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Ya he avisado por mp a Devorita y Ukio, a ver si se pasan por aquí.
La Coruña y alrededores
Será por el montón de fotos que procuro hacer.
Hay alguna fotillo publicable de la quedada. Ya la pondré.
Por cierto, misión cumplida. La provincia de La Coruña vista y, lo que es más importante, Devorita, Minerva, Gabo y Ukio conocidos y reconocidos. Nos lo pasamos estupendamente con ellos. Son lo que parecen (sí, sí, son lo que parecen).
Hay alguna fotillo publicable de la quedada. Ya la pondré.
Por cierto, misión cumplida. La provincia de La Coruña vista y, lo que es más importante, Devorita, Minerva, Gabo y Ukio conocidos y reconocidos. Nos lo pasamos estupendamente con ellos. Son lo que parecen (sí, sí, son lo que parecen).
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Como acostumbro a hacer, resumiré el itinerario que hemos seguido por si puede servir a aquellos viajeros que quieran realizar una experiencia similar.
Desde hace poco, Clickair tiene vuelos directos desde Sevilla a La Coruña. Si se reservan con tiempo, estos vuelos suelen ser bastante económicos. A nosotros nos costó unos 110 euros por persona, tasas y seguro incluidos. Además, los horarios resultan afortunados para aprovechar el tiempo, pues salen de Sevilla hacia La Coruña a las 21:30 y el mismo avión vuelve desde La Coruña a Sevilla a las 23:15.
Viernes 27 de abril
Empiezo con una crítica, la única del viaje. Nuestro vuelo se retrasa una hora. El aeropuerto de Sevilla está desbordado. Nunca lo había visto tan lleno. Es toda una experiencia, sobre todo porque los que llegan más tarde se quedan sin cena. Los pocos bares que tiene el aeropuerto no habían previsto tal afluencia (qué mal gestionados, cuando podían haber sacado tanto beneficio) y se quedan sin bocadillos. A pesar de la demora, me siento animado y alegre, porque ver tanto ajetreo en este aeropuerto me hace ver que está creciendo y que cada vez tiene más actividad, es decir, nos facilitará seguir viajando a otros lugares. No es un aeropuerto tan pequeño como el de La Coruña, sólo falta que el personal aprenda y se organice.
Llegamos a las 00:30 a La Coruña y recogemos nuestro coche de alquiler, previamente reservado para conseguir la mejor tarifa. Nos estaban esperando (habíamos avisado del retraso) y no nos cobran recargo por llegar tarde (aguardan hasta la 1:00). Nos dan las llaves de un Fiat Punto nuevecito, diesel. Desde el aeropuerto a la entrada de La Coruña, donde están el hotel Barceló y el AC, hay pocos kilómetros. Se llega en diez o quince minutos. Nos alojamos en el Barceló y nos acostamos. La ubicación del hotel resultará perfecta para moverse en coche, muy próxima a los accesos a las carreteras y autopistas. Tenerlo en el centro de la ciudad hubiera supuesto perder minutos en cada salida y entrada. Además, alrededor hay cafeterías y bares para desayunar y cenar.
Sábado 28 de abril
Nos levantamos a las 9:00. Solemos madrugar más en los viajes, pero hasta las 21:00, cuando el Sol empiece a ocultarse, hay mucho tiempo y conviene pasar el día descansado. Desayunamos y tomamos la carretera nacional hacia Betanzos. La mayoría de las carreteras gallegas que no son de costa están bastante bien y poco transitadas. Evitamos las autopistas mientras tenemos tiempo, así vemos más pueblecitos y más paisaje.
El paseo por Betanzos se prolonga más de lo que habíamos pensado. Además del hermoso casco histórico, tiene, a diez minutos del centro, un lugar llamativo y extraño, el Parque del Pasatiempo, que incluye estatuas colosales de leones y galerías subterráneas que parecen llevarte al mismo Hades.
