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FotosPero entonces, alguien llamó a la puerta.
Ivánovich no se extrañó. La estaba esperando. Apagó el cigarro en el cenicero mientras se levantaba para abrir, y apareció ella.
Sam quedó sin respiración.
Cruzaba la puerta una mujer morena, de melena rizada cayendo en cascada sobre una cara de rasgos marcados, seductores, y acabando en unos hombros sensualmente bronceados. Era alta, con tacones de aguja y unas piernas que se adivinaban de infarto por debajo de esa falda. Sus caderas parecía haberlas moldeado el mismísimo Miguel Angel. Mientras se giraba para saludar a Ivánovich, no pudo continuar su análisis. Esa raja en su falda, que señalaba una curva impresionante, no era normal.
Ivánovich sonrió, sí, ese tipo podía sonreir de vez en cuando, pero la cara de Sam no era para menos:
- He aquí la Doctora Ceinwyn. Va a ayudarnos.
Sam advirtió, mientras observaba a esa belleza sobrenatural, que todo autor se toma sus licencias a la hora de describir a un personaje, pero en éste caso, maldita sea lo que le importaba...
Un cuento encadenado
Moderador: Ashling
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Sam, que al fijarse en las piernas de la Doctora Ceinwyn apenas pudo disimular una inoportuna y abultada erección.
Sam había leído en algún sitio que siete segundos son suficientes para enamorarse de una mujer y por primera vez sintió esa punzada en el corazón que le abrasaba como un hierro incandescente.
A duras penes trató de presentarse:
- Doctora Ceinwyin soy ... –notó que la respiración le estaba pasando una mala jugada y no pudo continuar.
- Mi nombre es Ceinwyn, no Ceinwyin, gilipollas. Y no he venido aquí a perder el tiempo hablando con un tipejo tan miserable como tu –dijo ella, recreándose en la tensión sexual que estaba ejerciendo sobre Sam- Mañana a las siete te quiero en el Victoria, allí te estará esperando Ivanovich. Él te dará el resto de las instrucciones.
Sam tenía paralizado hasta el último músculo de su cuerpo. Embriagado por el perfume de Ceinwyn se limitó a asentir.
Antes de marchare, Ceinwyn dio dos pasos hacia adelante, se acercó los dedos a la boca y con un suave movimiento de sus labios sopló un beso en dirección a Sam.
- Quien sabe, Sam, hasta es posible que tu y yo volvamos a vernos si te comportas como un buen muchacho –susurró la doctora al oído de Sam, rozándole suavemente el cuello con su aliento, que envolvió a Sam en un sueño.
Ceinwyin se giró, y sin apartar sus ojos de Sam, besó apasionadamente a Ivanovich mientras éste la sujetaba fuertemente por la cintura.
Sam se quedó aturdido, pero a decir verdad algo mosca con el nuevo avatar de Ceinwyn. Luego pensó que quizá ahora los demás foreros tendrían cierto reparo en seguir la historia. Sin embargo, confiaba en todos ellos más que nunca. Sonaba a despedida, pero quizá era el momento de otros autores.
Sam había leído en algún sitio que siete segundos son suficientes para enamorarse de una mujer y por primera vez sintió esa punzada en el corazón que le abrasaba como un hierro incandescente.
A duras penes trató de presentarse:
- Doctora Ceinwyin soy ... –notó que la respiración le estaba pasando una mala jugada y no pudo continuar.
- Mi nombre es Ceinwyn, no Ceinwyin, gilipollas. Y no he venido aquí a perder el tiempo hablando con un tipejo tan miserable como tu –dijo ella, recreándose en la tensión sexual que estaba ejerciendo sobre Sam- Mañana a las siete te quiero en el Victoria, allí te estará esperando Ivanovich. Él te dará el resto de las instrucciones.
Sam tenía paralizado hasta el último músculo de su cuerpo. Embriagado por el perfume de Ceinwyn se limitó a asentir.
Antes de marchare, Ceinwyn dio dos pasos hacia adelante, se acercó los dedos a la boca y con un suave movimiento de sus labios sopló un beso en dirección a Sam.
- Quien sabe, Sam, hasta es posible que tu y yo volvamos a vernos si te comportas como un buen muchacho –susurró la doctora al oído de Sam, rozándole suavemente el cuello con su aliento, que envolvió a Sam en un sueño.
Ceinwyin se giró, y sin apartar sus ojos de Sam, besó apasionadamente a Ivanovich mientras éste la sujetaba fuertemente por la cintura.
