El bujío de Santa Catalina 1 (Bordeando la realidad)

[jilguero]

Hoy, Cata, vamos a pasar de puntillas sobre el palo poético de la mano de Edgardo. No sé si él se pasará por aquí y leerá este comentario, pero aquí lo dejo.

No soy lectora habitual de poesía y no me siento capaz de valorarla. Pero, durante el pasado confinamiento, leí algunos de sus poemas, de sus versos. Y me enteré, por ejemplo, de que Edgardo muere en cada uno de sus versos y que renace con el siguiente. No me extraña si es cierto que:
“Del uso racional del sufrimiento me nutro.”

O eso otro de que:
"Escribir el poema es irrumpir en las ideas del otro que soy."

O bien lo de que:
"Hoy no tengo versos que engalanen los pájaros que viven en tus ojos.
No, nos los tengo.
Quizás no tengo ni los pájaros ni los ojos."

Tampoco quiero dejar de citar aquí una imagen que me gustó mucho: la imagen de esa santacatalina tan humilde como una gota de lluvia:
"Mamacita linda. India refajada. Humilde gota de lluvia."

Y de ese hijo limpiándole los pies:
"Te quitaré de los pies la tierra negrita de la barranca,
humilde gota de lluvia."

Me llamó la atención también los versos sobre esa mujer que renuncia a la sensualidad por culpa de la razón (quizás su intención fuera otra, pero es así como yo lo interpreto):
"La niña vestida de rojo se suicida con ideas.
Y renuncia a sentir mariposas en su pelo.
A cambio de platicar con el destino."

Y para terminar, estando este bujío en un foro de libros, qué mejor imagen que la de ese hombre sentado sobre un libro que nunca leyó porque no tenía letras y que murió herido por las palabras que nunca había leído:

"Sentado sobre un libro que nunca leyó.
Es poco lo que hace desde allí.

Escuchaba.

Murió Sentado sobre un libro que nunca leyó.
Porque no tenía letras.

Murió herido por las palabras que nunca leyó .".

*****

Un beso a pajarini...

¡La Niña Guadiana! Esa que es al mismo tiempo un y un .

[jose2v]

Hoy, Cata, vamos a pasar de puntillas sobre el palo poético de la mano de Edgardo. No sé si él se pasará por aquí y leerá este comentario, pero aquí lo dejo.

No soy lectora habitual de poesía y no me siento capaz de valorarla. Pero, durante el pasado confinamiento, leí algunos de sus poemas, de sus versos. Y me enteré, por ejemplo, de que Edgardo muere en cada uno de sus versos y que renace con el siguiente. No me extraña si es cierto que:
“Del uso racional del sufrimiento me nutro.”

O eso otro de que:
"Escribir el poema es irrumpir en las ideas del otro que soy."

O bien lo de que:
"Hoy no tengo versos que engalanen los pájaros que viven en tus ojos.
No, nos los tengo.
Quizás no tengo ni los pájaros ni los ojos."

Tampoco quiero dejar de citar aquí una imagen que me gustó mucho: la imagen de esa santacatalina tan humilde como una gota de lluvia:
"Mamacita linda. India refajada. Humilde gota de lluvia."

Y de ese hijo limpiándole los pies:
"Te quitaré de los pies la tierra negrita de la barranca,
humilde gota de lluvia."

Me llamó la atención también los versos sobre esa mujer que renuncia a la sensualidad por culpa de la razón (quizás su intención fuera otra, pero es así como yo lo interpreto):
"La niña vestida de rojo se suicida con ideas.
Y renuncia a sentir mariposas en su pelo.
A cambio de platicar con el destino."

Y para terminar, estando este bujío en un foro de libros, qué mejor imagen que la de ese hombre sentado sobre un libro que nunca leyó porque no tenía letras y que murió herido por las palabras que nunca había leído:

"Sentado sobre un libro que nunca leyó.
Es poco lo que hace desde allí.

Escuchaba.

Murió Sentado sobre un libro que nunca leyó.
Porque no tenía letras.

Murió herido por las palabras que nunca leyó .".

*****

Un beso a pajarini...

¡La Niña Guadiana! Esa que es al mismo tiempo un y un .

Bonito ripio.
La vida, y la muerte, es poesía.

Si la vida son dos días,
Fueron tres los días
Qué me sobreviví,
Y cuatro
Los que me maltraté.

[jilguero]

Fueron tres los días
Qué me sobreviví,
Y cuatro
Los que me maltraté.

