Fenacer
Fenacer
Aquél fue el primer hombre que nació anciano, Luego, fue rejuveneciendo, Le empezó a crecer el cabello y su piel se fue estirando, Comenzó a crecer en altura, Le apareció el brillo en sus ojos, Engordó para después ir haciéndose más esbelto, Al cabo de treinta años empezó a ser visible para las mujeres, Empezó a follar con sosiego y conocimiento, Saboreando cada momento como lo hace un sabio en experiencias, Tenía dinero de sobra pero según se hacía joven lo iba dilapidando, Se casó con treinta años y se separó a los veinte, Quería disfrutar de la vida, Ya vislumbraba la pesadilla de la adolescencia, Le crecieron los granos en la cara, Le menguaron las caderas y los hombros, y de su cuerpo emanaba un olor desagradable a hormonas, Otra vez comenzó a ser invisible para las mujeres, Y eso le atormentaba, Siguió a todo la pérdida de palabras y de nociones. Llegó a la niñez con la cabeza cargada de recuerdos; casi todos amargos, El futuro lo veía negro: en un cochecito con sabanitas blancas de encaje, Dejó de comer aunque se pirraba por las tetas de las enfermeras que a la sazón eran todas donantes de leche, se le cayeron los dientes, uno, de un bofetón propiciado por la matrona mayor –mordió el pezón demasiado-, La pérdida de peso era ya imparable, Cuando fue del tamaño de un antebrazo con su mano, una enfermera lo quiso tanto que se lo introdujo por su vagina y de esa forma tan espantosa, aquél hombre..., fenació.
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- GANADOR del III Concurso de relatos
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Re: FENACER
aunque no se esperen sorpresas, es agradable de leer, rezuma humor en esas pocas líneas que resumen toda una vida vivida al revés.
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- The drummer
- Me estoy empezando a viciar
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Me temo que la idea no es muy nueva. Hay un corto español que ha ganado en Sundance titulado "La ruta natural" que cuenta la misma historia. Pero también hay un comic de principios de los ochenta guionizado por Alan Moore (El de V de vendetta y Watchmen) titulado el hombre reversible que cuenta practicamente lo mismo.
Siento que no se te haya ocurrido primero.
Siento que no se te haya ocurrido primero.
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Vaya. Parece que he plagiado algo sin saberlo. Pero no temas The drummer; no me importa no ser el primero. Desconocía la existencia de ese corto que comentas, y menos del comic de principios de los ochenta. Lo del anuncio sí me suena haberlo visto.
Imagino que todo está escrito y que hacemos combinaciones y repeticiones de un mismo elemento. Pienso que todo lo que se nos ocurre ya se le ha ocurrido antes a alguien. Si nos queremos dar de alta en un correo electrónico nos la vemos y nos las deseamos para que no esté repetido. Si comienzo un cuento diciendo que alguien se quedó ciego de repente, dirán que se está plagiando a Saramago. Hace poco, en un foro, hablando sobre el asesinato y canibalismo de un alemán me “acusaron” de que mi comentario se pareciera precisamente a algo de Saramago.
El cuento que escribí sobre la cerilla está basado en un cuento que no he leído de Jack London. Era una frase sacada de un libro de artículos de Sawl Bellow donde se comentaba que había un escritor que simpre recordaba aquel cuento de London en el cual había un hombre a punto de morir de frío y al que sólo le quedaba una cerilla. Sólamente. Yo quise hacerle un homenaje. Todas las ideas nacen de algún chispazo tanto escrito como visto o vivido.
Lo que viene a continuación lo escribí hace más de un año en otro foro y habla sobre el tema.
17 de marzo de 2005
Alguna vez quise escribir un cuento perfecto. La página en blanco; el vértigo. ¡Cómo comenzar!. Hacía poco que había leído “El extranjero” de Albert Camus. Meursault, el personaje principal está en la cárcel por un asesinato absurdo. Recoge del suelo un periódico atrasado y medio roto para hacer más soportable el paso de las horas. En el periódico encuentra una noticia que le obsesiona por completo. La noticia contaba un asesinato atroz.
Este es el caso resumido: Un hombre deja su casa en Checoslovaquia y tras veinticinco años vuelve rico. La madre y la hermana dirigían un motel de mala muerte en su pueblo. Para sorprenderlas se instala en una habitación. Les muestra el dinero. No le reconocen. Por la noche lo matan a martillazos y lo arrojan al río.
