CP XVI - Shock - Jarg (2º Jurado) (1º Popular)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVI - Shock - Jarg (2º Jurado) (1º Popular)

Mensaje por lucia »

Shock

—A ver, desde el principio —me dice Leo—. ¿Qué ha pasado?

Cansada, dejo escapar un suspiro de frustración. Cada vez que discutimos es igual, en un momento dado Leo desconecta, casi como si alguien pulsara un interruptor en su cabeza, para convertirse en el psicólogo que todo lo analiza con frialdad. Reconozco los signos de la metamorfosis: sentado frente a mí, adopta una postura erguida y desenvuelta, con ese aire casual y relajado de quien siente que está por encima de la situación. Carraspea, preparando su seductora voz de barítono, una voz que te hace dudar de tus convicciones. «No es culpa mía», dice cuando se lo reprocho, «es deformación profesional». ¿No se da cuenta de que ahora no necesito a un terapeuta, sino a mi marido?

—¿Por qué tenemos que hablar de esto? —protesto.

Él no contesta. Conozco esta técnica, la usa con sus pacientes. Permanece callado, mirándolos fijamente, moldeando el incómodo silencio como un embrujo que les hace hablar. Ellos intentan romper el sortilegio con una conversación banal, comentan el tiempo, el tráfico, la decoración de la consulta, pero Leo no cede. Mantiene una expresión impenetrable hasta que se rinden y le ofrecen su psique en sacrificio, regurgitando todos los problemas, miedos, traumas y complejos.

Y está haciendo lo mismo conmigo. Veo la preocupación en sus ojos, pero no el cariño. Casi parece una persona distinta. ¿Cómo lo hace? ¿Cómo consigue dividir su alma y tratarme como a una extraña?

—En serio —Todavía no me quiero dar por vencida—, ¿de qué sirve que te lo cuente? Acaba de ocurrir, tú estabas aquí delante…
—No, no estaba —responde, lacónico.
—Ah, ¿no? ¿Tenemos que fingir que soy tu paciente hasta en eso?
—Solo necesito saber lo que ha pasado.

La quietud que sigue a su pregunta se ve rota por el sonido de una sirena que pasa por la calle. Policía o ambulancia, pienso. Todas las noches lo mismo, en este barrio de mierda. Robos, atracos y peleas, ¿por qué nos tuvimos que mudar aquí? Respiro hondo. Estoy demasiado cansada.

—Vale, tú ganas. Acabemos con esto.

Leo no replica, ni siquiera hace un gesto. Se limita a examinarme desde el azul glacial de sus ojos con una mirada inquisitiva.

—Supongo que querrás que te cuente todo lo que me ha pasado hoy —empiezo a decirle—. ¿No es eso lo que te gusta, analizar todos los acontecimientos hasta llegar al origen del problema? Muy bien, como quieras: esta mañana he ido a trabajar y me han despedido.

Ante su prolongado mutismo, suelto una cínica risotada que me deja un poso de congoja en el diafragma.

—Lo sé —continúo—, no ha sido el mejor comienzo, ¿verdad? No lo vi venir, lo admito. Cuando mi jefe me llamó a su despacho, pensaba que hablaríamos de las tareas pendientes desde la última reunión. Pero entonces he visto su cara. Algo iba mal.
»Ha empezado con las chorradas de costumbre. Que si ha sido un año complicado, que si han intentado minimizar los riesgos… Y entonces ha llegado al punto: yo sobraba. Bueno, no ha dicho la palabra “sobrar”, ha usado otra más elegante: redundante. Dudaban entre echarme a mí o a Elena, pero ella está de cuatro meses y no quieren dar mala imagen. Pero que se prepare, en cuanto dé a luz la echarán a ella también —al decirlo, noto que de mi boca sale más veneno que otra cosa, pero no puedo parar. Leo me mira con incomodidad, lo que me provoca un relámpago de placer. El hombre de hielo tiene sentimientos, después de todo.
—Vamos a centrarnos en lo importante —responde, interrumpiéndome—: ¿Se puso violento?

