CP XVI - Lo que queda de mi abuela - Eloy_1066

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVI - Lo que queda de mi abuela - Eloy_1066

Mensaje por lucia »

Le manda Violante a Quevedo hacer un soneto y este responde:
− En mi vida me he visto en tanto aprieto.
En estos tiempos modernos, veo que convocan el XVI Concurso de relatos.
Y ahora voy yo y digo:
– Estoy que no me llega el pie al zapato.
A Quevedo el soneto le quedó bordado.
A ver cómo me sale a mí el tal relato, que va más o menos así.

LO QUE QUEDA DE MI ABUELA
Antes de cumplir los 10 años, ir al pueblo de mi abuela me parecía una auténtica pesadilla. Cada 1 de agosto se repetía la misma historia. Mi padre nos despertaba a mi madre y a mí a las 6 de la mañana, metiéndonos prisa y con voz autoritaria diciendo cosas así:
– Vamos, daos prisa, que hay que salir a las 7, hay que pasar por tal sitio a las 10, por tal otro a las 12 y ver si llegamos a las 3. Pili, coge a ese niño ya y que se vista.
Ese era el ritual que no fallaba cada verano desde antes de tener uso de razón.
Para mi padre era algo que estaba en el guion y de ahí no se podía salir. No había ni la más remota posibilidad de que cambiara al año siguiente. Había que ir todo el mes al pueblo de mi abuela y de ahí no había tela que cortar.
– Pili, dale al niño la biodramina no sea que se maree como la otra vez y nos ponga perdido el coche.
Sí, una vez pasó eso. Me mareé en la mitad del viaje justo entrando a un pueblo. El resto, se lo imaginan.
A las 7 en punto nos poníamos en camino. Mi padre, mi madre y yo, en un Renault 5 rojo. Estrecho, con poca amortiguación y sin pasar de 100. Eran los años 70 y los coches eran así. No eran tan cómodos ni tan rápidos como ahora.
Tampoco eran las carreteras que eran estrechas y con baches. Para empezar no había casi autopistas. Era algo que solo había en Alemania, decíamos. En España te las imaginabas de lejos.
Desde el frescor del Cantábrico hasta el pueblo de Castilla, el de mi abuela, había que recorrer una distancia y unas horas. A mí no me hacía ninguna gracia ese viaje tan tempranero. Encima, dejaba a mis amigos del cole, a mis canicas o las olas de la playa para pasar ese trago.
Había que subir un puerto que en ciclismo se llamaría de “categoría especial”. En el Renault 5 y con el precipicio a nuestra derecha.
– No miréis abajo si tenéis miedo y tú, niño, no te marees – nos decía mi padre atento a la carretera por la cuenta que nos traía a todos.
Pasado ese obstáculo, llegaba “la ancha es Castilla”. Una inmensidad de mar amarillo, de trigales infinitos. Y de calor. Un calor que no existía en ese frescor del Cantábrico.
– Abre la ventana, Pili, que ya pega – le ordenaba mi padre.
Sobre las 3 y tal como tenía muy calculado mi padre, llegábamos al pueblo de mi abuela, enclavado en una selva de pinares. Pinos y más pinos hasta donde llegaba la vista.
Nos instalábamos siempre en casa de mi abuela. Una vivienda de planta baja, calculo ahora que de los años 30. De dos habitaciones, cocina, baño, cuadra y cámara superior donde corrían de noche los gatos del barrio.
Lo curioso es que no vivía nadie en aquella casa. Ni mi abuela, que estaba con otra hermana de mi madre. Solo venía para saludarnos y de vez en cuando a lo largo del mes.
Mi abuela era ya muy mayor cuando yo nací. Tendría ya unos 70 años pero de espíritu “era una moza”, como le decían. Hablaba sin parar pero con mucha gracia. Hacía muchos requiebros con el idioma, lo dominaba totalmente y por si fuera poco, se sabía muchos cantares, como los llamaba.
– Me sé más de 60 – comentaba riendo.
Cuando contaba algo que le parecía gracioso, se ponía a reír. No sabías muy bien dónde estaba la gracia pero nos daba igual. Nos reíamos con ella. Tenía una risa de esas contagiosa que nos hacía preguntarnos muchas veces cómo era posible que de aquel cuerpo pequeño de no mucho más de 1,40, ajado por los años, se podía desprender esa alegría tan juvenil.
Era la risa de mi abuela, no había otra igual.
