El día de hoy en un libro (II)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

En la madrugada del 14 de junio de 1982, mes y pico después de que se conociera la sentencia del Tribunal de Justicia Militar que absolvía al comandante de inteligencia, cuatro potentes cargas explosivas hicieron saltar por los aires las cuatro sedes secretas de la AOME. Las bombas estallaron casi al mismo tiempo, en una operación sincronizada que no produjo víctimas, y al día siguiente los medios de comunicación atribuyeron el ataque a una nueva ofensiva terrorista de ETA. Era falso: ETA jamás reivindicó la acción, que llevaba la firma de la guardia civil y que sólo pudo realizarse contando con informes procedentes de miembros de la AOME.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Según las previsiones de Carrillo, el fruto de su prudencia pactista del último año y de medio siglo de monopolio del antifranquismo sería un triunfo electoral de millones de votos que convertiría a su partido en el segundo del país tras el partido de Suárez y los convertiría a él y a Suárez en los dos grandes protagonistas de la democracia; no fue así: igual que una momia que se deshace al ser exhumada, en las elecciones del 15 junio de 1977 el PCE apenas sobrepasó el nueve por ciento de los sufragios, menos de la mitad de lo esperado y menos de la tercera parte de lo obtenido por el PSOE, que asumió por sorpresa el liderazgo de la izquierda porque supo absorber la cautela y el desencanto de muchos simpatizantes comunistas y también porque ofrecía una imagen de juventud y modernidad frente a los envejecidos candidatos del PCE procedentes del exilio, la vieja guardia comunista que empezando por el propio Carrillo evocaba en los votantes el pasado espantable de la guerra y bloqueaba la renovación del partido con los jóvenes comunistas del interior.

Anatomía de un instante, de Javier Cercas
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

El 15 de junio de 1969, siendo todavía gobernador civil de Segovia, cincuenta y ocho personas murieron sepultadas bajo los cascotes de un restaurante situado en la urbanización de Los Ángeles de San Rafael; la tragedia fue el producto de la avaricia del propietario del restaurante, pero lo normal es que hubiera salpicado políticamente a Suárez, sobre todo en un momento en que la batalla que en el interior del régimen libraban falangistas y opusdeístas estaba llegando a su punto álgido; Suárez consiguió no obstante salir reforzado de la catástrofe: durante semanas los periódicos no cesaron de elogiar la serenidad y el coraje del gobernador civil, quien según repitieron las crónicas llegó al lugar de los hechos poco después del derrumbamiento, se hizo cargo de la situación y se puso a sacar heridos de los escombros con sus propias manos, y a quien poco después el gobierno condecoró por su comportamiento con la Gran Cruz del Mérito Civil.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

La noche del 16 de junio, el conde puso al lado de la maleta y la mochila militar vacías de Sofia todos los artículos que había recogido para ella. La noche anterior, cuando la joven había vuelto del ensayo, él le había explicado exactamente qué era lo que tenía que hacer.
Un caballero en Moscú, de Amor Towles (traducción de Gemma Rovira Ortega)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Lucille aceptó el empleo y a comienzos de agosto partió hacia Texas en compañía de Mark. Para entonces, Bill y ella ya llevaban dos meses divorciados. Y cinco días después de que se ejecutara oficialmente el procedimiento, Bill y Violet se casaron. La boda tuvo lugar en el loft de Bowery el 16 de junio, el mismo día en que el Ulises judío de Joyce había paseado errabundo por Dublín. Pocos minutos después del intercambio de votos por parte de los novios, reparé en que al apellido de Violet —Blom— tan sólo le faltaba una o para convertirse en bloom, que en inglés significa «florecer». Sin embargo, aquella reflexión carente de significado me llevó a pensar en el apellido de Bill —Wechsler—, que porta en sí la raíz alemana que denota «cambio» o «cambiar». Florecer y cambiar, pensé.

