Página 2 de 2

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 26 Sep 2019 09:08
por Aben Razín
santomelletj escribió: 26 Sep 2019 07:27 Ayudaaaa, puedo leer en inglés y español perfectamente y quisiera saber cuál traducción conviene más leer El libro del desasoeigo...¿Alguien ha leído ambas traducciones? ¿Qué opinan? Por una parte tengo entendido que la de inglés de Penguin tiene la colección más completa, pero creo que el español es mucho más cercano de traducir que el inglés por lo que es posible que aún si es una versión más incompleta es más fiel al portugués...? Ayudaaa
He dejado contestación en el correspondiente hilo de la obra. Y mi opinión está basada en la reiterada recomendación de un amigo librero, de la cual me fío muchísimo.

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 26 Sep 2019 15:59
por santomelletj
Aben Razín escribió: 26 Sep 2019 09:08 He dejado contestación en el correspondiente hilo de la obra. Y mi opinión está basada en la reiterada recomendación de un amigo librero, de la cual me fío muchísimo.
De inmediato la checkeo, muchas gracias!

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 26 Sep 2019 16:05
por hierbamora
Por lo que he leído parece que la más completa es la de Acantilado que ya ha comentado @Aben Razín. No obstante, yo en su momento me decanté por la de seix Barral (traducción de Ángel Crespo), y es un libro que me encanta. :D

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 06 Mar 2020 09:21
por Aben Razín
Os dejo este artículo de Joaquín Pérez Azaústre sobre La oligarquía de las bestias y otras ficciones políticas, en el que Fernando Pessoa reúne, en un puñado de cuentos, un dibujo de su perfil político,

https://www.elmundo.yy/cultura/laesfera ... b4601.html, :lista:

(yy = es)

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 05 Sep 2020 11:03
por Arden
Este verano he estado en Lisboa, y aunque mi portugués hablado es mínimo sí que puedo leerlo sin muchas dificultades, diccionario al lado si es necesario, así que en alguna librería entré. Compré un libro bilingüe de poetas de Lisboa, que incluía a Pessoa, otro en español que era como una especie de guía de viajes de Lisboa también de Pessoa, y por último un libro que me pareció muy curioso:

Homossexualidade no Livro do desassossego de Fernando Pessoa
de Victor Correia en Ediçoes Colibri.

Imagen

Me pareció muy curioso porque no tenía idea de que hubiera homosexualidad en la obra de Pessoa ni de que se fuera o se dijera que era homosexual, pero no era el único libro, había más sobre el mismo tema, todos recientes, otro sobre el homoerotismo en la poesía de Pessoa.

Imagen
Imagen

En fin, me pareció muy curioso y no había oído nada al respecto, no creo que exista nada en español que hable del tema.

Re: Fernando Pessoa

Publicado: 29 Mar 2021 13:55
por jilguero
Los múltiples heterónimos de Pessoa es una de las cosas que siempre me han atraído más del autor. Ayer leí, en una carta que Pessoa le escribió a Adolfo Casais Monteiro, su propia explicación del origen de estos. Me ha parecido que puede ser interesante dejar aquí ese fragmento de la carta:

Paso ahora a responder a su pregunta sobre la génesis de mis heterónimos. Voy a ver si consigo responderle completamente.

Comienzo por la parte psiquiátrica. El origen de mis heterónimos es el profundo trazo de histeria que existe en mí. No sé si soy simplemente histérico, si soy, más propiamente, un histero-neurasténico. Tiendo a esta segunda hipótesis, porque hay en mí fenómenos de abulia que la histeria, propiamente dicha, no encuadra en el registro de sus síntomas. Sea como fuere, el origen mental de mis heterónimos está en mi tendencia orgánica y constante a la despersonalización y la simulación. Estos fenómenos –felizmente para mí y para los demás– se mentalizaron en mí; quiero decir, no se manifiestan en mi vida práctica, exterior y de contacto con otros; hacen explosión hacia dentro y los vivo yo a solas conmigo. Si yo fuese mujer –en la mujer los fenómenos histéricos rompen en ataques y cosas parecidas– cada poema de Alvaro de Campos (lo más histéricamente histérico de mí) sería una alarma en el vecindario. Pero soy hombre –y en los hombres la histeria asume principalmente aspectos mentales; así todo acaba en silencio y poesía...

Esto explica, tan bien que mal, el origen orgánico del mi heteronimismo. Ahora voy a hacerle la historia directa de mis heterónimos. Comienzo por aquellos que murieron, y de algunos de los cuales ya no me acuerdo: los que yacen perdidos en el pasado remoto de mi infancia casi olvidada.

Desde niño tuve la tendencia a crear en torno a mí un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron. (No sé, bien entendido, si realmente no existieron, o si soy yo que no existo. En estas cosas, como en todas, no debemos ser dogmáticos.) Desde que me conozco como siendo aquello a que llamo yo, recuerdo haber precisado mentalmente, en figura, movimientos, carácter e historia, diversas figuras irreales que eran para mí tan visibles y mías como las cosas de aquello a que llamamos, acaso abusivamente, vida real. Esta tendencia, que tengo desde que recuerdo ser un yo, me ha acompañado siempre, cambiando un poco el tipo de música con que me encanta, pero no alterando nunca su manera de encantar.

Recuerdo, así, el que me parece haber sido mi primer heterónimo, o, antes, mi primer conocido inexistente: un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, por quien escribía cartas suyas a mí mismo, y cuya figura, no enteramente vaga, todavía conquista la parte de mi afecto que confina con la saudade. Me acuerdo, con menos nitidez, de otra figura, cuyo nombre, también extranjero, ya no tengo presente, que era, no sé en qué, rival de Chevalier de Pas... ¿Cosas que suceden a todos los niños? Sin duda; o tal vez. Pero a tal punto las viví que las vivo todavía, porque las recuerdo de tal modo que es necesario un esfuerzo para hacerme saber que no fueron realidades.

Esta tendencia a crear en torno a mí otro mundo, igual a este pero con otra gente, nunca abandonó mi imaginación. Tuvo diversas fases, entre las cuales ésta, sucedida ya en la edad madura. Se me ocurría una expresión de espíritu, absolutamente ajena, por un motivo u otro, a quien yo soy, o a quien supongo que soy. Lo decía, inmediatamente, espontáneamente, como si fuera de cierto amigo mío, cuyo nombre inventaba, cuya historia adicionaba, y cuya figura –cara, estatura, traje y gesto– inmediatamente yo veía ante mí. Y así apronté, y propagué, varios amigos y conocidos que nunca existieron, pero que todavía hoy, a casi treinta años de distancia, oigo, siento, veo. Repito: oigo, siento, veo... Y tengo saudades de ellos.