El día de hoy en un libro (II)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

—La barbarie que presenciamos en Faluya el 31 de marzo va en contra de cualquier costumbre civilizada tanto en paz como en guerra. Nuestras fuerzas no descansarán hasta que los culpables se encuentren ante la justicia. Nuestros enemigos acabarán por entender que su depravación no solo no debilita, sino que, al contrario, fortalece la perseverancia de la Coalición. ¿Y por qué? Porque prueba que los criminales están desesperados. Ahora saben que Irak ha dado un paso hacia delante. Que el futuro no pertenece a los kaláshnikov sino a las urnas. Y por eso el presidente Bush ha garantizado pleno apoyo al administrador Bremer y a nuestros mandos militares para la Operación Resolución Vigilante. La Operación Resolución Vigilante impedirá que quienes pretenden llevarnos a un callejón sin salida en la historia aterroricen a la vasta mayoría de los iraquíes, que desean la paz, y acercará esta nación al día en que las madres iraquíes puedan dejar que sus hijos jueguen en la calle con la misma tranquilidad con que lo hacen las madres norteamericanas. Gracias.

Relojes de hueso, de David Mitchell (traducido por Laura Salas Rodríguez)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Kamante volvió a mi casa la mañana del domingo de Pascua y me entregó una carta del hospital en la que me decían que estaba mucho mejor y que creían que estaba curado para siempre. Debía de conocer algo de su contenido porque miró con atención mi rostro mientras lo leía, pero no quería hablar porque había cosas más importantes en su mente. Kamante tenía un porte de serena o refrenada dignidad, pero esta vez se le veía resplandeciente de un reprimido triunfo.

Memorias de África, de Isak Dinesen (traducido por Barbara McShane y Javier Alfaya)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

De repente, Arnold se da una palmada en la frente.
—Mierda. Tenía que preguntarte una cosa. Para eso he venido. Esta mañana no estás ocupada, ¿no? Necesitamos que nos hagas un favor.
—¿Eh? —digo con recelo mientras me pregunto a quién se referirá con ese «nos».
—¿Sabes qué día es?
—Pues… —Para ser sincera, he perdido un poco la cuenta—. ¿Domingo?
—Es domingo de Pascua —declara Arnold, levantándose del banco—. Y necesitamos un conejo de Pascua.

En tus zapatos, de Beth O'Leary (traducido por Eva Carballeira Díaz)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

El culto al martirio puede ser peligroso, y en Irlanda del Norte los rituales conmemorativos estaban estrictamente regulados por la ley de Banderas y Emblemas. El temor al nacionalismo irlandés era tan pronunciado que uno podía ir a la cárcel, en el Norte, por exhibir la bandera tricolor de la República. De muchacha, Dolours se ponía su mejor vestido blanco para el Domingo de Pascua, una cesta llena de huevos bajo el brazo y, prendido del pecho, un lirio de Pascua en conmemoración de la abortada revuelta. Era, para un niño de esa edad, un ritual embriagador, algo así como integrarse en una liga secreta de forajidos. Dolours aprendió a tapar el lirio con la mano cuando veía acercarse a un agente de policía.

No digas nada, de Patrick Radden Keefe
(traducido por Ariel Font Prades)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

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1 de abril
Ayer me llegó un mensaje de Vivian Lamarque: “Estoy leyendo tu poema “Camminavo sotto i platani” del maravilloso librote
La poesia degli alberi”.
La librería en la colina, de Alba Donati (traducción del italiano de Ana Ciurans Ferrándiz)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

1 de abril de 1863. La reclusa Grace Marks ha sido declarada culpable de un doble, o quizá debería decir de un bíblico, asesinato. Su descaro demuestra que no es una persona sensible y su ingratitud es una prueba convincente de su carácter funesto.
Diario oficial de prisiones,
Penal provincial, Kingston,
Canadá Occidental, 1863



Alias Grace, de Margaret Atwood (traducción del inglés de María Antonia Menini Pagès)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

París, 1 de abril de 1881
Hoy ha venido Méry. Por supuesto, se alegra por mí... Puede participar plenamente de la felicidad de otra persona porque ella es feliz.

