Calendario: El día de hoy en un libro

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Mensaje por Gretogarbo »

Martes 27 de agosto
Frío y sol. Sol de invierno, que es el más afectuoso, el más benévolo. Fui hasta la plaza Matriz y me senté en un banco, después de abrir un diario sobre la caca de las palomas. Frente a mi, un obrero municipal limpiaba el césped. Lo hacía con parsimonia, como si estuviera por encima de todos los impulsos.

La tregua, de Mario Benedetti
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27 de agosto de 1955
Cierran las cocheras
Como pueden imaginar, todos estamos muy tristes por el cierre de las cocheras. Después de que nos han suprimido casi todos los trenes, encima ahora perdemos a los buenos amigos de las cocheras, trasladados a otros lugares. Sólo nos resta confiar en que repongan el servicio. No es justo que pasen tan pocos trenes por aquí.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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— ¿No sabes por casualidad con quien habló Yennefer por última vez antes de desmontar la maquina infernal? ¿la noche del veintisiete al veintiocho de agosto? ¿Con quién? ¿Y de qué?
La torre de la golondrina, de Andrzej Sapkowki (traducción de José Mª Faraldo)
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 13:04, editado 1 vez en total.
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Ayer: Grito nocturno. Borja González
Los asesinos del emperador. Santiago Posteguillo
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Mensaje por Gretogarbo »

Miércoles 28 de agosto
Sólo me quedan cuatro días de licencia. No echo de menos la oficina. Echo de menos a Avellaneda. Hoy fui al cine, solo. Vi una de cowboys. Hasta la mitad, me entretuve; a partir de allí, me aburrí de mi mismo, de mi propia paciencia.

La tregua, de Mario Benedetti
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— Sólo que la señora Dolores me ha mostrado una fotografía de Balduccio en la que éste está muy bien. Me las he ingeniado para ver la fecha que había en el reverso: 28 de agosto. O sea, que Balduccio pudo tener perfectamente tiempo de dar la orden de matar a quien le diera la gana antes de que le ingresaran. ¿Cuadra?
El campo del alfarero, de Andrea Camilleri (traducción de Mª Antonia Menini Pages)
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— ¿No sabes por casualidad con quien habló Yennefer por última vez antes de desmontar la maquina infernal? ¿la noche del veintisiete al veintiocho de agosto? ¿Con quién? ¿Y de qué?
(...)
— Al día siguiente de esta comunicación secreta —dijo despacio el yarl de Skellige— de esa de la que tú, Triss Merigold, no sabes nada, Yennefer se fue de Skellige, poniendo curso al Abismo de Sedna. Al preguntarle porque se dirigía precisamente hacia allí, me miró a los ojos y respondió que tenía intenciones de comprobar en que se diferencian las catástrofes naturales de las innaturales. Se fue con dos drakkars, el Tamara y el Alción, con una tripulación compuesta enteramente por voluntarios. Eso fue el veintiocho de agosto, hace dos semanas. No la volví a ver...
La torre de la golondrina, de Andrzej Sapkowki (traducción de José Mª Faraldo)
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Merced a esto, el 28 de agosto los viajeros pasaban por el poblado de Balaisk, a ochenta verstas de Krasnoiarsk, y el 29, por el de Ribinsk, a cuarenta verstas de Balaisk.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 13:03, editado 2 veces en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

Jueves 29 de agosto
Le pedí a Avellaneda que faltara a la oficina. Yo, su jefe, la autoricé y basta. Se quedó todo el día conmigo en el apartamento. Me imagino la bronca de Muñoz, con dos tipos menos en la sección y toda la responsabilidad sobre sus hombros. No sólo la imagino sino que la comprendo. Pero no importa. Estoy en una edad en que el tiempo parece y es irrecuperable.

La tregua, de Mario Benedetti
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Supe de ello sin moverme de mi casa, en mi taller y a través de mis propias clientas, de las españolas de alcurnia que cada vez eran más abundantes en mis probadores. Según ellas, la verdadera artífice del descalabro de Serrano fue Carmen Polo, la señora. La movió, contaban, la indignación de saber que el 29 de agosto, la hermosa e insolente marquesa de Llanzol había dado a luz a su cuarta hija. A diferencia de los retoños anteriores, el padre de aquella niña de ojos de gato no era su propio marido, sino Ramón Serrano Suñer, su amante. La humillación que tal escándalo suponía no sólo para la esposa de Serrano —la hermana de doña Carmen, Zita Polo—, sino para la familia Franco Polo en sí rebasó todo lo que la esposa del Caudillo estaba dispuesta a soportar.
El tiempo entre costuras, de María Dueñas
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El 29 de agosto, el rey desembarcó victorioso de su campaña en Mallorca contra Pedro el Cruel, que había huido de Ibiza, tras tomarla y saquearla, en cuanto la flota catalana arribó a las islas.
La catedral del mar, de Ildefonso Falcones
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29 de agosto de 1924
Resulta curioso observar que la mayoría de las personas pueden trabar conocimiento con alguien y, saber cuando empezó todo exactamente. Pero Ruth lo sabía con toda precisión. Cuando Idgie le sonrió y le ofreció la jarra de miel, todos los sentimientos que había tratado de sofocar la inundaron; y en aquel mismo instante supo que amaba a Idgie con todo su corazón. Por eso se había echado a llorar aquel día. Nunca había sentido nada parecido, y comprendió que probablemente nunca volvería a sentirlo por nadie.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Lunes, 29 de agosto
Las casas de la Herbertstrasse, en cualquier otra ciudad que no fuera Berlín, habrían estado rodeadas de un par de hectáreas de césped enmarcado en seto. Pero allí llenaban cada solar dejando muy poco espacio, o ninguno, para hierba o enlosado. A algunas de ellas no las separaba de la acera más que la anchura de la verja. En cuanto a arquitectura, exhibían una mezcla de estilos, que iban desde el palladiano al neogótico o el guillermino, y había algunas que eran tan vernáculas que resultaba imposible describirlas. Juzgada en su conjunto, la Herbertstrasse era como una asamblea de viejos mariscales y grandes almirantes vestidos con sus uniformes de gala y obligados a permanecer sentados en unos taburetes de campo exageradamente pequeños e inadecuados.

Pálido criminal (Berlin Noir II), de Philip Kerr
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Buena y tranquila cena la que teníamos en la noche del 29 de agosto en nuestra casa con toda la familia. La armonía y la unión que el asedio nos infundía era vínculo suficiente para respirar fraternidad y concordia entre cada uno de los que componíamos esa familia.
El alma en llagas, de Lançelot
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29 de agosto de 1946
Querida Sophie:
Ivor vino y se fue, y las cartas de Oscar Wilde vuelven a estar a salvo en la caja de galletas de Isola. Intento estar tranquila, tanto como puedo, hasta que Sidney las lea. Estoy desesperada por saber qué piensa de ellas.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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Gurli Löfgren murió de cáncer el día de Navidad de 1966, a los cuarenta y siete años. A comienzos de marzo de 1967 Göransson conoció a Magdalena Rosén (alias la rubia Malin), con la que residió en el inmueble situado en Arbetargatan, desde el 3 hasta el 29 de agosto de 1967. Desde comienzos de septiembre hasta mediados de octubre de este año residió ocasionalmente en casa de Sune Björk.
El policía que ríe, de Maj Sjöwall y Per Wahlöo (traducción de Martin Lexell y Manuel Abell)
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Merced a esto, el 28 de agosto los viajeros pasaban por el poblado de Balaisk, a ochenta verstas de Krasnoiarsk, y el 29, por el de Ribinsk, a cuarenta verstas de Balaisk.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
Última edición por Gretogarbo el 19 Oct 2022 11:17, editado 4 veces en total.
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30 de agosto
Nos vamos esta noche a Valencia. A las diez estaremos en Manises. Hasta ahora, todo va a pedir de boca (aparte del calor y la sed, no he visto a nadie que no quisiera ni conocido a personas que no conociera). Después de ocho días en Valencia, que Carmen haga conmigo lo que quiera.

La gallina ciega, de Max Aub
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Viernes 30 de agosto
Durante la licencia, escribí todos los días. Se me hace cuesta arriba reintegrarme al trabajo. Esta licencia ha sido un buen aperitivo de mi jubilación. Blanca recibó hoy una carta de Jaime, rencorosa, violenta. El párrafo que me dedica, dice así: "Decile al viejo que todos mis amores fueron platónicos, así que, cuando tenga pesadillas en las que aparezca mi inmunda persona, puede darse vuelta y respirar tranquilo. Por ahora. Es demasiado odio junto para que sea verdadero."

