Augustus Crhistopher (Historias de vuestros avatares II)

[Nelly]

LA VIDA DE AUGUSTUS CRHISTOPHER


Trabajo, comida, trabajo, reunión, trabajo, almuerzo, comida.
Augustus Crhistopher tenía una vida sencilla. Cada mañana se levantaba en el segundo exacto del minuto exacto en el que se tenía que levantar. Tostaba dos rebanadas de pan hasta su punto exacto, desayunaba la cantidad exacta de café con la parte proporcional exacta de leche y azúcar.
Su agenda diaria era una ajustado plan basado en algoritmos de tiempo exactos. Nunca se retrasaba, nunca llegaba antes, nunca hacía nada que no estuviera previsto de manera exacta en su organizada mente.
Hasta el día en que lo que se detalla a continuación aconteció:
Era una mañana exactamente igual a las anteriores, donde todo estaba planificado, mas lo que Augustos Crhistopher no esperaba aquel día, era contemplar estupefacto la imagen increíble que su espejo le devolvió al afeitarse.
La maquinilla cayó al suelo en medio de un zumbido que podía solo ser reflejo del que azotaba su mente.
Su cabeza era un ordenador.
Ni ojos ni nariz ni labios ni boca...
Asustado, volvió la cabeza a un lado y a otro, como buscando una salida a tan absurda situación, se pellizcó la mejilla pero solo encontró una pantalla plana. Salió del cuarto de baño tan presuroso que tropezó con el dintel de la puerta y cayó de bruces hacia atrás.
-Me estoy volviendo loco –dijo- esto no puede ser real.
Pero lo era. Y lo peor estaba a punto de llegar. Llamó a la oficina pues tenía una reunión con unos clientes sumamente importantes y así no podía asistir. Pero no le permitieron excusarse con ningún tipo de estratagema, y es que Augustus era un hombre muy honrado al que no se le daba bien mentir (a fin de cuentas era inventar datos erróneos, y por lo tanto, no exactos)
- Esta bien –dijo al fin, derrotado- No puedo ir porque mi cabeza es un ordeandor.
Al otro lado de la línea se escuchó una risa breve de su compañero.
- Siempre lo ha sido, Augustos –le dijo, y colgó.
No le quedó más remedio que acudir a la oficina y lo más sorprendente de todo es que nadie parecía darse cuenta del cambio.
- Buenos días, Augustus –le decían sus compañeros -, hoy es un día importante, ¿eh?
- Pero, ¿no lo veis? –les respondía desesperado- ¡Soy un ordenador!
- Claro, eres una máquina, Augustos, siempre lo hemos dicho.
Cuanto más protestaba Augustos menos caso le hacían.
- Venga, venga –le dijo su supervisor-, todos nos hemos sentido así alguna vez. Centra bien el nudo de la corbata y a por ellos.
Pero Augustus no fue capaz de enfrentarse a la reunión. Su cabeza tropezaba con los dinteles de las puertas, sentía que la corbata le asfixiaba, y las señales del proyector hacía interferencias en su CPV.
Al final la pantalla de la sala de reuniones se estropeó.
- Es un momento delicado –le dijo su supervisor- sin la presentación estamos perdidos.
Augustus miró a un lado y a otro, examinando una a una las caras pétreas de los clientes, que esperaban evaluando con ojo crítico la situación.
En un caso así..., era algo desesperado, pero, bueno, quizá debía usar su nueva condición aprovechando las oportunidades que le ofrecía. A fin de cuentas, la presentación podía desde un ordenador y... ¡su cabeza lo era!
Iba a conectar el botón de inicio que mandaría a su mente todos los datos cuando de pronto se vio reflejado en una de las ventanas.
Y su rostro era el de siempre, un tanto desmejorado a causa del estress, pero seguía siendo el Augustus de ayer, y de antes de ayer. El incansable trabajador, lógico, previsible, precavido, pragmático, racional, .... exacto.
- ¡NO! –gritó.
Su supervisor se volvió hacia él asombrado. Los clientes se miraron perplejos.
- No lo haré –dijo Augustos, con voz calma-. Dimito, abandono. Dejo este trabajo para siempre. No quiero volver a ser un ordenador.
Todos los miembros de la sala se miraron sin comprender....
- Augustus, amigo, si no te encuentras bien...-comenzó su jefe.
- Estoy mejor que nunca –respondió él-, por primera vez veo la realidad. Y la realidad es que llevo años trabajando como un ordenador autómata, y no quiero vivir así.
- Augustus, este no es momento ni lugar para...
- Nunca lo es –replicó implacable-, y nuna lo será. No quiero esperar a quedarme como un ordenador obsoleto y que me replazen. Yo valgo mucho más.
Y dando media vuelta, abandonó la sala de juntas para no volver jamás.
Nunca se supo más de Augustus en la empresa, aunque algunos dicen que dejó los análisis de datos y ahora vive como un marajá dedicándose a otros trabajos mucho más placenteros, como la pintura, y vivir.

FIN

[JANGEL]

¡Huy! Si se hubiera dedicado a la literatura... Sí, las artes parecen ser más placenteras que el trabajo mundano. Este Augustus Christopher... Con ese nombre, ¿qué esperaba?

[Nelly]

Pues ahora que lo dices... su nombre pertenece a un santo,...ja,ja,ja... , ese avatar tuyo da para mucho, Jangel, es genial.
Y el relato,... era por divagar un rato.... (me aburro, cosa mala)