Anecdotario sobre escritores... y otros

[Richard Shelton]

LA DIFERENCIA entre el cálculo de kilómetros por litro y lo que en realidad te rinde, es más o menos la diferencia entre tu sueldo y lo que te queda para llevar a casa.
—G.B.

[Richard Shelton]

Se tragó sus palabras

ESTABA yo dictando una conferencia sobre medidas de seguridad en el manejo de la corriente eléctrica, en el Technical College de Krugersdorp, Sudáfrica. Uno de mis alumnos parecía distraído, y comenté sarcásticamente que, en caso de emergencia, su intervención representaría un verdadero riesgo.
Después de la conferencia, salí del plantel y entré en mi auto, lo encendí y al instante surgieron llamas y humo del motor.
Entonces apareció el estudiante distraído; llevaba una botella de agua gaseosa de dos litros, la cual sacudió y con ella apagó tranquilamente el incendio.
—D.S.
SRD N° 584

[Richard Shelton]

LA MUJER que se encarga de la revista de nuestra iglesia se levantó para hacer un llamado a la congregación: “Por favor, hermanos y hermanas, suscríbanse este mes, de modo que podamos expirar todos juntos”.
—M.R.M.

[Richard Shelton]

Caso Difícil

Después de un accidente automovilístico, el conductor hablaba del asunto con un abogado. “Esto parece muy complicado”, dijo el jurista.
“Si le comprendo bien, debo probar que el ciclista a quien usted atropelló atravesó la intersección a 120 kilómetros por hora, y que el gato que cruzó la calle al mismo tiempo era tan enorme que le bloqueó completamente la visión”.
—M.T.

[Richard Shelton]

Popular entre la tropa

EL NOVELISTA inglés Evelyn Waugh, autor de Brideshead Revisited y otros libros, tenía unos modales de fanfarrón, sarcástico e insolente, lo cual dentro del Ejército lo hacía “tan impopular que era inempleable”.
Cuando su comandante en jefe, el brigadier Bob Laycock, se arriesgó a llevarlo junto con sus hombres al desembarco en Italia, uno de los combatientes comentó:
—Va usted a lamentarlo, general; el nombramiento de Evelyn debilitará a la brigada como fuerza de combate coherente. Y encima de todo, probablemente le pegarán un tiro.
—Ese es un riesgo que todos tenemos que correr —replicó Laycock.
—¡Oh, sí, pero no un balazo del propio bando!
—Christopher Sykes, en Evelyn Waugh, A Biography (Collins, Londres)

[Richard Shelton]

Marguerite Yourcenar, sobre la manera de hacer amigos.
En relación con este punto, recuerdo una encantadora anécdota de Montherlant. Alguien le pregunta a una niña, al enterarse de que no le ha puesto nombre a su gato:
—Entonces, ¿cómo lo llamas?
—No lo llamo. Él se acerca cuando quiere. —responde la pequeña.
Los amigos, de una manera parecida, acostumbran venir por caprichosas casualidades.
—With Open Eyes (Beacon)


Henry de Montherlant: Novelista, ensayista, autor dramático y académico francés (1895-1872).

[Richard Shelton]

Arrastrado por el frenesí del acondicionamiento físico, me inscribí en un club deportivo cuyas cuotas me parecieron razonables. Aunque jamás asistí, al año volví a inscribirme puntualmente. Cuando estaba haciéndolo le pregunté al tipo musculoso que me atendía:
—¿Cómo llaman ustedes a la gente que, como yo, paga y no viene?
La respuesta:
—Patrocinadores.
—R.P.