El cuaderno perdido de Édouard Manet. Una novela, de Maureen Gibbon (traducción de Jaime Blasco Castiñeyra)

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

1 DE ABRIL
Mi vieja casa, iluminada desde atrás por el resplandor viscoso de Toronto, parece embrujada esta noche. Las estrellas son como luciérnagas metidas en las jaulas de las ramitas entrelazadas. «Apaga los faros, apaga la radio», le digo al coche, y From Me Flows What You Call Time de Toru Takemitsu se detiene a media frase. Las 23.11, marca el reloj del coche. Estoy demasiado abatido para moverme. ¿Somos mutantes? ¿Hemos evolucionado de esta manera? ¿O es que nos han diseñado? Y si es así, ¿quién? ¿Por qué llegó el diseñador hasta tales extremos de prolijidad para después hacer mutis por el foro y dejarnos con la incógnita de por qué existimos? ¿Para entretenerse? ¿Por perversidad? ¿Para burlarse de nosotros? ¿Para juzgarnos? «¿Con qué fin?», le pregunto al automóvil, a la noche, a Canadá.

Relojes de hueso, de David Mitchell
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

En realidad, podría haberle proporcionado al hermano de la señora Gómez un montón de putas informaciones, pero algunas verdades son inadmisibles entre los cuerdos. En cualquier caso, la señora Gómez no se habría creído que se ha quedado viuda, y que sus hijos morirán con la incógnita de qué le ocurrió a su padre el 1 de abril de 2025. Tras la reunión, lo único que pude hacer fue interrumpir las disculpas de Adnan por hacerme recorrer tres husos horarios para encontrarme con un paciente que se había escapado unas horas antes de mi llegada. Le deseé buena suerte a mi ex alumno y colega y dejé el hospital Coupland por la cocina. Me llevó un rato localizar mi coche alquilado en el vasto y lluvioso aparcamiento. Cuando lo conseguí, mi día dio un giro aún más inesperado, y no para mejor.

Relojes de hueso, de David Mitchell (traducido por Laura Salas Rodríguez)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

Proyectos
1. Pasear al perro de Jackson Greenwood los miércoles a las siete de la mañana.
2. Conducir la furgoneta para ir al bingo el lunes de Pascua a las cinco de la tarde. Más detalles en la página dos.
3. Asistir a las reuniones de la Guardia Vecinal los viernes a las cinco de la tarde. (Toma notas o la semana siguiente nadie recordará de qué habéis hablado. Y lleva galletas si es el turno de Basil; él siempre lleva bolsas rotas de galletas digestivas revenidas del todo a cien que no se pueden mojar).
4. Ayudar a organizar el Festival del Primero de Mayo. (Soy la directora del Comité, pero mejor habla con Betsy para participar, le gusta controlar ese tipo de cosas).
5. Hacer la limpieza de primavera en el jardín. (Por favor, empieza por el cobertizo. Está en algún lugar debajo de la hiedra).


En tus zapatos, de Beth O'Leary (traducido por Eva Carballeira Díaz)
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por emedoble »

La cafetería donde hemos quedado se llama Watson’s Coffee y es muy moderna. Dos de las paredes están pintadas de verde y las otras dos de rosa. Hay cornamentas de ciervo falsas sobre la barra y un grupito de velas de color flúor, medio derretidas, en el centro de cada mesa de acero gris. En conjunto, el efecto es un tanto ridículo y el lugar está demasiado lleno de gente; es lunes de Pascua, así que, obviamente, nadie trabaja y por aquí, si no estás en una oficina, al parecer tienes que estar en una cafetería.