A veces cuando alguna persona mayor del pueblo, me preguntaba el típico “y tú ¿de quién eres, niño?, yo exclamaba “¡soy nieto de la Micaela!”.
Y me contestaban “aaaah, la Micaela, qué graciosa es”.
Una mañana que vino a vernos, estaba especialmente de muy buen humor. Como no paraba de hablar, mi madre le dijo:
– Ande madre, enséñele al niño qué tiene por la cámara.
Para un niño de menos de 10 años como tenía yo entonces, la cámara o lo que llaman en otros sitios el desván, me daba cierto respeto. Era oscura, alargada y como decía antes, parecía el patio de recreo de los gatos del barrio.
Se colaban de noche por no se sabía dónde y se ponían a correr como locos haciendo un ruido tremendo con sus patas. A veces me despertaban y en mi inocencia infantil, creía que bajarían, se meterían en mi habitación y me harían algo.
Me daban miedo. Miedo a los gatos, qué cosas.
Hoy en día escribo sobre ellos…
El caso es que subí con mi abuela. Empezó a señalar cosas para mí desconocidas: herramientas, aperos del campo, cacharros, mantas, cuerdas, herraduras… Me iba contando de quién habían sido y para qué servían.
Cuando ya quería bajar a ver a mi madre, mi abuela dijo:
– Ah, la radio, aquí estaba… – señalando una vieja radio de válvulas, esas con dos ruedecillas que servían para sintonizar y dar volumen.
La bajamos y la enchufamos. Por suerte aun funcionaba. Tenías que esperar a que se calentaran las válvulas del interior para que sonara algo. Mi abuela movía el dial con su cara sonriente e íbamos recorriendo ciudades o mejor dicho, sus emisoras.
– Mira, niño, ahora estamos en Brujas y ahora en Amsterdam y ahora en Turín. ¿Ponemos Burdeos después? – me decía divertida.
Yo decía a todo que sí y me ponía a mover la rueda de las ciudades hasta que me fui aprendiendo todas las emisoras.
– ¿Cuántas emisoras tiene la radio, niño?
– ¡48, abuela! – contestaba yo.
Y ella le salía aquella risa que inundaba toda la estancia.
Al año siguiente, volvíamos a bajar aquella radio y repetíamos lo del año anterior. Mi abuela y yo recorriendo ciudades con la rueda.
– ¿Qué viene detrás de Radio Tirana, niño?
– ¡Radio Belgrado!
– Muy bien – gritaba con su risa.
Los años fueron pasando. Yo ya no era tan niño y mi abuela se fue haciendo aun más mayor de lo que ya era.
Dejamos de jugar con la radio.
Llegó un año en que ya no podía acercarse a vernos. Ya no salía de casa de su otra hija. Era demasiado vieja para moverse. Se fue quedando ciega y sorda.
Para colmo, mi madre y la otra hija se enfadaron y como suele pasar entre familias, como represalia, nos impidieron ir a verla. Así que durante algunos años, no la volvimos a ver.
Llegó agosto de 1995.
Cuando estábamos precisamente en el pueblo pero en otra casa más moderna, alguien vino a dar la noticia a mi madre.
– Pili, ha muerto tu madre.
Tenía 98 años.
Después del funeral, sin pensarlo y con la tristeza aun en el cuerpo, fui a la antigua casa de mi abuela. Subí a la cámara y cogí la radio para llevármela conmigo.
Esa radio Telefunken, modelo Madrigal de 1953 de más de 2 kilos de peso, de madera bien maciza y algo ya cuarteada por el paso del tiempo.
– Este será el recuerdo de mi abuela, el de Radio Reims o Radio Setúbal – me dije.
Todavía hoy cuando llego a casa, a veces pongo esa radio que aun funciona. Espero unos segundos a que se calienten las válvulas, muevo la ruedecilla y voy pasando ciudades, sonriendo con aquel recuerdo.
Cuando la apago, parece que sale de su interior aquella risa de mi abuela que inunda toda la estancia, exactamente igual que entonces.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Iliria
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Iliria »

Empiezo con este :mrgreen:
El título engaña, parece que vamos a encontrar un relato gamberrete, pero no. Me ha gustado bastante este relato costumbrista, creo que es muy bonito, y ha sido un acierto el elemento de la radio como nexo.
Por ponerte un pero, me ha chocado un poco que siendo un suplicio para el niño el ir al pueblo de la abuela, nada más llegar se encuentre tan a gusto...