La tregua, de Mario Benedetti
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Bajó, regresó a la antesala y abrió el cajón del mueblecito. Recibos de la luz y el gas. Por debajo del mueble, que tenía patas de apenas cinco centímetros, asomaba la punta blanca de un sobre. Montalbano se inclinó y lo recogió. Estaba cerrado: un recibo de Enel. Lo abrió. Indicaba el 30 de agosto como fecha límite de pago. Por tanto, no se había pagado. Volvió a dejarlo debajo del mueble, y estaba a punto de apagar la luz cuando distinguió algo.
El campo del alfarero, de Andrea Camilleri (traducción de Mª Antonia Menini Pages)
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Adrian Troadec se aferró a su idea de los bombones. Alquiló un pequeño establecimiento cerca del Conservatorio, viajó a Ginebra, contrató una distribución permanente de bombones para su establecimiento y un 30 de agosto de 1927 abrió el primer despacho de Petit Chocolat Troadec. Adrian Troadec tenía tan sólo 23 años, Alma Trapolyi tenía 21. Acababa de arder Viena por el enfrentamiento entre los partidarios del Gobierno socialista y los nazis que querían anexionar Austria a Alemania.
Sabor a chocolate, de José Carlos Carmona
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30 de agosto de 1924
Si se va en coche hasta unos trece kilómetros al sur de Whistle Stop, por la carretera del río, y se gira a la izquierda, se ve, a unos tres kilómetros, un tablón claveteado a un árbol y acribillado a perdigonadas. Dice: Club y Camping Wagon Wheel. Y hay una flecha dibujada que señala hacia un camino arenoso.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Y... ocurrió el milagro.
A las diez de la mañana del 30 de agosto se descubrió el trazado de la galería enemiga. Era una mina real, de gran cabida, se introducía bajo tierra hasta el interior de la ciudad y desembocaba en la iglesia Santa Eulalia de Mérida, que era una capilla situada en la cabeza de la gran cortadura, zanja excavada por todos los barceloneses, mujeres, ancianos y niños.
El gobierno de la ciudad mandó celebrar medio millar de misas en agradecimiento por tal hallazgo. Con ello, semanas de trabajo de los minadores enemigos, se desperdiciaban.

El alma en llagas, de Lançelot
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30 de agosto
He estado visitando el cuarto de control y he permanecido afuera largas horas. No había naves anulares. No obstante, he descubierto que si salgo, los recuerdos de la Tierra se desvanecen.

La segunda clase de soledad, de Una canción para Lya, de George R. R. Martín (traducción de Marco A. Sánchez)
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No es la primera vez en las últimas semanas que el ministro, Cornelius Fudge, utiliza nuevas leyes para introducir mejoras en el colegio de magos. Recientemente, el 30 de agosto, se aprobó el Decreto de Enseñanza nº 22 para asegurar que, en caso de que el actual director no pudiera nombrar a un candidato para un puesto docente, el Ministerio tuviera derecho a elegir a la persona apropiada.
Harry Potter y la Orden del Fénix, de J. K. Rowling
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Y los acontecimientos se hacen cada vez más confusos: el 30 de agosto, ¿cruzaron las tropas indias la línea del alto el fuego cerca de Uri "para perseguir a los invasores pakistaníes"… o para iniciar un ataque?
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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Whitby, 30 de agosto
Queridísima Mina:
Océanos de amor y millones de besos. Ojalá puedas estar pronto en tu propia casa acompañada de tu esposo. Y cómo desearía que pudieras volver a Inglaterra lo suficientemente pronto como para pasar algún tiempo aquí con nosotros. Este aire tan saludable restablecería pronto a Jonathan; a mí me ha restablecido bastante. Tengo un apetito de cormorán, me siento muy animada y duermo bien. Te alegrará saber que no he vuelto a tener ninguna crisis de sonambulismo. Creo que durante la última semana ni siquiera me he movido de la cama -me refiero a cuando me meto en ella por las noches-. Arthur dice que me estoy poniendo gorda. Por cierto, olvidaba decirte que Arthur está aquí. Vamos a dar largos paseos, caminando y en automóvil, y montamos y navegamos y jugamos al tenis y pescamos juntos; y le quiero más que nunca. Él me asegura que me ama más, pero lo dudo, porque al principio me dijo que nunca podría amarme más de lo que lo hacía entonces. Pero esto son tonterías. Oigo que me llama. Así que nada más por el momento de tu querida
Lucy

Drácula, de Bram Stoker
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Repasen lo que digo: el treinta de agosto de mil novecientos setenta y tres el asistente del fiscal de la Corte de distrito de la testamentaría de Manhattan daba oficialmente por muerto a Galíndez, asesinado en República Dominicana por orden de Trujillo. Se decidió entregar al padre de Galíndez las pertenencias de su hijo y treinta y siete mil dólares de indemnización.
Galíndez, de Manuel Vázquez Montalbán
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 13:16, editado 3 veces en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

31 de agosto
Bajo solo, a la calle. ¿Cuánto tiempo hace que no estoy solo? P., desde el último achuchón, no me deja ni a sol ni a sombra, pendiente. Se queda con su madre. Bajo a la calle a ver, a cien metros de este portal, el que fue nuestro: Almirante Cadarso, 13. Está, naturalmente, igual; la casa la estrenamos nosotros. Allí pintaron Genaro y Pedro un mural en el comedor grande. Tengo fotografías. Al lado, en el solar, han construido una casa. Entro en la que fue nuestra. Hablo con la portera. Es Clotilde. La miro.

La gallina ciega, de Max Aub
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Sábado 31 de agosto
Avellaneda y Blanca se veían sin que yo lo supiera. A Blanca se le escapó una frasecita reveladora y todo quedó al descubierto. "No queríamos decírtelo, porque estamos aprendiendo mucho sobre vos." Al principio me pareció una broma miserable, después me conmoví. No tuve más remedio que figurarme a las dos muchachas intercambiando sus respectivas imágenes incompletas acerca de este tipo sencillo que soy yo.

La tregua, de Mario Benedetti
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31 de agosto de 1940
Peón arrollado por un coche
Vesta Adcock atropelló a su peón, Jesse Thiggins, cuando se dirigía a una reunión de la Eastern Star el martes. El negrito Jesse estaba echando una cabezadita bajo un árbol y, al girar Vesta para entrar en su patio, una de las ruedas pasó por encima de la cabeza de Jesse, hundiéndosela en el barro. Al oírlo gritar, ella detuvo el coche a centímetros de su pecho y bajó a ver qué había pasado. Unos vecinos salieron corriendo y le quitaron el coche de encima al pobre Jesse.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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Miércoles, 31 de agosto
La zo­na al sur de la König­s­t­ras­se, en Wan­nsee, al­ber­ga to­do ti­po de clí­ni­cas y hos­pi­ta­les pri­va­dos, ele­gan­tes y lu­j­osos, don­de uti­li­zan tan­to éter en los su­elos y ven­ta­nas co­mo en los pa­ci­en­tes mis­mos. En lo que ata­ñe al tra­ta­mi­en­to, se in­c­li­nan a ser igu­ali­ta­ri­os. Un hom­b­re pod­ría te­ner la con­s­ti­tu­ci­ón de un ele­fan­te af­ri­ca­no y no de­j­arí­an por el­lo de tra­tar­le co­mo si es­tu­vi­era tra­uma­ti­za­do por la gu­er­ra, asig­nán­do­le un par de en­fer­me­ras de la­bi­os pin­ta­dos pa­ra que le ayu­da­ran con las mar­cas más se­lec­tas de ce­pil­los de di­en­tes y de pa­pel hi­gi­éni­co, si­em­p­re y cu­an­do pu­di­era pa­gar­lo. En Wan­nsee, tu sal­do en el ban­co im­por­ta más que tu pre­si­ón san­gu­ínea.

Pálido criminal, de Philip Kerr (traducción de Isa­bel Me­ri­no)
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Tentativa de robo en el Ministerio
Sturgis Podmore, de 38 años, vecino del número 2 de Laburnum Gardens, Clapham, se ha presentado ante el Wizengamot acusado de entrada ilegal y tentativa de robo en el Ministerio de Magia el 31 de agosto. Podmore fue detenido por el mago de seguridad del Ministerio de Magia, Eric Munch, que lo sorprendió intentando entrar por una puerta de alta seguridad a la una de la madrugada. Podmore, que se negó a declarar en su defensa, fue hallado culpable de ambas acusaciones y condenado a seis meses en Azkaban.

Harry Potter y la Orden del Fénix, de J. K. Rowling
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— Después de la muerte de Yennefer sí. ¿Sabéis, rey, que Yennefer resultó muerta? Murió el último día de agosto, en unas circunstancias enigmáticas, en el famoso Abismo de Sedna, entre las islas Skellige y el cabo de Peixe de Mar.
La torre de la golondrina, de Andrzej Sapkowki (traducción de José Mª Faraldo)
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Hotel Albemarle, 31 de agosto
Querido Jack:
Quiero que me hagas un favor. Lucy está mal; es decir, no padece ninguna enfermedad en particular, pero tiene un aspecto horrible, y empeora día a día. Le he preguntado si existe algún motivo; no me atrevo a preguntarle a su madre, pues trastornar la mente de la pobre señora en su presente estado de salud, inquietándola sobre su hija, sería fatal. La señora Westenra me ha confiado que sus días están contados -enfermedad del corazón-, aunque Lucy aún no lo sabe. Estoy seguro de que algo perturba la mente de mi querida muchacha. Casi enloquezco cada vez que pienso en ella; mirarla me causa dolor físico. Le dije que te iba a pedir que la examinaras y, aunque en un principio ha puesto reparos -conozco el motivo, viejo amigo-, finalmente ha consentido. Sé que será una tarea dolorosa para ti, viejo amigo, pero es por su bien, así que no debo dudar en pedírtelo ni tú en actuar. Para no despertar las sospechas de la señora Westenra, mañana te esperan a comer en Hillingham, a las dos en punto. Después de comer, Lucy aprovechará para quedarse a solas contigo. Yo iré a tomar el té, y luego podremos marcharnos juntos. Estoy muy preocupado, y quiero hablar contigo a solas tan pronto como sea posible en cuanto la hayas visto. ¡No falles!
Arthur

Drácula, de Bram Stoker
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 13:30, editado 2 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

— En realidad —le expliqué, subiéndome las gafas y apoyándolas en los pliegues de la frente—, ese año se corresponde con el 341 de nuestra era. El cómputo temporal para los bizantinos empezaba el 1 de septiembre del año 5509, fecha en la que creían que Dios había creado el mundo.
El último Catón, de Matilde Asensi
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1 de septiembre
Casa de Manolo Zapater. Vamos andando; está cerca de casa. No es la que conocí, ni su mujer la misma (Lolita, Viver...) pero son las mismas y él no ha variado; tan sin problemas. Solo los que le plantean los demás. Por algo, registrador de la propiedad. La vida tranquila y desahogada del buen burgués español y valenciano para mayores señas. Pan de huerta. Le miro: ¡tantos años! Luego, en la calle, veo que si algo ha perdido -sin hacer la menor referencia a ello- es vista. Vamos a cenar, con Fernando Dicenta y su mujer, a un restaurante de la Gran Vía, a la vuelta misma de su casa. Exactamente como si nos hubiésemos visto ayer y nos quedáramos para siempre. Y nos acompañan luego, andando, a casa. ¿De qué hablamos? ¡Qué más da! El tiempo no pasa.