En tus zapatos, de Beth O'Leary
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Richard Shelton »

La constitución oficial del Gabinete tiene lugar al día siguiente de la toma del mando. Menos felices que Seward y que Bates, quien se vanagloria de haber recibido durante una visita a Springfield, calurosas seguridades de parte del futuro Presidente, la mayoría de los ministros espera hasta último momento el anuncio definitivo de su nombramiento. La lista es, por otra parte, la misma que había confeccionado Lincoln después de su elección. No cabe duda que sus adversarios de ayer, trabajando bajo su control, contribuirán con diligencia a la victoria de la Unión. Prevé, por lo demás, que entre ellos se establecerá un equilibrio favorable a su autoridad. De hecho, Seward se ubica generalmente con los moderados Smith, Cameron y Bates, contra los radicales Chase, Welles y Blair.
La prueba de fuego que establece la autoridad indiscutida del Presidente sobre los ministros surge casi inmediatamente, a causa de Seward. Como encuentra a su jefe demasiado timorato y teme la influencia de Chase, el 1 de abril, el Secretario de Estado hace llegar a Lincoln “algunos pensamientos sometidos a la consideración del Presidente”: “Ha transcurrido un mes”, dice, “sin que hayamos definido aún una política interior o exterior”. Más valdría, según él, abandonar el fuerte Sumter, antes que vacilar, para conservar las otras plazas del Sur, preparando una guerra externa que soldaría nuevamente las diversas partes de la Unión. Después de sugerir esta extraña estrategia, Seward propone sus servicios para la dirección de su ejecución.
No obstante, Lincoln no se deja llevar por delante, ni confía sus poderes dictatoriales a su primer ministro. Después de escribir a este último una carta que no será enviada, se limita a un ajuste del asunto verbal, pero categórico. Domado, Seward se inclina complacientemente, confesando haber encontrado a su amo: “El Presidente”, escribe, “es el mejor de nosotros”. El gabinete no causará más problemas a Lincoln, quien seguirá siendo, sin trabajo, el fiel de esa balanza. (…)

Sherman acaba de llegar de Carolina del Norte, y Lincoln lo convoca, junto con Grant, a bordo del River Queen, su reunión lleva el sello de la comunidad de intención que incesantemente animó a esos hombres que tan poco se conocen. Una verdadera amistad, nacida de una confianza total, los une en la acción. Ambos generales comparten la compasión de su jefe hacia la miseria del Sur; Lincoln les ha tomado afecto, según dice a Sherman “porque no lo han criticado nunca”. No pone en duda que su apoyo le permita triunfar sobre la animosidad de los radicales y que, apoyado en su popularidad, en la de sus colegas, en el ejército desmovilizado, pueda proponer al país, en los meses siguientes, la causa de la reconciliación nacional, ya que ésta se estrella contra el Congreso.
Este no debe reunirse antes de diciembre, lo cual según cree el Presidente, le dará tiempo para anclar la reconstrucción en la roca de la voluntad popular.
Aunque desea evitar la última batalla, que debe sellar el destino del ejército de Virginia, los argumentos de sus interlocutores lo convencen de que ésta es inevitable. Los tres hablan de la suerte del ejército rebelde, que debería, después de su derrota, volver sin tardanza a su tierra. Lincoln espera que los jefes confederados, con Jefferson Davis a la cabeza, conseguirán escapar. Lleva el espíritu de conciliación hasta el punto de autorizar a Sherman decir a los políticos de Carolina del Norte que, después del fin de los combates, piensa reconocer a los Gobiernos de los Estados separados, mientras el Congreso no resuelva otra cosa. El almirante Porter, presente en la entrevista, informa que el Presidente deseaba la paz “casi a cualquier precio”.
El 1 de abril, bajo una lluvia torrencial, se desencadena el ataque, éste pulveriza las tropas de Lee, quien debe pedir, el domingo 2 de abril a Jefferson Davis que evacúe Richmond, antes de las ocho, mientras él intentará resistir en Petersburg. Un tren especial, febrilmente puesto en marcha, llevará por la noche al Gobierno y los archivos hacia el sudeste, mientras la ciudad vive una pesadilla en el estruendo de la destrucción de depósitos y navíos por la guarnición. En los barrios comerciales se declaran incendios, y el populacho emprende, al amparo de la oscuridad, el saqueo de las casas particulares.