Boca del Hades, Parque del Pasatiempo
La misma carretera que nos dejará en Ferrol nos conduce hasta Pontedeume, en la desembocadura del río Eume. Es un sitio pequeño pero acogedor, que bien merece un paseo. Si es hora de comer, aconsejo acercarse hasta Zas, un bar en el que se come bien y barato: beberechos, pulpo, percebes...
Antes de seguir hacia el norte, nos desviamos hacia las Fragas, bordeando el río Eume, para visitar el monasterio de Caaveiro. Se encuentra bastante reconstruido, pero el enclave es impresionante, sobre todo por las vistas sobre los montes y los bosques. Como decía Takeo, muy cerca del monasterio, bajando por el camino hacia los puentes colgantes, hay una bella caída de agua y un viejo puente muy fotogénico.
Viejo molino y puente sobre el Eume, cerca de Caaveiro
Volvemos hacia atrás y ahora tomamos el camino de Monfero, otro antiguo monasterio abandonado.
Monasterio de Monfero
La bóveda agrietada de la capilla nos avisa de lo que nos espera en el resto del recinto, ruinas de lo que fue un enorme complejo monástico. Nos vienen recuerdos de la abadía ruinosa de Villers-la-Ville, en Bélgica. Los lugares fantasmagóricos, más que mágicos, se suceden en tierras gallegas.
Dormitorios del monasterio
Dejamos Monfero para dirigirnos hacia El Ferrol, ciudad patria de Gabo, con la intención de tomar el barquito que nos conduzca a los muelles de Mugardos. El paseo por las avenidas principales de la ciudad hasta el puerto y los fortines resulta muy agradable, aunque la mayoría de las tiendas que se extienden por estas calles comerciales ya estén cerradas. Pero cuando llegamos al puerto, es demasiado tarde. Tendremos que ir a Mugardos en coche.
Y no nos arrepentimos. Los bares que se abren en el muelle de Mugardos, con vistas a Ferrol, desprenden un aroma que alimenta. Y el sitio es encantador, sobre todo a última hora de la tarde, ya anocheciendo. Recuerdo el nombre de uno de los locales que me recomendó Takeo y entramos en él: La Isla. La cena es exquisita. Otra vez pulpo, acompañado de mejillones.
Muelle de Mugardos al anochecer
Domingo 29 de abril
Iluso de mí, pensaba que seríamos capaces de recorrer toda la cornisa norte en un solo día, pero habíamos empleado el sábado en llegar tan sólo hasta Ferrol. Para ganar tiempo, tomamos la autopista y salimos antes de Ferrol, por Narón, con destino a Cedeira, pueblo que recomiendo visitar.
Aunque nosotros no lo hacemos así, porque no encontramos el camino, conviene tomar la estrecha carretera que, saliendo de Cedeira, pasa por San Andrés de Teixido. A pesar de la espesa niebla, conseguimos llegar vivos, así que no lo haremos muertos, tal como reza el proverbio popular. Después de Caaveiro y Monfero, este santuario no resulta muy espectacular, pero el enclave es bonito y, de regreso, hacia Cariño la niebla se ha ido disipando y nos permite disfrutar del paisaje. Además, antes de Cariño, donde almorzamos, nos acercamos al cabo Ortegal, que nos sorprende con su belleza y su faro.
Cabo Ortegal
Ortigueira no es una localidad demasiado atractiva, pero la Estaca de Bares es de visita obligada y muy recomendable. Entre Ortegal y Bares comienza el Cantábrico y las vistas son abrumadoras.
Estaca de Bares
Al salir hacia Viveiro hay algunas vistas preciosas, como la de O Porto do Barqueiro. Y a Viveiro hay que dedicarle su tiempo, al menos dos horas para conocer todos sus rincones y toda su elegancia.
