El día de hoy en un libro (II)

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Gretogarbo
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Carta X
La marquesa de Merteuil al vizconde de Valmont (...)
Me apercibo que son las tres de la mañana y que he escrito a usted un volumen, cuando tenía intención de escribir sólo una palabra. Este placer produce la confianza de la amistad; ella hace que usted sea lo que yo más aprecio, pero el caballero es lo que más me agrada.
En..., a 12 de agosto de 17...

Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos (traducción anónima revisada por Gabriel Ferrater)

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emedoble
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

En verano —desde «el glorioso doce» de agosto— llegan las primeras perdices escocesas; en otoño llegarán la becada y la liebre à la royale, platos suntuosos. Las miradas, sin embargo, son siempre para el carrito, el trolley, que cada día, de lunes a viernes, oculta un asado distinto. Lo podemos leer como si fueran los misterios gozosos: pierna de cordero, costillar de cerdo, rosbif, solomillo Wellington… Los viernes siempre sobra del coulibiac de salmón. En cuanto a los postres, potingues, que es lo que les gusta a los ingleses.

Comimos y bebimos: Notas de cocina y vida, de Ignacio Peyró
Leído: Frankenstein
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Gretogarbo
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

13 de agosto de 1944
Me han dicho que Drieu ha intentado suicidarse. ¿La
NRF está definitivamente enterrada? ¿Qué va a pasar con Gallimard?
Nuestras riquezas. Una librería en Argel, de Kaouther Adimi (traducción de Manuel Arranz)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Cada tres o cuatro días regresaba Donato Sarratore, pero como mucho se quedaba veinticuatro horas y volvía a marcharse. Decía que no hacía más que pensar en el 13 de agosto, cuando podría quedarse en Barano dos semanas seguidas. En cuanto aparecía su padre, Nino se convertía en una sombra. Comía, desaparecía, reaparecía de madrugada y no pronunciaba una sola palabra. Escuchaba a su padre con una media sonrisa dócil, y dijera lo que dijese, él no asentía pero tampoco se oponía. La única vez que hacía algún comentario decidido y explícito era cuando Donato mencionaba el tan ansiado 13 de agosto. Entonces, a los dos minutos, le recordaba a su madre, a su madre, no a Donato, que inmediatamente después de la Asunción debía regresar a Nápoles porque había quedado en encontrarse con algunos compañeros del colegio —contaban con reunirse en una casa de campo en la zona de Avelino— para ponerse a hacer los deberes de las vacaciones. «Es mentira —me susurraba Marisa—, no tiene deberes.» (...)
La amiga estupenda, de Elena Ferrante (traducción de Celia Filipetto)

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Última edición por Gretogarbo el 15 Ago 2022 09:36, editado 1 vez en total.
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Carta XI
La presidenta de Tourvel a la señora de Volanges (...)
No por eso agradezco menos la amistad que ha dictado los consejos de usted. A ella debo también todas las cosas finas que me dice sobre el retraso del casamiento de su hija; quedo muy reconocida por ellas, pero por más placer que yo me prometa pasando esos momentos con usted, los sacrificaré gustosa al deseo de ver que su hija sea más pronto feliz, si es que puede serlo nunca más que al lado de una madre tan digna de su ternura y de su respeto. Yo la acompaño en estos sentimientos que me inclinan a usted, y de que le pido reciba con bondad la sincera expresión.
Queda de usted, etc.
En..., a 13 de agosto de 17...

(...)
Carta XII
Cecilia Volanges a la marquesa de Merteuil
Muy señora mía, mi madre está indispuesta, y es preciso que me quede acompañándola; no tendré pues el honor de ir con usted al teatro. Aseguro a usted que más que no ver éste, siento el no estar con usted. Deseo que usted lo crea así. ¡La quiero tanto! ¿Tendría usted la bondad de decir al caballero Danceny que no tengo las partituras de que me ha hablado, y que me daría mucho gusto si pudiese traérmelas mañana? Si viene hoy, le dirán que no estamos en casa, porque madre no quiere ver a nadie. Espero que mañana estará mejor.
Queda de usted, etc.
En..., a 13 de agosto de 17...

(...)
Carta XIII
La marquesa de Merteuil a Cecilia Volanges
Siento mucho, querida mía, estar privada del gusto de ver a usted, y la causa de esta privación. Espero que esta ocasión volverá a encontrarse. Cumpliré con exactitud el encargo de usted para el caballero Danceny, a quien seguramente disgustará mucho el saber que su madre de usted está indispuesta. Si mañana quiere recibirme, iré a tenerla compañía. Atacaremos ella y yo al caballero de Belleroche a los cientos, y al ganarle su dinero, tendremos para mayor gusto el de oír cantar a usted con su amable maestro, a quien yo se lo propondré. Si esto conviene a su madre de usted y a usted misma, respondo de ir con mis dos caballeros. Adiós, mi querida. Mis cumplimientos a mi estimada señora de Volanges. Abrazo a usted tiernamente.
En..., a 13 de agosto de 17...

Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos (traducción anónima revisada por Gabriel Ferrater)

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emedoble
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

13 de agosto. Pongo al corriente a la cocinera sobre el picnic —para diez personas más o menos, digo, porque parecen menos que si digo solo «para diez»— pero no le entusiasma la idea y declara que no hay nada que meter en los sándwiches, por lo que ve, y que el carnicero no vendrá hasta pasado mañana, y entonces solo traerá pescuezo para el estofado. Intuyo que ha llegado el momento de adoptar una postura bien firme con la cocinera, y nos sorprendo a ambas diciendo de pronto que eso son tonterías, que encargue un pollo en la granja y prepare sándwiches fríos con él. No alcanzará para todos, protesta la cocinera, pero lo hace débilmente y aprovecho mi ventaja para recomendar también carne enlatada y huevos duros. Dejo a la cocinera completamente derrotada y salgo de la cocina con gesto triunfal, pero en el pasillo me encuentro con Vicky, quien me pregunta a gritos (fácilmente audibles desde la cocina y más allá) si sé que la colilla que he arrojado a la chimenea del salón ha hecho que el fuego se prenda solo.

Diario de una dama de provincias, de E.M. Delafield (traducido por Patricia Antón)
Leído: Frankenstein
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isuhefu
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por isuhefu »

A juzgar por las referencias que he recogido en diversas publicaciones, estas cartas no ofrecen mayor interés, salvo una fechada en Cartagena el 13 de agosto de 1822, en que el Libertador refiere detalles de su entrevista con el general San Martín. Inútil destacar el valor de este documento en el que Bolívar ha revelado, siquiera parcialmente, lo sucedido en Guayaquil. El doctor Ricardo Avellanos, tenaz opositor del oficialismo, se negó a entregar el epistolario a la Academia de la Historia y lo ofreció a diversas repúblicas latinoamericanas. Gracias al encomiable celo de nuestro embajador, el doctor Melazat, el gobierno argentino fue el primero en aceptar la desinteresada oferta.
Cuento Guayaquil, incluido en El informe de Brodie, de Jorge Luis Borges.
Non sopporto piú le persone che mi annoiano anche pochissimo e mi fanno perdere anche solo un secondo di vita. Goffredo Parise
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Carta XIV
Cecilia Volanges a Sofía Carnay (...)
(...) Jamás he tenido tanto deseo de parecer bonita, como de algunos días a esta parte, y hallo que no lo soy tanto como lo creía; además, se pierde mucho al lado de las señoras, que se ponen colorete, por ejemplo la señora de Merteuil. Veo que todos los hombres la encuentran más bonita que a mí, pero esto no me disgusta mucho, porque me quiere bien, y además asegura que Danceny me halla más bonita que a ella. Es mucha bondad de su parte el habérmelo dicho, aún tenía el aire de estar muy contenta de ello. Por ejemplo, yo no concibo esto... ¡es que me quiere tanto!, ¿y él…? ¡Ah!, esto me da también mucho gusto; me parece que con sólo mirarle se le hermosea a una el semblante. Yo le miraría siempre, si no temiese encontrarme con sus ojos, porque todas las veces que me sucede, me desconcierta y me da como una pena; pero no importa nada.
Adiós, mi querida amiga: voy a ponerme al tocador. Te amo siempre como acostumbro.
París, a 14 de agosto de 17...

Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos (traducción anónima revisada por Gabriel Ferrater)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

14 de agosto de 1975
Eran cerca de las once. Desde muy temprano, instalada en la terraza de la casa de Goose Cove, Nola mecanografiaba aplicadamente las hojas manuscritas con su Remington mientras, frente a ella, Harry proseguía su trabajo de escritura. «¡Qué bueno! —se entusiasmaba a medida que descubría las palabras—. ¡Es realmente bueno!». A modo de respuesta, Harry sonreía, se sentía repleto de una inspiración eterna.