La pregunta me coge desprevenida.

—¿Violento? No, hombre, no. Mi jefe... bueno, mi ex-jefe, es un cabrón, pero nunca haría eso. Tampoco lo voy a defender, es de los que dicen que apoyan la igualdad y a las mujeres y luego se les queda mirando el culo cuando pasan… Hipócrita y asqueroso, sí, pero violento, no.

Por un momento, Leo parece decepcionado ante mi respuesta. ¿Habría preferido que mi jefe me pegara? Es difícil leer su expresión. La lámpara del salón, con su temblorosa luz amarillenta, coquetea con las sombras de su rostro. Incluso el color de sus ojos parece alternarse entre el azul y el pardo. Me pregunto si mi marido tendrá dos naturalezas.

—Aun así —sigo contando—, se veía que no quería echarme. Incluso me ha ofrecido una carta de recomendación. Como si sirviera de algo… ¿Te imaginas? «Es una buena empleada, pero no lo bastante como para trabajar aquí».

Vuelvo a reír, con más amargura que antes. Me gustaría que Leo me parara, me sujetara por los brazos, me abrazara y me mintiera diciendo que todo va a salir bien. Pero nada, no reacciona, solo las sirenas que pasan de vez en cuando por la calle quiebran el silencio opresivo de la habitación. Decido continuar:

—Total, que cuando volví a mi mesa alguien había metido mis cosas en una caja, como en las películas. Los demás habían salido para comer, así que ni he podido decirles adiós. Al volver, se habrán encontrado mi mesa vacía. Es increíble, ¿verdad? Es tan fácil borrar tu existencia… Casi como en ese libro que te gusta tanto. Increíble y aterrador.
—¿Qué pasó después? —pregunta Leo, con una mezcla de preocupación, cansancio e impaciencia.
—Pues nada, me he ido a darme una vuelta. No podía ir a casa, necesitaba despejarme un poco. Quería pensar en qué hacer a partir de ahora… Y entonces me han llamado. ¿Adivina quién? La casera. Dice que no nos renueva el contrato, que va a vender el piso, así que en tres meses tenemos que dejar la casa.
»He intentado razonar con ella. No será fácil encontrar otro piso estando yo en el paro, pero me ha dicho que no era su problema. Le he dicho que era una zorra y después ha colgado. La muy zorra.
—Al grano, por favor.
—¿Qué pasa? ¿Te molesta que la haya insultado? ¿Que le haya dicho “zorra”? Pues lo siento, pero es lo que es. Una zorra.

Siento que mi corazón se acelera, un presagio de la pelea que intuyo inminente. No es que me moleste tener que irnos de este piso, no. Lo que me exaspera es que a Leo no parezca importarle. A fin de cuentas, fue él quien quiso alquilarlo. Yo habría preferido algo en el centro, bien comunicado, en una zona buena, con jardines y tiendas cerca. Pero no, eran demasiado caros, decía él. Mejor en ese barrio a las afueras, argumentó, tendremos el doble de espacio a la mitad de precio. ¿Un barrio malo? No, eso era antes, comentó el de la agencia, ahora está en plena recuperación, se están mudando muchas parejas jóvenes como vosotros. Y Leo encantado de escuchar esa mentira. Vamos a estar muy bien, ya lo verás. Ahorraremos dinero y podremos invitar a todos nuestros amigos a cenar, sin preocuparnos de cuántos sean.

Y yo acepté. Con la boca pequeña, pero acepté. Y ahora, dos años después, me pongo a insultar por teléfono ante la idea de dejar esta casa. Una casa a la que nuestros amigos nunca han venido porque nadie quiere aparcar en un barrio en el que roban coches todos los días.