Calleja de las Monjas, Viveiro
Desde aquí, podríamos volver, pero aún quedan horas de luz y decidimos seguir avanzando por la carretera que bordea el litoral hasta las proximidades de Ribadeo, para regresar a la Playa de las Catedrales. Tomamos la primera salida que anuncia el acceso a las playas y desde la calzada que comunica todas ellas vamos asistiendo al espectáculo de la arena y las rocas hasta que se forma el espacio de las Catedrales. Merece la pena el esfuerzo, pues hay marea baja y se puede caminar con tranquilidad, apreciando toda la belleza del lugar (si no te informas antes de cómo está la marea, no te molestes en hacer el camino hasta aquí, porque con marea alta apenas se ve algo).
Playa As Catedrais
Sin tiempo para ver Rinlo y Mondoñedo (nos lo habían aconsejado), regresamos por la E-70 hacia La Coruña. Pasando Villalba, enlazamos con la A-6, la Autovía del Noroeste que une La Coruña y Lugo. Entonces empieza a diluviar.
Lunes 30 de abril
Este día tenemos más suerte. Hay chubascos, pero vamos dejando las nubes negras detrás y vemos los paisajes dorados por el sol. Nuestro objetivo es la Costa da Morte. Empezamos en Malpica, desplazándonos por la carretera nacional primero hasta Carvalho. Malpica se convierte en uno de nuestros posibles destinos para la jubilación. Es un pueblo costero, con un puerto recogido y coqueto lleno de pescadores y unas playas frías pero hermosas. Nos acercamos hasta el cabo San Adrián para contemplarlo en la distancia y ver mejor las islas Sisargas. Hay temporadas en la que algún botero te lleva en su barca hasta las mismas, pero hoy no apetece ni parece haber tal servicio.
Islas Sisargas desde cabo San Adrián
Después, seguimos hasta Laxe y a continuación el cabo Vinal, para terminar almorzando de forma espléndida en Camariñas, en el restaurante de la pensión cercana al puerto, donde nos ofrecen unas caldeiradas de merluza y bertoella para chuparse los dedos.
Laxe bajo la lluvia
Empezamos la digestión rodeando la bahía hasta Muxía. Justo iniciando el paseo en este pueblo, en torno a su santuario da Barca, recibo la llamada de Gabo, que acaba de volver de Barcelona. Confirmamos la cita de la tarde.
Hablando con Gabo en Muxía
A partir de Muxía, los caminos parecen hacerse más largos, aunque no lo sean. Nos dirigimos hacia Cée y Corcubión, con intención de llegar a Fisterra, lugar que la última vez no pudimos ver a causa de la lluvia. Hoy el tiempo es fenomenal, aunque el cabo no resulta tan impresionante como esperábamos, después de Ortegal, Estaca de Bares o incluso Vinal.
Emprendemos el regreso, por la costa, para deleitarnos con la Costa da Morte hasta el final del viaje. Es el camino que indican las señales en la carretera para ir a Santiago, al encuentro de nuestros amigos. Pero la carretera parece interminable. Pasa el tiempo y apenas avanzamos. Descansamos unos minutos en Carnota y fotografiamos el fabuloso hórreo, tan famoso por su exagerada longitud.
Luego, seguimos adelante, pasando por Muros, que ya conocíamos, hasta el desvío antes de Noia. Nuestros amigos deben estar impacientes o preocupados, aunque ya les hemos avisado de que nos retrasamos. Minerva, de hecho, tiene que ausentarse y nos lo advierte pesarosa. El tráfico nos bloquea a la entrada de la ciudad, pero conseguimos alcanzar el centro con relativa rapidez una vez superamos las retenciones y aparcamos cerca del Obradoiro.
Mientras nos maravillamos con lo que vamos viendo al caminar, la catedral y su entorno, corremos hacia el Café Literarios, en la Quintana. Allí están Devorita, Ukio (el primero al que reconozco) y Gabo (tan hombretón como me lo había imaginado al oír su voz). Y charlamos y charlamos y charlamos... hasta que llega la hora de cenar y nos trasladamos de sitio. Allí se nos une Minerva, bien acompañada. Y charlamos y charlamos y comemos y comemos... Indescriptible el placer que sentimos al ser tan bien acogidos por nuestros amigos, que hicieron el esfuerzo de estar con nosotros más tiempo del que habían estimado. Pero la conversación no cesa y nos sentimos todos muy a gusto.