Gracias por participar, y suerte :60:
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Gavalia
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Gavalia »

Relato al modo costumbrista con regusto a un pasado no tan lejano. ¿Quién con cierta edad no experimentó ocho horas de  viaje bajo un sol abrasador dentro de una lata con ruedas por unas carreteras llenas de irregularidades, además de estrechas? Adelantar un camión era todo un acto de fe.
El trabajo se lee fácil y llega bien al lector gracias al tono familiar y entrañable que transmite. No le encuentro demasiadas pegas formalmente, lo digo por los espacios en blanco en los inicios de los diálogos. En cuanto a la redacción quizá peca de redundancias verbales.
"Tampoco eran las carreteras que eran" y seguidamente vuelve a aparecer el verbo ser en pasado. Creo que pasa lo mismo con el verbo reir que termina por crear cierta cacofonía, nada grave.
Alguna obviedad también he visto
"había que recorrer una distancia y unas horas'
Correcto, todavía no hemos logrado el teletransporte, pero la esperanza nunca se pierde...
Por cierto, yo prefiero los números en letras, desentonan menos en el cuerpo de la redacción.
Bueno, aparte del chascarrillo, el relato me ha gustado.
Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Megan
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Megan »

Autor/a, me gustó tu relato.
Es tan normal, un chico que se fastidia por ir todo ese camino a pasar el verano con su abuela, pero al llegar encuentra a una abuela encantadora con quien comparte un dispositivo de la época. Así se compone el relato, simple, pero muy bien planteado, con una prosa prolija y bonita.
La personalidad de al abuela me encanta, porque se parece a mi abuela, ella tenía una risa que contagiaba, como la abuela del relato, estaba siempre alegre y quería que todos estuvieran como ella. Finalmente ella se va y él la recuerda por medio de la radio. Un tema sencillo, pero con mucha fuerza emocional de parte del chico y de su abuela, lo cual lo hace uno de mis favoritos hasta el momento.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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pmarsan
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por pmarsan »

Delicioso relato, autor. Tal vez la prosa brilla menos que en otros textos de esta edición, pero el tuyo me transporta a esos larguísimos viajes por carretera nacional de nuestra niñez y a los calurosos veranos en el pueblo en los que no había mucho más que hacer que ver pasar los días. Me he reconocido en tu historia. Muchas gracias por lo evocador de la misma. :wink:

Me ha gustado cómo, sin necesidad de recursos lacrimógenos (la muerte de la abuela está narrada de forma muy aséptica), consigues que este lector empatice con lo que el protagonista sentía por ella. Felicidades, no es fácil tocar la fibra sensible sin caer en la sensiblería. :roll: Los detalles de la radio y la risa de la abuela también están muy bien traídos. Dan cohesión interna al relato y cierran la historia adecuadamente. En fin, que me ha gustado mucho. Suerte en el concurso. :60:
Última edición por pmarsan el 02 May 2021 18:07, editado 1 vez en total.
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Dama Luna
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Dama Luna »

Un relato entrañable, que consigue calar en el lector por la calidez que emana en su estilo sencillo (que no simple), la cercanía que transmite (como dice Gavalia, quién no, esos viajes eternos con todos los hermanos y el perro amontonados en el asiento de atrás, que para eso no había cinturones), y la nostalgia.
Cuenta poco, pero transmite mucho. Y eso no es fácil de escribir, aunque al leer relatos como este sí lo parezca.
Mucha suerte.
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Raúl Conesa
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Raúl Conesa »

No queda mucho por decir que no hayan mencionado los compañeros de arriba, así que me limitaré a dar el visto bueno al mensaje, que resulta engañosamente simple, pero que dice mucho sobre nosotros. Todos morimos tarde o temprano, pero siempre queda algo que persiste en los demás, canalizado muchas veces a través de objetos y lugares, en este caso una radio. Me parece una reflexión muy bonita en un relato muy sencillo, pero que no necesita ser más complejo para decir lo que tiene que decir.