Sam se quedó aturdido, pero a decir verdad algo mosca con el nuevo avatar de Ceinwyn. Luego pensó que quizá ahora los demás foreros tendrían cierto reparo en seguir la historia. Sin embargo, confiaba en todos ellos más que nunca. Sonaba a despedida, pero quizá era el momento de otros autores.
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Andromeda
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Ceinwyin se giró, y sin apartar sus ojos de Sam, besó apasionadamente a Ivanovich mientras éste la sujetaba fuertemente por la cintura.
Sam se quedó aturdido, no se había dado cuenta del buen tipo que tenía el tío. Una súbita y extraña sensación comenzó a recorrer su cuerpo; pensó que con todo y el nuevo avatar, la doctora Ceinwyn sería suya... Su mente salió de esta ensoñación con brusquedad, al recordar que tenía que apresurarse al Tarot Hypathia, donde una preciosa joven de misteriosos ojos verdes y siempre dispuesta, con un vestido que le recordaba a la Esmeralda de Victor Hugo, ceñido por debajo de las bien formadas t¨¨¨¨, le señalaría con precisión el mejor camino a seguir.
Sam se quedó aturdido, no se había dado cuenta del buen tipo que tenía el tío. Una súbita y extraña sensación comenzó a recorrer su cuerpo; pensó que con todo y el nuevo avatar, la doctora Ceinwyn sería suya... Su mente salió de esta ensoñación con brusquedad, al recordar que tenía que apresurarse al Tarot Hypathia, donde una preciosa joven de misteriosos ojos verdes y siempre dispuesta, con un vestido que le recordaba a la Esmeralda de Victor Hugo, ceñido por debajo de las bien formadas t¨¨¨¨, le señalaría con precisión el mejor camino a seguir.
Cuando llegó al tarot y llamó, nadie contestaba. Insistió con el timbre ya que era la hora fijada para su cita, y lo que tenía que escuchar era tan importante...
Bajó a la calle, miró hacía arriba y en la ventana de Hypathia había luz, algo pasaba. Volvió a subir y cuando su mano se alargaba para alcanzar el timbre, la puerta se abrió de repente y apareció una viejecita encorbada con un camisón de seda y una bata que dejaba entrever.... Por favor, señora, tápese!. Al levantar la vista la señora, tenía los ojos verdes, no podía ser, era ... Hypathia, qué estaba pasando esta noche?
Bajó a la calle, miró hacía arriba y en la ventana de Hypathia había luz, algo pasaba. Volvió a subir y cuando su mano se alargaba para alcanzar el timbre, la puerta se abrió de repente y apareció una viejecita encorbada con un camisón de seda y una bata que dejaba entrever.... Por favor, señora, tápese!. Al levantar la vista la señora, tenía los ojos verdes, no podía ser, era ... Hypathia, qué estaba pasando esta noche?
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Ceinwyn
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- He visto el averno, Sam, requemao. He visto los pinchos saltando entre hogueras. He visto monstruos minerales y...
- Para, Hyp, Para. ¿Estás bien? No entiendo nada de lo que dices- dijo Sam, mirándola a los ojos, cargado de preocupación.
Hypathia se echó a llorar, lágrimas teñidas de verde. Un verde profundo e infinito, el de sus ojos. Había visto el miedo, el desastre. Había visto el horror para Samuel, el peligro que lo acechaba. La traición que preparaban Ivánovich y la Doctora Ceinwyn, de la que, muy probablemente, no saldría vivo.
- No vayas al Victoria, Sam. Por favor.
- Hyp, sabes que no me queda más remedio. - pronunció con voz suave, susurrando, mientras le acariciaba la sedosa melena.
- Muy bien. Entonces iré contigo.
Sam ni siquiera trató de impedirlo. Tenía miedo, qué iba a hacer. Mejor acompañado que solo.
Se arreglaron un poco, pues la noche había sido larga, y salieron. La aventura estaba a punto de comenzar.
- Para, Hyp, Para. ¿Estás bien? No entiendo nada de lo que dices- dijo Sam, mirándola a los ojos, cargado de preocupación.
Hypathia se echó a llorar, lágrimas teñidas de verde. Un verde profundo e infinito, el de sus ojos. Había visto el miedo, el desastre. Había visto el horror para Samuel, el peligro que lo acechaba. La traición que preparaban Ivánovich y la Doctora Ceinwyn, de la que, muy probablemente, no saldría vivo.