Con Gabo y Ukio en Santiago. Devorita y Minerva quedan tras la cámara
Llega un momento en que debemos separarnos, porque a nosotros nos queda una hora de viaje hasta La Coruña y ya pasan de las doce. Ukio nos acompaña, pues ha venido en tren. Lo dejamos cerca de su casa, a quinientos metros de nuestro hotel. La lluvia y la noche me impiden hablar más con él a lo largo del trayecto (me toca conducir, porque Mª Carmen se había tragado hora y media de carretera la noche anterior), pero le escucho, le conozco a través de lo que habla. Todos me han caído tan bien...
Martes 1 de mayo
Nos levantamos tarde, justo a tiempo de tomar el desayuno antes de que cierren el restaurante. Mª Carmen insiste en ir a Arousa, tiene interés en ver lo que hace seis años dejamos sin ver. Pues nada, carretera y manta. Por la autopista estamos en menos de una hora, pasado Santiago, en Vilanova de Arousa. Pero descubrimos que lo más bonito de las Rías Bajas queda al sur de Cambados, la parte que ya conocíamos. No obstante, merece la pena acercarse a Rianxo. Allí comemos, las auténticas anchoas (xovas) que luego meten en conserva y unas zampuriñas riquísimas y bien guisadas.
Rianxo
Nuestro viaje termina haciendo tiempo en La Coruña hasta la hora de ir al aeropuerto. Ya estamos cansados, pero tenemos fuerzas para caminar por la ciudad y conocerla. No es muy grande, pero tampoco pequeña. La recorremos también en coche, siguiendo sus calles a varios niveles. La torre de Hércules no deja de asombrarnos.
Torre de Hércules
Desde hace poco, Clickair tiene vuelos directos desde Sevilla a La Coruña. Si se reservan con tiempo, estos vuelos suelen ser bastante económicos. A nosotros nos costó unos 110 euros por persona, tasas y seguro incluidos. Además, los horarios resultan afortunados para aprovechar el tiempo, pues salen de Sevilla hacia La Coruña a las 21:30 y el mismo avión vuelve desde La Coruña a Sevilla a las 23:15.
Viernes 27 de abril
Empiezo con una crítica, la única del viaje. Nuestro vuelo se retrasa una hora. El aeropuerto de Sevilla está desbordado. Nunca lo había visto tan lleno. Es toda una experiencia, sobre todo porque los que llegan más tarde se quedan sin cena. Los pocos bares que tiene el aeropuerto no habían previsto tal afluencia (qué mal gestionados, cuando podían haber sacado tanto beneficio) y se quedan sin bocadillos. A pesar de la demora, me siento animado y alegre, porque ver tanto ajetreo en este aeropuerto me hace ver que está creciendo y que cada vez tiene más actividad, es decir, nos facilitará seguir viajando a otros lugares. No es un aeropuerto tan pequeño como el de La Coruña, sólo falta que el personal aprenda y se organice.
Llegamos a las 00:30 a La Coruña y recogemos nuestro coche de alquiler, previamente reservado para conseguir la mejor tarifa. Nos estaban esperando (habíamos avisado del retraso) y no nos cobran recargo por llegar tarde (aguardan hasta la 1:00). Nos dan las llaves de un Fiat Punto nuevecito, diesel. Desde el aeropuerto a la entrada de La Coruña, donde están el hotel Barceló y el AC, hay pocos kilómetros. Se llega en diez o quince minutos. Nos alojamos en el Barceló y nos acostamos. La ubicación del hotel resultará perfecta para moverse en coche, muy próxima a los accesos a las carreteras y autopistas. Tenerlo en el centro de la ciudad hubiera supuesto perder minutos en cada salida y entrada. Además, alrededor hay cafeterías y bares para desayunar y cenar.
