El día de hoy en un libro (II)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Empezó a hacerlo a los siete, cuando un día se ofreció a ir a recogerla a la salida de la clase de música. Tal vez porque las primeras veces horribles tampoco se olvidaban, me dijo que fue un 8 de febrero, viernes, que llovía muy fuerte en Sevilla. Él la esperaba en el coche, ante la puerta del conservatorio. Arrancaron y todo fue bien hasta que se desvió por una calle que no conocía, para ir a parar a una zona sin tránsito. Apagó el motor y empezó a tocarse. En un momento dado dejó que su pene asomase y Emma lo viese. (...)
Rewind, de Juan Tallón
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Ayer: Cañas al viento. Grazia Deledda
Grito nocturno. Borja González
Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
Hoy es un buen día para morir. Colo
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Re: El día de hoy en un libro (II)
«Uno de los temporales más terribles, que ocasionó muchos daños, y no pocas víctimas, fue el acaecido el 8 de febrero de 1567. Pocas noticias detalladas encontramos sobre el mismo, y sólo Martínez de Aguilar en su Breve descripción cronológica de la fundación de la ciudad de Málaga, impresa en 1819, nos da algunos datos que hacen comprender la importancia del temporal».
Tierras solares, Rubén Darío
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¿Quién demonios se ha llevado mi gato? Erwin Schrödinger.
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Ninguno me hace tanta gracia como el sesudo, que luce su marrullero escepticismo cerrando las discusiones, al fin de la tertulia, con esta frase: «Y por último, señores, que lo veamos, que lo veamos... Yo voy más allá que Santo Tomás, y digo: ¿Papa liberal? Cuando lo vea... no lo creeré».
8 de Febrero.- Palabras sueltas que al vuelo cogí de un reservado coloquio entre Agustín y el sesudo, algo más que oí en el café de los Dos Amigos, arrojaron súbita y esplendente luz sobre la misteriosa granjería del hermano con quien vivo.
8 de Febrero.- Palabras sueltas que al vuelo cogí de un reservado coloquio entre Agustín y el sesudo, algo más que oí en el café de los Dos Amigos, arrojaron súbita y esplendente luz sobre la misteriosa granjería del hermano con quien vivo.
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Tras rebuscar un rato dentro de una caja, volvió con una pequeña Biblia encuadernada en cuero con una letra de imprenta tan pequeña que resultaba difícil de leer. Después de hacer recuento de nacimientos y muertes, me la entregó. Su rostro viejo y arrugado resplandecía de orgullo al decir: “Aquí tiene. Mi madre la escribió de su propio puño y letra”. Cogí el libro y al rato descifré que “Zebulon Pike Parker nació el diez de febrero de 1830”. Estaba escrito hacía mucho en un estilo rígido y complicado, con tinta de ombú.
Cartas de una pionera, de Elinore Pruitt Stewart (traducido por Rosana Herrero Martín)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
11 de febrero. Robin me escribe otra vez para pedirme las tarjetas de las cajetillas de tabaco. Le mando las que he reunido y Vicky añade dos que ha conseguido gracias al jardinero. Descubro que la misión empieza a gustarme. Cuando voy a Plymouth u otra ciudad, ahora tiendo a examinar alcantarillas, aceras y suelos de tranvías en busca de aves de picos curiosos, futbolistas y cosas por el estilo. Hasta he llegado a implorarle a un perfecto extraño, sentado frente a mí en el tren, que no arrojara una tarjeta por la ventanilla y me la diera a mí. El perfecto extraño atendió mi ruego con aire de asombro cortés, y puesto que no pidió explicación, me vi forzada a dejarlo con la impresión de que solo trataba de obligarlo a entablar conversación conmigo.
Diario de una dama de provincias, de E.M. Delafield (traducido por Patricia Antón)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
12 de febrero. Comportamiento inaguantable por parte de lady B. Me encuentro con un grupo numeroso a cuyos miembros se les indica en la puerta principal que se dirijan a los frontones, donde, sin el cobijo apropiado y con una temperatura glacial, deberán observar cómo unos jovencitos con pantalones blancos entran en calor arrojando una pelotita contra una pared. Lady B. va ataviada con un abrigo de cuero verde esmeralda con cuello y puños de pieles. Yo, que he venido andando, llevo un abrigo y una falda corrientes, y me congelo con tremenda rapidez.