Qué cenizos andamos últimamente, empezando por mi misma.

Y qué Levantito más bueno tenemos. Eso sí, Cata, estando al lado de mar se sobrelleva mejor el calor que tierras adentro, donde cuando aqui sopla Levante, como tú bien sabes, en el valle del Guadalquivir los termómetros se disparan.

[jose2v]

Fueron tres los días
Qué me sobreviví,
Y cuatro
Los que me maltraté.

Qué cenizos andamos últimamente, empezando por mi misma.

Y qué Levantito más bueno tenemos. Eso sí, Cata, estando al lado de mar se sobrelleva mejor el calor que tierras adentro, donde cuando aqui sopla Levante, como tú bien sabes, en el valle del Guadalquivir los termómetros se disparan.

¿Covid?

[Megan]

Cata, cuánta poesía pulula por aquí, tu verano que es mi invierno, invita a soñar...
y en mi sueño, me dolían las piernas de tanto caminar,
me pesaba el miedo de tanto ansiar,
me fatigaba el pecho por no llegar,
moría de tristeza por no verte más,
y fue en mi último respirar,
que sentí en mis labios tu boca besar,
mas, ya era tarde, cuando dejé de suspirar,
y tus tristes lágrimas no me hicieron regresar...
A veces soñar es llorar y despertar es morir...
Pajarillo querido, necesitaba escapar,
mil besos y como siempre,
gracias por escuchar

[jilguero]

gracias por escuchar

En estos días de calor es un placer recibir esa fresca brisa invernal de allende los mares.

Tiempos duros aquí y allá.

[jose2v]

Cata, cuánta poesía pulula por aquí, tu verano que es mi invierno, invita a soñar...
y en mi sueño, me dolían las piernas de tanto caminar,
me pesaba el miedo de tanto ansiar,
me fatigaba el pecho por no llegar,
moría de tristeza por no verte más,
y fue en mi último respirar,
que sentí en mis labios tu boca besar,
mas, ya era tarde, cuando dejé de suspirar,
y tus tristes lágrimas no me hicieron regresar...
A veces soñar es llorar y despertar es morir...
Pajarillo querido, necesitaba escapar,
mil besos y como siempre,
gracias por escuchar

Aunque no sea el aludido, gracias por lo escrito.

[Megan]

gracias por escuchar

En estos días de calor es un placer recibir esa fresca brisa invernal de allende los mares.

Tiempos duros aquí y allá.

Cuando el llanto te nubla los ojos, Cata siempre va a estar

[Megan]

Cata, cuánta poesía pulula por aquí, tu verano que es mi invierno, invita a soñar...
y en mi sueño, me dolían las piernas de tanto caminar,
me pesaba el miedo de tanto ansiar,
me fatigaba el pecho por no llegar,
moría de tristeza por no verte más,
y fue en mi último respirar,
que sentí en mis labios tu boca besar,
mas, ya era tarde, cuando dejé de suspirar,
y tus tristes lágrimas no me hicieron regresar...
A veces soñar es llorar y despertar es morir...
Pajarillo querido, necesitaba escapar,
mil besos y como siempre,
gracias por escuchar

Aunque no sea el aludido, gracias por lo escrito.

Gracias a vos por leerme, José

[jilguero]

La zafra

Mientras el persianero, Cata, me arregla las persianas (esta casa estaba ya a punto de convertirse en una suerte de zulo sin ventanas), se me ha venido a la cabeza una imagen doméstica del pasado que, si te parece bien, te voy a contar.

Recuerdo que en la época de vida asilvestrada (sin duda mi primer paraíso perdido), en la cocina de casa había una zafra de hojalata inmensa, colocada encima de una mesita redonda de patas más bien cortas. Cada año, después de la molienda de las aceitunas, la rellenaban con ni se sabe cuántas arrobas de aceite (tenía que durarnos hasta la siguiente cosecha) de un verde oliváceo (nunca mejor dicho) precioso y de un olor muy intenso. La zafra tenía en la parte de abajo un grifo y, colgando de cuello de este, una cubita de hojalata encargada de recoger las últimas gotas que caían después de que la botella, del aceite destinado a los guisos, los desayunos y las meriendas, era rellenada.