Ante la impasibilidad de mi marido, retomo mi relato:

—Pues eso, después de la llamada he cogido el autobús para volver a casa. Había atasco y he tardado casi una hora en llegar aquí. Estaba sujetando la caja con mis cosas de la oficina, mirando por la ventana, intentando no pensar en los problemas y... me he distraído. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cuando me he querido dar cuenta, ya no tenía mi bolso. Me lo han robado mientras estaba sentada.
—¿Ha usado la violencia?
—¿Quién, el ladrón? No, ni siquiera me he enterado. Tampoco sé si era hombre o mujer, el autobús iba lleno. Pero, ¿sabes qué? Me ha dado igual. Solo quería volver a casa… contigo.

Un destello de emoción atraviesa los ojos pardo-azulados de Leo, pero no acierto a distinguir de qué tipo.

—Cuando he llegado, esperaba algo de empatía, pero nos hemos peleado. Y lo peor es que no tengo claro el motivo. No ha sido por el despido o por lo del piso, te has puesto a discutir antes de que te lo contara.

Leo no responde, se limita a escribir lo que digo en una diminuta libreta. Hasta ahora no me he dado cuenta de que estaba tomando notas, lo que hace que sea todo aún más triste. No me ve como a su mujer, solo soy un paciente más.

—Si te digo la verdad, una parte de mí se esperaba la pelea. Raro, ¿verdad? —le digo desafiante, cada vez más irritada por su silencio—. ¿Qué piensas de eso, genio? ¿He provocado la pelea de forma inconsciente? Dímelo, genio. Eso es lo que eres, ¿no, Leo? Mi marido, el genio.
—No, no lo soy —Por primera vez en la conversación, parece molesto.
—Aunque puede que tengas razón. Creo que he estado incubando esta pelea durante meses. No por nada importante, las grandes peleas nunca pasan por problemas serios, más bien lo contrario…

Me fijo en el portarretratos que hay sobre la mesita de café. Es una foto de nosotros en Florencia, abrazados y sonrientes.

—Es como en esa foto, ¿te acuerdas? En el Ponte Vecchio, los típicos turistas. Parecemos felices, ¿verdad? Y eso que yo estaba enfadada por algo que acababas de decir. Algo sobre mi forma de planear los viajes. No fue una pelea, solo un comentario, una diminuta gota de desdén que olvidaste nada más soltarla…
»Y yo no dije nada. ¿Para qué? Era solo una tontería, algo que nos enseñan a pasar por alto desde que somos niñas. No te alteres por esas cosas, no seas histérica, eso es lo que te dicen. No quise estropear la foto, teníamos el fondo perfecto y la sonrisa perfecta. Eso tenía que ser suficiente, ¿no?
»Pero no funciona así, ahora me queda claro. Esas tonterías, esos enfados no resueltos, se acumulan, se amontonan. Hasta que un día ya no puedes guardar más veneno en la boca y te mueres por tener un motivo para pelear.
—Nos estamos desviando de la cuestión —señala Leo, que no ha dejado de escribir en su cuaderno.
—¿Perdona? —contesto con creciente ira—. Eres tú el que quería hacer este juego de la terapia, ¿qué más quieres que te diga? He admitido mi parte de culpa, lo mínimo que podrías hacer es admitir la tuya. Te recuerdo que yo no era la única que gritaba durante la pelea.
—Lo sé… Los vecinos se han quejado del ruido.
—¿Los vecinos? ¿Y a quién le importan los vecinos?

Otra sirena atraviesa la calle. Esta noche parecen ser más frecuentes que de costumbre. Quizás no sea una mala noticia lo de que nos vayamos, está claro que el barrio va a peor, me digo. De repente, un pensamiento me asalta.

—De hecho, ahora me doy cuenta de algo: mientras nos estábamos gritando, conocía mis motivos para pelear… pero no los tuyos.

Él me mira con seriedad.