La gallina ciega, de Max Aub
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Lydia lo quería enormemente. Era siempre "su querido Wickham"; nadie se podía comparar con él. Lo hacía todo mejor que nadie en el mundo, y estaba segura que el primer día de septiembre, al levantarse la veda, cazaría más aves que nadie de la comarca.
Orgullo y prejuicio, de Jane Austen
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Lydia estaba loca por él; su «querido Wickham» no se la caía de la boca, era el hombre más perfecto del mundo y todo lo que hacía estaba bien hecho. Aseguraba que el primero de septiembre Wickham mataría más pájaros que nadie de la comarca.
Orgullo y prejuicio, de Jane Austen
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Domingo 1 de setiembre
Se acabó la farra. Mañana otra vez a la oficina. Pienso en las planillas de ventas, en la goma de pan, en los libros copiadores, en las libretas de cheques, en la voz del gerente, y el estómago se me revuelve.

La tregua, de Mario Benedetti
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Cuando el verano de 1940 tocaba a su fin, ya había dado cuenta de las dos o tres decenas de novelas de la pequeña biblioteca local y me preguntaba con qué iba a entretenerme de allí en adelante. Y entonces, inesperadamente, a mi puerta llegó un nuevo texto. No en forma de novela, sino de telegrama azul. Y no para el disfrute de su lectura, sino para que actuara según las indicaciones. "Invitación personal. Fiesta privada en Tánger. Amistades de Madrid esperan. Primero septiembre. Siete tarde. Dean's Bar."
El tiempo entre costuras, de María Dueñas
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1 de septiembre de 1986
Ed Coch llegó a casa el jueves por la noche diciendo que se las había tenido con una del despacho que "no paraba de tocar los cojones", y que ninguno de los del despacho quería trabajar con ella.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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A partir del 1 de septiembre voy a tomarme un par de semanas de vacaciones; pero, como acabo de comprar un coche y nos hemos quedado sin blanca, no vamos a poder permitirnos demasiadas alegrías más. Nora tiene una hermana que vive en un pueblo de la costa, así que confiamos en que ella se apiade de nosotros y nos invite a pasar unos días en su casa. Es mi primer coche, por lo que estamos todos muy emocionados con él..., aunque se trata de un viejo modelo de 1939. Pero si nos lleva a los lugares adonde queremos ir sin escacharrarse demasiado a menudo, nos sentiremos la mar de felices.
84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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Por fin llegaron las lluvias, el 1 de septiembre. Llovió durante toda una semana. Se inundó el centro de Derry, lo que no era infrecuente, pero las grandes casas de Broadway Oeste estaban a mayor altura y en algunas de ellas debieron oírse suspiros de alivio. "Que ese canuck loco se esconda todo el invierno en los bosques, si así lo quiere -debieron decirse-. Por este verano no puede hacer más y lo pescaremos antes de que se sequen las raíces el próximo junio."
It, de Stephen King (traducción de Edith Zilli Nunciati)
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Tras unas semanas respirando fatigosamente y de entrar en estado vegetativo, entregaba su alma a Dios, a las dos y cuarenta y nueve, en el primer día del mes noveno, del año de gracia de Nuestro Señor Jesucristo del mil setecientos.
El alma en llagas, de Lançelot
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Había hecho un plan que consistía en tener una primera versión terminada para el 1 de septiembre con el fin de que Henrik Vanger la pudiera ver, de modo que luego dispondría de todo el otoño para el texto.
Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson
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Tras todo esto, únicamente faltaba despedirse de Laia, hallar un barco que se ajustara a sus deseos y que navegara en cabotaje. Jofre, que conocía a todos los marinos que surcaban el Mediterráneo, halló el que convenía. Era una nave de aspecto muy marinero que debería de andar como el viento. Se dedicaba al transporte de pequeñas mercancías que requerían un traslado rápido y eficaz. Su carga era escasa y la bodega estaba ocupada únicamente por velas de repuesto. Su capitán era un griego, viejo lobo de mar, de aspecto algo simiesco, cuadrado como un barril y patizambo, cuyos pies se agarraban a la tablazón de la cubierta cual ventosas de cefalópodo y que olía las tempestades horas antes de que estallaran. Había surcado a lo largo de su vida todos los mares conocidos. Basilis Manipoulos era su nombre, y el Stella Maris, su barco. El 1 de septiembre de 1053 zarparían de Barcelona.
Te daré la tierra, de Chufo Lloréns
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La historia de Eliza comienza el primero de septiembre de 1888 en Londres. Los registros de nacimientos de ese año indican que era melliza, y los primeros doce años de su vida transcurrieron en una casa de alquiler en el 35 de la calle Battersea Churc. El linaje de Eliza es bastante más completo de lo que podrían sugerir sus humildes orígenes. Su madre, Georgiana, era la hija de una familia aristocrática, habitantes de las tierras de Blackhurst en Cornualles. Georgiana Mountrachet causó un escándalo social cuando, a los diecisiete años, escapó de las propiedades de su familia con un joven muy inferior a su propia clase social.
El jardín olvidado, de Kate Morton (traducción de Carlos Schroeder)
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Para completar su erudición ocular, hablaba del aspecto que presentaba Madrid el 1 de septiembre de 1840 como si fuera cosa de la semana pasada. Había visto morir a Canterac, ajusticiar a Merino "nada menos que sobre el propio patíbulo", por ser él el humano de la Paz y Caridad; había visto matar a Chico..., precisamente ver no, pero oyó los tiritos, hallándose en la calle de las Velas; había visto a Fernando VII el 7 de julio cuando salió al balcón a decir a los milicianos que sacudieran a los de la Guardia; había visto a Rodil y al sargento García arengando desde otro balcón, el año 36; había visto a O'Donnell y Espartero abrazándose, a Espartero solo saludando al pueblo, a O'Donnell solo, todo esto en un balcón; y por fin, en un balcón había visto también en fecha cercana a otro personaje diciendo a gritos que se habían acabado los Reyes. La historia que Estupiñá sabía estaba escrita en los balcones.
Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós
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Cuando el tren empezó a reducir la velocidad al aproximarse a la estación de King’s Cross, Harry pensó que nunca había lamentado tanto que llegara ese momento. Hasta se preguntó qué pasaría si se negaba a apearse y seguía tercamente allí sentado hasta el uno de septiembre, fecha en que regresaría a Howarts.
Harry Potter y la Orden del Fénix, de J. K. Rowling
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Mientras mi temperatura bajaba, mi hermana nacía en la Clínica Privada de Narlikar. Era el primero de septiembre; y el nacimiento fue tan sin incidentes, tan sin esfuerzo, que pasó casi inadvertido en la Hacienda de Methwold; porque ese mismo día Ismail Ibrahim fue a ver a mis padres a la clínica y anunció que se había ganado el pleito...
(...)
Entonces, el primero de septiembre de 1962, celebramos el decimocuarto cumpleaños del Mono. Para esa fecha (y a pesar de que mi tío seguía sintiendo cariño por mí), estábamos oficialmente reconocidos como socialmente inferiores, los desventurados parientes pobres de los grandes Zulfikar; de forma que la fiesta era asunto de poca monta.
(...)
Acabó por agotarla; ella se quedó con él, finalmente, sólo porque le pedía y obtenía grandes aumentos de salario, y enviaba una gran parte del dinero a Goa, para mantener a su hermana Mary; pero el primero de septiembre también ella sucumbió a los halagos del teléfono.
(...)
Las formidables Narlikar, en aquella época, estaban asediando a mi padre, telefoneándolo dos veces diarias, engatusándolo y persuadiéndolo para que vendiera, recordándole que su posición era desesperada, aleteando en torno a su cabeza como buitres en torno a un almacén ardiendo… el primero de septiembre, como un buitre de tiempos remotos, dejaron caer un brazo que le golpeó en la cara, porque sobornaron a Alice Pereira para que se fuera. Incapaz de soportarlo más, ella gritó: -¡Responda usted mismo al teléfono! Yo me voy.
(...)
Cuando, el primero de septiembre, nuestros soldados diez-veces-mejores atravesaron la línea en Chhamb, ¿eran agresores o no lo eran?
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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Se apuesta, también en este caso, como en una ruleta. Si apuestas cien mil euros y las cosas te van bien, en catorce días se convierten en trescientos mil. Cuando veo estos datos de aceleración económica, siempre me acuerdo de cuando Giovanni Falcone, estando en un colegio, puso un ejemplo que acabó en cientos de cuadernos escolares: "Para comprender que la droga es una economía floreciente, pensad que mil liras invertidas el 1 de septiembre en la droga se convierten en cien millones el 1 de agosto del año siguiente".
Gomorra, de Roberto Saviano (traducción de Teresa Clavel y Francisco J. Ramos)
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1 de septiembre. La tía Evy y el tío Willie vinieron de visita esta noche. Willie cantó "Frankie and Johnny" intercalando palabras obscenas. La tía Evy se subió a una silla y le pegó en la nariz. Mamá me reprendió porque me reí.
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
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1 de septiembre
Me han llamado desde casa. Padre está peor. Escribiré. Escribe a Ring en detalle con correo de la noche. Telegrafía si necesario.

