CN9 - Las doce horas del faraón - Iliria

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CN9 - Las doce horas del faraón - Iliria

Mensaje por kassiopea »

LAS DOCE HORAS DEL FARAÓN

El cielo se apagaba sobre las orillas del sagrado Iteru. Conducida por un único hombre, la barca se acercó a la orilla y, entre los cañaverales, las ranas enmudecieron o saltaron al agua. Las aves chapoteaban hacia sus nidos y ahuecaban su plumaje con indolencia. Las antorchas pronto prenderían en los muros de las villas, ya casi recogidas, y la oscuridad se cernería como una aliada. Había que aprovechar las últimas horas de luz. Se adentró en el islote e inició por las paredes rocosas un ascenso que delataba su senectud. Sin embargo, su memoria era todavía rápida, y localizó el punto que quería alcanzar. Pero no estaba solo. En pie, un segundo hombre parecía contemplar en actitud reflexiva las inscripciones grabadas en las piedras.
—Al parecer nos ha traído el mismo propósito—dijo a modo de saludo el barquero.
Quien leía los grabados se volvió, y el hombre de la barca advirtió que, como él, era un anciano, aunque quizá de vista muy débil, ya que parecía analizarlo con igual minuciosidad que a las rocas, hasta sobresaltarse y hacer un amago de reverencia:
—¿Eres tú, Senenmut? ¿Sigues con vida? Por todos los dioses, te ruego disculpes a este pobre viejo incapaz de ver más allá de sus sandalias.
—Levántate, anciano, pues el parecido de nuestro rostro te ha confundido. Mi hermano ya inició su viaje a las Tierras de Poniente. Soy sólo Amenenhat, quien fue nombrado Sacerdote de la Barca de Amón.
—Que su nombre sea pronunciado eternamente, a pesar de que este hijo de hiena que ahora ciñe la doble corona quiera volver en polvo la grandeza de tu hermano y la de nuestra gran Faraón…
El hombre de la barca hizo un gesto de silencio, y echó una rápida ojeada sobre sus hombros.
—Vigila tu lengua. Incluso la tierra roja puede tener oídos.
—Sensatas son tus palabras, Amenenhat. Pero en estos días que parecen de Anubis, la ira ha cegado mi corazón y me ha llevado hasta aquí para comprobar que la estela que grabé sobre la campaña Nubia sigue intacta.
—Así que tú debes de ser Tiya, quien recibió el encargo de avituallar los ejércitos. Seas también mencionado eternamente, si presenciaste cuanto dicen estas inscripciones, y si son obra tuya.
Mientras así hablaba, Amenenhat se acercó y le puso de forma amistosa una mano sobre el hombro. Ambos eran igualmente ancianos, pero por el contrario, Tiya era bajo y grueso. Su túnica, de un lino de bastante calidad, había conocido tiempos mejores. Bajo una descuidada peluca aparecía un ojo totalmente cegado, y alguna infección comenzaba a afectar al otro. Por eso, no le extrañó la petición de que leyera la estela en su lugar, ya que le reconfortaría recordar sus propias palabras.
«Mis pasos siguieron al Dios encarnado, que gobierna los Dos Países. Viva pues, eternamente Maat-Ka-Ra. La vi aplastar a los invasores, y sus jefes, encadenados, fueron llevados ante su presencia. Acabó con el País de los Nubios estando yo en el séquito real. Ved, pues, que soy su emisario y como tal a ella obedezco».
—Así fue, y así está escrito. Y ahora dime, amigo: ¿Por qué ese perro sarnoso de Tutmosis se empeña en borrar estos hechos? ¿Acaso la faraón no fue una buena soberana? ¿No ha mantenido a los dos Reinos en la paz y en la prosperidad?
Amenenhat reflexionó unos instantes antes de responder:
—Entiendo tu ira porque en cierto modo también es la mía. Si el faraón ha dejado pasar veinte años desde la muerte de nuestra amada Hatshepsut, quizá sea porque ya no viven aquellos con quienes compartimos tan grandiosos días. Dos viejos ya no somos un peligro. Y quizá Tutmosis piense que una mujer faraón atenta contra Maat.
—¿Y acaso no atenta contra Maat destruir sus esculturas y saquear tanto su tumba como la de tu propio hermano? ¿Cómo van a vivir eternamente?