—¿Por qué discutías tú, Leo? —insisto.
—Yo no estaba discutiendo.
—Recuerdo habértelo preguntado… Y tú has dicho… —Siento que mi mente lucha por abrirse camino entre una jungla de confusión y frases enmarañadas—. Tú has dicho que… estabas con otra persona.
—¿Y qué más? —me pregunta con una mirada de interés. Sus ojos son marrones, ¿los ha tenido siempre así?
—Has dicho que… no era una aventura. Que era algo serio. Que tú y yo no nos entendíamos. Has dicho que… querías irte.
—Y después, ¿qué ha pasado?

Otro pensamiento me golpea. Parece la sombra de un recuerdo, pero no, es demasiado surrealista, no puede ser… Las manos me tiemblan y, por primera vez durante toda la conversación, noto que me duelen.

—Después… creo que me he echado a reír. No era posible. La gente del trabajo ya se ha olvidado de mí, y dentro de poco no quedará nada mío en esta casa… Y ahora tú venías a decirme que también me querías borrar de tu existencia. ¿Y por qué? ¿Por una abogada que habías conocido en el edificio donde está tu consulta? Sin casa, ni trabajo, ni familia, ¿qué iba a hacer yo? ¿Desaparecer?

Mientras pronuncio esas palabras me doy cuenta de lo absurdo que suena todo. Estoy cansada y confundida, debo haber malinterpretado algo.

—Ahora que lo digo en voz alta me doy cuenta de que no iba en serio, estabas bromeando. Pero en ese momento no lo sabía. Y creo que ha sido entonces cuando me ha empezado a doler la mano.
—¿Se puso violento?
—¿Violento? ¿De quién estás hablando? Estábamos tú y yo solos, Leo. Estaba sujetando algo con la mano, algo que me hacía daño —Otro recuerdo se abre paso en la penumbra del salón—. Era un cuchillo. Un cuchillo de cocina. Fui hacia ti y… No podía creerme que bromearas sobre ponerme los cuernos, no después de lo que me ha pasado hoy.
—Por favor, es importante: ¿se puso violento?

Su voz suena cada vez más preocupada, incluso se ha suavizado. Ya no tiene voz de barítono, sino de contralto. La mano me duele cada vez más y las sirenas hacen que sea difícil recordar con claridad.

—Creo que… te apuñalé —mientras lo digo, levanto la vista para mirarlo bien—. Madre mía, Leo, te apuñalé —Siento algo de alivio al ver que no tiene heridas visibles— ¿Estás bien? Creí que estabas sangrando.

Noto mis manos pegajosas y entonces me doy cuenta de que están manchadas de sangre. Pero no es de Leo, no puede ser de Leo, él está bien. Su camisa oscura está intacta, con sus divisas y el rojo y amarillo de la insignia. ¿De quién es la sangre de mis manos?

—No, no estás sangrando —repito, examinándolo bien—. Menos mal.
—Señora, por favor, responda a la pregunta.
—¿Señora? ¿Qué señora, Leo? ¿Ahora me das de usted?
—Señora, ya se lo he dicho: no soy su marido.

No entiendo nada. El dolor de la mano es intenso y se ve superado solo por el de cabeza. Es como si cada aullido de la sirena estuviera dirigido a mí. ¿Es una ambulancia? ¿Está frente al portal? Este barrio está cada vez peor.

—Señora, necesito que responda a la pregunta.

Los ojos castaños de la mujer me miran con lástima y severidad. Tiene una voz de contralto, suave pero autoritaria. Viste ropa oscura y anota algo en un cuaderno.

—¿Se ha puesto violento su marido? ¿Le ha agredido?

Me doy cuenta de que a mi alrededor hay más gente de la que pensaba. Un vaivén de sombras blancas, azules y chalecos reflectantes. Y de Leo, ni rastro.

—¿Dónde está Leo?
—Señora, por favor, sé que es difícil, pero tiene que responder. ¿La ha atacado su marido?
—¿Atacarme? No, él no haría eso. Hizo una broma de mal gusto, pero nada más… Solo era una broma —Miro a mi alrededor, buscándolo, pero es imposible entre tanta gente—. ¿Dónde está? Creo que estaba sangrando. ¿Sigue sangrando?