Drácula, de Bram Stoker
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1 de septiembre de 1888
Siento que, incluso ahora mismo, podría ser un pintor completamente distinto, si fuera capaz de superar la cuestión de los modelos; pero también siento la posibilidad de embrutecerme y ver pasar la hora de la potencia para la creación artística, así como en el curso de la vida uno pierde sus cojones.

Cartas a Theo, de Vincent van Gogh
Última edición por Gretogarbo el 01 Sep 2020 09:20, editado 3 veces en total.
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

2 de septiembre
Todavía puedo hacer los recorridos de mi adolescencia. A veces lo que veo no se parece a lo que vi -no por mí- sino porque las cosas han cambiado; las casas, los jardines, las calles. No las reconocen ni las suelas de mis zapatos. A veces todo ha variado tanto que hasta el trazado de las calles es distinto y cruzo por donde antes había paredes. No son sino tres décadas: ¿qué será dentro de un siglo? Ya nadie se acordará de lo que vi. Todo cambia más de prisa que el hombre. Donde hubo solares hay casas, y, al revés, donde se levantaban edificios ahora bullen calles. ¿Para qué entonces describir cómo son las cosas, las casas, las calles, las ciudades? Nadie caerá en la cuenta de lo que fueron. Los hombres son otra cosa, por mucho que varíen las modas; los sentimientos son todavía bastante parecidos, de un tiempo a otro seguido. También varían, pero menos. No hay donde poner la mirada donde no se vea el sentido de la vida. No el de la muerte, don Francisco, sino el de la vida; lo que no varía, naturalmente, el hondo sentir.

La gallina ciega, de Max Aub
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Lunes día 2 de setiembre
Me recibieron como a un salvador: con todos los problemas sin resolver. Parece que estuvo un inspector y armó tremendo lío sobre una idiotez. Muñoz, el pobre, se ahoga en un vaso de agua. A Santini lo encontré más marica que de costumbre. Me hizo unas monerías bastante escandalosas.

La tregua, de Mario Benedetti
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"Por lo que respecta a los soldados italianos muertos, sólo puedo decir que todos lamentamos profundamente infligir tal crueldad a los hombres que ya habían sufrido mucho. Pero nos vimos obligados a hacerlo. No dejaban en paz al mago y lo habrían vuelto loco. Teníamos que poner a dos hombres de guardia mientras dormía para impedir que fueran a despertarlo. Habían sufrido muchos quebrantos desde su muerte y no eran una visión que a nadie apeteciera contemplar al despertarse. Al fin hicimos una hoguera y los arrojamos al fuego."
Lord Fitzroy Somerset a su hermano, 2 de septiembre de 1812.

Jonathan Strange y el señor Norrell, de Susanna Clarke
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Miércoles, 2 de septiembre de 1942
Querida Kitty:
Los Van Daan han tenido una gran pelea. Nunca he presenciado una cosa igual, ya que a papá y mamá ni se les ocurriría gritarse de esa manera. El motivo fue tan tonto que ni merece la pena mencionarlo. En fin, allá cada uno.

Diario, de Ana Frank (traducción de Diego Puls)
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2 septiembre 1955
¿No irás a decirme tan tranquilo que durante todos estos años habéis estado publicando estos monumentales catálogos y que es la primera vez que te molestas en enviarme uno? ¡Si serás bellaco!

(...)
2 septiembre 1959
Querida Helene:
Nos ha alegrado mucho saber que has ganado una subvención y que estás trabajando de nuevo. Mostraremos también gran amplitud de miras con respecto al tema elegido. Pero debo decirte que uno de nuestros compañeros más jóvenes ha confesado que, hasta que leyó tu carta, no tenía ni idea de que Inglaterra hubiera sido nunca dueña de "los Estados".

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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2 de septiembre de 1995
Espero que el libro esté listo en unas cinco semanas. Este me ha supuesto un mayor desafío, pero la historia no deja de presentárseme con profusión de detalles. Anoche vi Los siete samurais de Kurosawa y me pregunto si no podría ser esa la dirección adecuada para el vol. Nº 6. Los hombres lobo de Mundo Final (o algo así). Seguramente debería de mirar si alguno de los videoclubes de por aquí, junto a la carretera, tiene Los siete magníficos, la versión estadounidense de la película de Kurosawa.

La Torre Oscura VI: Canción de Susannah, de Stephen King
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Hasta que el delegado del emperador Hirohito no hubo firmado la rendición oficial del Japón, no creyeron en Gillanbone que la guerra hubiese realmente terminado. La noticia llegó el domingo, dos de setiembre de 1945, o sea, exactamente a los seis años de haber empezado el conflicto. Seis años de agonía.
(...)
Gillanbone no era una comunidad particularmente supersticiosa, pero, incluso sus moradores más cínicos se estremecieron aquel domingo, dos de setiembre. Porque, el mismo día que terminó la guerra, terminó también la más larga sequía de la historia de Australia.
El pájaro espino, de Colleen McCullough
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En las oscuras y tempranas horas del día 2 de septiembre de 1913, dos trenes de Midland Railway partieron de la estación de Carlisle con rumbo a la estación de St. Paneras, sus pasajeros completamente ignorantes de que estaban siendo conducidos hacia una escena de completa devastación.
El jardín olvidado, de Kate Morton (traducción de Carlos Schroeder)
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París 2 de septiembre de 1792
Nadie se imaginó en qué tipo de día se convertiría.
Germaine de Staël no lo sabía mientras se despedía del personal de la embajada. Hoy, 2 de septiembre, intentaría huir de Francia bajo protección diplomática.
Jacques Louis David no lo sabía mientras se vestía apresuradamente para asistir a una sesión de urgencia de la Asamblea. Hoy, 2 de septiembre, las tropas enemigas habían avanzado y se encontraban a doscientos cuarenta kilómetros de París. Los prusianos habían amenazado con incendiar la ciudad hasta los cimientos.
Maurice Talleyrand no lo sabía mientras con la colaboración de Courtiade, su ayuda de cámara, quitaba los caros libros encuadernados en cuero de las estanterías de su estudio. Hoy, 2 de septiembre, pensaba pasar de contrabando por la frontera su valiosa biblioteca, como preparativo de su inminente huida.
Valentine y Mireille no lo sabían mientras paseaban por el jardín de detrás del taller de David. La carta que acababan de recibir les informaba que algunas piezas del ajedrez de Montglane corrían peligro. No imaginaban que esa carta las situaría en el centro de la tormenta que muy pronto atravesaría Francia.
Nadie sabía que exactamente cinco horas después, a las dos de la tarde del 2 de septiembre, comenzaría el Terror.

El ocho, de Katherine Neville
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2 de septiembre de 1987 - primavera de 1998
Lo mismo que en caso del Ébola, se desconocía el escondite del agente Marburgo. Después de su aparición en las personas de Charles Monet y del doctor Shem Muicke, el Marburgo se perdió de vista, sin que nadie pudiera decir dónde se había metido. En apariencia desapareció de la faz de la tierra, pero los virus nunca se van, únicamente se esconden, y el Marburgo proseguía su ciclo en alguna reserva de animales o insectos africanos.

Zona caliente, de Richard Preston
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2 de septiembre 1946
Querido Sidney:
Ha pasado algo esta tarde... Aunque ha acabado bien, ha sido inquietante y me está costando dormir. Te escribo a ti en lugar de a Sophie, porque ella está embarazada y tú no. Tú no te encuentras en un estado delicado y Sophie sí, estoy perdiendo el dominio de la gramática.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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2 de septiembre
Mi buen amigo:
Cuando he recibido tu carta ya estoy yendo hacia ti. Por buena fortuna puedo ir de inmediato, sin perjuicio para ninguno de aquellos que han puesto su confianza en mí. Si fuera otra la fortuna, lo sentiría entonces por ellos, pues cuando mi amigo me llama para ayudar a aquellos que le son queridos, yo vengo de inmediato. Dile a tu amigo que cuando aquella vez chupaste tan rápido de mi herida el veneno de la gangrena de aquel bisturí que nuestro otro amigo, demasiado nervioso, dejó escapar, hiciste más por él cuando necesita mi ayuda y tú llamas para pedirla, de lo que podría hacer toda su gran fortuna. Pues aunque es un placer añadido ayudar a tu amigo; es a ti a quien acudo. Consígueme habitaciones en el Great Eastern Hotel, para estar a mano y, por favor, arréglalo de modo que podamos ver a la joven mañana mismo no muy tarde, pues es posible que tenga que regresar aquí esa misma noche. Si es necesario, volveré otra vez en tres días, y me quedaré más tiempo si debo. Hasta entonces, adiós, amigo John.

Drácula, de Bram Stoker
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 13:55, editado 2 veces en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

3 de septiembre
El Palacio de Dos Aguas: todo el mundo lo sabe, verde joya del rococó, blanca llama retorcida del churrigueresco. Ahora gracias a la dedicación, a la devoción, al entusiasmo de don Manuel González Martí, joven de 92 años, se ha convertido en el museo más frecuentado de la ciudad. Todo el mundo está feliz. Nadie habla de San Carlos convertido en San Pío V. Todos preguntan:
— ¿Ya has estado en el museo de la cerámica?