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker (traducido por Juan Carlos Durán Romero)
Leído: Frankenstein
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

El 14 de agosto de 1806, Francisco Xavier Balmis llegó a Lisboa en el navío Bom Jesus de Alem, procedente de Macao y Santa Helena. Llegaba cargado con más de trescientos dibujos que reproducían la flora del sudeste asiático, y de diez cajones de las plantas medicinales más apreciables de China, con el fin de trasplantarlas y enriquecer así el Real Jardín Botánico de Madrid. También traía consigo cierto número de artículos que había comprado en Cantón con la idea de venderlos en España para recuperar los ochenta mil reales que había puesto de su bolsillo para el buen fin del viaje: dos quintales de té, veinte bandejas y seis baúles de vajilla de porcelana y ocho bandejas de marfil. Lo que no tenía era dinero, ni siquiera para llegar a Madrid. Fue el embajador de España en Portugal quien le adelantó quince mil reales para que pudiese pagar al capitán del barco el precio de su pasaje, y los gastos para alquilar un coche de caballos y regresar a la capital de España.

A flor de piel, de Javier Moro
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Crónica del 15 de agosto
— Quasí palma exaltata sum in Cades, et quasi plantatio rosae in Jericho. Quasi oliva speciosa in campís, et quasi platanus exaltata sum juxta aquam in plateis. Sicut cinnamonum et balsamum aromatizans odorem dedi: quasi myrrah electa dedi suavitatem odoris.

El reino de este mundo, de Alejo Carpentier

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Mi madre lee Persuasión por tercera vez antes de asistir a la reunión del club de lectura que tendrá lugar el 15 de agosto en el salón de la residencia Rolling Meadows. Para dicha tarea se acomoda lo mejor posible. Se tumba en la cama recostada sobre tres almohadas, se coloca un collarín blando para aliviar los dolores artríticos y una bolsa de agua caliente para sus pies fríos, se pone gafas de leer e instala un atril comprado especialmente para sostener el libro en la posición correcta de lectura. Una vez preparada, se sumerge en las vidas de los personajes que conoce bien, especialmente Anne Elliot, a quien mi madre, Bea y yo amábamos y sobre la que charlamos como si Kellynch Hall se encontrara al final del pasillo y nuestra vieja conocida Anne, tan sensata y sufrida, fuera a llamar a la puerta de un momento a otro.
El verano sin hombres, de Siri Hustvedt (traducción de Cecilia Ceriani)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

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Cada tres o cuatro días regresaba Donato Sarratore, pero como mucho se quedaba veinticuatro horas y volvía a marcharse. Decía que no hacía más que pensar en el 13 de agosto, cuando podría quedarse en Barano dos semanas seguidas. En cuanto aparecía su padre, Nino se convertía en una sombra. Comía, desaparecía, reaparecía de madrugada y no pronunciaba una sola palabra. Escuchaba a su padre con una media sonrisa dócil, y dijera lo que dijese, él no asentía pero tampoco se oponía. La única vez que hacía algún comentario decidido y explícito era cuando Donato mencionaba el tan ansiado 13 de agosto. Entonces, a los dos minutos, le recordaba a su madre, a su madre, no a Donato, que inmediatamente después de la Asunción debía regresar a Nápoles porque había quedado en encontrarse con algunos compañeros del colegio —contaban con reunirse en una casa de campo en la zona de Avelino— para ponerse a hacer los deberes de las vacaciones. «Es mentira —me susurraba Marisa—, no tiene deberes.» (...)
(...)
Entretanto, el día de la Asunción se iba acercando. Una noche le dije que no quería ir al puerto. Prefería dar un paseo hasta la playa dei Maronti, había luna llena. Confiaba en que viniese conmigo y renunciara a acompañar a su hermana, que insistía en ir al puerto donde ya tenía una especie de novio con el que, me contaba, intercambiaba besos y abrazos, traicionando así a su otro novio de Nápoles. Pero él se fue con Marisa. Por una cuestión de principios, yo enfilé el camino pedregoso que llevaba a la playa. La arena estaba fría, de color negro grisáceo a la luz de la luna, el mar apenas respiraba. No había un alma y me puse a llorar de soledad. ¿Qué era yo, quién era yo? Me sentía otra vez hermosa, ya no tenía granos, el sol y el mar me habían estilizado, y sin embargo, la persona que me gustaba y a quien quería gustarle no mostraba ningún interés por mí. (...)
(...)
Poco antes del día de la Asunción terminó mi trabajo y terminó también la dicha de la playa y el sol. La dueña de la papelería se mostró sumamente satisfecha por cómo había cuidado a las niñas y, aunque a pesar de mis recomendaciones, las pequeñas le contaron a su madre que a veces venía a la playa un muchacho amigo mío con el que se zambullían de lo lindo, en lugar de reprochármelo, me dijo:
— Menos mal, desmelénate un poco, por favor, eres demasiado juiciosa para tu edad. —Y añadió con perfidia—: Piensa en la de cosas que hace Lina Cerullo.

