

Al decir la palabra Blindaje él miró de reojo a cielo. Nadjela siguió sus ojos hasta el gigante.

—¿Viniste de él? —Preguntó ella.

Chester asintió.

—Entonces es tu padre.

—¿Qué…? Mi viejo no era así de genial. Este es North Star. Como mi espada, representa otra parte de mi espíritu. Pero como se dañó durante mi última batalla, ya no responde —Se rasca la melena. —En serio no debí subestimar a esas dos...
Soltó una escueta explicación de lo sucedido, de cómo por encima de las nubes dos pilotos lo flanquearon y golpearon por ambos costados, atravesando la cabina de su North Star y llevándolo a iniciar un protocolo de aterrizaje de emergencia. Estrelló el Blindaje maniobrando como le enseñaron para dispersar el calor (Creando por costumbre una trinchera), y perdió el conocimiento. La idea de darle la espalda al enemigo fue deshonrosa, pero a esas alturas su espíritu de lucha quedó mitigado tras entender con quienes combatía.

—¡Yo no mato mujeres o niños! Deberían quedarse en casa y dejar que los hombres hablemos tranquilos y en paz con nuestros puños.

—No entiendo. ¿Hablas de mujeres guerreras...? ¿Acaso donde vuela la madre de todas las aves siguen ocurriendo luchas por la supervivencia?

Nadjela abrazó aun más sus rodillas y hundió el rostro, preocupada por la absurda posibilidad. El cielo se supone que es un sitio lleno de armonía donde los sufrimientos y ambiciones terrenales poco valor tienen. La misma madre de aves levanta fuertes vientos con su aleteo que se lleven los pesares, y castiga los gritos de ambición del corazón con zarpazos relampagueantes y canciones divinas que a oídos mortales suenan como truenos. Otra cosa que la descolocó es que exista una mujer guerrera, cuando en La Cuna a las féminas siempre las instruyeron en el quehacer del cocinar, del tejer, del lavar, del buscar agua, del recoger la cosecha cuando está madura, y del encontrar un buen hombre con el cual casarse y tener hijos. La guerra, el pelear, el cazar, siempre fue cosas de varones. A Nadjela le costó imaginarse plantada en un suelo y zarandeando una espada.

—¿Verdad que no deberían haber? —El tal Chester tomó la incredulidad de Nadjela como una aprobación a sus creencias. —Yo no sé de ninguna madre de aves. Pero el mundo está ardiendo arriba y abajo. ¿Cómo no lo notas? Pero si se siente el calor desde aquí— Mantuvo cerrado los ojos y la mente en otro lado. Nadjela trató de sentir, pero alejada del fuego, y sin aquel extraño capullo que la cubra, solo notó estar tiritando. Chester abrió los ojos y perdió la mirada entre las nubes como reconociendo recuerdos en sus formas. —¿En serio no lo sientes? Pero si nos estamos quemando. 100 millones solo en los últimos cinco meses… Solo 100… Alguien tendría que enseñarles un par de cosas a esos idiotas lo comenzaron todo —Regresó la vista a ella. —¿No te enteraste? ¿Vives en una cueva?

—No entiendo de qué me habla, y tampoco soy de una cueva. Soy de la gente de La Cuna.

—Primera vez que escucho de ese sitio. Ni tampoco ubico tu jaspanglishinese.

—Necesito regresar —Trató de mirar en la oscuridad y vislumbrar la cara de la montaña que acobija su hogar, pero no la encontró en aquella maraña de sombras indescifrables. Le angustió la idea de haberse alejado tanto de su gente que más nunca podría volver. Y si lo hiciera, ¿qué la salvaría de le acusen de un fantasma errante o un demonio disfrazado de humano? Tragó saliva sintiéndose una renegada. —Estamos en zona prohibida. Mi padre, mi amiga Majani, todos deben estar preocupados.

—¿Zona prohibida? —El hombre azul soltó una carcajada en menosprecio a la declaración. —¡No existe algo como la zona prohibida! —Se echó de espalda y levantó una mano hacia los cielos. —¡Este es el mundo! Y el mundo es de todos, y está hecho para disfrutarse, explorar y vivir. Solo hay que salir y tomar lo que ofrece.

En tales palabras resaltaban una ambición que Nadjela no pudo pasar por alto. Se estremeció con esas ideas que van en contra de las enseñadas dadas por generaciones a las gente de su tribu, las enseñanzas que su mismo padre respeta y predica para protegerlos y mantenerlos alejados de la maldad que se cuecen más allá del horizonte. Claro que a veces negociaron con otras tribus, y entendieron que hay más tribus en las lejanías. Pero La Cuna nunca viajó donde ellos, sino que ellos vinieron a la montaña, ofreciendo miel, o algodón, o rollizos wombats. En cambio La Cuna entregó las bondades de El-nido-de-todas-plantas (Exceptuando las semillas) o la pesca cuando el rio corre. Claro que manteniendo una tacita desconfianza hacia esos comerciantes extranjeros que más bien podrían ser diablos disfrazados.