La gallina ciega, de Max Aub
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El 3 de septiembre de 1939, el día en que se declaró el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Rebecca Sara Newton golpeó en la puerta de los hermanos Trap.
Sabor a chocolate, de José Carlos Carmona
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El Grupo A despegó del helipuerto del edificio de la policía a las 7.23 del miércoles 3 de septiembre. Los siete formaban una unidad que en realidad ya no existía. Paul Hjelm pensó por un instante que sólo imitaban a un equipo del pasado, pero esa idea se esfumó y se concentró enseguida en la misión. Como todos los demás.
(...)
Andreas Gallano, blanco, ciudadano sueco, 42 años, residente en Alby, narcotraficante, hallado en Riala, fecha de la muerte: 3-6 de septiembre de 1998.
El que siembra sangre, de Arne Dahl (traducción de Mónica Corral y Martin Lexell)
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Reímos: optamos por afrontar la despedida con el buen humor taponando la tristeza; nuestra amistad no se merecía un final amargo. Y con el ánimo en positivo, obligándose a no borrar de su rostro la sonrisa, partió al día siguiente con su hijo rumbo a la capital en avión, mientras el personal de servicio y las posesiones avanzaban traqueteantes atravesando los campos del sur de España bajo la lona verde oliva de un vehículo militar. Aquel optimismo duró poco, sin embargo. Al día siguiente de su marcha, el 3 de septiembre de 1939 y ante la negativa germana a retirarse de la invadida Polonia, Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania y la patria de Rosalinda Fox hizo su entrada en lo que acabaría siendo la segunda guerra mundial, el conflicto más sangriento de la historia.
(...)
No sobrevivió políticamente, sin embargo, para ver cómo Alemania perdía la guerra. El 3 de septiembre de 1942, veintidós meses y diecisiete días más tarde que Beigbeder y exactamente con las mismas palabras, el Boletín Oficial del Estado anunció su cese en todos sus cargos.
La razón de la caída del cuñadísimo fue, supuestamente, un violento incidente en el que estuvieron mezclados carlistas, ejército y miembros de Falange. Hubo una bomba, decenas de heridos y dos bajas: la del falangista que la lanzó —que fue ejecutado— y la de Serrano, depuesto por ser el presidente de la Junta Política de Falange. Bajo cuerda, sin embargo, circularon otras historias.

El tiempo entre costuras, de María Dueñas
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Un descomunal diluvio acompañó la mañana del tres de septiembre. Eran las diez tocadas cuando empezó a amainar aquel gran temporal. Villarroel y Casanova visitaron el estado de la plaza y supervisaron los destrozos que aquel aguacero pudo causar a las defensas de la ciudad.
El alma en llagas, de Lançelot
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Recuerdo aquel día. Era domingo, el 3 de septiembre de 1786, una mañana soleada que nos motivó a Richard y a mí a salir a pasear por el Halle au Blé, el famoso mercado de grano de París, una enorme plaza redonda donde se vendía trigo, guisantes, centeno, lentejas, avena y cebada. Con el tiempo fue apagándose, pero en aquel entonces era conocido como uno de los edificios más hermosos de París, con escaleras curvadas, una cúpula majestuosa con tragaluces que inundaban de luz todo el lugar, como si fuera un palacio de hadas flotando en el cielo.
El fuego, de Katherine Neville
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París 3 de septiembre de 1792
Sólo una llama brillaba en el pequeño candelabro de bronce en el recibidor de la casa de Danton. Justo a medianoche, alguien cubierto con una larga capa negra tiró del cordón de la campanilla, afuera. El portero atravesó el recibidor arrastrando los pies y espió por la mirilla. El hombre que estaba de pie en los escalones llevaba un sombrero blando de ala ancha que ocultaba su cara.

El ocho, de Katherine Neville
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3 de septiembre
Van Helsing ha venido y ha vuelto a marcharse. Me acompañó hasta Hillingham, donde descubrimos que, a iniciativa de Lucy, su madre estaba comiendo fuera, de modo que pudimos estar a solas con ella. Van Helsing hizo un examen muy concienzudo de la paciente. Él me informará a mí, y yo te aconsejaré, ya que por supuesto no estuve presente todo el tiempo. Me temo que se ha quedado muy preocupado, pero dice que tiene que pensar. Cuando le hablé de nuestra amistad y de la confianza que has depositado en mí en este asunto, dijo:
- Debes decirle todo lo que piensas. Dile si quieres también lo que pienso yo, si es que puedes adivinarlo. No, no estoy bromeando. Esto no es una broma, sino un asunto de vida o muerte, quizá de más.

Drácula, de Bram Stoker
Última edición por Gretogarbo el 13 Feb 2020 14:21, editado 4 veces en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

4 de septiembre
San Pío V, ¡tan hermoso por afuera y tan horrendo por dentro! ¿A quién se le ocurriría traer aquí el museo? A ése sí: fusilarlo.

La gallina ciega, de Max Aub
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Barber murió el cuatro de septiembre, justo tres días después del incidente del restaurante. Pesaba sólo cien kilos y era como si la mitad de él hubiese desaparecido ya, como si una vez iniciado el proceso fuese inevitable que el resto desapareciese también. Necesitaba hablar con alguien, pero la única persona que se me ocurría era Kitty. Eran las cinco de la madrugada cuando la llamé, y ya antes de que cogiera el teléfono, supe que no la llamaba únicamente para darle la noticia. Tenía que averiguar si estaba dispuesta a aceptarme de nuevo.
El Palacio de la Luna, de Paul Auster
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Cumplió treinta y tres años el cuatro de septiembre de 1862. Llovía su vida, frente a sus ojos, espectáculo quieto.
Seda, de Alessandro Baricco
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Miércoles 4 de setiembre
Muñoz, Robledo, Méndez, me hablaron con insistencia de Avellaneda, de lo bien que había trabajado durante mi licencia, de lo buena compañera que había demostrado ser. ¿Qué pasa? ¿Cómo se habrá comportado Avellaneda en estos días para que esos insensibles se muestren emocionados?

La tregua, de Mario Benedetti
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— Spender fue la primera victima. Era ingeniero informático de Macintosh en Louisville. Trabajaba en el desarrollo del primer ordenador Apple. Lo hallaron unas personas que estaban recogiendo bayas en el bosque en el noroeste de Kentucky, unas dos semanas después de su fallecimiento. Se ausentó de su lugar de trabajo después del almuerzo el 4 de septiembre de 1978. Fue encontrado el 19 por la tarde, a unas sesenta millas de su domicilio.
El que siembra sangre, de Arne Dahl (traducción de Mónica Corral y Martín Lexell)
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En uno de los viajes que hacía a la Garrotxa, me llamaron la atención unos carteles: ... "Fira, 4, 5 y 6 de Septiembre".
Al instante, recordé la premonición que la bruja me había hecho casi un año atrás, y me dije: Pues... ¿Por qué no? Por intentarlo no me iba a pasar nada y si cruzando aquellas puertas sucedía algo sobrenatural, tendría que asumir lo que pudiese acontecer.

El alma en llagas, de Lançelot
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París 4 de septiembre de 1792
Pasaban unos minutos de la medianoche, cuando Mireille salió de casa de Talleyrand aprovechando la oscuridad, y desapareció en el sofocante terciopelo de la calurosa noche parisina.

El ocho, de Katherine Neville
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4 de septiembre de 1946
Querida Juliet:
El hecho de darle tantas vueltas a eso demuestra que estás enamorada de Dawsey. ¿Sorprendida? Yo no. No sé cómo has tardado tanto en darte cuenta, se suponía que el aire del mar iba a aclararte la mente. Quiero ir a verte a ti y a las cartas de Oscar, pero no puedo escaparme hasta el 13. ¿Va bien? Besos, Sidney.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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En otra de las carpetas encuentro distintos documentos mezclados con lo que, a juzgar por los títulos, deben de ser antiguos sermones. Abro la carpeta que ocupa el fondo de la caja. Esta llena de hojas escritas con una caligrafía de trazo tembloroso. Las letras, escritas con tinta marrón, son muy elaboradas, prácticamente imposibles de descifrar, sobre todo tratándose de un idioma extranjero. El papel tiene los bordes rosados. Una de las hojas tiene una mancha en una esquina. Parece una mancha de agua, o tal vez sea una quemadura. El papel huele a humedad. Vuelvo a fijarme en las letras, en el bello conjunto que dibujan sobre el papel. Al sacar las primeras hojas, descubro un segundo documento con las hojas unidas por un clip. En esta ocasión, el documento está escrito a lápiz y en inglés. Hay muchas palabras borradas y numerosas correcciones. En un lateral hay varios sellos con anotaciones: "Recibido el 4 de septiembre de 1939: Biblioteca de la Universidad de St. Olaf. Recibido el 14 de febrero de 1940, Oslo (enviado por Marit Gullestad). Recibido el 7 de abril de 1942, Biblioteca Municipal de Portsmouth, New Hampshire".
El peso del agua, de Anita Shreve
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4 de septiembre. El paciente zoófago aún mantiene vivo nuestro interés en su caso. Sólo ha vuelto a tener otro estallido, y fue ayer a una hora inusual. Justo antes de que dieran las campanadas del mediodía, dió muestras de sentirse inquieto. El celador conoce los síntomas y solicitó ayuda de inmediato. Afortunadamente, los hombres llegaron a la carrera, justo a tiempo, ya que al dar el mediodía se volvió tan violento que necesitaron todas sus fuerzas para reducirle. En el plazo de cinco minutos, en todo caso, empezó a tranquilizarse, y finalmente se hundió en una especie de melancolía, estado en el que ha permanecido hasta ahora. El celador me cuenta que sus gritos durante el paroxismo fueron realmente espantosos; me vi desbordado de trabajo nada más llegar, pues tuve que encargarme de atender a algunos de los otros pacientes a los que los gritos de Renfield habían asustado. Ciertamente puedo entender que tuvieran ese efecto, puesto que llegaron a perturbarme incluso a mí, a pesar de encontrarme a cierta distancia. Es la hora de después del almuerzo, aquí en el asilo, y mi paciente sigue aún sentado melancólicamente en un rincón, con una expresión apagada, hosca, angustiada en el rostro, que parece indicar algo antes que mostrarlo claramente. no alcanzo a comprenderle.
(...)
4 de septiembre. Hoy, paciente mejor aún.
Drácula, de Bram Stoker
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Después de haber franqueado el pequeño río Biriusa, la kibitka llegaba a Biriusinsk, en la mañana del 4 de septiembre.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

5 de septiembre
Desde el balcón de la casa de mi hermana (¡un casi rascacielos en Moncada!), en medio de la huerta, ésta se abre, redonda a la redonda, verde oscura y clara hasta la rayuela del mar; ya no hay barracas.