La mujer suspira con tristeza.

—No, señora. Ya no.
—Menos mal —Me retuerzo las manos con nerviosismo, no entiendo por qué me tiemblan tanto.
—Necesito que venga conmigo, señora.
—¿Con usted? ¿Adónde?
—Al hospital, primero. Luego, a comisaría.
—¿Tengo que ir? —digo, intentando protestar, aunque sé que el cansancio no me dejará oponer demasiada resistencia—. He tenido un día horrible.
—Lo sé, señora. Pero ya se ha acabado.

Se levanta de la silla y me ayuda a hacer lo mismo. Coloca una mano en mi brazo y la otra en mi espalda y, con un ademán cuidadoso pero firme, me dirige hacia la puerta. Mientras salimos, apenas me fijo en las personas que hay en el salón de mi casa, o en la camilla cubierta con una sábana. La sirena de la ambulancia ha parado, parece que por fin podré descansar.

Caminamos hacia el ascensor. Dos vecinas en bata nos observan desde la escalera. Me gustaría saludarlas, pero noto que mi mente se va nublando de nuevo, las transforma en entes de humo.

—¡Quién lo iba a decir! —comenta uno de los espectros—. Con lo educados que parecían.
—Este barrio está cada vez peor —añade el otro.
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raumat
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por raumat »

Muy bien escrito, a mi juicio.
Mal día ha tenido la protagonista.
Según va avanzando el relato, se va uno formando una idea de la situación... y luego, al final, ese giro inesperado, sorprendente, que lo cambia todo. Excelente.
Emociona el relato. Buen trabajo.
Gracias al autor por compartirlo y suerte en el concurso.
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pmarsan
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por pmarsan »

Un relato de lo más dramático, autor. Consigues transmitir con éxito al lector la confusión de tu protagonista, lo cual no es nada fácil. Esa metamorfosis del marido en el psicólogo de la policía está muy bien llevada desde el comienzo del monólogo hasta su culminación en el momento en que se llevan detenida a la protagonista. Confunde y suscita curiosidad a partes iguales. Felicidades. Suerte en el concurso. :wink:
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Raúl Conesa
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Raúl Conesa »

Qué grata sorpresa, ver un relato planeado de una forma tan pormenorizada. Está hilado todo muy bien, dando poco a poco los datos que se acumulan hasta permitir al lector ver la imagen completa de lo sucedido. Excelente trabajo, autor/a, mi enhorabuena.

De estilo lo veo muy adecuado para el tipo de historia que cuenta, y en lo técnico no hay nada que señalar, lo cual es positivo.

Sin duda es un notable alto, casi casi un sobresaliente. Lo más seguro es que se lleve algunos puntos por mi parte.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Dama Luna
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Dama Luna »

Al principio iba leyendo y decía, qué diálogo tan absurdo entre una pareja. Luego, claro, he entendido todo. No me esperaba este final, pero es un alivio porque no veía ningún sentido en el relato, jajaja. Ahora veo que era yo la que no lo tenía.

Bien escrito, directo, con hábiles recursos para despistar al lector y un final que golpea directo al estómago. Muy bueno, suerte!
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Gavalia
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Gavalia »

Me parece una historia con una idea bien hilada, la mujer está ciertamente perjudicada de la azotéa, pero con una forma de narrar los hechos poco creible. Lamento ser el de la discordia, pero mezcla el modo presente de la declaración de la protagonista con una realidad diferente descolocando al lector de forma premeditada. Quizá peca de falta de información a la hora de identificar a los personajes, pero esa es la intención, liarla parda. El policía da la sensación de seguir el juego y no ayuda. Demasiado parco en su actitud y preguntas para darle ese punto de credibilidad que necesita este personaje. Más que un interrogatorio parece una cita con el psiquiatra.
Bien redactado en lo formal con una prosa bastante sencilla y fácil de leer, no tanto de entender. En global me ha gustado sin llegar a entusiasmarme.
Un saludo y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Megan
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Megan »