Sábado 28 de abril
Nos levantamos a las 9:00. Solemos madrugar más en los viajes, pero hasta las 21:00, cuando el Sol empiece a ocultarse, hay mucho tiempo y conviene pasar el día descansado. Desayunamos y tomamos la carretera nacional hacia Betanzos. La mayoría de las carreteras gallegas que no son de costa están bastante bien y poco transitadas. Evitamos las autopistas mientras tenemos tiempo, así vemos más pueblecitos y más paisaje.
El paseo por Betanzos se prolonga más de lo que habíamos pensado. Además del hermoso casco histórico, tiene, a diez minutos del centro, un lugar llamativo y extraño, el Parque del Pasatiempo, que incluye estatuas colosales de leones y galerías subterráneas que parecen llevarte al mismo Hades.
Boca del Hades, Parque del Pasatiempo
La misma carretera que nos dejará en Ferrol nos conduce hasta Pontedeume, en la desembocadura del río Eume. Es un sitio pequeño pero acogedor, que bien merece un paseo. Si es hora de comer, aconsejo acercarse hasta Zas, un bar en el que se come bien y barato: beberechos, pulpo, percebes...
Antes de seguir hacia el norte, nos desviamos hacia las Fragas, bordeando el río Eume, para visitar el monasterio de Caaveiro. Se encuentra bastante reconstruido, pero el enclave es impresionante, sobre todo por las vistas sobre los montes y los bosques. Como decía Takeo, muy cerca del monasterio, bajando por el camino hacia los puentes colgantes, hay una bella caída de agua y un viejo puente muy fotogénico.
Viejo molino y puente sobre el Eume, cerca de Caaveiro
Volvemos hacia atrás y ahora tomamos el camino de Monfero, otro antiguo monasterio abandonado.
Monasterio de Monfero
La bóveda agrietada de la capilla nos avisa de lo que nos espera en el resto del recinto, ruinas de lo que fue un enorme complejo monástico. Nos vienen recuerdos de la abadía ruinosa de Villers-la-Ville, en Bélgica. Los lugares fantasmagóricos, más que mágicos, se suceden en tierras gallegas.
Dormitorios del monasterio
Dejamos Monfero para dirigirnos hacia El Ferrol, ciudad patria de Gabo, con la intención de tomar el barquito que nos conduzca a los muelles de Mugardos. El paseo por las avenidas principales de la ciudad hasta el puerto y los fortines resulta muy agradable, aunque la mayoría de las tiendas que se extienden por estas calles comerciales ya estén cerradas. Pero cuando llegamos al puerto, es demasiado tarde. Tendremos que ir a Mugardos en coche.
Y no nos arrepentimos. Los bares que se abren en el muelle de Mugardos, con vistas a Ferrol, desprenden un aroma que alimenta. Y el sitio es encantador, sobre todo a última hora de la tarde, ya anocheciendo. Recuerdo el nombre de uno de los locales que me recomendó Takeo y entramos en él: La Isla. La cena es exquisita. Otra vez pulpo, acompañado de mejillones.
Muelle de Mugardos al anochecer
Domingo 29 de abril
Iluso de mí, pensaba que seríamos capaces de recorrer toda la cornisa norte en un solo día, pero habíamos empleado el sábado en llegar tan sólo hasta Ferrol. Para ganar tiempo, tomamos la autopista y salimos antes de Ferrol, por Narón, con destino a Cedeira, pueblo que recomiendo visitar.
