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“Los desterrados y otros textos”, de Horacio Quiroga.
La ventaja que tiene una recopilación de cuentos de un autor sudamericano publicada por Castalia en su colección de “Clásicos”, sobre la de otra publicada por una empresa multinacional, es que no te vas a encontrar a Paulo Coleho o Jorge Bucay, por no nombrar otros dos grandes nombres del la tomadura de pelo institucionalizada como Eduardo Galeano o Alejandro Jodorowsky. Lo cierto es que la invasión de pseudo místicos de pegolete es algo preocupante si uno no tiene el criterio suficiente para distinguir el grano de la paja.
En cuanto al libro que nos ocupa, se trata de un interesantísimo volumen que recopila algunos de los cuentos escritos por el señor Horacio Quiroga, autor uruguayo afincado en Argentina que, junto con Leopoldo Lugones (otro de los grandes de las letras porteñas) fundó el cuento moderno en el ámbito hispano; o sea que vino a hacer poco más o menos lo mismo, aunque un poco después, que Poe y Bierce en Estados Unidos y Chejov y Gogol en el Imperio Zarista (Rusia y Ucrania respectivamente).
El libro está divido en dos partes principales: el estudio literario suscrito por el señor Jorge Lafforgue y que aclara algunos aspectos de la atormentada existencia y muerte de Quiroga; luego viene la parte que de verdad nos importa: los cuentos, y dentro de ellos podemos encontrar, a su vez, dos distinciones: cuentos para adultos y cuentos para niños. Por sorprendente que pueda parecer, un hombre tan atormentado y tan familiarizado con el sufrimiento como Quiroga, tuvo humor y talento (que ambas cosas son necesarias) para escribir relatos para niños en los que los protagonistas eran animales. No nos pararemos mucho en ellos, pero conviene dar un repaso a su aguda descripción de las costumbres de la hormiga león, terrorífico arácnido que vive en los desiertos sudamericanos en unas condiciones de vida y depredación cuando menos espeluznantes.
Como espeluznantes son los “cuentos para adultos” (si se me permite la expresión) que dan forma a la mejor tajada de esta colección de relatos. Cuentos como “La gallina degollada” o “El almohadón de plumas” o “El hijo”, historias pavorosas, en las que la palabra “tragedia” se queda corta del todo. En concreto, consideramos “La gallina degollada” una de las narraciones cortas más terroríficas que se han escrito en cien años, insuperada todavía por tanto y tanto autor de poca monta que vienen a asustarnos, a intentar asustarnos, con fantasmones, degollaciones y demás zarandajas.
Quiroga da en este libro, en su obra en general, un repaso amplio a esos autores de poco fuste, a los que pone en evidencia con cuentos tan intensos como excelentes. Otro libro que debería ser lectura obligada en los centros escolares, y no sólo por su calidad, sino por su enorme capacidad de entretener, algo que se echa de menos demasiadas veces cuando uno se topa con el tipo de lectura que nuestros escolares sufren –en el sentido literal de la palabra- en los institutos de medios país. No es raro que muchos de ellos se aparten de la lectura y acaben por quemar contenedores; lo raro es que no acaben quemando los libros, a sus compañeros o a los mismos profesores que les recomiendan esos libros-basura que corren de un lado a otro de las aulas de la ESO sin que nadie se anime a leerlos: los que no leen porque no van a empezar a hacerlo ahora con bodrios como los que aconsejan nuestras autoridades educativas; y los que ya leen porque saben de sobra, pese a su juventud, que lo que les recomiendan es basura.
Horacio Quiroga sería una buena vacuna contra tanta indolencia lectora, caso de que los prebostes educativos se dignaran recomendarlo como lectura obligada. No caerá esa breva.