—Amigo Tiya, quizá no nos corresponda a nosotros responder qué es o no Maat , pero sobre tu segunda cuestión—Amenenhat volvió a mirar sobre sus hombros, bajó la voz e invitó al otro anciano a aproximarse más—, no hubo tal saqueo, sino un traslado protector. Los cuerpos de Hatshepsut y de mi hermano Senenmut de momento no podrán reposar próximos, como la faraón deseaba, pero al menos están a salvo de la destrucción. Así lo dispuse.
Tiya se arrojó a los pies de Amenenhat y derramó sobre ellos abundantes lágrimas:
—Sea tu corazón más ligero que la pluma en el Juicio de Osiris, y tu nombre alabado por toda la eternidad, pues quien preserva todo cuanto debe recordarse, guarda también todo lo vivido, lo que fuimos y lo que para siempre seremos. Mira, la noche ha caído sobre nosotros, y los ojos de todos los faraones ya nos contemplan. Antes de que el frío haga crujir las piedras, compartiremos mi manta y mi pan, y romperé el sello de la jarra de cerveza que traje conmigo. Bebamos y recordemos, pues mi corazón anhela volver a ser joven y revivir los días de esplendor.
Sin embargo, compartidos el pan y la cerveza al abrigo de la noche, el anciano tuerto roncaba de manera estruendosa. A lo lejos aulló un chacal. Bajo su parte de la manta, Amenenhat contemplaba el cielo estrellado. Y su mente inició un viaje de vuelta a miles de jornadas.
***
—Mi consejo es que no escuches rumores de palacio.
Amenenhat estudió el rostro de su hermano mayor. Los grandes ojos oscuros seguían entornados, serenos. Las marcas de las mejillas, que descendían hasta las comisuras de la boca, se habían acentuado de manera leve al esbozar una sonrisa.
—Pero Senenmut, son acusaciones muy graves las que se vierten sobre la Gran Esposa Real y sobre tu propia persona. Te muestras demasiado próximo a Maat-Ka-Ra y eso desata las habladurías. Y luego esos obscenos dibujos de las canteras... Temo que algo te acabe sucediendo.
Senenmut había acudido al Templo de Karnak en una visita informal a Amenenhat. Tras la gran procesión de la Bella Fiesta del Valle, instaurada de nuevo por la Gran Esposa Real, se hallaba menos ocupado y podían hablar fuera de las dependencias más sagradas.
—Te escandalizas por poca cosa. Olvidas que soy también preceptor de las princesas, y debo dar cuenta de ello a su madre. Además, deja que las lenguas viles murmuren. Ya hablarán las inscripciones y las estatuas por mí.
—Esas piedras, hermano, hablan de un Senenmut cada vez más poderoso, con más títulos y prebendas. Todos en palacio, desde funcionarios y escribas hasta sacerdotes, se inclinan a tu paso. Y eso provoca envidias. Te conduces "como un segundo Tutmosis sin corona". Eso es lo que de ti murmura el Primer Profeta de Amón.
—¿Hapuseneb? Aunque tengo en cuenta tus palabras, dudo mucho que intente algo contra el faraón o contra mí. Es todo cuanto puedo decirte.
Se despidieron no sin antes recibir Amenenhat el consejo de no dejarse llevar por temores irreales. También era cierto que aunque era Sacerdote de la Barca de Amón vivía alejado de los entresijos de palacio. ¿Quién mejor que Senenmut para saber de primera mano cuanto acontecía en la familia real? Al contrario que su hermano, apenas había estado ante Maat-Ka-Ra. Recordó la vez primera, cuando sus ojos se encontraron con los de ella, de manera fugaz, pues debía bajar la mirada. Eran castaños y dulces, pero en sus pupilas se agazapaban la voluntad y la determinación. El rostro redondeado, los labios finos curvados en una suave sonrisa. Todo el peso de su persona sobre él, sobre el joven Amenenhat, pobre siervo de Amón. Durante toda la procesión de la imagen de Amón en su Barca, había podido ver de nuevo a Maat-Ka-Ra de cerca, pues la familia del faraón al completo presidía la ceremonia. Volvió a impresionarle la fuerza y la energía que transmitía la Gran Esposa Real. A su lado parecía apagarse Tutmosis el segundo, el faraón, cuyo aspecto apenas podían disimular todos los afeites de palacio. Y cerca de Maat-Ka-Ra, acompañando a la pequeña princesa Neferu-Ra, se alzaba Senenmut, como si de un atento padre se tratase.
.
