CP XVII - El hechicero - Tolomew Dewhust (2º Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVII - El hechicero - Tolomew Dewhust (2º Pop)

Mensaje por lucia »

El hechicero

Se despertaron muy temprano. Él se acercó a su cama, apartó algunos cabellos que garabateaban serpentinas en buena parte de su frente y la besó despacio. Ella, desorientada como la cría que suelta la mano de su madre y pierde su rastro en medio de un parque de atracciones, escudriñaba el dormitorio temiendo encontrarse perfilada en cualquier pared la funesta risa de un payaso sin vocación.

Emilio se dirigió a la cocina. Alzó la persiana pero la luz del día resultaba aún insuficiente para manejarse con soltura. Encendió la bombilla de la campana extractora y preparó café.

Bajo un paño otrora bordado por su mujer guardaba el pan que habían comprado el día anterior; lo puso a tostar. Acercó la aceitera y el azucarero —le añadiría una pizca, como a ella le gustaba—. Colocó en la bandeja el desayuno y se dirigía a su habitación cuando escuchó la voz de Helena: ¿Papá?

Regresó a la cocina y retiró el vaso de café y el pan; sirvió en una taza leche caliente con miel y dispuso cuatro galletas sobre una servilleta de algodón.

Buenos días, princesa —le dijo mientras besaba la punta de su nariz. Helena mojó en la leche dos galletas y quedó absorta contemplando cómo se deshacían en el interior de la taza. —Ahora a la boca —le recordó Emilio. Ella masticó la exigua porción que tenía entre los dedos y él rescató con la cuchara los restos de galleta que se mantenían a flote. —¡A por las otras dos...!

La ayudó a desvestirse y le quitó el pañal; luego fueron juntos al cuarto de baño. Mientras Emilio la duchaba se entretuvo Helena haciendo pompas de jabón y salpicándolo. La envolvió en una bata, le roció el pelo con agua de colonia y se lo cepilló mientras le canturreaba el poema de los niños camaleones; a continuación la vistió.

Ya está mi niña guapa para ir al colegio.

Emilio le dio dos sorbos al café y se arregló mientras Helena recorría el salón con su andador, deteniéndose frente a cada fotografía.

Aguardaron al ascensor y saludaron a los vecinos que bajaban por las escaleras. Los niños se acercaron a la pareja de ancianos y el más pequeño jaló de la manga de Emilio.

¿Nos hará un truco esta tarde? —Emilio le guiñó un ojo y le apremió a regresar junto a sus padres.

Llevaban recorridas tres calles cuando Helena dijo tener hambre, así que descansaron en un banco de piedra hasta que recobró fuerzas; después retomaron el trayecto. Tras la esquina estaba la residencia.

Pásalo bien, tesoro.

Emilio compró algo de verdura en el supermercado, y un bizcocho de avena y pan para las tostadas del día siguiente. Regresó a casa, recogió la cocina e hizo las camas. Recuperó un tirador de debajo de la cómoda y lo fijó al cajón valiéndose de un cuchillo de punta roma a modo de destornillador. Habló por teléfono con su hija y, sin siquiera almorzar —no tenía ganas—, se dirigió por fin a la residencia para recoger a su esposa.

...y hoy tampoco ha venido el niño que te digo que me ronda, papá... el tal Emilio. Que su madre enfermó, o que enfermó su abuelo y su madre ha ido al pueblo a hacerse cargo de él, y por eso Emilio no ha venido a clase. Eso me han dicho. Pero mañana me haces dos coletas, papá, para que me vea bonita y me quiera.

Ya en casa le ayudó a asearse y le puso el camisón.

Tengo sueño.
Ya vamos a comer —replicó él.

Calentó caldo de pescado y dibujó frente a ella decenas de piruetas de un aeroplano imaginario con la cuchara de plástico. Compartieron una manzana sin pelar y se sentaron frente al televisor.

Emilio se despertó bien entrada la madrugada y se sobresaltó al comprobar que Helena no estaba en su mecedora. La encontró en el dormitorio, desatornillando uno de los tiradores de la cómoda.

