Anecdotario sobre escritores... y otros

[Richard Shelton]

La ciudad tiene cara; el país tiene alma. —Jacques de Lacretelle, escritor francés (1888-1985)

[Richard Shelton]

UN SEÑOR muy obeso fue a consultar al profesor Virchow.
—Profesor —le dijo—. Ya he consultado a otros dos médicos sobre mi gordura. Uno me recomienda hacer largas caminatas. El otro me aconseja viajar a Mergentheim para curarme.
—En su caso —dijo Virchow, tras un breve examen—, será mejor que viaje a Mergentheim... a pie.
—Femina Press Service
SRD N° 470

[Richard Shelton]

EL QUE tiene imaginación sin conocimientos tiene alas, pero no pies. —Joseph Joubert

[Richard Shelton]

DETRÁS de cada hombre hay una mujer intentando obtener su trabajo. —A.P.

[Richard Shelton]

EL POETA Robert Frost, en una visita que hizo al crítico Henry Seidel Candy y a su esposa, en su casa veraniega de Connecticut, se hallaba sentado en la terraza, después de la cena, en compañía de otros invitados.
—¡Oh! ¡Señor Frost! —exclamó una joven del grupo— ¿No es verdad que es este un crepúsculo maravilloso?
—Nunca hablo de negocios después de cenar —replicó el poeta.
—L.G.H.

[Richard Shelton]

EL QUE VA montado sobre los hombros de otro no puede apreciar lo lejos que está el pueblo. —T.A.E.

[Richard Shelton]

Inclinación natural

A una joven madre le preguntaban qué hacía si el niño lloraba. Respondió: “Si no hay ningún alfiler que lo esté pinchando, y si no tiene gases que sacarle, pienso que quizá le agrada el sonido de su propia voz, así que lo dejo escucharla”.
—D.D.
SRD N° 422

[Richard Shelton]

UN POLICÍA que vio a un borracho tratando de abrir la cerradura de una puerta, montó en sospechas.
—Es mi casa, señor agente —le dijo el beodo— . Si no me cree, entre usted. ¿Ve usted aquel sofá? Es mío. Y ese televisor también es mío. Aquel piano me pertenece.
—No me convence usted todavía —dijo el guardia.
El borracho abrió la puerta de la alcoba.
—¿Ve usted esa señora en la cama? —dijo— Pues es mi mujer... y ese que está durmiendo a su lado... Ese soy yo.

—Lan Tai, de Formosa (Taiwán)

[Richard Shelton]

—¿QUÉ PIENSAS hacer cuando seas mayor? —le pregunta el profesor al tonto de la clase.
—No sé, exactamente... Pero en todo caso pienso buscar algún oficio que pronto sea reemplazado por la automatización.
—M. y A.G.

[Richard Shelton]

UNA AVENTURA es un percance considerado como es debido. El percance, una aventura mal enfocada.
—G.K. Chesterton

[Richard Shelton]

UN SEÑOR nos cuenta que el profesor de sexto año de educación primaria sometió a sus alumnos a un examen de aptitud. Y resultó que todos estaban aptos... para el quinto año.
—S.L.

[Richard Shelton]

Mala interpretación

MI ESPOSA y yo (nos habíamos casado hacía seis meses) pasamos mucho tiempo seleccionando una tarjeta de felicitación para mandarla a nuestros amigos en nuestra primera Navidad juntos. Escogimos una que llevaba un hermoso dibujo abstracto con una leyenda apropiada. Poco después de las fiestas recibimos de una generosa tía, ya entrada en años, un hermoso sonajero de plata. Ella había entendido mal nuestro mensaje: “Nace un Niño y sobre el mundo desciende la Paz”.
—D.E.L.

[Richard Shelton]

ESTABA el carpintero aplicando recubrimiento en un techo empinado. De pronto, su ayudante perdió el equilibrio y empezó a deslizarse hacia la orilla; trató de desesperadamente de sostenerse, pero no pudo. Poco antes de que cayera desde los cuatro metros de altura, lo oí exclamar: “¡Esta es la parte del trabajo que odio!”.
—C.A.
SRD N° 554

[Richard Shelton]

LOS NIÑOS iluminan el hogar. ¡Cómo no iluminarlo, si dejan las luces prendidas en todos lados!
—Aldo Cammarota, en Visión (México)

[Richard Shelton]

Chiquilladas

ESTABA yo embarazada en la misma época en que la perra de mis vecinos iba a tener sus cachorros. Pensando que aquella sería una oportunidad ideal para explicar cómo vienen al mundo los bebés, llevé a mis tres niños a presenciar el nacimiento de los perritos.
Meses después, al nacer mi cuarto hijo, mi esposo llevó a los niños al hospital para que conocieran a su nuevo hermanito.
Veíamos a los recién nacidos por la ventana de la sección maternal, cuando nuestro hijo de tres años preguntó:
—¿Son todos nuestros?
—Colaboración de Claire Shattuck (Estados Unidos)


A ROBERTITO, de cuatro años, le disgustaban tanto las espinacas que cuando le servimos espárragos por primera vez, protestó:
“¡Ay, no! ¡Ahora me dan rabos de espinacas!”.
—Mildred Sherer, en Parents