[Richard Shelton]

UN HOMBRE pidió a un taxista que lo llevara al extremo oeste de la ciudad. El taxista arrancó a toda máquina, pasó como un rayo entre el tráfico intenso, dio virajes arriesgados y cambió de carril muchas veces por minuto.
El pasajero, aferrándose del asiento, le suplicó:
—¡Tenga cuidado! ¡Mis diez hijos me esperan en casa!
El taxista sin inmutarse, replicó:
—¿Tiene usted diez hijos, y me dice a mí que tenga cuidado?
—Milton Berle's Private Joke File
SRD N°604

[Richard Shelton]

Sinceridad

MIGUEL DE UNAMUNO fue un escritor y pensador español de temperamento inquieto y rebelde, y sumamente veraz.
En cierta ocasión se le concedió una gran cruz, y Unamuno fue al palacio para agradecerle al rey Alfonso XIII la distinción.
Cuando estuvo en su presencia, le dijo:
—Señor, os doy las gracias por la gran cruz que me habéis concedido, y os aseguro que en realidad me la merezco.
—¡Qué extraño! —exclamó el rey—. Todos los demás a quienes se la he otorgado me aseguraron que no la merecían.
—¡Y tenían razón! —contestó rápidamente Unamuno.
—Anteojito (Argentina)

[Richard Shelton]

EL TRIBUNAL donde trabajo había sido elegido para poner a prueba un programa de dos años de demandas menores, que iba a permitir a los ciudadanos entablar juicios civiles hasta por 1000 dólares. Para que fuera un auténtico “tribunal popular”, todos los demandantes y los acusados se representaban a sí mismos. Los casos se decidían con rapidez porque no había detalles técnicos jurídicos que discutir.
Sin embargo, en la tercera semana dio la casualidad de que las dos partes contrarias eran abogados. Como el proceso ya había tardado varias horas y no se llegaba a una decisión, el juez pidió un receso y entró como tromba en la oficina del secretario del tribunal.
“Me gustaría saber”, gruñó, “quién dejó entrar a esos abogados disfrazados de pueblo”.
—S.S.

[Richard Shelton]

DESPUÉS de darme de baja en la Armada, respondí a un anuncio de periódico en que cierta embotelladora de refrescos solicitaba una persona que pudiera operar un montacargas.
El capataz del almacén me llevó a recorrer la planta; mientas caminábamos, me señaló lo importante que era no romper botellas.
—En la Armada —expliqué—, no se me perdonaban errores con el montacargas.
—¿Qué materiales manejaba? —preguntó.
—¡Bombas! —repliqué.
—¡Muchacho! —exclamó—, ¡estás contratado!
—D.R.

[Richard Shelton]

SIN BIBLIOTECAS, ¿que nos quedaría? No tendríamos ni pasado ni futuro.
—Ray Bradbury, citado por John Beyer en Mojave Magazine

[Richard Shelton]

Sólo hay una forma de evitar la crítica: no decir nada, no hacer nada y no ser nadie.—Aristóteles

[Richard Shelton]

EL FIN de semana en que se efectuaría la reunión de motociclistas más importante del año, estaba yo encargado del bar en un club próximo al sitio del evento. Cuando algunas de aquellas rugientes máquinas se detuvieron afuera, las miradas de la clientela inmediatamente se dirigieron hacia la puerta, y la conversación se tornó un inquieto bisbiseo.
Un grupo de rudos motociclistas se acercó al mostrador. Uno de ellos me preguntó dónde estaba el teléfono. Se lo indiqué. Se hizo tal silencio en el recinto, que todo el mundo pudo enterarse de lo que dijo el motociclista: “¡Hola, mamá! Sólo quería avisarte que hoy en la noche voy a llegar tarde”.
—S.B.

Bisbiseo: susurro, murmullo, cuchicheo, rumor, musitación, etc.

[Richard Shelton]

Tras bambalinas

Durante la filmación de Lifeboat, de Alfred Hitchcock, la actriz Mary Anderson preguntó al famoso director:
—¿Cuál cree que sea mi mejor lado?
—Querida mía —contestó Hitchcock—, estás sentada sobre él.
—Donald Spoto, en The Dark Side of Genius: The Life of Alfred Hitchcock (Little, Brown)


Lifeboat (1944): En Argentina, 8 a la deriva; en España, Náufragos. Guion de John Steinbeck.