Diario de una dama de provincias, de E.M. Delafield (traducido por Patricia Antón)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
12 de febrero de 1946.
Hace dos días tuve una gran sensación de paz y serenidad y amor. La vida prometía volver a ser feliz, pero anoche soñé que estaba subiendo por una escalinata para ver a Maurice, que estaba arriba. Yo seguía siendo feliz porque cuando llegara arriba íbamos a hacer el amor. Le grité que estaba llegando, pero no me contestó la voz de Maurice: fue la de un desconocido que retumbó como las sirenas de niebla que avisan del peligro a los barcos que han extraviado el rumbo, y eso me asustó. Pensé: se ha ido de su apartamento y se ha marchado de aquí y no sé dónde está, y al bajar las escaleras el agua me llegaba hasta la cintura y el recibidor estaba envuelto en niebla. Y entonces me desperté.
El final del affaire, de Graham Greene (traducido por Eduardo Jordá)
Hace dos días tuve una gran sensación de paz y serenidad y amor. La vida prometía volver a ser feliz, pero anoche soñé que estaba subiendo por una escalinata para ver a Maurice, que estaba arriba. Yo seguía siendo feliz porque cuando llegara arriba íbamos a hacer el amor. Le grité que estaba llegando, pero no me contestó la voz de Maurice: fue la de un desconocido que retumbó como las sirenas de niebla que avisan del peligro a los barcos que han extraviado el rumbo, y eso me asustó. Pensé: se ha ido de su apartamento y se ha marchado de aquí y no sé dónde está, y al bajar las escaleras el agua me llegaba hasta la cintura y el recibidor estaba envuelto en niebla. Y entonces me desperté.
El final del affaire, de Graham Greene (traducido por Eduardo Jordá)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Entonces, ese mismo año, el día de Santa Eulalia, se encontraron los dos junto a la forja del herrero viendo pasar la procesión.
Había una cierta controversia con respecto al día de la patrona, pues había dos santas llamadas Eulalia: la patrona de Barcelona y santa Eulalia de Mérida. No se ponían de acuerdo al respecto de cuál de ellas había dado su nombre al pueblo. Ambas habían sido mártires y habían sufrido muertes agónicas por su fe. Santa Eulalia de Mérida era el 10 de diciembre, pero el pueblo celebraba sus fiestas el 12 de febrero, día de la patrona de Barcelona, sólo porque esta ciudad quedaba más cerca que Mérida. Algunos aldeanos terminaban mezclando en sus mentes los estimables poderes de ambas santas para crear una santa Eulalia propia, resultado de una combinación más poderosa que cualquiera de las otras dos. La Eulalia del pueblo era la santa patrona de toda una serie de cosas: la lluvia, las viudas, los pescadores, la virginidad y la protección contra los abortos espontáneos. Uno podía rezarle a santa Eulalia por casi todos los problemas importantes de la vida.
La bodega, de Noah Gordon (traducido por Enrique de Hériz)
Había una cierta controversia con respecto al día de la patrona, pues había dos santas llamadas Eulalia: la patrona de Barcelona y santa Eulalia de Mérida. No se ponían de acuerdo al respecto de cuál de ellas había dado su nombre al pueblo. Ambas habían sido mártires y habían sufrido muertes agónicas por su fe. Santa Eulalia de Mérida era el 10 de diciembre, pero el pueblo celebraba sus fiestas el 12 de febrero, día de la patrona de Barcelona, sólo porque esta ciudad quedaba más cerca que Mérida. Algunos aldeanos terminaban mezclando en sus mentes los estimables poderes de ambas santas para crear una santa Eulalia propia, resultado de una combinación más poderosa que cualquiera de las otras dos. La Eulalia del pueblo era la santa patrona de toda una serie de cosas: la lluvia, las viudas, los pescadores, la virginidad y la protección contra los abortos espontáneos. Uno podía rezarle a santa Eulalia por casi todos los problemas importantes de la vida.