Tres estaciones completas se sucedieron. El nuevo periodo de Shemu volvía a prometer abundantes cosechas y los corazones comenzaban a alegrarse a pesar del afilado estilete de escribas y recaudadores. Pero durante el primer mes un suceso trastocó la vida de palacio. El faraón había muerto. Amenenhat contemplaba este acontecimiento con gran inquietud. De alguna manera, logró abordar a su hermano, a quien la noticia no pareció sorprender demasiado. Examinaba el papiro con su proyecto para la Tumba de la Gran Esposa Real, cuyo diseño inicial ella había aplaudido.
—Por Amón y por todos los dioses ¿Qué destino nos aguarda? Va a ser un problema el asunto de la sucesión. La Gran Esposa Real sólo alumbra hijas, y esa maldita Isis, que su cuerpo se agusane, saldrá del harén para alborotar a los sacerdotes hasta que su hijo ocupe el trono, y los generales nos pasarán a todos a cuchillo, y…
—Deja de graznar como una oca. Si pusieras a tus tareas la misma atención que dedicas a los rumores de esclavos y concubinas, verías que nada malo va a suceder.
—Pero Hapuseneb te odia.
—Hapuseneb bailará a quien arroje mayor cantidad de oro dentro de su templo. ¿Y qué bando posee más? ¿En cuál estamos? Busca tu sosiego en la respuesta.
Y, como si saliese a ventilar una cuestión incómoda en lugar de resolver un asunto de Estado, Senenmut se despidió de su hermano.
El joven sacerdote averiguó días más tarde que la misma jornada que el faraón exhalaba su último aliento, hubo una reunión entre Hatshepsut, Hapuseneb y Senenmut a puerta cerrada. Sólo ultimaron ciertos detalles. Porque ya no había nada que decidir. Desde hacía tiempo estaba todo dispuesto para la coronación de Menkheper-Ra, el tercer Tutmosis, el niño que el faraón había tenido con la esposa secundaria Isis. La que en adelante sería Maat-Ka-Ra Hatshepsut, su tía y a la vez madrastra sería regente hasta su mayoría de edad. Como había indicado el Gran Intendente, tapada la boca del ambicioso sacerdote a base de oro y de prebendas para el Templo de Amón, no hubo tumulto alguno. El difunto faraón ya podía iniciar su viaje de doce horas a través del Reino de los Muertos para alumbrar con el alba un nuevo mundo.
.
Por siete veces el sagrado Iteru derramó sus orillas sobre los campos de un país de Kemet próspero. Viendo a su país en paz, durante ese tiempo Amenenhat fue templando su ánimo. Tuvo ocasión de encontrarse con su hermano, cuando sus cada vez más numerosas tareas así lo permitían. Sus encuentros fueron jornadas de charlas tranquilas sobre arquitectura y restauración de templos, algunos muy dañados tras la ocupación de los hicsos, años atrás. La regente estaba llevando a cabo un programa de obras públicas, levantando grandes monumentos. Al parecer, tenía para Senenmut planes de gran envergadura.
La tarde iba dorando las copas de los sicómoros del jardín real. Sobre la mesa, Senenmut apartó varias jarras del mejor vino y restos de un banquete a base de carne de buey, oca y diversas ensaladas de calabacín y humus para mostrar a su hermano diversos proyectos. Ambos monolitos serían los más altos jamás alzados. Las cúspides, recubiertas de oro, refulgirían bajo la luz del Divino Amón. Sólo una duda asaltaba a Amenenhat: ¿Qué querría agradecer Maat-Ka-Ra a Amón con semejante ofrenda? Senenmut callaba.
—¡Morid, asquerosos nubios!
Como un pequeño gato al acecho, saltó sobre ellos un niño de unos nueve o diez años. Empuñaba un pequeño palo a modo de mazo. De haber sido un niño de la calle, Amenenhat lo hubiese echado a patadas. Pero no tuvo más remedio que callar. Se trataba del pequeño faraón Tutmosis el tercero. Senenmut acogió la broma entre risas:
—Parece que tus entrenamientos dan buen resultado, Gran Neb.
El niño ignoró el comentario. Se plató ante ellos, los brazos cruzados sobre su torso desnudo, agitando la trenza de su cabeza afeitada.
—Enséñame tus cicatrices, Senenmut.
El Gran Intendente se abrió los pliegues de la túnica, y el pequeño pasó las yemas de los dedos sobre los surcos del pecho y uno de los costados. Entonces surgía el recuerdo de que los primeros logros de Senenmut habían sido militares.
—¿Mataste a muchos extranjeros?
—A alguno de ellos, Gran Neb.