Notable.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Jarg
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Jarg »

Una historia entrañable, como ya se ha comentado. Los hechos están muy bien distribuidos, metiéndonos en la ambientación y dándonos los detalles esenciales para que podamos visualizar a la abuela, la casa y la radio. No es fácil conseguir eso en tan poca extensión, enhorabuena en eso, autor/a. Además hay buenos recursos narrativos, como mostrarnos la radio como nexo entre el pasado y el presente, entre los momentos compartidos con la abuela y los que nunca se repetirán, además de la risa de la abuela, que nos describe en pocas palabras su personalidad.

En la forma es un estilo sencillo pero fluido, se lee muy bien. Lo único que cambiaría serían los espacios en las rayas de diálogo y expresar los números y cantidades con letra (ocho, setenta, veintiuno en lugar de 8, 70, 21). Pero bueno, eso son minucias, en general es un buen relato que, pese a la nota melancólica que tiene, deja buen sabor de boca. Gracias por compartirlo y buena suerte, autor/a ;)
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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raumat
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por raumat »

Una historia entrañable, los recuerdos de la infancia con la abuela...
No aprecio en el relato ningún suceso demasiado contundente o traumático, que busque impactar con fuerza en el ánimo del lector... Así que pienso que la intención del autor es contarnos una historia simpática, agradable y entretenida de leer. En ese sentido, el relato cumple perfectamente.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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JotaArkham
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por JotaArkham »

Qué bien, un relato costumbrista, hay casi de todo en este concurso, lo cual es de agradecer. Dado el arranque, se anticipan muchas descripciones de las cosas mundanas, paisajes pintorescos tratados desde una óptica realista, y un puntito de romanticismo; el relato en eso no defrauda. Se nota que el autor conoce ese tipo de literatura, y que la maneja con buen gusto. Al terminar el relato te quedas con una sensación apacible y nostálgica por un tiempo pasado que no has vivido :mrgreen: (los setenta me pillan lejos). Al calor de una narración bonita y ágil, parece que los interminables viajes en Renault 5 no eran tan pesados; además, todos nos podemos sentir identificados con el retrato amable que haces de la abuela. Me fascina lo que escribes sobre las radios y los diales, aunque nunca he tenido la oportunidad de utilizar uno de aquellos antiguos armatostes.

Creo que ha habido unos cuantos relatos que, en lugar de contar una pequeña historia, han pintado un cuadro, un paisaje. Creo que éste es uno de ellos. A mi gusto habría preferido un poco más de enjundia en la trama, pero esa falta queda compensada por el tono nostálgico y la buena expresión del autor/a.

Eso sí, cambiar las cifras de las décadas y utilizar en su lugar cardinales como dice Jarg estaría muy bien, porque el texto hace muchas referencias a esos periodos.

Un par de detalles:

Y a ella:
Y ella le salía aquella risa que inundaba toda la estancia.

Creo que habría que tocar las comillas aquí, porque la expresión es "ancha es Castilla", no "la ancha...":
Pasado ese obstáculo, llegaba “la ancha es Castilla”.

Pienso que mejor: Pasado ese obstáculo, llegaba la "ancha es Castilla”.

Gracias por compartirlo, y mucha suerte.
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rubisco
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por rubisco »

Me gustan los relatos costumbristas. Es algo muy español y que se ha ido perdiendo por la irrupción de la hegemonía hollywoodiense (y no solo en el cine). Ahí está el humor de Gila o su, para mí, antecesor creativo: Jardiel Poncela. Aparte, todos los relatos más o menos serios con su toque de humor, como las típicas españoladas de Esteso o Landa y tantas y tantas novelas sin más pretensión que mostrar un día a día típico que no trae más novedad que su impasible rutina, la cual, paradójicamente, está plagada de emoción y drama a partes iguales.

He leído el relato y he pensado en todo eso, de verdad. En casi cinco años que llevo en este foro no recuerdo un relato tan apegado al costumbrismo como este, y es de agradecer que nos hayas deleitado con ello. Son escenas llenas de ternura y un poco de nostalgia, y sin grandes esfuerzos has conseguido plasmar todo eso.