- No vayas al Victoria, Sam. Por favor.
- Hyp, sabes que no me queda más remedio. - pronunció con voz suave, susurrando, mientras le acariciaba la sedosa melena.
- Muy bien. Entonces iré contigo.
Sam ni siquiera trató de impedirlo. Tenía miedo, qué iba a hacer. Mejor acompañado que solo.
Se arreglaron un poco, pues la noche había sido larga, y salieron. La aventura estaba a punto de comenzar.
Silba la calandria y nos sorprende en vela, amuchados, con ganas de seguir.
Aparcaron el coche al final del muelle, para caminar juntos de la mano y calmarse un poco antes de llegar al Victoria.
sería una noche perfecta si....estaba diciendo Hypathia cuando Sam la interrumpió no me digas nada, me da miedo lo que has visto, prefiero no saberlo, lo que tenga que ser será. Hypathia le sonrió y giró la cabeza hacia el río, pero a Sam le dio tiempo a ver como una lagrima resbalaba por su cara.
Cuando llegaron al Victoria...
sería una noche perfecta si....estaba diciendo Hypathia cuando Sam la interrumpió no me digas nada, me da miedo lo que has visto, prefiero no saberlo, lo que tenga que ser será. Hypathia le sonrió y giró la cabeza hacia el río, pero a Sam le dio tiempo a ver como una lagrima resbalaba por su cara.
Cuando llegaron al Victoria...
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.... no advirtieron que un tipo vestido de negro y con gafas oscuras llevaba siguiéndoles desde hacía un buen rato.
A esa misma hora, en la otra punta de la ciudad, sonó el móvil en el loft de la Doctora Ceinwyn. El sol de media tarde se reflejaba en el jacuzzi de la terraza, desde donde se divisaba toda la ciudad. Ceinwyn descolgó. Al otro lado de la línea una voz masculina le informaba que Samuel Caballero e Hipathia habían llegado al Victoria. Colgó.
- ¿Quién era Cein? –inquirió Ivanovich desde el otro lado de la cama.
- Tenemos que vestirnos Ivy, me dicen que Sam acaba de llegar al Victoria
Hizo una pausa y mientras se levantaba de la cama añadió:
- … y está con Hypathia, eso son malas noticias.
Ivanovich trató en vano de retenerla a su lado para aprovechar un último sorbo de excitación. Pero era Ceinwyn quien definitivamente decidía.
Antes de vestirse apuraron el tercer Martíni con la calma de quien tiene los cuatro ases en la mano. Cuando terminaron Cein se aproximó al armario y se enfundó un vestido negro ajustado a juego con unos stiletos de charol. Luego se dió la vuelta para mirarse en el espejo y retocarse el rojo encendido de los labios. El contraste del carmín con las gafas negras le excitaba.
Sacó del bolso las llaves del Porsche Carrera. A los cinco minutos Cein e Ivanovich estaban también camino del Victoria.
A esa misma hora, en la otra punta de la ciudad, sonó el móvil en el loft de la Doctora Ceinwyn. El sol de media tarde se reflejaba en el jacuzzi de la terraza, desde donde se divisaba toda la ciudad. Ceinwyn descolgó. Al otro lado de la línea una voz masculina le informaba que Samuel Caballero e Hipathia habían llegado al Victoria. Colgó.
- ¿Quién era Cein? –inquirió Ivanovich desde el otro lado de la cama.
- Tenemos que vestirnos Ivy, me dicen que Sam acaba de llegar al Victoria
Hizo una pausa y mientras se levantaba de la cama añadió:
- … y está con Hypathia, eso son malas noticias.
Ivanovich trató en vano de retenerla a su lado para aprovechar un último sorbo de excitación. Pero era Ceinwyn quien definitivamente decidía.
Antes de vestirse apuraron el tercer Martíni con la calma de quien tiene los cuatro ases en la mano. Cuando terminaron Cein se aproximó al armario y se enfundó un vestido negro ajustado a juego con unos stiletos de charol. Luego se dió la vuelta para mirarse en el espejo y retocarse el rojo encendido de los labios. El contraste del carmín con las gafas negras le excitaba.
Sacó del bolso las llaves del Porsche Carrera. A los cinco minutos Cein e Ivanovich estaban también camino del Victoria.
