Ayer el problema era evitar el moho

. Menudos jarreos de agua se chupó El Retiro todo el día. Por la tarde, entre chaparrón y chaparrón, había que sacudir los toldos para que soltaran las balsas de agua que se formaban, y alguno ya se partió del peso

. Los libros estaban todos abarquillados de la humedad, y mirar entre los puestos con un paraguas…. Pero había menos gente (y aún así, vacío no estaba el paseo ni mucho menos), nada de calor y podías hablar con los libreros y firmantes con algo menos de agobio.
Solo se me colaron 3 libros en la mochila, uno con dedicatoria, que hacía mil quinientos años que no lo pedía

. Volveré.