Te he dicho mil veces que había que cambiar las pilas de este maldito trasto, Emilio.
Está bien, está bien. Mañana sin falta, cariño.

Olía a café hervido. Se levantó de la cama angustiado y corrió a la cocina a apagar el hornillo. La buscó en el baño y en el salón... Desde el tercer peldaño de la escalera de aluminio trataba Helena de descolgar las cortinas de la habitación de invitados. Emilio se acercó despacio, le dio los buenos días y le pidió que bajara con mucho cuidado.

Helena dirigió la vista a su marido, pero lo que vio fue un tren de feria rebosante de críos, con sus globos vermiformes y sus palomitas dulces, y a un señor mal disfrazado de bruja con sombrero picudo de ala ancha que atizaba escobazos a las madres incautas. Y, detrás de este, una añosa noria adornada con bombillas de muchos colores que giraba al compás de una desalentadora versión de "I´m gonna love her for both of us". Y junto a la puerta de la habitación, un tenderete de madera de quebracho donde un vendehúmos ofrecía, a cambio de diez pesetas, dos disparos con su escopeta trucada...

Aferrada con fuerza a la pequeña escalera de aluminio, entre el desconcierto y el asombro, Helena se estremeció al ver aquella carpa atestada por cuatrocientos paisanos, acróbatas con bigote, la dama pistolera, el enano cara cono y el domador de escorpiones... Un padre y una niña con el pelo recogido en dos coletas se abrieron paso entre la multitud. Llamó la atención de Helena que, entre tantas tonalidades diferentes, fueran los únicos que se presentaban en blanco y negro. Le dieron los buenos días y desaparecieron. A continuación se hicieron notar dos enamorados teñidos ambos del color de una clementina vieja: Baja con mucho cuidado —dijeron. Fue finalmente un varón de avanzada edad quien se le acercó con tiento. Helena intuía conocerlo, aunque las sílabas que componían su nombre no acertaban a conjugarse en su boca. Aún así le dio la mano y bajó los peldaños con su ayuda: aquel hombre era su refugio..., o lo había sido, de eso estaba segura.

Se encaminaron juntos hacia el cuarto de baño, pero Helena se giró nada más cruzar su umbral: Aún soy capaz de cagar sola. Cerró la puerta. Emilio la aguardó en la cocina. Desechó el café medio derramado y preparó otro; tostó dos rebanadas de pan. Cuando Helena entró en la cocina sirvió el desayuno en la mesa. Helena observó a Emilio untando mantequilla y algo de mermelada de calabaza en la tostada, y comprobó que ella no tenía cuchillo. Se levantó y, de pie frente a la cafetera humeante, miró alrededor y luego a la mesa…

¿Necesitas algo?

Helena ocupó nuevamente su asiento y le dio un sorbo al café. Volvió a levantarse. Esta vez abrió el cajón de los cubiertos y lo cerró otra vez. Él la miraba con preocupación.

La luz de la campana, la habías dejado encendida…

Emilio le sugirió que regara con un poco de aceite su pan. Ella observó el plato y cuanto lo rodeaba: una servilleta de algodón, un tarro con azúcar y una botella con…, una botella de…

No tengo hambre.

Como un animal herido, con la voluntad quebrada y su autoestima hundida, entró. Humillada, deprimida, con el ánimo sepultado bajo el cuero de sus sandalias cruzó Helena la puerta de aquella residencia. Y mañana de sacarina en la manzanilla, de rodea el nombre propio de esta oración, de encuentra la cartulina con forma de bicicleta; y de yo no quiero estar aquí, por un caminito adelante va caminando un bicho, ¿recuerdas el teléfono de casa?, siempre me lavo las manos antes de comer...

Duerme cuando tiene hambre. Come cuando está cansada. Lee cuando tiene sueño.
Hay que internarla en la residencia, papá. Es lo mejor para ella..., y también para ti. ¿Desde cuándo no pruebas bocado?
Sabes que no lo soporta. Tan solo..., solo cuando se siente aquella niña que una vez fue, solo entonces acude feliz a la residencia... Te dejo, cariño, llaman a la puerta.