Todo cuanto amé, de Siri Hustvedt (traducido por Gian Castelli)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

El 13 de junio había visto, apenado, cómo un vendedor de Estocolmo abandonaba el hotel. Luego, el 17, un periodista de Oslo había sido reclamado por su periódico. El conde se reprochó a sí mismo, y en términos nada indulgentes, no haber actuado antes. Y entonces, ¡quién lo iba a decir!, cuando sólo quedaban veinticuatro horas, una pareja de agotados finlandeses entró en el Boiarski y se sentó a una de sus mesas.
Un caballero en Moscú, de Amor Towles (traducción de Gemma Rovira Ortega)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Pero ¿acaso es necesario que haya una razón? ¿Acaso vosotros seguís cenando con todos los amigos con los que cenabais hace veinte años? Baste decir que los dos se tenían mucha simpatía y que, pese a su buena voluntad, se impuso la vida. Así pues, una noche de principios de junio en que Ósip había ido al Boiarski con un colega suyo, al salir del restaurante se acercó al conde y le recordó que había pasado demasiado tiempo.
— Tiene razón —concedió él—. Deberíamos quedar un día para ver una película.
— Cuanto antes, mejor —respondió Ósip sonriente.
Y quizá todo hubiera quedado en eso, pero cuando el ex coronel se dio la vuelta para reunirse con su colega en la puerta, al conde se le ocurrió una cosa.
— ¿Qué valor tiene una intención, comparada con un plan? —dijo, cogiendo a Ósip por la manga—. Si cuanto antes, mejor, ¿por qué no la semana que viene?
Ósip se dio la vuelta y se lo quedó mirando.
— Mire, tiene toda la razón, Aleksandr. ¿Qué le parece el diecinueve?
— El diecinueve, perfecto.
— ¿Qué película podemos ver?

Un caballero en Moscú, de Amor Towles (traducción de Gemma Rovira Ortega)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Hacia el veinte de junio, y anunciado por Tancredi con veinticuatro horas de anticipación, se había presentado en Villa Salina un general que vestía chaquetilla roja con alamares negros. Le acompañaba su edecán y había pedido cortésmente que le permitieran admirar las pinturas de los cielorrasos. Su deseo fue satisfecho de inmediato porque había bastado el anuncio de la visita para que el retrato del rey Fernando II en traje de ceremonia fuese reemplazado en el salón por una neutral “Piscina Probática”, operación ésta tanto política como estéticamente ventajosa.
El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa (traducción de Ricardo Pochtar)

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Última edición por Gretogarbo el 25 Sep 2021 14:21, editado 1 vez en total.
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Mensaje por Gretogarbo »

21 de junio de 1922
Comparecencia del conde Aleksandr Ilich Rostov ante el Comité de Emergencia del Comisariado Político de Asuntos Internos.
Presiden: Camaradas V.A. Ignátov, M.S. Zakovski, A.N. Kósarev.
Por la acusación: A.Y. Vyshinski.
Fiscal Vyshinski: Diga su nombre.
Rostov: Conde Aleksandr Ilich Rostov, condecorado con la Orden de San Andrés, miembro del Jockey Club, Jefe de Cacería.
Vyshinski: Puede quedarse sus títulos; no nos interesan para nada. Limítese a confirmarnos si es usted Aleksandr Rostov, nacido en San Petersburgo el veinticuatro de octubre de mil ochocientos ochenta y nueve.
Rostov: Sí, soy yo.
Vyshinski: Antes de comenzar, permítame observar que no recuerdo haber visto jamás una chaqueta adornada con tantos botones.
Rostov: Gracias.
Vyshinski: No era ningún cumplido.
Rostov: En ese caso, exijo una satisfacción en el campo del honor.

(...)
El 21 de junio de 1922 a las seis y media, cuando el conde Aleksandr Ilich Rostov salió escoltado por la puerta del Kremlin a la Plaza Roja, hacía un día fresco y espléndido. El conde echó los hombros hacia atrás, sin detener el paso, e inspiró hondo, como quien sale del agua después de nadar. El cielo estaba de aquel azul para el que se habían pintado las cúpulas de San Basilio. Sus rosas, verdes y dorados relucían como si el único propósito de la religión fuera alegrar a Su Divinidad. Hasta las muchachas bolcheviques que conversaban delante de los escaparates de los Grandes Almacenes del Estado parecían vestidas para celebrar los últimos días de la primavera.
(...)
El 21 de junio, a las cinco en punto, el conde se detuvo delante de su armario, con una mano encima de su sencillo blazer gris, y vaciló. Faltaban unos minutos para que se dirigiera a la barbería, donde tenía su cita semanal; después iría al Chaliapin, donde había quedado con Mishka, que seguramente llevaría puesta la misma chaqueta marrón que usaba desde 1913. Por tanto, aquel sencillo blazer gris parecía una prenda adecuada para la ocasión. Es decir, lo parecía hasta que uno se planteaba si aquello era una especie de aniversario, porque había transcurrido un año desde el día en que el conde había pisado la calle por última vez.
(...)
El huevo (que seguramente habían liberado de la cocina del Piazza) fue sostenido con precisión, soltado con exactitud y cronometrado hasta las centésimas de segundo. El experimento prosiguió con una taza de té, una bola de billar, un diccionario y la piña, y todos esos objetos completaron el recorrido hasta la pista de baile en el mismo tiempo. Así pues, en el salón de baile del Hotel Metropol, el 21 de junio de 1926, Galileo Galilei, el hereje, fue rehabilitado por un cling, un chof, un crac, un clonc, un paf y un catapún.
(...)
Cuando salió del Metropol la noche del 21 de junio, Mijaíl Míndich siguió los consejos del conde al pie de la letra. Se fue derecho a su hotel, se dio un baño, cenó y se metió en la cama, decidido a dormir de un tirón. Y al despertar contempló lo sucedido el día anterior desde otra perspectiva.
(...)
El sábado 21 de junio de 1946, mientras el sol ascendía sobre el Kremlin, una figura solitaria subía lentamente los escalones de la orilla del río Moscova, pasaba por delante de la catedral de San Basilio y llegaba a la Plaza Roja.
(...)
— Un abrir y cerrar de ojos.
Así fue como, el 21 de junio, el conde Aleksandr Rostov resumió el viaje de su hija de los trece a los diecisiete años, cuando Vasili comentó que había crecido mucho.
— Un día estaba correteando arriba y abajo por la escalera (una auténtica tarambana, un trasto, un zascandil), y al día siguiente se convierte en una joven inteligente y refinada.