La bodega, de Noah Gordon (traducido por Enrique de Hériz)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
El 12 de febrero de 1819, Francisco Xavier Balmis dio su último suspiro en pleno invierno madrileño, en su piso de la calle Valverde número 12, a la edad de sesenta y seis años, un récord dada su quebradiza salud. Según las instrucciones que dejó en su testamento, fue enterrado en el Cementerio General del Norte de Madrid, el primero construido fuera de las iglesias en la capital, como medida profiláctica contra las epidemias. Nunca volvió a Alicante, ni se preocupó por saber de su mujer ni de su hijo. Tanto fue así que en su segundo testamento se declaró soltero, cuando por entonces llevaba cuarenta años casado.
A flor de piel, de Javier Moro
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Tras oír las palabras del ginecólogo me tranquilicé. El dolor duró un tiempo más, pero luego desapareció. Pietro me prohibió que hiciera más locuras, basta ya con tanto correr de aquí para allá. Le di la razón, los últimos meses del embarazo los pasé leyendo, no escribí casi nada. Nuestra hija nació el 12 de febrero de 1970, a las cinco y veinte de la mañana. La llamamos Adele, aunque mi suegra no hacía más que repetir: Pobre niña, Adele es un nombre horrible, ¿por qué no le ponéis cualquier otro menos ese? Di a luz tras unos dolores atroces que, sin embargo, duraron poco. Cuando la niña nació y la vi, el pelo negrísimo, un organismo violáceo que se retorcía y gemía llena de energía, sentí un placer físico tan arrollador que aún hoy no consigo encontrar ningún otro con el que compararlo. No la bautizamos, mi madre me gritó al teléfono cosas muy desagradables, juró que no vendría nunca a conocerla. Se calmará, pensé entristecida, de todas maneras, si no viene, peor para ella.
Las deudas del cuerpo, de Elena Ferrante (traducido por Celia Filipetto)
Las deudas del cuerpo, de Elena Ferrante (traducido por Celia Filipetto)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
El sacerdote, de pie en el altar, se da la vuelta con un frufrú de sus rojas vestiduras (hoy se celebra la festividad de un mártir, San Valentín) y se dirige a la congregación.
— Dominus vobiscum.
Almas y cuerpos, de David Lodge (traducción de Mariano Peyrou)
— Dominus vobiscum.
(...)
No se trata del sentido del deber, ya que los católicos sólo están obligados a ir a misa los domingos y en las fiestas de guardar (y San Valentín no se cuenta entre ellas). Asistir a misa en un día laborable normal es supererogatorio (una palabra muy útil en el ámbito de la teología, relativa a aquello que excede lo estrictamente necesario para alcanzar la salvación). Entonces, ¿por qué lo hacen? ¿Acaso sienten una atracción inexorable hacia la virtud? ¿Veneran la Verdadera Presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento? ¿Vienen por hábito, por superstición o porque desean rodearse de un ambiente de camaradería? ¿O tal vez se trata de todas esas cosas juntas o de ninguna de ellas? ¿Por qué se encuentran aquí, y qué beneficio pretenden obtener?
(...)
(...) En cuanto a las partes pudendas femeninas, bueno, a Michael todavía no le van (como diríamos hoy en día). Ni siquiera cuenta con un concepto verbal con el que referirse a ese orificio sin sentirse incómodo, ya que coño es una palabra que él y los demás asistentes a esta misa de San Valentín solo han visto escrita en las paredes de algunos baños y que jamás soñarían con pronunciar, ni siquiera en voz baja o para sí; y, aunque Michael ha visto la palabra vagina impresa en varias ocasiones, no está seguro de cómo pronunciarla, y además esta no parece hacer justicia a lo que significa. Tampoco está muy seguro de esto último, pues nunca ha visto ninguna que tenga más de tres primaveras, pero, en cualquier caso, por el momento le basta y le sobra con los pechos para no disminuir su febril excitación. Los pechos, y la ropa interior diseñada para ellos, son suficientes para mantenerlo en marcha. (...)
(...)