¿Nos hará un truco, señor Emilio?
Pero, ¿quién os ha dicho, mocosos desvergonzados, que hago yo truco alguno o que practico la magia blanca? —Emilio no podía contener la risa, pese a que intentaba mantenerse circunspecto frente a los chiquillos.
A doña Carolina le dijo una vez que cogiera el paraguas y luego llovió —respondió el pequeño.
Cuenta mi padre que siendo joven estaba un día sentado en el rellano de nuestra planta muy triste, porque se aproximaban los exámenes de la universidad y apenas había tenido tiempo para estudiar; andaba, igual que usted ahora, cuidando de mi abuela enferma. Dice que usted, al verlo, se sentó a su lado e intentó tranquilizarlo, y le prometió que tendría una primavera y un verano para preparar los exámenes; y que al día siguiente era primavera en su habitación, y al otro verano. Y sin saber cómo ni por qué el día del examen, dos días después de su encuentro en el rellano, llevaba mi padre seis meses estudiando... ¡Que fue un hechizo suyo, señor Emilio!, eso nos cuenta mi padre.
¿Eso os ha dicho?
Pero esto es un secreto y jamás se lo contaremos a nadie. Ni siquiera a usted, señor Emilio.
¿Nos arreglaría de un soplido la pecera de Fresquito? Cambiábamos su agua cuando se nos rompió contra el suelo, y ahora lo tenemos en el lavabo sin saber dónde meterlo.
La magia, jovencitos, nunca recompuso lo que ya se quebró; pero halla vericuetos para que no todo sea desconsuelo y pena en esta travesía... Hagamos otra cosa, si os parece.

Emilio se asomó a la ventana y dibujó en el aire un charco de agua clara a cada poco, y la avenida se fue llenando de charcos hasta perderse en el horizonte. —He ahí vuestro pasillo líquido hasta la tienda de animales —les dijo mientras le entregaba al mayor un billete—. Empujad a Fresquito de hoyo en hoyo hasta su casa nueva. Le vendrá bien el paseo.

Helena fue, aquella noche, Helena. Sentados uno frente al otro y sin pronunciar palabra se profesaron el mismo amor que llevaban compartiendo cincuenta años. Y cuando él quiso despedirse para siempre, Helena no le dejó; le besó en los labios y se fueron de la mano a su habitación.

Apenas la intuyó dormida se levantó de un brinco. Rescató algunas fotografías antiguas y las ordenó sobre la encimera de la cocina. En una bolsa de plástico guardó casi todas: la que se hicieron de novios en un parque de atracciones, la del día su boda, la de las primeras vacaciones con su hija...; Esto aún no ha sucedido, dijo antes de besarla. Al margen quedó una única instantánea, la de una cría con dos coletas de la mano de su padre. Cerró los ojos Emilio para susurrarle: Que todos los días amanezcas tan guapa y tan niña como aquel día...

Regresó llorando al dormitorio.

Se despertaron muy temprano. Él se acercó a su cama y apartó algunos cabellos que garabateaban serpentinas en buena parte de su rostro; la besó despacio. Ella sonreía: ¡Papá, las galletas! Que llegamos tarde al cole...
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Raúl Conesa
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Raúl Conesa »

Aunque los relatos sobre el Alzheimer son bastante recurrentes, me pregunto si éste en concreto lo inspiró la reciente película "El padre" (que me lo confirme el autor/a cuando termine el concurso).

Al tema.

Creo que relato trata el asunto del Alzheimer con una perspectiva tal vez romántica en exceso, aunque no hasta un punto que insulte la realidad del drama que supone a los afectados y sus familias. Los detalles están bien traídos (muy sutil lo de atornillar el tirador de un cajón antes de que la veamos a ella desatornillando otro más tarde). Ningún error a simple vista, lo que siempre es de agradecer, y me ha mantenido interesado durante todo el desarrollo, así que en general tengo que decir que está muy bien.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Yayonuevededos
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Yayonuevededos »

Un buen relato. Se agradece el esfuerzo de caminar por la cornisa y no caer en el melodrama.
Quizá me sobren algunas líneas en el diálogo con los niños, creo que no aportan mucho.
Este me parece uno de los mejores los relatos que he leído hasta ahora.