La cubita tenía el tamaño perfecto para que hubiera sido propiedad de una niña como la que, a la sazón, yo era; y no podía evitar que los ojos se me fueran detrás de ella. Pero, sobre todo, era una cubita que, cuando era descolgada, significaba el comienzo de un gran espectáculo. El espectáculo de ver fluir ese líquido tan bonito y tan denso camino del embudo, también de hojalata, que siempre colocaban en el gollete de la botella mientras esta era rellenada. Me fascinaba ver aquella especie de vara verde de vidrio que, como por arte de birlibirloque, partía de la boca del grifo y terminaba en la angostura del embudo. Una vara que, sin embargo, se convertía en una suerte de surtidor que creaba bellas corrientes en el interior de la botella. Y una vara que, justo en el momento en que se cerraba el grifo, se estrechaba y luego se rompía.

Y era, entonces, cuando la cubita de hojalata, detrás de la que se me iban los ojos, era colgada de nuevo en su sitio y, con paciencia y eficacia, se encargaba de ir recogiendo los últimos añicos de esa bella vara verde de vidrio que siempre se rompía al final de aquel doméstico espectáculo.

Un recuerdo, Cata, que hay días en los que, cuando en el supermercado me acerco al estante donde está el aceite de oliva almacenado en las modernas botellas de plástico, me hace sentir añoranza de esa zafra de hojalata y, por ende, del mundo, ya desaparecido, que representaba...

[jilguero]

Y qué me dices, Cata, del mundo de las orzas y las tinajas, de esos recipientes de barro vidriado dentro de los cuales te podías encontrar almacenada casi cualquier cosa. Le tengo gran apego a sus castizas figuras. Tanto es así que tengo diversas tinajas pequeñitas como objetos de adorno. Cuando las miro, se me antojan un rudo esbozo de la silueta de la parte inferior del cuerpo de una señora de generosas caderas con los brazos en jarra.

Quizás un día de estos acuda, Cata, al plúteo donde almaceno esos recuerdos y te cuento lo que llegué a ver almacenado en el interior de eso panzudos recipientes. Pero tal vez merezca la pena también hacerle un pequeño homenaje, ya de paso, a sus primos hermanos aguadores: los cántaros y los búcaros/botijos/porrones.

[jilguero]

¡Un cormorán en junio, Cata!

Antes, su presencia en los cables de la luz de la bahía, como funestas pinzas de un tendero sin ropa tendida, era un símbolo inequívoco de que estabamos en la época fria del año.

Llevo un montón de veranos asomándome a la bahia desde la balaustrada de la Alameda Apodaca y hasta hoy jamás habia visto un cormorán.

Estaba posado sobre las ruinas de una construcción de piedra ostionera que debió haber ahí antaño. Solitario e inmóvil, como si formars parte de ese pasado. Incluso el color de su plumaje tenía un tono parduzco, como si estuviera recubierto de una pátina de polvo...

Creo que era un ejemplar joven, aunque de gran tamaño ya.

[Gretogarbo]

¡Un cormorán en junio, Cata!

Aunque muy ocasionalmente, yo también he visto algún cormorán en verano. Quizás, como tú dices, sean alguna cría despistada que se ha olvidado de emigrar, jilguero.

[Tolomew Dewhust]

¡Un cormorán en junio, Cata!
...

Estaba posado sobre las ruinas de una construcción de piedra ostionera que debió haber ahí antaño. Solitario e inmóvil, como si formara parte de ese pasado.

Andan desenterrando los restos del puerto fenicio. Igual salió de allí.

[jilguero]

Aunque muy ocasionalmente, yo también he visto algún cormorán en verano. Quizás, como tú dices, sean alguna cría despistada que se ha olvidado de emigrar, jilguero.

He estado mirando y, por lo visto, en zonas interiores de la península hay ya cormoranes que se quedan todo el año.

En tu tierra, Greto, lo veo menos extraño. Creo que ya comenté que me sorprendió ver en Cantabria en verano tifas (lavandera común) cuando aquí las tengo asociadas al invierno. Pregunté y me dijeron que allí estaban todo el año.

Y sí, tenía pinta de muy despistado. De hecho, mi impresión fue de que acababa de despertarse después de siglos de "hibernación".

Andan desenterrando los restos del puerto fenicio. Igual salió de allí.

Oye, pues cierto aire fenicio tenía su silueta. En alguna pamplina habrá que darle un papelito.

Y al ver en el mapa Cotinousa, me he acordado de que uno de los descubrimientos de la visita don Torcuato a Cádiz fue que santa Lilaila de Éfeso llegó viva a la isla de Cotinousa.