Aunque nosotros no lo hacemos así, porque no encontramos el camino, conviene tomar la estrecha carretera que, saliendo de Cedeira, pasa por San Andrés de Teixido. A pesar de la espesa niebla, conseguimos llegar vivos, así que no lo haremos muertos, tal como reza el proverbio popular. Después de Caaveiro y Monfero, este santuario no resulta muy espectacular, pero el enclave es bonito y, de regreso, hacia Cariño la niebla se ha ido disipando y nos permite disfrutar del paisaje. Además, antes de Cariño, donde almorzamos, nos acercamos al cabo Ortegal, que nos sorprende con su belleza y su faro.
Cabo Ortegal
Ortigueira no es una localidad demasiado atractiva, pero la Estaca de Bares es de visita obligada y muy recomendable. Entre Ortegal y Bares comienza el Cantábrico y las vistas son abrumadoras.
Estaca de Bares
Al salir hacia Viveiro hay algunas vistas preciosas, como la de O Porto do Barqueiro. Y a Viveiro hay que dedicarle su tiempo, al menos dos horas para conocer todos sus rincones y toda su elegancia.
Calleja de las Monjas, Viveiro
Desde aquí, podríamos volver, pero aún quedan horas de luz y decidimos seguir avanzando por la carretera que bordea el litoral hasta las proximidades de Ribadeo, para regresar a la Playa de las Catedrales. Tomamos la primera salida que anuncia el acceso a las playas y desde la calzada que comunica todas ellas vamos asistiendo al espectáculo de la arena y las rocas hasta que se forma el espacio de las Catedrales. Merece la pena el esfuerzo, pues hay marea baja y se puede caminar con tranquilidad, apreciando toda la belleza del lugar (si no te informas antes de cómo está la marea, no te molestes en hacer el camino hasta aquí, porque con marea alta apenas se ve algo).
Playa As Catedrais
Sin tiempo para ver Rinlo y Mondoñedo (nos lo habían aconsejado), regresamos por la E-70 hacia La Coruña. Pasando Villalba, enlazamos con la A-6, la Autovía del Noroeste que une La Coruña y Lugo. Entonces empieza a diluviar.
Lunes 30 de abril
Este día tenemos más suerte. Hay chubascos, pero vamos dejando las nubes negras detrás y vemos los paisajes dorados por el sol. Nuestro objetivo es la Costa da Morte. Empezamos en Malpica, desplazándonos por la carretera nacional primero hasta Carvalho. Malpica se convierte en uno de nuestros posibles destinos para la jubilación. Es un pueblo costero, con un puerto recogido y coqueto lleno de pescadores y unas playas frías pero hermosas. Nos acercamos hasta el cabo San Adrián para contemplarlo en la distancia y ver mejor las islas Sisargas. Hay temporadas en la que algún botero te lleva en su barca hasta las mismas, pero hoy no apetece ni parece haber tal servicio.
Islas Sisargas desde cabo San Adrián
Después, seguimos hasta Laxe y a continuación el cabo Vinal, para terminar almorzando de forma espléndida en Camariñas, en el restaurante de la pensión cercana al puerto, donde nos ofrecen unas caldeiradas de merluza y bertoella para chuparse los dedos.
Laxe bajo la lluvia
Empezamos la digestión rodeando la bahía hasta Muxía. Justo iniciando el paseo en este pueblo, en torno a su santuario da Barca, recibo la llamada de Gabo, que acaba de volver de Barcelona. Confirmamos la cita de la tarde.
Hablando con Gabo en Muxía
A partir de Muxía, los caminos parecen hacerse más largos, aunque no lo sean. Nos dirigimos hacia Cée y Corcubión, con intención de llegar a Fisterra, lugar que la última vez no pudimos ver a causa de la lluvia. Hoy el tiempo es fenomenal, aunque el cabo no resulta tan impresionante como esperábamos, después de Ortegal, Estaca de Bares o incluso Vinal.
Emprendemos el regreso, por la costa, para deleitarnos con la Costa da Morte hasta el final del viaje. Es el camino que indican las señales en la carretera para ir a Santiago, al encuentro de nuestros amigos. Pero la carretera parece interminable. Pasa el tiempo y apenas avanzamos. Descansamos unos minutos en Carnota y fotografiamos el fabuloso hórreo, tan famoso por su exagerada longitud.
