Así, asistimos a las peripecias del padre del protagonista, quien se nos presenta como un sujeto manipulador, adusto y muy ingenuo. Don Bernardo Salcedo es incapaz de amar a su hijo,
al que culpa de la muerte de su esposa, |
Se nos da cuenta también de las peripecias de un hombre de negocios en el siglo XVI a través de las figuras de Bernardo y Cipriano Salcedo: los tratos del terrateniente con los aparceros, el auge y el lento declive del comercio de lana con Flandes, la búsqueda de alternativas a éste comercio por parte de Cipriano y la institución, ya al final de la novela, por parte del tío de éste, de unas incipientes sociedades mercantiles que, andando el tiempo, acabarán con el sistema gremial.
Asimismo, resulta turbadora la historia del enamoramiento de Cipriano hacia Teodomira. Una mujer montaraz, a la que adaptarse a la vida en Valladolid le resulta difícil y que vivirá presa de una obsesión:
tener un hijo. Monomanía que acabará llevándola a la locura. |
Por último, quisiera realizar una reflexión a propósito de la novela: cuánto dolor ha infligido el hombre a sus semejantes en nombre de la religión; cuánto tiempo y energía empleados en la absurda tarea de dilucidar cuál es el dios verdadero y cómo satisfacerle. Al final, la historia nos enseña que la religión no es más que otro instrumento de poder, otra arma con la que el hombre sojuzga al hombre.