Eugenio de Sartiges (1809-1892)
Viajero francés. Visitó Lima, Cuzco y Arequipa durante varios meses de 1834. Como diplomático vivió también en el Brasil y luego en Chile. Se interesó por problemas sociales y políticos y formuló agudas observaciones sobre la vida peruana.
Visión de Arequipa
1834
Arequipa es una ciudad pequeña y en ella se conocen muy pronto las noticias. La llegada de un caballero francés que viajaba por curiosidad y no vendía mercadería alguna, produjo cierta sensación y me vi colmado de atenciones. La costumbre del país es que los hombres vengan a hacer su primera visita al extranjero recién llegado y pongan su casa a su disposición. Las mujeres que llevan vida social envían a sus maridos, a sus hijos, a sus hermanos o a su mayordomo, si están solas, a dar la bienvenida y poner su casa
a disposición de usted, frase consagrada. Recibí, pues, visitas directas o en nombre de otro de una parte de la sociedad del lugar, españoles o extranjeros. Los comerciantes extranjeros no forman una sociedad aparte. Muchos de ellos, sobre todo los ingleses, están casados con mujeres del país.
La tranquilidad exterior de las mujeres españolas y su disgusto por todo ejercicio violento que no sea el baile o la equitación, están muy de acuerdo con las costumbres caseras de los negociantes ingleses, muchos de los cuales acaban por establecerse para siempre en el Perú.
Aunque el comercio extranjero es el alma de la población de Arequipa, la conducta prudente de los negociantes europeos en medio de las frecuentes perturbaciones del Perú, el crédito abierto por ellos a los comerciantes de la ciudad y de la provincia y sus costumbres honorables, bastan apenas para hacerles tolerar por las gentes del país. Un extranjero puede casarse con una arequipeña, pero siempre es un
extranjero.
Es un extranjero bueno o malo, mas no se convierte por completo en
hijo del país, en uno de los suyos.
Los americano-españoles tienen pocos productos indígenas que dar a cambio de las mercaderías de Europa y se ven forzados a pagarlas en dinero. Ese dinero una vez que está en la caja del negociante extranjero, infaliblemente se traslada a Europa. Por eso muchas veces se ha presentado peticiones a las cámaras peruanas, tendientes a expulsar del país a los comerciantes extranjeros a fin de impedir esa exportación de divisas monetarias y el mismo pedido se renueva en cada conmoción política. Los extranjeros no tienen derecho de practicar el comercio más que en los puertos de la costa. Si son tolerados en Arequipa es porque se considera esta ciudad como el depósito de Islay, su puerto marítimo (1).
(1)La restricción del comercio a los extranjeros fue impuesta por el régimen colonial. Ningún extranjero podía ingresar al territorio ni comerciar sin un permiso especial, sin que se les permitiese pasar del puerto al que llegaban las mercaderías. Estas prohibiciones fueron abolidas al proclamarse la independencia en 1821. Los decretos de 6 a
7 de abril de 1830 autorizaron a los extranjeros para avecindarse en cualquier lugar y ocuparse de todo género de industrias.
(Tomado de
Dos Viajeros Franceses en el Perú Republicano (De Sartiges y Botmiliau). Editorial Cultura Antártica, Lima, 1947, pp. 7-21
El Perú Visto Por Viajeros, Tomo I La Costa, prólogo, recopilación, y selección de Estuardo Núñez, Ediciones Peisa, Lima
Nota.- Añadí como información los años de nacimiento y muerte de Sartiges que no están en el libro.
Las negritas del texto son del autor con la excepción de la nota.