Autor/a, me encantó tu relato.
Fascinante como se va desdoblando de a poco la charla o discusión con el "supuesto" marido, en un interrogatorio de la policía. Me gustó mucho como hiciste la transición y me encantó que me dieras esa sorpresa tan grata de encontrarme en forma tan sutil, en el mismo ambiente pero con una situación tan terriblemente distinta. No tengo peros, porque me gustó tanto que lo leí varias veces y no encontré algo que me incomodara. Te felicito por tu creación, vas a estar muy arriba en mis votaciones.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D :hola: .
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JotaArkham
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por JotaArkham »

El título no engaña y el relato da lo que promete. Me gusta el estilo de narración y las palabras escogidas, pero no me adapto al ritmo, me parece demasiado pausado y analítico para alguien que está... en shock. Quizá todo resulte excesivamente planificado y preparado para lo que el autor/a quiere contar, en lugar de para lo que la narradora necesita organizar en su cabeza y expresar. Cuesta darle verosimilitud al relato porque el policía en ningún momento intenta contradecir a la interrogada o estimularla de alguna forma. Ella incluso le llama Leo, y él responde. Podría entenderse como que ella, en su delirio, tergiversa las palabras del policía, pero hay otros diálogos en los que sí entiende perfectamente e incluso responde a sus preguntas. Por ese motivo me parece un relato un poco forzado, pero escrito con mucho criterio y gusto.

Enhorabuena y mucha suerte.
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Jarg
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Jarg »

Hay que ver, cuánta asesina suelta en este concurso :lol: .

Autor/a, me ha gustado el relato y el modo en el que has ido desvelando poco a poco lo que le pasaba a la protagonista y el modo en que su percepción de la habitación iba cambiando. Está claro que todo el mundo tiene un límite, y perder trabajo, casa, que te roben y te pongan los cuernos todo el mismo día tiene que dejar en shock, como bien titulas tu relato.

Sobre la forma poco puedo decir. Alguna cosilla que corregir, comas rebeldes y demás, pero nada que no se resuelva con una revisión adicional. Quizás el mayor "pero" que le pongo es que el estilo es un poco híbrido. Veo un cierto lirismo en la narración de la protagonista, lo cual está bien para la lectura, pero es poco verosímil en un diálogo (sobre todo en el de alguien que está en shock). También me ha pasado como a @Dama Luna, al principio no le veía sentido a la conversación. Entiendo que ella oye las preguntas de la policía y las interpreta como si se las estuviera haciendo su marido, pero creo que ayudaría hacer que el diálogo fuera más "natural". O igual lo has hecho a propósito para llevar al lector al mismo estado de confusión en el que se encuentra ella. En fin, ya nos lo explicarás cuando se caigan las máscaras :)

Gracias por compartirlo y buena suerte ;)
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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rubisco
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por rubisco »

Lo hubieras titulado "Una serie de catastróficas desdichas" y hubiera funcionado igual de bien :lol: .

Me parece un relato magistral. El aparente sinsentido de la conversación se va resolviendo conforme avanza el texto, hasta que se descubre el porqué de la confusión. El título del relato hace completamente honor al tema y la construcción del diálogo ayuda a incrementar la confusión, porque las frases parecen estar escogidas con la intención de que encajen en una consulta de psicología y en un interrogatorio policial.

Incluso, a medida que se iba descubriendo que se trataba de un interrogatorio, empecé a plantearme si lo que dice la protagonista lo dice de manera literal o si lo que leemos son sus pensamientos antes de llegar a la boca, aunque luego suene solo la mitad de la frase.

La transición de Leo a la inspectora también está muy bien lograda, con pequeños retazos que se van dejando caer aquí y allá hasta que se completa. Y, aún así, la protagonista sigue sumida en su confusión.