La gallina ciega, de Max Aub
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Buscó la lista completa de víctimas y la imprimió para estudiarla. Una relación macabra que sólo recogía la información imprescindible: nombre, raza, edad, lugar de residencia, lugar del hallazgo y fecha aproximada de la defunción: Michael Spender, blanco 46 años, ingeniero de la empresa Macintosh, residente en Louisville, hallado en el NO de Kentucky, fecha de la muerte: en torno al 5 de septiembre de 1978.
El que siembra sangre, de Arne Dahl (traducción de Mónica Corral y Martín Lexell)
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Lunes, 5 de septiembre
— El doc­tor me di­jo que la elec­t­ro­te­ra­pia te­nía tem­po­ral­men­te el efec­to se­cun­da­rio de pe­rj­udi­car la me­mo­ria. Por lo de­más, me si­en­to muy bien.
Bruno me mi­ró con pre­ocu­pa­ci­ón.
— ¿Estás se­gu­ro?
— Nun­ca me ha­bía sen­ti­do me­j­or.

Pálido criminal, de Philip Kerr (traducción de Isa­bel Me­ri­no)
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En uno de los viajes que hacía a la Garrotxa, me llamaron la atención unos carteles: ... "Fira, 4, 5 y 6 de Septiembre".
Al instante, recordé la premonición que la bruja me había hecho casi un año atrás, y me dije: Pues... ¿Por qué no? Por intentarlo no me iba a pasar nada y si cruzando aquellas puertas sucedía algo sobrenatural, tendría que asumir lo que pudiese acontecer.

El alma en llagas, de Lançelot
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5 de septiembre de 1946
Querido Sidney: eres insufrible, sobre todo cuando tienes razón. De todas maneras, me encantará verte el 13. Besos, Juliet.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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5 de septiembre. Paciente mucho mejor. Buen apetito; sueño apacible; bien de ánimo, regresa el color.
Drácula, de Bram Stoker
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Después de un alto conveniente, reemprendie­ron la ruta al mediodía del 5 de septiembre. La distancia hasta Irkutsk ya no era mas que de quinientas verstas y nada señalaba detrás de ellos la llegada de la vanguardia tártara. Miguel Strogoff pensó, con fundamento, que en lo sucesivo ya no encontraría más obstáculos en su viaje y que, con ocho días más, estarla en presencia del Gran Duque.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
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Mensaje por Gretogarbo »

6 de septiembre
La Cañada. Estos montecillos que no eran nada, hace treinta años -seguramente hace veinte-, se han poblado poco a poco con chalets, más bien chaletillos. Casas pequeñas rodeadas de un jardín pequeño, con su docena de pinos. Ni montaña ni mar. Ni se ve la una ni es la otra. Sencillo lomerío, pinos mediterráneos en suaves laderas. Tranquilidad. Sueño. De pronto, estallidos por todas partes bombazos, cohetes, tracas, mascletá. Son las fiestas, las fiestas de septiembre que ahuyentan el sueño. Llevan a las dos o tres mil personas que vienen a pasar aquí el fin de semana cerca de la estación en espera de la procesión y de la entrada del señor arzobispo.

La gallina ciega, de Max Aub
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Calle Gracechurch, 6 de septiembre
Mi querida sobrina:
Acabo de recibir tu carta, y dedicaré toda esta mañanas a darle respuesta, pues preveo que lo que tengo que contarte no se puede abarcar con pocas palabras. Debo reconocer que me ha sorprendido tu petición: no la esperaba de ti. Sin embargo, no creas que estoy enfadada, pues sólo quiero darte a entender que no me imaginaba que tuvieras, por tu parte, la necesidad de hacer tales consultas. Si no quieres entenderme, perdóname mi impertinencia. Tu tío está tan sorprendido como yo, y si ha obrado como ha obrado ha sido únicamente porque creía que tú eras parte interesada. Pero si en verdad eres inocente y no sabes nada, deberé ser más explícita. El mismo día de mi llegada a casa de vuelta de Longbourn, tu tío recibió una visita inesperadísima. Se presentó el señor Darcy, que pasó varias horas encerrado con él. Todo concluyó antes de mi llegada, por lo cual mi curiosidad no sufrió tales suplicios como parece que ha sufrido la tuya. Había venido a decir al señor Gardiner que había descubierto dónde estaban tu hermana y el señor Wickham, y que los había visto y había hablado con los dos; con Wickham en varias ocasiones, con Lydia una vez. Por lo que se me alcanza, salió de Derbyshire sólo un día después que nosotros y vino a la capital decidido a cazarlos. Dio como motivo que estaba convencido de tener la culpa de no haber dado a conocer la bajeza de Wickham lo bastante como para que cualquier señorita de buena reputación no pudiera amarlo ni confiar en él. Lo achacó todo, generosamente, a su orgullo mal entendido, y reconoció que hasta entonces había considerado indigno de él presentar al mundo sus actos privados. El carácter de Wickham debía hablar por sí mismo. Por lo tanto, consideraba un deber suyo presentarse y esforzarse por poner remedio a un mal que él mismo había provocado. Si tenía algún otro motivo, estoy segura de que no sería deshonroso para él. Había pasado varios días en la capital hasta que pudo descubrirlos; pero tenía algo que lo orientaba en su búsqueda, que nosotros no teníamos; y el ser consciente de ello fue otro de los motivos que lo resolvieron a seguirnos.

Orgullo y prejuicio, de Jane Austen
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Andreas Gallano, blanco, ciudadano sueco, 42 años, residente en Alby, narcotraficante, hallado en Riala, fecha de la muerte: 3-6 de septiembre de 1998.
(...)
Söderstedt lo hojeó con gesto impasible, aunque su cerebro trabajaba a pleno rendimiento. En la agenda no censurada, que copió cuando estuvo en el Ministerio, había siete entidades desconocidas: G, cada dos lunes, a las diez; PR, los domingos a las cuatro; S, que aparecía de vez en cuando por las tardes; Bro, que contaba todos los martes, a diferentes horas; PPP, el seis de septiembre, a las 13,30; PI, el catorce de agosto todo el día; y ir, el veintiocho de septiembre a las 19,30. Con todos esos datos en la cabeza se esforzaba en poner cara de tonto mientras avanzaba por el filofax en su versión oficial.
El que siembra sangre, de Arne Dahl (traducción de Mónica Corral y Martín Lexell)
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Sector Seis Este, 6 de septiembre
Querida sobrina:
Acabo de recibir tu carta, y dedicaré toda la mañana a responderla, pues preveo que unas pocas líneas no bastarán para contarte todo lo que tengo que decirte.

Orgullo y prejuicio y zombis, de Seth Grahame-Smith
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Martes, 6 de septiembre
En la os­cu­ri­dad so­nó el tim­b­re de la pu­er­ta. Bor­rac­ho de su­eño alar­gué la ma­no y co­gí el des­per­ta­dor de la me­sil­la de noc­he. De­cía que eran las 4.30 de la ma­ña­na, y se su­po­nía que aún fal­ta­ba una ho­ra pa­ra le­van­tar­me. El tim­b­re so­nó de nu­evo, so­lo que es­ta vez con más in­sis­ten­cia. Encendí la luz y sa­lí al ves­tí­bu­lo.

Pálido criminal, de Philip Kerr (traducción de Isa­bel Me­ri­no)
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En uno de los viajes que hacía a la Garrotxa, me llamaron la atención unos carteles: ... "Fira, 4, 5 y 6 de Septiembre".
Al instante, recordé la premonición que la bruja me había hecho casi un año atrás, y me dije: Pues... ¿Por qué no? Por intentarlo no me iba a pasar nada y si cruzando aquellas puertas sucedía algo sobrenatural, tendría que asumir lo que pudiese acontecer.

(...)
El día 6 de Septiembre, el almirante de Aragón y mayordomo de la Archiduquesa Reina, el Conde de Cardona,convocó a los estamentos de la Generalidad y el Consell de Cent para comunicarles que su Rey se veía en la necesidad imprescindible de viajar a Alemania para atender el imperio del cual su hermano José I había dejado el trono vacante.
El alma en llagas, de Lançelot
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Grandes sacrificios: ¿por ejemplo, en la batalla de Lahore...? El 6 de septiembre, tropas indias atravesaron la frontera de Wagah, ampliando así enormemente el frente de la guerra, que no se limitó ya a Cachemira; y ¿se produjeron o no grandes sacrificios?
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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6 de septiembre de 1946
Querido Sidney:
Juliet dice que vas a venir a ver las cartas de la abuela Pheen con tus propios ojos, y digo que ya era hora. No es que me disgustara Ivor, era un tipo agradable, aunque debería dejar de llevar esas pequeñas pajaritas. Le dije que no le favorecían mucho, pero estaba más interesado en escuchar mis sospechas sobre Billee Bee Jones y en cómo la seguí de cerca y la encerré en el cobertizo. Dijo que era una demostración de una buena investigación y que miss Marple ¡no lo habría hecho mejor!