Saludos,
Marcelo
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
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Gavalia
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Gavalia »

Sin duda es un gran relato. A mi juicio transmite lo que se propone, no sé si se ha oído el crujido de mi corazón, perdón por eso si ves que tal. Gran parte de la historia divaga lindando con lo absurdo, quién sabe lo que ocurre en una cabeza enferma, y es por esto mismo que las pérdidas de memoria, deshubicarse y volver a encontrarse, no reconocerte a ti mismo, depender de los demás y ser consciente, por momentos, de lo que se avecina o te está pasando debe ser terrible para el que lo padece y por ende para los que le quieren.
Saludos y suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

Agüita con este. Menudo nudo en la garganta. Me ha entrado hasta tembleque de manos y se me han caído todas las cartas al suelo. Así no puede una echar el tarot en condiciones ni propinar una mísera puñalá. Me voy a escuchar el tema de Meat Loaf mientras me tomo un vaso de leche con miel bañado en brandy para recomponerme. Volveré con la bola de cristal y veremos qué suerte le espera a tu bella criatura, hechicero.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Un poco decepticon con este relato. Me esperaba con el título algo así:

Imagen

...es decir, en plan producción de Netflix con un dragón y un elfo_enano, y nos traes otro dramón (bien escrito, eso sí), digno de Antena 3 a las cuatro de la tarde.

Me gustan las descripciones de la feria y de la residencia, lo demás no. Ah, y espero que ahora no se ponga de mode utilizar el nombre de Emilio para bautizar a los personajes, último aviso...
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

No te haces idea de a qué clase de peligro expuso Emilio al pobre Fresquito, que Vishnú y las siete deidades del multiverso nos lo conserven. Hay que tener mucho cuidado con los caminos de agua, deben abrirse con una expresión sagrada, la más apropiada aquí sería el mantra ancestral: “Sarasvati, encamina tu agua”, sino nos exponemos a que se introduzca cualquier leviatán miserable, que es el belcebú acuático. Es de primero de hechicería, camaleón. Pero lo suples con la maestría de trucar lo monstruoso en un lindo conejo que te sacas de la chistera. Y eso es magia. Eso es de maestro de las artes hechiceras.

Luego está esta cosa de que el relato se mete por todos los chakras, se despierta como kundalini, sale por el tercer ojo y te informa de que el mundo es Brahman. De eso qué duda cabe. Me intrigan los diálogos en cursiva, le he preguntado a la vecina y dice que puede ser debido a dos cosas. Una, que el escribiente no tenga ni guarra de cómo se utiliza la cursiva. Dos, que sí sabe pero se la pela y la pone porque la cursiva siempre queda mona. A mí me da que es lo segundo, por algo soy médium de las estrellas.

¿Y en este no hay puñalá, Hope Grace? Pues sí, dos voy a dar. La primera es que me debes una baraja nueva del tarot. Te recuerdo que se me cayeron al suelo por culpa de tu criatura, y como sabrás, una vez tocan el suelo se vuelven impuras y ya no sirven ni como posavasos. Y la segunda puñalá es que tú sabes que has jugado con fuego con el efectismo. Los hados dirán si te quemas.