Llega por la mañana la mujer del hombre con su hijo y revela la verdadera identidad del hombre. La madre se ahorca y la hermana se tira a un pozo.
Meursault, el narrador, dice que ha leído esa historia miles de veces y que, en parte, se merece ese destino: nunca se debe jugar. Sobre esta historia, al parecer verdadera, quería yo construir un cuento. ¡Qué historia más fantástica! Pensé. Me puse a ello un jueves por la noche. Llevaba tres o cuatro párrafos. El domingo, como siempre, compré El País. Hubo un artículo que me sobrecogió. Estaba firmado por Francisco Ayala. Hablaba del estreno de una obra de teatro, El Malentendido, basada en la noticia del periódico de El Extranjero. Mi idea, que yo creí buena y novedosa, ya había sido pensada, escrita y ¡representada en un teatro de París! ¿Hay algún tema original e interesante del que se pueda escribir? Saludos.
Fíjate Jangel, que la palabra Fenacer se la inventó un contertulio en un programa de radio de hace diez o quince años y sin saber por qué, me vino a la memoria. Y si me vino a la memoria es porque se me quedó grabada en algún lugar de mi querida neurona.
Saludos.
Imagino que todo está escrito y que hacemos combinaciones y repeticiones de un mismo elemento. Pienso que todo lo que se nos ocurre ya se le ha ocurrido antes a alguien. Si nos queremos dar de alta en un correo electrónico nos la vemos y nos las deseamos para que no esté repetido. Si comienzo un cuento diciendo que alguien se quedó ciego de repente, dirán que se está plagiando a Saramago. Hace poco, en un foro, hablando sobre el asesinato y canibalismo de un alemán me “acusaron” de que mi comentario se pareciera precisamente a algo de Saramago.
El cuento que escribí sobre la cerilla está basado en un cuento que no he leído de Jack London. Era una frase sacada de un libro de artículos de Sawl Bellow donde se comentaba que había un escritor que simpre recordaba aquel cuento de London en el cual había un hombre a punto de morir de frío y al que sólo le quedaba una cerilla. Sólamente. Yo quise hacerle un homenaje. Todas las ideas nacen de algún chispazo tanto escrito como visto o vivido.
Lo que viene a continuación lo escribí hace más de un año en otro foro y habla sobre el tema.
17 de marzo de 2005
Alguna vez quise escribir un cuento perfecto. La página en blanco; el vértigo. ¡Cómo comenzar!. Hacía poco que había leído “El extranjero” de Albert Camus. Meursault, el personaje principal está en la cárcel por un asesinato absurdo. Recoge del suelo un periódico atrasado y medio roto para hacer más soportable el paso de las horas. En el periódico encuentra una noticia que le obsesiona por completo. La noticia contaba un asesinato atroz.
Este es el caso resumido: Un hombre deja su casa en Checoslovaquia y tras veinticinco años vuelve rico. La madre y la hermana dirigían un motel de mala muerte en su pueblo. Para sorprenderlas se instala en una habitación. Les muestra el dinero. No le reconocen. Por la noche lo matan a martillazos y lo arrojan al río.
Llega por la mañana la mujer del hombre con su hijo y revela la verdadera identidad del hombre. La madre se ahorca y la hermana se tira a un pozo.
Meursault, el narrador, dice que ha leído esa historia miles de veces y que, en parte, se merece ese destino: nunca se debe jugar. Sobre esta historia, al parecer verdadera, quería yo construir un cuento. ¡Qué historia más fantástica! Pensé. Me puse a ello un jueves por la noche. Llevaba tres o cuatro párrafos. El domingo, como siempre, compré El País. Hubo un artículo que me sobrecogió. Estaba firmado por Francisco Ayala. Hablaba del estreno de una obra de teatro, El Malentendido, basada en la noticia del periódico de El Extranjero. Mi idea, que yo creí buena y novedosa, ya había sido pensada, escrita y ¡representada en un teatro de París! ¿Hay algún tema original e interesante del que se pueda escribir? Saludos.
Fíjate Jangel, que la palabra Fenacer se la inventó un contertulio en un programa de radio de hace diez o quince años y sin saber por qué, me vino a la memoria. Y si me vino a la memoria es porque se me quedó grabada en algún lugar de mi querida neurona.
Saludos.