Luego, seguimos adelante, pasando por Muros, que ya conocíamos, hasta el desvío antes de Noia. Nuestros amigos deben estar impacientes o preocupados, aunque ya les hemos avisado de que nos retrasamos. Minerva, de hecho, tiene que ausentarse y nos lo advierte pesarosa. El tráfico nos bloquea a la entrada de la ciudad, pero conseguimos alcanzar el centro con relativa rapidez una vez superamos las retenciones y aparcamos cerca del Obradoiro.
Mientras nos maravillamos con lo que vamos viendo al caminar, la catedral y su entorno, corremos hacia el Café Literarios, en la Quintana. Allí están Devorita, Ukio (el primero al que reconozco) y Gabo (tan hombretón como me lo había imaginado al oír su voz). Y charlamos y charlamos y charlamos... hasta que llega la hora de cenar y nos trasladamos de sitio. Allí se nos une Minerva, bien acompañada. Y charlamos y charlamos y comemos y comemos... Indescriptible el placer que sentimos al ser tan bien acogidos por nuestros amigos, que hicieron el esfuerzo de estar con nosotros más tiempo del que habían estimado. Pero la conversación no cesa y nos sentimos todos muy a gusto.
Con Gabo y Ukio en Santiago. Devorita y Minerva quedan tras la cámara
Llega un momento en que debemos separarnos, porque a nosotros nos queda una hora de viaje hasta La Coruña y ya pasan de las doce. Ukio nos acompaña, pues ha venido en tren. Lo dejamos cerca de su casa, a quinientos metros de nuestro hotel. La lluvia y la noche me impiden hablar más con él a lo largo del trayecto (me toca conducir, porque Mª Carmen se había tragado hora y media de carretera la noche anterior), pero le escucho, le conozco a través de lo que habla. Todos me han caído tan bien...
Martes 1 de mayo
Nos levantamos tarde, justo a tiempo de tomar el desayuno antes de que cierren el restaurante. Mª Carmen insiste en ir a Arousa, tiene interés en ver lo que hace seis años dejamos sin ver. Pues nada, carretera y manta. Por la autopista estamos en menos de una hora, pasado Santiago, en Vilanova de Arousa. Pero descubrimos que lo más bonito de las Rías Bajas queda al sur de Cambados, la parte que ya conocíamos. No obstante, merece la pena acercarse a Rianxo. Allí comemos, las auténticas anchoas (xovas) que luego meten en conserva y unas zampuriñas riquísimas y bien guisadas.
Rianxo
Nuestro viaje termina haciendo tiempo en La Coruña hasta la hora de ir al aeropuerto. Ya estamos cansados, pero tenemos fuerzas para caminar por la ciudad y conocerla. No es muy grande, pero tampoco pequeña. La recorremos también en coche, siguiendo sus calles a varios niveles. La torre de Hércules no deja de asombrarnos.
Torre de Hércules
Última edición por JANGEL el 04 May 2007 14:01, editado 1 vez en total.
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takeo
- GANADOR del III Concurso de relatos
- Mensajes: 5070
- Registrado: 05 Mar 2006 12:19
- Ubicación: Al noreste de Madrid
Qué gran viaje Jangel. A medida que lo iba leyendo, iba recorriendo con el recuerdo cada sitio que citabas; comía lo que vosotros comiais, y me cansaba a vuestro mismo ritmo, son las tres cosas clave de los viajes: ver, comer y cansarse, si falla alguno algo va mal.
Esperamos las fotos y me alegro que os gustaran los sitios que habéis visitado. Realmente Galicia vale la pena.
Esperamos las fotos y me alegro que os gustaran los sitios que habéis visitado. Realmente Galicia vale la pena.
Última edición por takeo el 19 Jul 2007 18:32, editado 1 vez en total.
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