El niño arrugó la nariz y espetó, antes de marcharse:
—Yo cortaré más manos que tú. Y mis victorias hablarán más que tu brazalete menefert.
—Sin duda serás el mejor de los guerreros, Gran Neb.
Cuando se quedaron solos, Amenenhat se rascó por debajo de la peluca.
—Por todos los dioses, ese mocoso es un cretino.
—Déjalo. Quiera Amón que juegue por muchos años a los soldados. Así no se acordará de que gobierna.
—¿Qué quieres decir?
—El tiempo corre. Verás cosas interesantes.
.
Los tiempos interesantes que anunciaba Senenmut llegaron. Maat-Ka-Ra convocó a Senenmut y a Hapuseneb, e hizo salir a guardias, esclavos y aduladores.
—He dejado pasar demasiado tiempo. Primero fui Hija y después Esposa del Gran Dios. Como regente, he gobernado Kemet con justicia y el Doble País es cada vez más próspero. Bien sabéis lo que quiero. Es mi derecho de sangre y como Hija de Amón así lo reclamo.
Hapuseneb pareció dudar:
—Gran Regente, ciertas son tus palabras, pero lo que pides es muy arriesgado. Para hacer prevalecer la voluntad de tu divino padre, el primer Tutmosis (sea por siempre su nombre alabado), y que pases a reinar, sólo queda la opción de proclamar de manera oficial que Atón y tu padre fueron uno al unirse a tu madre Ahmés. Y no creo que...
—Se puede—interrumpió Senenmut.
—No sin provocar a la rama familiar de la Gran Dama Isis y al propio príncipe... y a cuantos le apoyen—se revolvió Hapuseneb—. Conozco tus pretensiones y estas llegan demasiado lejos. Tus prebendas te hacen tensar demasiado la cuerda, Gran Intendente.
—Quizá tus temores te impiden ver que al otro lado de esa cuerda sólo hay una segunda esposa y un niño. La primera carece de poder y puede silenciarse. El segundo se contenta fuera de los límites de Kemet jugando con una espada y un carro de guerra.
Hapuseneb palideció. Intentó balbucir algo, pero Maat-Ka-Ra le hizo callar con un solo gesto para volverse de nuevo a Senenmut:
—Continúa.
—Has hablado con sabiduría, Gran Regente. El pueblo está satisfecho y prospera, y ninguna rebelión habrá a menos que falte el sustento. Has levantado cuanto derribaron nuestros enemigos extranjeros, has devuelto al pueblo festividades largo tiempo añoradas y no hay nadie en el Doble País que no alabe tu nombre. Y Hapuseneb nos ha dado la solución. Otros casos se han dado de Teogamia, y por ahora nada ha hecho tambalear al País del Gran Río. Y si en tu entronización incluimos al príncipe en régimen de corregencia, comprobará por él mismo que su amada tía no le deja de lado, sino que lo eleva junto a ella y lo tiene en alta consideración.
Maat-Ka-Ra asintió. En su rostro se dibujó una leve sonrisa.
—Bien conoces al hijo de mi esposo, Gran Intendente. Tus palabras son certeras como la garra del halcón sobre su presa—Maat-Ka-Ra se volvió al sacerdote y lo despachó con un gesto—: Hapuseneb, prepara ahora mismo los ceremoniales.
El Primer Sacerdote de Amón salió con las orejas encendidas. Una vez solos, Senenmut se acercó a Maat-Ka-Ra con la osadía que provocaba la costumbre, y susurró a su oído:
—Te será más útil si no lo tratas como a un perro. Ya conoces su codicia. Reviste el Templo de oro, ensalza la grandeza de Amón y de sus sacerdotes, y tendrás un reinado largo y tranquilo.
Ella lo miró a los ojos con una expresión entre divertida y asombrada, y respondió:
—En verdad soy grande. Pero tú eres inmenso.
***
La línea del horizonte comenzaba a clarear hacia el este. La Barca de Atón, pasados los peligros de la noche en el inframundo, volvía de nuevo a alumbrar a los vivos. Amenenhat despertó de un codazo a Tiya. Éste, tras unos instantes de aturdimiento, recordó de pronto qué hacían allí. Amenenhat comprendió que necesitaba ayuda, e hizo al otro anciano una proposición.
—¿Y cuánto salvaremos?
—Cuanto se pueda.
Descendieron de las rocas y subieron a la barca de Amenenhat. Las aguas del Iteru fueron cobrando vida lentamente, la vida sagrada que regaba con sus aguas el eterno País de Kemet.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Raúl Conesa
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Raúl Conesa »