No veo fallos, más allá de alguna palabra que se ha escrito mal pero que en una última revisión quedará resuelta.

¡Mucha suerte!
69
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Iliria
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Iliria »

Pues un relato muy bueno, autor/a. Me ha gustado el giro que le has dado a la historia, es verdad que al principio piensas que el marido es un poco "rarito", pero luego ya se ve el motivo :wink:
Y el diálogo final de las vecinas, demoledor.

No le veo pegas en lo formal, es un relato que cumple bien, así que pasas mi criba.

Gracias por participar, y suerte :60:
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-¿Y con wi-fi?
-Mejor.
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Isma
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Isma »

Jajaja. Está genial. Mi preferido, de momento. Me gusta que la protagonista confunda al oficial de policía con el marido, dejándonos pistas desde el principio. Al volver atrás se entienden las preguntas repetitivas sobre la violencia. Y casa muy bien con lo que siente ella, pensando que el marido terapeuta la está tratando como a una paciente. También las sirenas. Muy bien, todo. Y el punto de vista de la protagonista también. Así se ve la realidad desde los ojos de un personaje trastornado. De manual. Y la escritura impecable. Enhorabuena.

Suerte.
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Sinkim
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Sinkim »

Un historia brillante, muy bien escrito y que va racionando la información al ritmo justo para mantener el interes del lector y continuar sorprendiéndole durante toda la historia. Felicidades, autor, un relato muy bueno y con una historia muy bien pensada y desarrollada :60:
"Contra la estupidez los propios dioses luchan en vano" (Friedrich von Schiller)

:101:
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Mister_Sogad
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Mister_Sogad »

Vaya, autor/a, ¿quién lo iba a decir? Buen punto has tenido de hacer de la "sorpresa" un todo.

Me gusta la idea que has tenido, aunque el tema no tanto (aunque eso es cosa mía). Pero, como digo, la idea está genial: contar la historia desde los pensamientos de una persona en shock y encima echando mano de una conversación con cierta coherencia (gracias al "juego" que le has dado). Y todo ello mientras va cambiando lo que sucede ante nuestros ojos; es decir, usando ese estado alterado de tu protagonista para que el lector vaya cambiando su propia idea de lo que tiene ante sí en tan solo una frase o un párrafo. De modo que todo cambia, muta, se reordena. Pienso que es un gran esfuerzo en el tema psicológico, a parte de narrativo, claro. Tanto más cuanto no debe ser fácil ponerse en esa situación y entresacar lo que uno haría o pensaría.

De los momentos en shock que yo haya podido vivir recuerdo uno concreto por el impacto que tuvo en su momento el darme cuenta de estarlo viviendo (no sé si me explico); todo se me hizo raro, como si lo viviera otra persona y no yo, y tuvieron que decirme que dejara lo que estaba haciendo y me fuera a mi casa porque, evidentemente, los de alrededor notaron lo extraño que yo estaba. Y no sé cómo relataría de modo efectivo ese suceso, así que reconozco el mérito del curro que te has pegado aquí.

No obstante, no me he sentido realmente enganchado al tema, no he empatizado, aunque pensándolo bien puede que esa también fuera la idea; es decir, si la protagonista está en shock y ni siquiera se da cuenta real de lo que ha sucedido y está sucediendo, el lector solo es un observador que ve desarrollarse los acontecimientos. Así que es un buen trabajo el que nos has traído.

Suerte en el concurso! :60:
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Mister_Sogad
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Re: CP XVI - Shock

Mensaje por Mister_Sogad »

Vuelvo a tu relato. A parte de gustarme tu idea y el cómo la desarrollas, también me parece un aspecto a destacar el que la narración no se atasque, es decir, que no sea confusa a pesar del estado de confusión de tu protagonista, valga la redundancia. Y esto es difícil si añades que se va alterando la perspectiva que se va ofreciendo.

Suerte pues en el concurso! :60:
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