Re: El infinito en un junco - Irene Vallejo
Publicado: 21 Abr 2021 07:58
Ashling
Aben, no pude abrir el enlace. :/
Yo voy lenta pero segura.
También me entristeció mucho lo de los últimos escribas egipcios, es curioso ver cómo algunas religiones muy antiguas permanecen mientras que otras se pierden a lo largo de la sustitución cultural, fruto de las conquistas.
Yo estaría venerando a Hutzilopóchtli en náhuatl con corazones humanos de ofrenda, pero me quitaron esa posibilidad. Que se disculpen.
Es apasionante todo lo que ocurrió en torno a la biblioteca de Alejandría, incluso leí un buen tramo escuchando "Alexander the Great", de Iron Maden, a sugerencia de la autora, aunque yo la verdad es que nunca he sido metalera.
Lo que me gusta de Irene Vallejo es el buen humor que destila a cada instante. Es un relato muy sabio, bien escrito. Me he sentido buena parte como repasando la carrera de letras, entre bardos y aedos, escritores y obras conocidas.
No puedo dejar pasar la historia fabulosa de la piedra de Rosetta, creo que he leído cien veces sobre ella y en todas las ocasiones pienso en esos escritos misteriosos, el enorme esfuerzo por descifrarlos y el inmenso aporte a la humanidad al finalmente desvelar miles de relatos y creencias a través de los jeroglíficos. La vi en el Museo Británico hace varios años y fue muy emocionante.
Las bibliotecas recorridas por la escritora dejan una estela de encanto, algo mágico como en el caso de la biblioteca Bodleiana y sus mil publicaciones diarias por clasificar. Imagino el placer de sumergirse en ese mar de obras nuevas y a la vez experimento cierta angustia ante la realidad de no poder ingresar más que a una mínima parte de todo ese saber reunido día tras día.
Vallejo narra cosas que ya sabemos y lo hace de tal forma que cobran un nuevo interés y encanto. Tal es el caso del paso de las tablillas de arcilla al papiro y después al pergamino. ¡Qué suerte haber tenido un pergamino de Petrarca en sus manos!
También hace mención de la tradición oral que va engrandeciendo hechos históricos hasta convertirlos en leyendas, transformando continuamente los relatos en la memoria y en la voz de cada rapsoda hasta llegar a la interesante reflexión de que cuando el canto se pone por escrito se congela, cosa que tiene dos consecuencias: una es que la gran inventiva oral se detiene y otra es que toma una forma definitiva que puede ser repetida a lo largo de los siglos sin cambio alguno.
Qué interesante debe haber sido ese trabajo de los sabios alejandrinos al cotejar versiones de los poemas homéricos para darles una forma definitiva. Espero que, en este sentido, más adelante hable de la Biblia.
Aben, no pude abrir el enlace. :/
Yo voy lenta pero segura.
También me entristeció mucho lo de los últimos escribas egipcios, es curioso ver cómo algunas religiones muy antiguas permanecen mientras que otras se pierden a lo largo de la sustitución cultural, fruto de las conquistas.
Yo estaría venerando a Hutzilopóchtli en náhuatl con corazones humanos de ofrenda, pero me quitaron esa posibilidad. Que se disculpen.
Es apasionante todo lo que ocurrió en torno a la biblioteca de Alejandría, incluso leí un buen tramo escuchando "Alexander the Great", de Iron Maden, a sugerencia de la autora, aunque yo la verdad es que nunca he sido metalera.
Lo que me gusta de Irene Vallejo es el buen humor que destila a cada instante. Es un relato muy sabio, bien escrito. Me he sentido buena parte como repasando la carrera de letras, entre bardos y aedos, escritores y obras conocidas.
No puedo dejar pasar la historia fabulosa de la piedra de Rosetta, creo que he leído cien veces sobre ella y en todas las ocasiones pienso en esos escritos misteriosos, el enorme esfuerzo por descifrarlos y el inmenso aporte a la humanidad al finalmente desvelar miles de relatos y creencias a través de los jeroglíficos. La vi en el Museo Británico hace varios años y fue muy emocionante.
Las bibliotecas recorridas por la escritora dejan una estela de encanto, algo mágico como en el caso de la biblioteca Bodleiana y sus mil publicaciones diarias por clasificar. Imagino el placer de sumergirse en ese mar de obras nuevas y a la vez experimento cierta angustia ante la realidad de no poder ingresar más que a una mínima parte de todo ese saber reunido día tras día.
Vallejo narra cosas que ya sabemos y lo hace de tal forma que cobran un nuevo interés y encanto. Tal es el caso del paso de las tablillas de arcilla al papiro y después al pergamino. ¡Qué suerte haber tenido un pergamino de Petrarca en sus manos!
También hace mención de la tradición oral que va engrandeciendo hechos históricos hasta convertirlos en leyendas, transformando continuamente los relatos en la memoria y en la voz de cada rapsoda hasta llegar a la interesante reflexión de que cuando el canto se pone por escrito se congela, cosa que tiene dos consecuencias: una es que la gran inventiva oral se detiene y otra es que toma una forma definitiva que puede ser repetida a lo largo de los siglos sin cambio alguno.
Qué interesante debe haber sido ese trabajo de los sabios alejandrinos al cotejar versiones de los poemas homéricos para darles una forma definitiva. Espero que, en este sentido, más adelante hable de la Biblia.