(...)
Tras tomar asiento, Rostov confirmó que al cabo de seis meses, el 21 de junio, Sofia estaría en París, Francia. Y cuando le preguntaron cómo era posible, él se encogió de hombros y contestó con un “VOKS”, las siglas de la Sociedad de Relaciones Culturales con el Extranjero.
(...)
A pesar de haberse acostado a las cuatro de la madrugada, el 21 de junio el conde se levantó a su hora habitual. Hizo cinco flexiones, cinco estiramientos y respiró hondo cinco veces. Desayunó un café, una galleta y su fruta diaria (ese día, un surtido de bayas), y a continuación bajó a leer los periódicos y conversar con Vasili. Comió en el Piazza. Por la tarde fue a visitar a Marina al taller de costura. Como era su día libre, a las siete de la tarde se tomó un aperitivo en el Chaliapin, donde se maravilló de la llegada del verano con el siempre atento Audrius. Y a las ocho cenó en la mesa diez del Boiarski. Es decir, hizo más o menos lo que hacía siempre en su día libre. Excepto que, a las diez, cuando salió del restaurante, después de decirle a Nadia que el director quería verla, se coló en el guardarropa vacío y tomó prestada la gabardina y el sombrero del periodista estadounidense, Salisbury.
(...)
El 21 de junio de 1954, Víktor Stépanovich Skadowski salió de su apartamento poco antes de medianoche para acudir a una cita.
Un caballero en Moscú, de Amor Towles (traducción de Gemma Rovira Ortega)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Ahora bien, el señor George Nupkins, o sea, ese mencionado primer magistrado, era un personaje tan grandioso como podría hallarlo el más rápido caminante entre el amanecer y el anochecer el veintiuno de junio, que, siendo según los almanaques el día más largo del año, le ofrecería por naturaleza el más amplio periodo para su búsqueda. Esa determinada mañana, el señor Nupkins estaba en un estado de especial ira y excitación, pues en la ciudad había habido una rebelión; todos los alumnos externos de la may or escuela habían conspirado para romper los escaparates de un molesto vendedor de manzanas, y luego habían abucheado al alguacil y habían apedreado al guardia: un anciano caballero con botas altas que había sido convocado para reprimir el tumulto y que durante medio siglo por lo menos había sido el pacificador. Y el señor Nupkins estaba sentado en su butaca, frunciendo el ceño majestuosamente e hirviendo de cólera, cuando le anunciaron a una señora con un asunto apremiante, privado y particular. El señor Nupkins tomó un aire de terrorífica serenidad, y mandó que hicieran pasar a la señora; orden que, como todas las órdenes de los emperadores, magistrados y demás grandes potentados de la tierra, fue obedecida enseguida, haciendo entrar por consiguiente a la señorita Witherfield, sugestivamente agitada.
Los papeles póstumos del Club Pickwick, de Charles Dickens (traducción de José María Valverde)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Zarpamos de Madrás el 21 de junio de 1977 en el Tsimtsum, un carguero japonés registrado en Panamá. Los oficiales eran japoneses y los tripulantes, taiwaneses. Era un buque grande y espectacular. El día que partimos de Pondicherry me despedí de Mamaji, del señor y el señor Kumar, de todos mis amigos e incluso de muchos desconocidos. Mi madre llevaba su mejor sari y su habitual trenza larga, ingeniosamente recogida detrás de la cabeza y adornada con una guirnalda de flores de jazmín frescas. Estaba bellísima. Y triste. Porque se iba de la India, la India del calor y de los monzones, de los arrozales y del río Cauvery, de las costas y los templos de piedra, de los carros tirados por bueyes y los camiones coloridos, de los amigos y comerciantes conocidos, de las calles Nehru y Goubert Salai, de esto y de lo otro: de la India que le era tan familiar y que tanto adoraba. Sin embargo, sus hombres (pues aunque sólo tuviera dieciséis años ya me consideraba uno de ellos) tenían prisa por ponerse en marcha, y mientras que ellos ya habían adoptado Winnipeg como algo propio, mi madre vaciló.