Pero, la verdad, y aunque la cortedad del relato sea de agradecer, también te he de decir que se me ha hecho demasiado corto. Ojo, si no tenías nada más que contar me parece que lo mejor era terminarlo como lo has hecho, sin estirar el chicle hasta romperlo, pero me hubiera gustado ver algo más de ese costumbrismo y no solo sugerirlo con diálogos o frases dentro de la escena.

En todo caso el relato tiene mimbres para crecer todo lo que quieras. Y si no crece el relato, espero que lo hagan tus próximos textos.

¡Mucha suerte!
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Isma
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Isma »

Me pongo la careta de gruñón y para llevar la contraria declaro que no me ha gustado. Lo siento.

La redacción es mejorable, en el arranque en particular. Como norma general, los números que se expresan en una palabra («uno», «diez», «quince») o es una cantidad de miles o millones que se expresa en una palabra («dos mil», «cinco millones») se escriben con letras, y el resto con cifras. Hay rimas y los diálogos no me convencen. En cuanto a la historia, es una anécdota, un recuerdo, contado con mucha soltura y fijando la vista en puntos muy concretos, lo que está genial porque así son los recuerdos. Pero no pasa de anécdota y yo le pido más a un relato: profundidad, personajes, trama o una intención que me mantenga en vilo. No lo encuentro aquí así que deduzco que este texto no es para mí.

Suerte.

posdata. He visto referencias a No me pises que llevo chanchas y a Franco Battiato, entre otros.
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Sinkim
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Sinkim »

Una historia sencilla pero muy entrañable con un final hecho para mover la fibra sensible del lector y aunque está muy bien escrito no acaba de gustarme cuando se nota tanto la intención del autor de hacer sentir al lector. Aunque esto es algo personal, así que tampoco me hagas mucho caso :lol: :lol:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Mister_Sogad
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Mister_Sogad »

Recuerdos, eso me trae tu relato, autor/a. Y de todo tipo además.

Gran verdad esa que cuando uno crece se lamenta de lo que tenía antes, y de lo equivocado que estaba al quejarse de tantas cosas que, mucho más tarde, echará de menos. Aquí, en tu texto, he recordado mis veraneos de peque, en el Ford Fiesta de mi padre (de los antiguos) allá entre los ochenta y los noventa. En mi caso los viajes eran a la costa, a la playa, y no para visitar familia.

También, como es lógico, he recordado a mis dos abuelas. Tuve la suerte de conocer a dos mujeres increíbles con sus propias características "especiales" y que siempre echaré de menos. (Mi abuela materna murió el año pasado, un mes antes de declararse esta asquerosa pandemia, y aún la tengo muy presente; mi otra abuela murió hace alrededor de veinte años ya, y aún así sigue también en los recuerdos).

Por último, lo que me has hecho recordar es quizá algo más egoísta y petulante. Antes, hace unos años, quiero creer que escribía de modo similar a como tú lo has hecho aquí, y disfrutaba narrando recuerdos y "realidad". esto hace que se añada más nostalgia si cabe.

Dejando todo eso de lado, me gusta la temática costumbrista, por llamarlo de alguna manera (en este caso quizá patine un poquitín); y, además, narras de manera amena y entretenida. El relato es fluido y, añadiendo el tema de los recuerdos, me ha resultado fácil mantener la atención y recrear escenas y escenarios en mi cabeza, por lo que has hecho un gran trabajo.

Suerte en el concurso! :60:
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Mister_Sogad
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Re: CP XVI - Lo que queda de mi abuela

Mensaje por Mister_Sogad »

De nuevo siento algo de nostalgia, por tiempos pasados, personas del pasado y "cosas" de mi pasado.

Quiero señalar que me parece tremendamente agradable la lectura de tu relato, no solo por lo que ya te señalé en mi primer comentario, sino porque no has jugado con nada realmente doloroso o hiriente que enturbie la historia. A ver, no sé si sabré explicarme, me refiero a que has narrado más como una historia sencilla, tranquila e incluso feliz, como en una conversación distendida en un día apacible y con buena compañía.

Una vez más, suerte en el concurso! :60:
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