¿Acaso los jóvenes reunidos en la iglesia de Nuestra Señora y San Judas en este oscuro día de San Valentín se creen todo esto? Bueno, sí y no. No creen en ello con la misma certidumbre con que creen que tendrán que presentarse a unos exámenes finales dentro de tres años; y están empezando a albergar ciertas dudas respecto a algunos detalles del relato (la mayoría de ellos, por ejemplo, han dejado de acumular indulgencias; les parece algo bastante infantil e indigno). Pero, en líneas generales, sí, creen en ello de verdad, o al menos no están seguros de si sería prudente no creer; y esta conciencia escatológica tan profundamente arraigada (escatológica, otra palabra de lo más útil, relativa a las cuatro cosas últimas: la muerte, el juicio, el cielo y el infierno) es, con toda probabilidad, el principal denominador común que explica su presencia aquí, en misa. (...)
(...)
Acto seguido, suelta una efusiva carcajada, mostrando unos dientes manchados de nicotina, abre un paquete de Player’s y les ofrece cigarrillos a los chicos que fuman. Los estudiantes dan pataditas en el suelo y se pasan los bolsos y las carteras de una mano a otra, impacientes por marcharse, pero tratando de no parecer descorteses. Violet toma uno de los cigarrillos del padre Brierley, que se queda consternado, pues no le gusta ver a las mujeres fumando en público. Se intercambian algunas chanzas sobre el día de San Valentín, y el padre Brierley, desesperado por mostrarse alegre y tolerante con el humor inofensivo, redobla sus carcajadas forzadas.
(...)
Sus amigos rechazan esta posibilidad riéndose y fingiendo indignación. Las ceremonias del consejo estudiantil, especialmente la noche de San Valentín, son tristemente famosas por su carácter disoluto; suelen erigir, en una esquina de la sala, una gruta poco iluminada y bien provista de cojines, diseñada expresamente para besuquearse o hacer cosas aún peores.
(...)
— ¿Desea alguna otra cosa, señor? —preguntó el recepcionista en 1958, mientras Michael examinaba el techo. Sin mirarlo a los ojos, balbuceando, el joven logró pedir una habitación con cama de matrimonio, y se la concedieron sin ningún problema. Volvió corriendo junto a Miriam, aferrando la llave como si se tratara de un tesoro mítico que le hubiese arrebatado a un dragón. Se sentía inmensamente heroico, masculino, dominante: como un verdadero marido. En cuanto entraron en la nueva habitación, cerró la puerta con llave y llevó a Miriam hasta la cama. Se tumbaron y empezaron a besarse, incorporándose de vez en cuando para deshacerse de alguna prenda (lo que le recordó el striptease de Polly aquel día de San Valentín), hasta que los dos se quedaron en ropa interior. Con gran solemnidad, Michael le desabrochó el sujetador a Miriam y se lo quitó.Almas y cuerpos, de David Lodge (traducción de Mariano Peyrou)
Recuento 2024
Ayer: Cañas al viento. Grazia Deledda
Grito nocturno. Borja González
Hoy: Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
Hoy es un buen día para morir. Colo
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Re: El día de hoy en un libro (II)
— Y el catorce de febrero, ¿dónde estabas? Te esperé; pero ahora ya sé el caso que debe hacerse de tus promesas...
El día catorce de febrero es el día de la Caza de los Pájaros, una fiesta infantil que expresa maravillosamente el espíritu del País de Nieve. Diez días antes de la fiesta, todos los chiquillos del pueblo se dedican a apisonar la nieve bajo sus zuecos de paja, hasta ponerla dura y tensa, lo suficiente para poder cortarla en cubos de dos codos, con los que se construirá un “Palacio de Nieve” de más de diez pies de altura. Como sea que, en el valle, la gran fiesta de Año Nuevo se celebra a primeros de febrero, en aquella fecha las puertas de las casas están adornadas todavía con sus cuerdas de paja, y, el día catorce, los chiquillos las arrancan para hacer con ellas una gran fogata ante su “Palacio de Nieve”. Chillando y empujándose, encaramados en la techumbre, prosiguen su ronda cantando la melodía de la Caza de los Pájaros. Primero al rojo resplandor de las llamas, y después a la luz de la bujía, acaban la noche en el interior de su palacio. De madrugada reanudan su ronda y sus cantos en la techumbre, y así termina, el quince de febrero por la mañana, la fiesta de la Caza de los Pájaros.