Vida de Pi, de Yann Martel (traducido por Bianca Southwood)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

El veintidós de junio de 1926, el día del décimo aniversario de la muerte de Helena, el conde Aleksandr Ilich Rostov bebería en memoria de su hermana. Y entonces podría abandonar aquel despojo mortal de una vez por todas.
(...)
La mañana del 22 de junio, mientras el conde buscaba la carta de Mishka en sus bolsillos, Nina Kulikova y sus tres compañeros subían a un tren con destino a Ivanovo, en el este, llenos de energía, emoción y firmes propósitos.
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

En aquella época fecunda de graves sucesos políticos, precursores de la Revolución, presencié, confundido con la turba estudiantil, el escandaloso motín de la noche de San Daniel —10 de abril del 65—, y en la Puerta del Sol me alcanzaron algunos linternazos de la Guardia Veterana, y en el año siguiente, el 22 de junio, memorable por la sublevación de los sargentos en el cuartel de San Gil, desde la casa de huéspedes, calle del Olivo, en que yo moraba con otros amigos, pude apreciar los tremendos lances de aquella luctuosa jornada. Los cañonazos atronaban el aire; venían de las calles próximas gemidos de víctimas, imprecaciones rabiosas, vapores de sangre, acentos de odio… Madrid era un infierno. A la caída de la tarde, cuando pudimos salir de casa, vimos los despojos de la hecatombe y el rastro sangriento de la revolución vencida. Como espectáculo tristísimo, el más trágico y siniestro que he visto en mi vida, mencionaré el paso de los sargentos de Artillería llevados al patíbulo en coche, de dos en dos, por la calle de Alcalá arriba, para fusilarlos en las tapias de la antigua Plaza de Toros.
Mi llegada a la Corte, de Memorias de un desmemoriado, de Benito Pérez Galdós

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Re: El día de hoy en un libro (II)

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El 23 de junio a las cuatro de la tarde, Andréi Duras volvía en autobús a su apartamento de la calle Arbat. Había aprovechado su día libre para visitar a Sofia en el Hospital municipal.
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

A la escalera salieron a hacerle los honores el Gallo y su esposa, la exbella fregatriz Sabel, causa de tantos disturbios, pecados y tristezas. Quien la hubiese visto cosa de diez y ocho años antes, cuando quería hacer prevaricar a los capellanes de la casa, no la conocería ahora. Las aldeanas, aunque no se dediquen a labrar la tierra, no conservan, pasados los treinta, atractivo alguno, y en general se ajan y marchitan desde los veinticinco. Sus extremidades se deforman, su piel se curte, la osatura se les marca, el pelo se les vuelve áspero como cola de buey, el seno se esparce y abulta feamente, los labios se secan, en los ojos se descubre, en vez de la chispa de juguetona travesura propia de la mocedad, la codicia y el servilismo juntos, sello de la máscara labriega. Si la aldeana permanece soltera, la lozanía de los primeros años dura algo más; pero si se casa, es segura la ruina inmediata de su hermosura. Campesinas mozas vemos que tienen la balsámica frescura de las hierbas puestas a serenar la víspera de San Juan, y al año de consorcio no es posible conocerlas ni creer que son las mismas, y su tez lleva ya arrugas, las arrugas aldeanas, que parecen grietas del terruño. Todo el peso del hogar les cae encima, y adiós risa alegre y labios colorados. Las coplas populares gallegas no celebran jamás la belleza en la mujer después de casada y madre: sus requiebros y ternezas son siempre para las rapazas, las nenas bunitas.
La madre naturaleza, de Emilia Pardo Bazán

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