Éste sí... pero.

Excelente preparación de los escenarios y un estudio del contexto histórico que se deja ver por todas partes. En el lado negativo, no termino de conectar con los personajes y me pierdo un poco con quién es quién y cuáles son sus motivaciones. Se me ha mezclado todo el asunto de la sucesión al trono y cómo conecta con Amenenhat siendo barquero posteriormente. Así de pronto me da la sensación de que el siguiente faraón (¿el niño?) la toma con todo lo que le recuerda al hermano de Amenanhat y a la faraona que él apoyó para asumir el cargo; y Amenanhat se está encargando de proteger su legado.

Me da que este tipo de intrigas palaciegas encajan mejor en un formato más largo. Pero igualmente me ha gustado el desarrollo y el lenguaje empleado. La calidad es innegable.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Megan
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Megan »

Autor/a, me encantó tu relato.
El tema me fascina y la narración es impecable.
Los diálogos son muy buenos y la trama es excelente.
No tengo nada que decir negativo sobre tu criatura.
Te felicito, me encantó como describiste cada escena, :60: .

Muchas gracias por compartirlo y suerte, :D .
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Isma
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Isma »

Me ha pasado un poco como a Raúl Conesa. Me gusta lo que leo y advierto erudición, tal vez pasión por el tema histórico y los personajes. Pero me ha costado un poco seguir a los personajes. Creo que se debe, en parte, a los nombres a los que no estoy acostumbrado, y en otra parte a que de los dos personajes que salen al principio de uno no volvemos a saber nada mientras que el otro es el hermanísimo. Además, hablan sobre algo de lo que no sabemos, ni terminamos de saber, pues pese a todo (si mal no me he enterado) no se cuenta cómo finaliza el reinado exactamente. Supongo que Tutmosis, el niño que juega a soldado, termina imponiéndose. Tutmosis el tercero, a todo esto, pues tres hay. Demasiado para mi pobre mente.

Está muy bien escrito y me gusta cómo has tratado la intriga. El texto es denso, cargado de mitología y detalles: algunos tan nimios y tan importantes para establecer una coherencia como el de la cerveza tapada. Genial, autor.

Una sola cosita de relevancia he visto mejorable, dentro de un texto muy cuidado:
Se despidieron no sin antes recibir Amenenhat el consejo de no dejarse llevar por temores irreales.
Esto son dos negaciones seguidas. El cerebro del lector da vueltas.

Gracias por este trabajazo y por enseñarnos algo de ese periodo histórico y de esos personajes. Mucha suerte
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Iliria
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Iliria »

Autor/a, coincido con los compis. Nos hablas de un período muy interesante, te has documentado bien y has cuidado el lenguaje y los detalles. Hasta has dejado caer alguna pincelada de humor e ironía.
Pero los personajes y sus motivaciones se entremezclan un poco con las intrigas y zancadillas palaciegas. Además, no sé si es cosa mía, pero encuentro el final un poco recortado.

De todas formas, un trabajo hecho con esmero.

Gracias por participar y suerte :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Isma
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Isma »

La historia se me ha quedado dando vueltas en la mente. Eso está muy bien...
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pmarsan
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por pmarsan »

Bueno, pues otro para la saca. Hoy toca el antiguo Egipto, período con enjudia histórica donde los haya. :o

La verdad es que poco puedo añadir a los comentarios de los compañeros que ya han pasado por aquí. Uso mi plantilla por coherencia con el resto.