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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6 de septiembre. Terrible cambio a peor. Venga de inmediato; no pierda un minuto. Aplazaré telegrama a Holmwood hasta que la haya visto.
(...)
6 de septiembre
Querido Art:
Hoy mis noticias no son tan buenas. Esta mañana Lucy se encontraba un poco peor. En cualquier caso, algo positivo ha surgido de ello: la señora Westenra estaba, como es natural, preocupada por Lucy, de modo que me ha consultado profesionalmente sobre su estado de salud. Inmediatamente aproveché la oportunidad, y le dije que mi viejo maestro, Van Helsing, el gran especialista, iba a venir a visitarme y que le solicitaría que se hiciera cargo de su caso junto conmigo; de modo que ahora podemos ir y venir sin alarmarla indebidamente, pues una impresión supondría su muerte repentina, lo que podría resultar desastroso para Lucy, teniendo en cuenta su débil condición. Nuestro camino está erizado de dificultades, viejo amigo; pero si Dios quiere, conseguiremos superarlas todas. Te escribiré en caso de que sea necesario, de modo que si no sabes nada de mí, da por hecho que sencillamente estoy esperando noticias. Con premura.

Drácula, de Bram Stoker
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Al día siguiente, 6 de septiembre, al mediodía, la kibitka hizo alto en el poblado de Alsalevsk, tan desierto como toda la comarca de su alrededor.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
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Mensaje por Gretogarbo »

7 de septiembre de 1986
Aquella semana , el "menú" de Evelyn y Ninny constaba de ganchitos de maíz, colas y bizcocho de chocolate con nueces hecho en casa.

Tomates verdes fritos en el Café de Whistle Stop, de Fannie Flagg
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7 de septiembre de 1946
Querida Sophie:
Al final me armé de valor y le dije a Amelia que quiero adoptar a Kit. Su opinión es muy importante para mí, ya que quería muchísimo a Elizabeth; conoce tan bien a Kit... y a mí también. Estaba ansiosa por que me diera su aprobación y tenía tanto miedo de que no me la diera... Me atraganté con el té, pero al final conseguí hablar. Su alivio saltó tanto a la vista que me sorprendió. No me había dado cuenta de lo mucho que le preocupaba el futuro de Kit.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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7 de septiembre. La primera cosa que me dijo Van Helsing cuando nos encontramos en Liverpool Street fue:
- ¿Le has dicho algo a nuestro joven amigo, su enamorado?

(...)
- Porque forma parte de esta terrible historia, forma parte de la muerte de la pobre y querida Lucy, y de todo lo que condujo a ella; porque en la lucha que nos espera para librar a la tierra de este terrible monstruo necesitaremos todo el conocimiento y toda la ayuda que podamos reunir. Creo que los cilindros que me ha dado contienen más de lo que usted pretendía que yo supiera; he podido ver que su diario aporta muchas luces a este oscuro misterio. ¿Verdad que me dejará usted ayudar? Ya lo sé todo hasta cierto punto, y he podido ver, aunque su diario sólo me ha llevado hasta el 7 de septiembre, el acoso al que fue sometida la pobre Lucy, y cómo se forjó su terrible destino. Jonathan y yo hemos estado trabajando día y noche desde que nos visitó el profesor Van Helsing. Él ha ido a Whitby a recabar más información, y mañana estará aquí para ayudarnos. No debe haber secretos entre nosotros; trabajando juntos y con absoluta confianza, seremos sin lugar a dudas más fuertes que si alguno de nosotros siguiera en la oscuridad.
Drácula, de Bram Stoker
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Mensaje por Gretogarbo »

8 de septiembre
Calle del pintor Sorolla. ¿Qué casa era, el 5 o el 7? Ésta. Este portal. 1916, 1917, 1918, 1919, 1920, 1921. ¿Hasta el 23 o el 24? No recuerdo. La escalera a mano derecha del zaguán, una escalera sencilla, de mármol blanco, el pasamanos con su pomo dorado en forma de pera. El zaguán con su azulejo a altura de hombre, amarillo claro con su cenefa de rosas rosas. Aquí estuvo la notaría de don José Gaos. Aquí venía yo todas las tardes a hablar con Pepe, a estudiar con Carlos, aquí nacieron Alejandro, Ignacio, Vicente, Lola... Pepe acaba de morir, en México, dando clase, en el Colegio de México antes "Casa de España" que él, en parte, fundó con Daniel Cosío y Alfonso Reyes. Pero no quiero hablar aquí de Pepe, muerto; de Carlos, muerto; ambos en México. No quiero: siento como si se me hubiera podrido un miembro.

La gallina ciega, de Max Aub
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El miércoles 8 de septiembre a las siete de la tarde estábamos escuchando la radio, y lo primero que oímos fue lo siguiente: "Here follows the best news from whole the war: Italy has capitulated!". (¡Italia ha capitulado incondicionalmente!) A las ocho y cuarto empezó a transmitir Radio Orange: "Estimados oyentes: hace una hora y quince minutos, cuando acababa de redactar la crónica del día, llegó a la redacción la muy grata noticia de la capitulación de Italia. ¡Puedo asegurarles que nunca antes me ha dado tanto gusto tirar mis papeles a la papelera!".
Diario, de Ana Frank (traducción de Diego Puls)
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El 8 de septiembre cruzamos el río Ebro en una barca abandonada que encontramos. Por la parte de Tortosa comíamos lo que cogíamos de las huertas, sobre todo tomates porque se comen crudos. De vez en cuando íbamos a masías, pero solo para pedir comida.
Donde nadie te encuentre, de Alicia Giménez Bartlett
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A las diez de la mañana del día ocho de septiembre las gentes, esqueléticas, se amontonaron delante del gobierno de la ciudad, reclamando que se les diera algo que llevarse a la boca. Entre ellos había varios nobles que pagaban grandes sumas de dinero por un simple trozo de pan. Pero el esperado convoy de Mallorca no había conseguido aún burlar el cerco marítimo que los ejércitos borbones mantenían en toda línea de mar.
El alma en llagas, de Lançelot
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Palazzo Rinuccini, Roma, 8 de septiembre de 1822
Aquí (en Italia) no se ven de momento más que las centellas del volcán, pero la tierra está caliente y el aire es sofocante (...) hay en el pensamiento de las gentes una gran conmoción que desembocará en quién sabe qué (...). Las "eras de los reyes" desaparecen deprisa. La sangre se verterá como agua, y las lágrimas como niebla; pero al final los pueblos vencerán. No viviré para verlo, pero lo presagio.
Lord Byron

(...)
Partimos de París aquel viernes, el 8 de septiembre, en el elegante carruaje de caballos del señor Jefferson; cruzamos el río y enfilamos hacia la gloriosa campiña. Pero nada iba a resultar más glorioso que nuestro destino, el Désert de Retz.
El fuego, de Katherine Neville
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8 de septiembre de 1946
Querido Sidney:
Kit y yo hicimos un picnic fuera, en el prado, para ver cómo Dawsey empezaba con la reconstrucción del muro derruido de piedra de Elizabeth. Era una excusa fantástica para espiar a Dawsey y ver su manera de hacer las cosas. Examinaba cada piedra, la sopesaba, reflexionaba y la colocaba en el muro. Si coincidía con la imagen que él se había hecho en la cabeza, sonreía. Si no, la quitaba y buscaba otra. Verle relaja mucho.

La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows
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8 de septiembre. He pasado toda la noche sentado junto a Lucy. El opiáceo dejó de hacerle efecto poco antes de caer la noche y se despertó de forma natural; parecía una persona distinta de la que había sido antes de la operación. Incluso estaba animada y rebosaba alegre vivacidad, aunque aún mostraba secuelas de la absoluta postración que había sufrido. Cuando le dije a la señora Westenra que el doctor Van Helsing me había ordenado que me sentara a velarla, ella casi ridiculizó la idea, señalando las fuerzas renovadas y el excelente ánimo de su hija. En cualquier caso, me mantuve firme, e hice los preparativos para mi larga vigilia. Cuando su doncella teminó de prepararla para la noche, entré en su habitación -había aprovechado el intervalo para cenar-, y tomé asiento junto a su cama. Ella no puso objeción alguna, y percibí el agradecimiento en sus ojos cada vez que sorprendí su mirada. Tras un largo rato empezó a quedarse dormida, pero hizo un esfuerzo por recomponerse y se espabiló. Este proceso se repitió en varias ocasiones, si bien a medida que fue avanzando la hora cada vez le costaba mayor esfuerzo mantenerse despierta y más cortas eran las pausas entre sus cabezadas. Era evidente que no quería dormirse, de modo que abordé el tema de inmediato:
— ¿Es que no quiere dormir?

Drácula, de Bram Stoker
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8 de septiembre de 1888
Finalmente, con gran júbilo de hospedero, del cartero al cual pinté, de los vagabundos noctámbulos y de mí mismo, he velado pintando durante tres noches y acostándome durante el día. A menudo me parece que la noche es mucho más viva y multicolor que el día. Ahora, tocante a recobrar el dinero pagado al hospedero con mi pintura, no insisto, porque el cuadro es uno de los más feos que haya hecho. Es equivalente, aunque distinto, al de los comedores de patatas.