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Andromeda
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Sam e Hypathia continuaron su camino y justo a la entrada del Victoria se preguntaron qué sucedería a continuación. puesto que algunos no tienen ni idea de lo que viene, sería mejor que alguien hablara claramente sobre el meollo del asunto.
Antes de seguir dándole vueltas a las cosas, Sam palideció al notar, a lo lejos, que Ivy y Cein se aproximaban...
Antes de seguir dándole vueltas a las cosas, Sam palideció al notar, a lo lejos, que Ivy y Cein se aproximaban...
El Victoria era un garito sin concesiones al buen gusto, que estaba situado en la ciudad baja. Los días que soplaba el poniente se inundaba de una suave pestilencia para que nadie olvidara que el local vivía de prestado hasta que el dique del río quisiera. En el último año había sufrido dos amenazas de inundación.
Sólo los asiduos sabían que al cruzar la puerta roja del fondo que daba acceso al sótano, se abría paso otra dimensión. El VictoriA era la sala de juego clandestina más conocida de la ciudad. Sólo se podía entrar a ella con un pase, sólo se podía acceder al pase con mucha clase, sólo se podía acceder a ese tipo de clase con mucho dinero, y nadie que tuviera mucho dinero y ese tipo de clase era persona de fiar.
Y algo, efectivamente, no cuadraba. O Ceinwyn e Ivánovich sobraban en el garito Victoria, o Sam e Hypathia sobraban en el salón VictoriA
Sólo los asiduos sabían que al cruzar la puerta roja del fondo que daba acceso al sótano, se abría paso otra dimensión. El VictoriA era la sala de juego clandestina más conocida de la ciudad. Sólo se podía entrar a ella con un pase, sólo se podía acceder al pase con mucha clase, sólo se podía acceder a ese tipo de clase con mucho dinero, y nadie que tuviera mucho dinero y ese tipo de clase era persona de fiar.
Y algo, efectivamente, no cuadraba. O Ceinwyn e Ivánovich sobraban en el garito Victoria, o Sam e Hypathia sobraban en el salón VictoriA
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Sam lo sabía y Ivanóvich lo tenía del todo asímilado, pero no conocían sus pensamientos respectivos y eso era una ventaja para ámbos.
Hypathia sintió un lacerante dolor en el brazo cuando Sam, ya repuesto de la visión de Ivan y Cein, la empujó sin demasiadas ceremonias al interior del garito VictoriA.
- "¡Qué basura de sitio al que me traes, encanto!" - rezongó Hyp con toda la ironía a cuestas y echándo chispas mientras se acariciaba la zona magullada -, "¿y qué comiste, espinacas en conserva?".
- "¡Cállate, maldita seas! ¡Son ellos!" - Sam la miró, traspasándola -.
Hypathia sintió un lacerante dolor en el brazo cuando Sam, ya repuesto de la visión de Ivan y Cein, la empujó sin demasiadas ceremonias al interior del garito VictoriA.
- "¡Qué basura de sitio al que me traes, encanto!" - rezongó Hyp con toda la ironía a cuestas y echándo chispas mientras se acariciaba la zona magullada -, "¿y qué comiste, espinacas en conserva?".
- "¡Cállate, maldita seas! ¡Son ellos!" - Sam la miró, traspasándola -.
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Un pellizco de melancolía de adueño de Hyp al ver de nuevo a Ivanovich.
Menuda zorra! -pensó, dejando traslucir en su rostro un poso de rencor al recordar como Cein, aquella chica de provincias corta de escrúpulos y ansiosa de delirios, le había birlado a Ivanovich una noche de embrujo delante de sus propias narices.
Aquel día Hyp juró que se vengaría y le pagaría a Ceinwyn con su propia moneda. Y el momento había llegado.
Sam -dijo Hyp en tono enigmático- prepárate para saludo de las brujas
Menuda zorra! -pensó, dejando traslucir en su rostro un poso de rencor al recordar como Cein, aquella chica de provincias corta de escrúpulos y ansiosa de delirios, le había birlado a Ivanovich una noche de embrujo delante de sus propias narices.
Aquel día Hyp juró que se vengaría y le pagaría a Ceinwyn con su propia moneda. Y el momento había llegado.
Sam -dijo Hyp en tono enigmático- prepárate para saludo de las brujas
- "De ella, espero, porque menudo embrujo la tía, pero de tí... (¡¡oucht!!)" - el codazo de Hyp fue inmisericorde.