País de nieve, de Yasunari Kawabata (traducción de César Durán, revisada por Beatriz Galán)
El día catorce de febrero es el día de la Caza de los Pájaros, una fiesta infantil que expresa maravillosamente el espíritu del País de Nieve. Diez días antes de la fiesta, todos los chiquillos del pueblo se dedican a apisonar la nieve bajo sus zuecos de paja, hasta ponerla dura y tensa, lo suficiente para poder cortarla en cubos de dos codos, con los que se construirá un “Palacio de Nieve” de más de diez pies de altura. Como sea que, en el valle, la gran fiesta de Año Nuevo se celebra a primeros de febrero, en aquella fecha las puertas de las casas están adornadas todavía con sus cuerdas de paja, y, el día catorce, los chiquillos las arrancan para hacer con ellas una gran fogata ante su “Palacio de Nieve”. Chillando y empujándose, encaramados en la techumbre, prosiguen su ronda cantando la melodía de la Caza de los Pájaros. Primero al rojo resplandor de las llamas, y después a la luz de la bujía, acaban la noche en el interior de su palacio. De madrugada reanudan su ronda y sus cantos en la techumbre, y así termina, el quince de febrero por la mañana, la fiesta de la Caza de los Pájaros.
País de nieve, de Yasunari Kawabata (traducción de César Durán, revisada por Beatriz Galán)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
14 de febrero. He ganado el primer premio en el certamen de Time and Tide, pero vuelve a ser ex aequo. Estoy enfadadísima. Escribo una carta excelente a la editora, con un nombre falso, para protestar por tan injusta costumbre. Cuando ya la he enviado, me siento presa de una tremenda inquietud por temor de que sea ilegal utilizar un nombre falso. Le echo un vistazo al Almanaque de Whitaker, pero solo aparecen timbres fiscales y casos de encubrimiento de nacimientos ilegítimos, de manera que lo dejo, asqueada.
Diario de una dama de provincias, de E.M. Delafield (traducido por Patricia Antón)
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Re: El día de hoy en un libro (II)
Me miró, esbozó una sonrisa cruel con la que me dejaba claro que había entendido que si había cambiado de tema era porque me incomodaba (con lo que había dado una pista al enemigo) y sacó de su portafolios de piel marrón unos planos, un dosier con las fotos de mis cuadros numerados y algunos papeles más.
—El 14 de febrero, ¿qué te parece?
—San Valentín. Una celebración un poco tonta a mi parecer.
—Bueno, este año tendrás con quién celebrarla.
—¿Quién te ha dicho que otros años no?
—El 14 de febrero abrirá sus puertas a tu primera exposición.
Asentí.
—¿Emocionada?
—Mucho.
El arte de engañar al karma, de Elísabet Benavent
—El 14 de febrero, ¿qué te parece?
—San Valentín. Una celebración un poco tonta a mi parecer.
—Bueno, este año tendrás con quién celebrarla.
—¿Quién te ha dicho que otros años no?
—El 14 de febrero abrirá sus puertas a tu primera exposición.
Asentí.
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Re: El día de hoy en un libro (II)
El mediodía del día de San Valentín, Brian y Titania entraron en la habitación de Eva.
Vio claramente que los dos habían estado llorando. No se preocupó mucho. Le parecía que los británicos habían dejado hacía tiempo de mantener la calma y ahora lloraban habitualmente en público y se les aplaudía por ello. A los que no lloraban con facilidad se les etiquetaba de "quisquillosos".
La mujer que vivió un año en la cama, Sue Townsend
Eva no lo sabía, pero el verdadero motivo por el que Titania lloraba era porque Brian no le había regalado ninguna tarjeta de San Valentín ni unas delicias turcas, tal y como había hecho cada año desde que habían comenzado su aventura.
La mujer que vivió un año en la cama, Sue Townsend
Vio claramente que los dos habían estado llorando. No se preocupó mucho. Le parecía que los británicos habían dejado hacía tiempo de mantener la calma y ahora lloraban habitualmente en público y se les aplaudía por ello. A los que no lloraban con facilidad se les etiquetaba de "quisquillosos".
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Eva no lo sabía, pero el verdadero motivo por el que Titania lloraba era porque Brian no le había regalado ninguna tarjeta de San Valentín ni unas delicias turcas, tal y como había hecho cada año desde que habían comenzado su aventura.
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