(...)
Su respuesta me enterneció e impidió que le dijese que debíamos romper. Era una decisión que me parecía urgente, el afecto no era amor, yo amaba a Nino, sabía que siempre lo amaría. Había preparado un discurso sereno para Antonio, quería decirle: ha sido una época bonita, me has ayudado mucho en un momento en que estaba triste, pero ahora empiezan otra vez las clases y este año hago el primero de preuniversitario, tengo asignaturas nuevas, es un curso difícil, tendré que estudiar mucho; lo siento, pero debemos dejarlo. Sentía que era necesario y todas las tardes acudía a nuestra cita de los pantanos con mi discursito preparado. Pero él era tan afectuoso, tan apasionado, que me faltaba valor y lo iba posponiendo. Para la Asunción. Para después de la Asunción. Antes de final de mes. Me decía: no se puede besar, tocar a una persona, dejar que te toque y solo estar un poco encariñada; Lila quiere muchísimo a Stefano, yo a Antonio, no.
La amiga estupenda, de Elena Ferrante (traducción de Celia Filipetto)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

— ¿Te irás de vacaciones con tu familia?
— ¿Yo? ¿Con mi padre? Jamás de los jamases. Estaré en Ischia, pero por mi cuenta.
— ¿Adónde irás?
— Un amigo mío tiene una casa en Forio. Sus padres se la dejan todo el verano y estaremos allí estudiando. ¿Y tú?
— Trabajaré en Mezzocannone hasta septiembre.
— ¿También por la Asunción?
— No, por la Asunción no.

(...)
(...) Quería avisarme de que la Galiani era agradable y buena pero ella también tenía sus defectos, y de paso me trajo la revista, convencido de que yo era capaz de leerla y de hablar de ella, y había llegado incluso a invitarme a ir a Ischia, a Forio, para la Asunción. Algo inviable, no se trataba de una verdadera invitación, él sabía muy bien que mis padres no eran como los de Nadia, que nunca me darían permiso; pese a ello, me había invitado, para que en las palabras que había pronunciado oyera otras palabras no dichas, como: «Me apetece verte, cómo me gustaría retomar las charlas que manteníamos en el Puerto, en la playa dei Maronti». Sí, sí, me oí gritar en mi fuero interno, a mí también me gustaría, me reuniré contigo, por la Asunción me escaparé de casa, que pase lo que tenga que pasar.
(...)
— Eso significa que tiene que entrar en razón —saltó Stefano—. Regreso la semana que viene, y pasamos la Asunción todos juntos, ya verás como os divertiréis. Pero ahora no quiero caprichos. Qué cojones. ¿A ti te parece que ahora os voy a llevar a Amalfi? ¿Y si Amalfi no os gusta, adónde os llevo, a Capri? ¿Y después? Basta ya, Lenù.
(...)
Pero después de la Asunción me presenté de nuevo en la librería de Mezzocannone, y en parte porque había sido una dependienta eficiente y disciplinada, en parte por mi aspecto, que gracias al sol y la playa había mejorado mucho, tras cierta resistencia, el propietario volvió a admitirme. No obstante, quiso que no me marchara cuando empezaran las clases, sino que siguiera trabajando, aunque fuera por las tardes, mientras durara la campaña de venta de libros de texto. Acepté y pasé largas jornadas en la librería recibiendo a los maestros, que venían cargados de bolsas, a vender por unas cuantas liras los libros que recibían como obsequio de las editoriales, y estudiantes que por aún menos vendían sus libros descuajaringados.
Un mal nombre, de Elena Ferrante (traducción de Celia Filipetto)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

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Carta XV
El vizconde de Valmont a la marquesa de Merteuil (...)
Acaba de descubrir que la señora de Tourvel ha encargado a uno de sus criados de tomar informaciones sobre mi conducta, y aun de seguirme en mis excursiones por las mañanas, en cuanto pueda, sin que yo me perciba de ello. ¿Qué quiere esta mujer? ¿Conque la más honesta de todas se arriesga a cosas que apenas osaríamos nosotros? Juro a usted… Pero antes de pensar en vengarme de esta astucia femenina, ocupémonos de hacer que resulte en nuestra ventaja. Hasta ahora estos paseos que excitan sus sospechas no tenían objeto ninguno; es preciso hacer que lo tengan. Este plan merece mi atención; dejo a usted para meditarlo. Adiós, mi hermosa amiga.
Siempre en la quinta de..., a 15 de agosto de 17...

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