Como los capítulos son muy cortitos y variados, puedo disfrutar más o menos de unos y de otros pero ninguno, hasta el momento, se me ha hecho pesado.
Hay uno muy breve dedicado a Jeff Koons y El perro globo (naranja) por el que un comprador pagó 58,4 millones de dólares. La pregunta es, ¿pagamos por la notoriedad o por la calidad? Como en todos lados, también en el arte, habrá mucho de impostura o de postureo. Una neuroeconomista (sea esto lo que sea ) subraya que un vino sabe mejor cuando en la etiqueta del precio se ve noventa dólares en lugar de diez.
Por tanto, parece que “un nombre famoso unido a un cuadro lo vuelve literalmente mejor”. Nada nuevo bajo el sol.
El capítulo “Mi Louise Bourgeois” me ha parecido maravilloso. Analiza la obra de esta artista y cómo ella, Louise, se convierte junto con otros elementos en uno de los personajes protagonista de El mundo deslumbrante, Harriet Burden. Novela apuntadísima.
Siri Hustvedt escribió:Mi Louise Bourgeois ha removido lo que hay en mi propia mazmorra, el fangoso, aromático, sádico y sensible sótano de los sueños y las fantasías que forman parte de mi vida. Pero los artistas somos caníbales. Consumimos a otros artistas y éstos se convierten en parte de nosotros -carne y hueso-, para ser vomitados de nuevo en nuestras propias obras.
Desde luego me sugiere muchísimo más la araña que el perro.Siri Hustvedt escribió:[…] Tanto la artista real como la inventada están interesadas en la indefinición sexual, en desdibujar los nítidos contornos entre lo femenino y masculino.