Puntos fuertes: Muy bien la temática y la documentación. Tras cada coma te espera un detallito interesante, desde los dos reinos a la barca de Amón, pasando por los monolitos y por ese curioso "hijo de hiena". Está bien escrito e incita a seguir, a ver qué es lo que ocurre al final. La ambientación también está conseguida. Casi ve uno las luces doradas del atarceder sobre las dunas del desierto. Mis felicitaciones, autor. :hola:

Puntos menos fuertes: Creo que tu relato está dos peldaños por encima de mis entendederas. Hay muchas cosas a las que prestar atención, entre los personajes, los cambios de punto de vista, la historia que hay detrás... y todo ello viene aderezado con un conocimiento muy por encima de la media de lo que era el antiguo Egipto, con sus dioses, sus reinos y sus faraones. Estoy de acuerdo en que un concurso de relato histórico es un concurso de relato histórico, pero este comentarista no da para más. Confieso que me he perdido un poco en algunos momentos. No siendo un concurso especializado, tal vez podrías haber bajado el listón un poco para facilitarle las cosas a tu público. :wink:

En suma, un muy buen trabajo. Me hubiera gustado conocer mejor este período de la historia para disfrutar más tu relato, pero te mereces un buen puñado de puntos. :D
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Gavalia
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Gavalia »

Otro que no te puede aportar mucho más sobre lo ya dicho. No le encuentro pegas a la redacción y se aprecia que te has documentado bien para desarrollar la historia, pero creo que para la mayoría de los lectores se vuelve demasiado denso ante tanto personaje desconocido, al menos para mí, y la descripción de una serie de acontecimientos que desconozco por completo. Veo una historia palaciega con sus dimes y diretes contada por uno de los dos primeros personajes, que fue testigo de los hechos, hasta ahí bien. El caso es que no me transmite emociones de ningún tipo, solo información. Reconozco que por momentos se me hizo algo pesado y no me ha llegado a pesar del buen trabajo que sé que es. Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Fernweh
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Fernweh »

¡Hola, autor/a!

He empezado este relato enamorada de tu forma de narrar, ¡qué bien escribes! Y me ha estado encantado toda la primera parte. Sin embargo, una vez Amenenhat se sumerge en sus recuerdos debo reconocer que me he perdido un poco y no he conseguido armar la historia en mi cabeza. También es verdad que no tengo apenas conocimientos sobre el antiguo Egipto y eso no ayuda ante un texto plagado de personajes y referencias a ese mundo.
Otra vez debo decir, con mucha rabia por mi parte, que mi falta de conocimientos no he ha dejado disfrutar de todo el texto como se merece, pero me queda claro que escribes como los dioses y eso sí que puedo valorarlo y aplaudirte por ello.

¡Gracias por compartirlo y suerte! :60:
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rubisco
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por rubisco »

Un relato histórico nunca es fácil, ni para el escritor ni para el lector.

Uno de los grandes problemas es el equilibrio entre ubicación histórica y construcción de la trama, y si bien en lo primero tu relato cumple con creces, en lo segundo me falla algo.

Al igual que le ocurre a los demás compañeros, me salgo continuamente de la historia y no sé por qué. Es cierto que estoy pasando por una época de mucho trabajo que me resta concentración, pero hay otros relatos que sí me han enganchado, con lo que el problema está en otro lado. Quizás los nombres, como dice Isma. Quizás que no termino de comprender el propósito de cada uno.

Me atrevo a darte un consejo: si bien se dice que en una novela el protagonista tiene que aparecer lo antes posible y eso a mí me parece una verdad muy a medias, sí creo que debe hacerlo en un relato. El motivo es la escasez de tiempo. Si llenamos un relato corto de subtramas nos podemos meter en un buen lío. Una forma de evitar eso es, precisamente, que los protagonistas aparezcan desde un principio y que tomen parte de la acción de forma inmediata.

Lamentablemente, me he salido de la lectura cada dos por tres. Asumo que lo principal es que sea por mis problemas de concentración, pero supongo que el relato también ha contribuido no entrando en mi mente de forma fluida.