Ella esperó el momento oportuno -justo cuando Ivan y Cein se paraban en la entrada del local, tratando de adaptarse a la luz mortecina- para salir de las sombras y acercarse a ellos con andar cadencioso, de ceremonia macabra, los ojos clavados en Ivanovich, preguntándose si realmente merecería la pena asestar el golpe.
Sonrió con la cabeza ladeada.
- "Mi querida Ceinwyn... -los brazos extendidos, las manos abiertas, invitadoras- te hacía en otro país... y hasta en otra Era... ¿qué tal estás?"
Ella esperó el momento oportuno -justo cuando Ivan y Cein se paraban en la entrada del local, tratando de adaptarse a la luz mortecina- para salir de las sombras y acercarse a ellos con andar cadencioso, de ceremonia macabra, los ojos clavados en Ivanovich, preguntándose si realmente merecería la pena asestar el golpe.
Sonrió con la cabeza ladeada.
- "Mi querida Ceinwyn... -los brazos extendidos, las manos abiertas, invitadoras- te hacía en otro país... y hasta en otra Era... ¿qué tal estás?"
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Andromeda
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- "Mi querida Ceinwyn... -los brazos extendidos, las manos abiertas, invitadoras- te hacía en otro país... y hasta en otra Era... ¿qué tal estás?"
Ceinwyn decidió no acercarse demasiado mientras esbozaba una tibia sonrisa. No había previsto del todo dicho encuentro, Hypathia era peligrosa.
Decidió al fin avanzar diciendo:
-No tan bien como tú, preciosa, ¿qué te trae por aquí?
Con la mirada clavada en Ivanovich Hypathia respondió:
-Lo mismo que a ti.
Por el momento Sam quedó relegado a un segundo plano, pero Hypathia logró contenerse..., ya dejaría para otro momento la
Ceinwyn decidió no acercarse demasiado mientras esbozaba una tibia sonrisa. No había previsto del todo dicho encuentro, Hypathia era peligrosa.
Decidió al fin avanzar diciendo:
-No tan bien como tú, preciosa, ¿qué te trae por aquí?
Con la mirada clavada en Ivanovich Hypathia respondió:
-Lo mismo que a ti.
Por el momento Sam quedó relegado a un segundo plano, pero Hypathia logró contenerse..., ya dejaría para otro momento la
Resumiendo: 
Después de una noche de insomnio, Sam (Samuel Caballero)* , el protagonista, decide ir al "garito" Club VictoriA. La noche pasada estuvo implicado en una pelea MUY CHUNGA, en la que estuvo a punto de morir. En el periódico del día siguiente, salió la noticia de la reyerta. Tiene dolorido el labio inferior.
(Es un tipo un poco raro, le mordisqueó el pintalabios a una chica, a Patricia)
En su vida ha ocurrido algo gordo, que aún no ha sido desvelado.
Llama a Patricia o Pat (niña pija, expareja de Sam, su padre, millonario, parece ser un pez gordo de ese local, al menos suele tener libre acceso y pases a porrillo. Además, es dueño de Harpagón Industries) para pedirle un pase para el Victoria.
Ella duda, así que decide contratar los servicios de:
Detectives Madison.
Tlfno: 91 3528739.
Detective estrella: Arwen. Capaz de cualquier cosa. Quema tarjetas de crédito gustosamente en la C/. del Álamo. Un tanto despreocupada. Soñadora. Voz alegre y cantarina.
Ivanovich. Otro figura. Acento ruso. Alto, robusto, moreno. Botas militares, chaqueta de cuero, pantalones blancos y camisa hawaiana. Gafas de sol. Una monada de hombre. Bulto sospechoso en el lado derecho de la chaqueta. Busca la ayuda de Sam. Parece que ha visto mucho La Jungla de Cristal. Pero es un suave: bebe café con leche.
Trabaja para el padre de Pat.
Él y Sam no son muy amiguitos.
Dra. Ceinwyn. Morena. Rasgos marcados y seductores. Cabello oscuro como ala de cuervo. Bronceada. Viste falda y taconazos. Caderas "esculturales". Vive en un loft. Propietaria de un Porsche Carrera. Suele vestir enfundada en vestidos negros ajustados. Carmín rojo-pollo (o sea: MUY rojo). A Sam, que es un veleta, le gusta la moza y lo demuestra, vaya. Pero ella le desprecia. Juega con él. Pelín vervenera, más bien está entre dos aguas: Ivan y Sam. Pero Sam decide que Cein seá suya.