Abraham Lincoln, de Jean Daridan (traducción de Christina Souverbielle y Juan Monsegur)
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Richard Shelton
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El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Richard Shelton »

Cierto descontento que se había manifestado no bien zarpara la armada en Sanlúcar, había sido al parecer conjurado de momento con la prisión de Juan de Cartagena, adjunto de Magallanes, pero estaba a la sazón a punto de estallar. El jefe de la escuadra creyó conveniente proceder a un reajuste de mandos, pero en el fondo el cambio resultó perjudicial. La condición de extranjero de Magallanes, unida a su carácter reservado, enemigo de dar a conocer a nadie sus ideas, le atrae la malquerencia de capitanes, oficiales y pilotos, que no acuden a la invitación del jefe de la escuadra de 1 de abril, domingo de Ramos. Por la noche, una vez puesto en libertad Juan de Cartagena, asaltan el San Antonio, la nave mandada por Álvaro de Mezquita, único jefe que había asistido a la comida del capitán general. La situación que al principio parece favorable a los rebeldes, no tarda en volverse en contra suya; pagarán su actitud con la vida. (…)

(…) Uno de estos navegantes, Barclay, tuvo el mérito de descubrir lo que se había llamado estrecho de Juan de Fuca, quedando establecido científicamente como la lengua de agua que separa la isla de Vancouver del continente americano. (…)

Por su parte los ingleses, teniendo como objetivo Nootka y el pretendido estrecho de Juan de Fuca, prepararon una expedición al mando del capitán George Vancouver, con la orden de examinar especialmente la costa situada entre los 30° y los 60° N. El viaje se inició el 1 de abril de 1791; pasaron por el cabo de Buena Esperanza y alcanzaron la costa sudoeste de Australia. A partir del cabo Chatham, nombre dado por Vancouver en honor de William Pitt conde de Chatham, la costa fue cuidadosamente estudiada en una longitud de alrededor de 450 km. A continuación visitaron Tasmania, Nueva Zelanda, Tahití, las Hawaii y, finalmente, la costa americana a una altura de 39° N, (…)

La Conquista de la Tierra, de Juan Maluquer de Motes et al
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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

2 de abril
Mañana llega Laura con Mirto y la conejita Pesca. Llega la alegría y el caos. Los test salieron negativos. Lucignana resiste. Ni un carnet del partido fascista ni un caso de COVID, por ahora.

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Re: El día de hoy en un libro (II)

Mensaje por Gretogarbo »

Al doctor Simon Jordan,
Laburnum House, Loomisville,
Massachusetts, Estados Unidos de Norteamérica;
del doctor Joseph Workman, Director médico,
Manicomio Provincial de Toronto,
Canadá Oriental.
15 de abril de 1859
Estimado doctor Jordan:
Acuso recibo de su carta del 2 del cte. y le agradezco la carta de recomendación de mi apreciado colega el doctor Binswanger de Suiza, el establecimiento de cuya nueva clínica he seguido con gran interés. Permítame decirle que, en su calidad de amigo del doctor Binswanger, sería usted muy bien recibido en cualquier momento si quisiera visitar la institución de la cual soy director. Tendría sumo gusto en mostrarle personalmente nuestras instalaciones y explicarle nuestros métodos.
(...)
Del doctor Samuel Bannerling, The Maples, Front Street,
Toronto, Canadá Occidental; al doctor Simon Jordan,
en casa de la señora Jordan, Laburnum House,
Loomisville, Massachusetts, Estados Unidos de Norteamérica.
Remitida al mayor C. D. Humphrey,
Lower Union Street, Kingston, Canadá Occidental.
20 de abril de 1859
Estimado doctor Jordan:
He recibido su petición del 2 de abril al doctor Workman referente a la reclusa Grace Marks y una nota suya rogándome que le facilite cualquier otra información que obre en mi poder.

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Última edición por Gretogarbo el 15 Abr 2024 09:37, editado 1 vez en total.
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