Siempre tiene que haber algún relato con retazos de calidad que se queda lejos de mis votos. Posiblemente este sea uno de ellos. Lo lamento y espero que a la próxima consigas conquistar mi corazón literario. Hazlo. Es una orden.

Gracias por compartirlo :60:
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Jarg
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Jarg »

Ay, ay, ay, el eterno debate, ¿quién fue mejor, Hatshepsut o Tutmosis III?

Me gustó tu relato, autor/a, en parte porque está muy bien escrito y en parte porque esos dos personajes siempre me han parecido interesantes. Creo que ha sido un acierto contar la historia a través de los recuerdos de Amenenhat y centrarte en su deseo de preservar el recuerdo de Hatshepsut y Senenmut. También la descripción de Tutmosis III, aunque me ha parecido un poco caprichoso. Hay que reconocerle que no fue un mal faraón, de hecho estudió bien la historia de su pueblo y las derrotas frente a los hicsos, e incorporó el carro de guerra a los ejércitos egipcios (cosa que también mencionas :wink: )

El estilo me ha parecido impecable. Se ve mucha documentación y dominio de los hechos y la cultura material, y eso hace que nos sumerjas en el ambiente. Puede que, por lo que leo en otros comentarios, algunas partes sean confusas si no se conoce bien a estos personajes. Quizás puedas usar este relato como punto de partida para una novela :alegria: . Gracias por compartirlo y buena suerte :60: :60:
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Sinkim
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón

Mensaje por Sinkim »

Me ha pasado como a otros compañeros, pese a que la historia y el contexto histórico eran interesantes, se me ha hecho algo lioso el desarrollo de la historia, supongo que habra sido principalmente por el desconocimiento de los nombres que hacía difícil seguir en algunos momentos lo que estaba pasando. Aún así no puede negarse la técnica y habilidad que tienes escribiendo, autor :D :D
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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pmarsan
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón - Iliria

Mensaje por pmarsan »

Jolín, Iliria, este relato no te pegaba nada. ¡Qué versatilidad la tuya, que igual nos traes una leyenda de terror serbia que una historia de faraones! :shock:

Me pareció que este relato brillaba por su ambientación, y percibí que te habías documentado mucho, pero me faltó cultura histórica para apreciarlo en su justa medida. Lo mismo me pasó con el relato de Tebas.

En cualquier caso, como dije, es un gran trabajo. Al puntuar simplemente prioricé aquellos relatos que me llegaban más, porque el nivel en el concurso ha sido muy alto. :60: :60: :60:
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Raúl Conesa
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón - Iliria

Mensaje por Raúl Conesa »

No te metí en mi podio, pero reconozco el valor de la prosa y la ambientación. Se nota el trabajo de fondo.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
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Iliria
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Re: CN9 - Las doce horas del faraón - Iliria

Mensaje por Iliria »

Muchas gracias a tod@s por vuestros comentarios y lecturas. Me decidí por Egipto aprovechando mis apuntes de Historia Antigua (y ampliando info con libros,blogs y documentales). @pmarsan es que me meto en muchos charcos :mrgreen:
Como lo envié de manera muy apresurada, he visto que tiene algún errorcito para corregir: en primer lugar el nombre de uno de los personajes, Amenemhat (con m, que esta gente gasta unos nombres que tela :paranoico: ); en segundo lugar el orden de los nombres de la faraona, que no estoy muy segura si es Maat-Ka-Ra Hatshepsut o Hatshepsut Maat-Ka-Ra (juraría que lo segundo a tenor de cómo Noblecourt nombra en su libro a los demás faraones. Tengo que revisarlo...) y lo último: al final del texto la barca es la de Amón, no la de Atón, que se me fue la pinza...) :oops:
Lo de Karnak tampoco me gusta para la época. No sé si sería más correcto decir Waset (Tebas). Otra cosa a revisar :paranoico:

Al escribir el relato me quise centrar en la damnatio memoriae que se le hizo a esta reina. Al parecer se empezó con Tutmosis III, pero se prolongó más allá...
Y también mencionar a Senemut, un personaje muy interesante y fascinante.

En Primavera, más. Gracias de nuevo :hola:
Última edición por Iliria el 17 Feb 2021 14:23, editado 1 vez en total.
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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