Ivanóvich y Cein, bajo la tutela de el padre de Pat, conchabados. Piensan traicionar a Sam.
Hypathia. Una bruja, en todos los sentidos: se gana la vida echando las cartas, al menos de cara el público, porque está metida en negocios raros. En la puerta de su casa, al menos, ostenta una placa: Tarot Hypathia. Es joven, ojos verdes, exuberante, más rara que un perro verde y con bastante msiterio, que para eso se dedica a echar las cartas. Pelo largo, huele a almizcle. Facilona, se deja besar por Sam. Puede que se alimente de hongos alucinógenos.
Es peligrosa.
Siente celos al ver que Sam se ha fijado en Cein, quien al parecer hace tiempo le "birló" a Iván.
Club VictoriA: regentado por Lucía, jefa del local.
* Sam es guapo. Ladrón de guante blanco. Vividor. Mujeriego. Trepa. Pelín macarra. A veces se hace llamar Andrómeda, una especie de nick.
Le gusta el café solo y leer a Carlos Fuentes (acaba de leer Aura). Puede que se zampe de cuando en vez tortillas de hongos alucinógenos.
Después de una noche de insomnio, Sam (Samuel Caballero)* , el protagonista, decide ir al "garito" Club VictoriA. La noche pasada estuvo implicado en una pelea MUY CHUNGA, en la que estuvo a punto de morir. En el periódico del día siguiente, salió la noticia de la reyerta. Tiene dolorido el labio inferior.
(Es un tipo un poco raro, le mordisqueó el pintalabios a una chica, a Patricia)
En su vida ha ocurrido algo gordo, que aún no ha sido desvelado.
Llama a Patricia o Pat (niña pija, expareja de Sam, su padre, millonario, parece ser un pez gordo de ese local, al menos suele tener libre acceso y pases a porrillo. Además, es dueño de Harpagón Industries) para pedirle un pase para el Victoria.
Ella duda, así que decide contratar los servicios de:
Detectives Madison.
Tlfno: 91 3528739.
Detective estrella: Arwen. Capaz de cualquier cosa. Quema tarjetas de crédito gustosamente en la C/. del Álamo. Un tanto despreocupada. Soñadora. Voz alegre y cantarina.
Ivanovich. Otro figura. Acento ruso. Alto, robusto, moreno. Botas militares, chaqueta de cuero, pantalones blancos y camisa hawaiana. Gafas de sol. Una monada de hombre. Bulto sospechoso en el lado derecho de la chaqueta. Busca la ayuda de Sam. Parece que ha visto mucho La Jungla de Cristal. Pero es un suave: bebe café con leche.
Trabaja para el padre de Pat.
Él y Sam no son muy amiguitos.
Dra. Ceinwyn. Morena. Rasgos marcados y seductores. Cabello oscuro como ala de cuervo. Bronceada. Viste falda y taconazos. Caderas "esculturales". Vive en un loft. Propietaria de un Porsche Carrera. Suele vestir enfundada en vestidos negros ajustados. Carmín rojo-pollo (o sea: MUY rojo). A Sam, que es un veleta, le gusta la moza y lo demuestra, vaya. Pero ella le desprecia. Juega con él. Pelín vervenera, más bien está entre dos aguas: Ivan y Sam. Pero Sam decide que Cein seá suya.
Ivanóvich y Cein, bajo la tutela de el padre de Pat, conchabados. Piensan traicionar a Sam.
Hypathia. Una bruja, en todos los sentidos: se gana la vida echando las cartas, al menos de cara el público, porque está metida en negocios raros. En la puerta de su casa, al menos, ostenta una placa: Tarot Hypathia. Es joven, ojos verdes, exuberante, más rara que un perro verde y con bastante msiterio, que para eso se dedica a echar las cartas. Pelo largo, huele a almizcle. Facilona, se deja besar por Sam. Puede que se alimente de hongos alucinógenos.
Es peligrosa.
Siente celos al ver que Sam se ha fijado en Cein, quien al parecer hace tiempo le "birló" a Iván.
Club VictoriA: regentado por Lucía, jefa del local.
* Sam es guapo. Ladrón de guante blanco. Vividor. Mujeriego. Trepa. Pelín macarra. A veces se hace llamar Andrómeda, una especie de nick.
Le gusta el café solo y leer a Carlos Fuentes (acaba de leer Aura). Puede que se zampe de cuando en vez tortillas de hongos alucinógenos.
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