Cartas a Theo, de Vincent van Gogh
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Mensaje por Gretogarbo »

9 de septiembre
Castellón: un minuto de parada. Antes eran por lo menos quince. De la misma manera que lo que escribí acerca de este pueblo, aunque no quiera, viene, por el tiempo pasado, a ser histórico, viejo. No se trata de novelas históricas sino de novelas viejas, de cuando el tren paraba quince minutos en Castellón y no uno, como ahora.

La gallina ciega, de Max Aub
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La mayor parte de la información parecía haberse recopilado de una sola vez. Y aunque Dunphy no sabía cuándo había sido eso, le daba la impresión de que debía de haber sido en el anterior mes de septiembre. Al revisar el contenido de una abultada carpeta llena de copias de los recibos de tarjetas de crédito y de otra que contenía las llamadas telefónicas realizadas por Schidlof, se percató de que no había actividad alguna a partir del 9 de septiembre, lo cual significaba que Schidlof había empezado a ser objeto de la atención de Matta más o menos por aquella época, hacía unos seis o siete meses.
El último merovingio, de Jim Hougan
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9 de septiembre de 1978
Me ha llegado el primer ejemplar del número de octubre que traía "El pistolero". Tío, tiene buena pinta.

La Torre Oscura VI: Canción de Susannah, de Stephen King
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2005, 7:30 de la mañana del 9 de septiembre
Estaba aún durmiendo, agotado por la presión que conllevaba el desgaste que el consistorio a través del sistema me estaba infringiendo, cruel... muy cruelmente, cuando golpearon la puerta de mi casa con furia.
Me desperté sobresaltado, me vestí rápidamente y abrí.

El alma en llagas, de Lançelot
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9 de septiembre
Sigo saliendo y absorbiendo lo que veo. Pronto, muy pronto ahora, perderé todo esto. Para siempre.

La segunda clase de soledad, de Una canción para Lya, de George R. R. Martín (traducción de Marco A. Sánchez)
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Señorita Rose Mountrachet, Cunard Liner, Lusitania
Señorita Eliza Mountrachet, Mansión Blackhurst, Cornualles, Inglaterra
9 de septiembre de 1907.
Mi muy querida Eliza.
¡Ah! ¡Qué maravilla es el Lusitania! Mientras te escribo esta carta, querida prima, estoy sentada en la cubierta superior, frente a una mesita en el café Veranda, contemplando el ancho Atlántico, mientras nuestro “hotel flotante” se dirige a Nueva York.

El jardín olvidado, de Kate Morton (traducción de Carlos Schroeder)
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Finalmente, el 9 de septiembre, se sabe que las tropas del general han entrado en Izmir, de donde el último soldado griego ha huido. En las calles brillantemente iluminadas, adornadas con gallardetes y banderas, la gente se abraza sollozando. Tras doce años de desgracias y de humillaciones, el pueblo turco puede finalmente levantar la cabeza. Esta vez, el triunfo es total, la guerra ha terminado del todo.
De parte de la princesa muerta, de Kenizé Mourad
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Amina Sinai se estaba cortando verrugas de los pies cuando llegó el telegrama... hace mucho tiempo. No, no vale, no se puede esquivar la fecha: mi madre, con el tobillo derecho sobre la rodilla izquierda, se estaba quitando tejido calloso de la planta del pie con una lima de uñas de bordes afilados, el 9 de septiembre de 1962.
Hijos de la medianoche, de Salman Rushdie
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El año pasado —le contó la muchacha de la cicatriz—, en el mes de septiembre, más concretamente el nueve de septiembre, durante el primer cuarto de la luna, aquí asesinaron a seis jóvenes. Cuatro muchachos... y dos chicas. ¿Te acuerdas?
La dama del lago II, de Andrzej Sapkowski (traducción de José Mª Faraldo y Fernando Otero Macías)
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Y otra vez comenzaron a perseguirle los sueños. El nueve de septiembre, temprano, porque se durmió en la guardia, nos asustó a todos despertándose con un grito y sacando la espada. Tenía todo el aspecto de estar amok pero se le pasó al instante.
La torre de la golondrina, de Andrzej Sapkowki (traducción de José Mª Faraldo)
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9 de septiembre. He llegado a Hillingham agotado y molido. Llevo dos noches sin apenas pegar ojo y mi cerebro estaba empezando a sentir ese entumecimiento que anuncia el agotamiento cerebral. Lucy estaba levantada y muy animada. Al estrecharnos las manos, ha observado intensamente mi rostro y me ha dicho:
- Nada de volver a quedarse sentado despierto esta noche. Está usted agotado. Me siento muy bien; de hecho, lo estoy; y si alguien debe quedarse a velar, seré yo quien me siente a velarle a usted.

(...)
9 de septiembre. Esta noche soy muy feliz. Me he sentido tan miserablemente débil estos últimos días, que sólo ser capaz de pensar y de moverme es como sentir la luz del sol tras una larga tempestad de viento de levante bajo un cielo plomizo. Por alguna razón siento a Arthur muy, muy cercano a mí. Me parece sentir su presencia dándome su calor. Supongo que la enfermedad y la debilidad son acontecimientos egoístas que vuelven nuestra vista hacia el interior y nuestra simpatía hacia nosotros mismos, mientras que la salud y la fuerza dan riendas al Amor, para que pueda vagar por donde quiera tanto en pensamiento como en sentimiento. Yo sé dónde están mis pensamientos. ¡Si tan sólo Arthur lo supiera! Cariño, cariño, tus oídos deben zumbar mientras duermes, tal y como lo hacen los míos al despertar. ¡Oh, qué descanso tan dichoso el de anoche! Cómo dormí, con el adorable y generoso doctor Seward velándome. Y esta noche tampoco deberé temer al sueño, ya que está tan cerca de mí que sólo necesito llamarle. ¡Gracias a todo el mundo por ser tan bueno conmigo! ¡Gracias, Dios! Buenas noches, Arthur.
Drácula, de Bram Stoker
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Re: Calendario: El día de hoy en un libro

Mensaje por Gretogarbo »

El jueves 10 de septiembre, por la tarde, empezaron a llegar los primeros informes remitidos por Roi, y el viernes, después de cerrar, me enclaustré en el despacho dispuesta a pasar el fin de semana estudiando los detalles de la Operación Krylov. En realidad, el bienintencionado príncipe Philibert se limitaba a despacharme una copia de los archivos que él mismo enviaba para que yo dispusiera de toda la información sobre el asunto, convencido de que eso me daba una gran tranquilidad. Pero lo cierto es que se equivocaba por completo. Era mucho más fácil, al menos desde mi punto de vista, perforar ficheros confidenciales o bases de datos secretas cómodamente sentado delante de un ordenador, que perpetrar físicamente el robo, jugándose el tipo en el sentido más literal de la palabra. Roi, sin embargo, siempre decía que, tal y como estaban comportándose últimamente las policías de todo el mundo, era mucho más fácil que pillaran antes a Läufer que a mí, pues la paranoia del delito informático había vuelto tontos a los otrora grandes investigadores del crimen. Nuestro auténtico enemigo, insistía siempre Roi, era el Grupo de Interpol para los Delitos Relacionados con la Tecnología de la Información, estrechamente vinculado con el peligroso, aunque más lejano, NIPC, el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras, del FBI.
El salón de ámbar, de Matilde Asensi
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10 de septiembre
Cocktail
— Ya —me dice.

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Viernes, 10 de septiembre de 1943
Querida Kitty:
Cada vez que te escribo ha pasado algo especial, pero la mayoría de las veces se trata de cosas más bien desagradables. Ahora, sin embargo, ha pasado algo bonito.

Diario, de Ana Frank
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— El tres de febrero. A Daniel le entregaron las llaves de la casa el día 10 de septiembre. Supongo que el trámite para obtener la autenticación de un testamento lleva su tiempo ¿Por qué?
En piel ajena, de Tana French (traducción de Gemma Deza)
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10 de septiembre 1951
Querida:
¡Es una tiendecita antigua y encantadora, que parece salida directamente de las páginas de una novela de Dickens! ¡Te chiflará cuando la veas!

84, Charing Cross Road, de Helene Hanff
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Por fin, llegó el milagro y antes que rompiese el alba del día diez de septiembre el navío San José entró en puerto con trigo, provisiones y pólvora, anunciando que en la noche siguiente el convoy completo tenía previsto atracar en el puerto de Barcelona.
El alma en llagas, de Lançelot
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10 de septiembre. Empecé el último curso en el colegio. Mi profesora dice que si sigo sacando A en las redacciones, puede que me permita escribir una obra de teatro para la fiesta de clausura. Tengo una idea hermosa. Una niña vestida de blanco y con la cabellera en cascada sobre la espalda representará el destino. Otras niñas aparecerán en el escenario para decirle lo que desean de la vida y el destino les contestará lo que obtendrán. Al final aparecerá una niña vestida de azul celeste y extendiendo los brazos preguntará: "¿Vale la pena vivir entones?". Un coro le contestará: "Sí". Pero eso será todo en verso. Se lo conté a papá, aunque estaba demasiado enfermo para entenderlo. ¡Pobre papá!
Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith
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10 de septiembre. Noté la mano del profesor sobre mi cabeza y me despabilé de inmediato. Es una de las cosas que no queda más remedio que aprender en un manicomio.
Drácula, de Bram Stoker
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En cierto momento, en la jornada del 10 de septiembre, el caballo ciego se desbocó y corrió derecho hacia un precipicio, de una profundidad de treinta a cuarenta pies, que bordeaba la ruta.
Miguel Strogoff, de Jules Verne
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