«Debo volver. Tengo que volver» Esos pensamientos la llevaron a preguntar.

—¿Puede el gigante llevarme a casa?

—¿No escuchaste nada de lo que te dije? Necesito un mecánico para ponerlo a andar. Ni si quiera sé cómo diantres logró volver en sí tras el choque— Se pasó una mano por su azul cabellera. —Solo sé que todo estaba negro, y entonces vi una luz y oí una voz.

—¿Qué es un mecánico? ¿Cuál voz?

—Vamos, ¿cómo no sabes lo que es un mecánico? Y la voz sonaba más o menos como la tuya. ¿Qué edad tienes?
Chester la escudriñó con la mirada. La princesa captó esa creciente atención, se abrazó a sí misma como queriendo empequeñecer más su cuerpo y restarle a ese hombre sitio donde echar su vista a correr.

—Cumplí quince vueltas la temporada de fuego pasada.

—¡Quince vueltas! Supondré que esos son años. ¿Y le han dado zanahoria a tu conejito?

Nadjela toda colorada, le lazó una mirada de desprecio. La pregunta era tan trasparente que no hubo necesidad de estar familiarizada con los ejemplos para entender.

—¡No me mires así! ¡No hay manera delicada de preguntarlo! Como sea, entonces no fuiste tú.

—¿Tienes el poder de identificar a una virgen con tan solo escucharla?— Se le filtró un rastro de sorpresa y honesta emoción. Una habilidad como esa, sumado al hecho de escuchar voces, dieron pistas de ser un ente sagrado. Como Neddin cuando oye la voz de la madre ave en momentos disputa, y se requiere intervención divina para esclarecer el camino único y correcto.

—¡Qué va!— Pero Chester se apresuró a quitarse lo divino como quien quiere zafarse de una piel hedionda y recién desollada. —Es simple. La voz que oí me pidió un favor. Pidió que protegiera a su hija. Y supongo que tú eres la hija de alguien.

Fin del primer capítulo.
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SergioV
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por SergioV »

Bien, ahí va mi opinión, con ánimo 100% constructivo:

Leyendo los primeros párrafos, mi opinión viene siendo la misma respecto al prólogo. El estilo no es el más cómodo de leer, y si bien la trama se puede "intuir", hay que echarle algo de imaginación para ello. Luego, como tú mismo dices, la cosa va cambiando y es más fácil, tanto leer como visualizar lo que ocurre. Por lo que parece, la ambientación sería algo así como un futuro post-apocalíptico, rollo Mad Max, o eso me parece a mí. En lo positivo, el concepto de la historia me parece interesante, aunque todavía falten muchas piezas para ir desvelando el argumento.

Un saludo!
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lucia
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por lucia »

Deberías cuidar más los tiempos verbales: no puedes saltar del presente al pasado alegremente dentro de una misma frase. Decídete por uno de ellos y sigue con él toda la historia. Eso facilitaría mucho el seguirla.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Oliverso
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Re: Como de espadas y brujería (Probando prologo)

Mensaje por Oliverso »

@SergioV Pues veo una mejora en la recepción respecto a tu opinión, así que eso para mí es una victoria aunque entienda que le falta mucho trabajo :wink: Respecto al mundo, no es post apocalíptico pero se. Simplemente el área donde vive Nadjela está muy jodida. El resto del mundo también tiene sus claro-oscuros, por ejemplo España es una teocracia misandrica, cuyo foco de fe es la virgen María. También muchos países hispanos fueron absorbidos por Nueva Gran Colombia. La Unión Soviética nunca colapso. El Cuarto Reich existe y recupero Alemania. Estados Unidos está partido en dos, la mitad demócrata conquistada por el Principado de Elon, y la mitad republicana mantenida por los Nuevos estados confederados. Y paro de contar o no terminaría nunca.

@Lucia Todavía ando en proceso de correccion, aunque admito que los tiempos verbales es algo que se me dificulta mucha y a veces ni se por qué. No es que desconozca la existencia del protocolo de presente, pasado, y futuro, es que al momento de escribir o de leer no la noto o me cuesta notarla, y eso que he leído mucho sobre reglas de ortografía. Igual gracias por tomarte tu tiempo de pasar, y un abrazote.
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