No he podido tirarte el tarot, por tanto. La bola de cristal la tengo en el taller de reparación porque me auguró que se me encargaría la lectura y comentario de trece relatos y del cabreo la tiré contra la pared. Pero has tenido suerte porque ahora estoy con un nuevo instrumento de adivinación que es el que me piden las estrellas de la tele, y la verdad que no hay color comparándolo con otros. Te cuento, he tirado la ruleta y te ha salido mano derecha en azul, mano izquierda amarillo, pie derecho rojo, pie izquierdo verde. Te explico, la mano derecha en azul representa la victoria, sin duda, pero cuidadito, que la izquierda en amarillo indica un conflicto vivísimo. El pie derecho rojo es muy buena señal, very well onda por ese lado, angelitos cantarines, oh aleluya por todas partes. En cambio el izquierdo verde es lo peor de lo peor, Satán y toda la tropa, plagas bíblicas a tutiplén, hasta bien podría suceder que salieras cojo de la contienda. En resumen, que bien puede ser que ocurra una cosa, pero que no se ha de descartar que suceda la contraria. Me doy cuenta de que esto no dice mucho, pero es que el instrumento es muy sofisticado y aún le estoy pillando el punto. Mis disculpas.
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raumat
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por raumat »

Joer qué prosa tan bonita tiene éste...
Y mira que el tema es triste y depre...
Pero contado de esta forma...
Emociona...

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#
Estrella de mar escribió: 06 May 2022 19:11
Y la segunda puñalá es que tú sabes que has jugado con fuego con el efectismo.
Fe de erratas. Quise decir dramatismo. :lista:
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Megan
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Megan »

Autora/autor, tremendo relato, todavía me tiemblan las manos para escribir. Tuve que vivir el Alzheimer de cerca, de tan cerca, que le tengo terror, mi padre lo padeció, se me hace un nudo en la garganta... Es tal cual lo describiste, ven cosas que no existen y te las cuentan... Lo tremendo es no reconocer a la familia, sus nietos desaparecieron para él y lo verdaderamente horroroso fue que a mi hermano lo perdió en su memoria... y fue su primer hijo..., una injusticia tan grande que no tiene límites..., solo a mi madre y a mí nos reconoció hasta el último día de su vida...

Muy bien narrado, triste, como es el tema, no tengo mucho para decirte, está muy bien, pero me llega tan de cerca que me golpea demasiado para decirte algo más.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#
Aquí Fresquito en su pecera. Foto real que le he hecho a mi bola de cristal.
55247_1.jpg
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prófugo
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por prófugo »

Me ha llegado...

El tema del alzheimer es un tema triste, delicado...que te hace sentir impotente.

Hace unos años..cuando aún intentaba yo, inocente de mí, competir en estos concursos de relatos contra esta gente que escribía y escribe bastante mejor que yo, se me dió por elaborar un relato que también trataba sobre el alzheimer..y recuerdo que mientras lo escribía..lo estaba pasando realmente mal...fue un ejercicio de masoquismo de mi parte.

Me gustaría llegar a viejo...como esta pareja...pero sin alzheimer de por medio..no quisiera ser yo el causante de tanto sacrificio y dolor hacia mi pareja...ni yo sufrir interiormente viendo a un ser querido pasar por esto.

Tu trabajo me ha gustado. Enhorabuena! :60:
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David P. González
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por David P. González »

A ver cómo comentó este relato...

Lo primero: da gusto leerte. La mejor prosa que he leído hasta ahora. Supongo que nadie se ofenderá porque he visto bastante consenso al respecto en los comentarios. El género no me interesa, no es lo que a mí me gusta leer, sin embargo lo he leído con interés, incluso lo he disfrutado. Eso es mérito de la forma en la que lo cuentas. No te puedo decir nada más al respecto. Muy bien.

En cuanto al tema que tratas, pues muy complejo y siempre de actualidad, por desgracia. Me gusta como lo abordas, con mucha sensibilidad y sin abundar en lo dramático que ya es en su naturaleza.

No entiendo muy bien la escena con los niños. No sé si es que me estoy perdiendo algo importante, pero no encuentro la conexión con la historia más allá de aportar el título. Y la verdad es que me gustaría que esa conexión exista, porque la escena me encanta. Maravillosa.
¿Puede ser...? Es una tontería que se me acaba de ocurrir. ¿Puede ser que Emilio sea hechicero de verdad y sea capaz de hacer esas cosas tan mágicas que ha hecho, valga la redundancia, pero no sea capaz de evitar que su esposa le olvide? ¿Podrían ir por ahí los tiros? Es una idea bonita. Ya me lo explicarás, autor.

Para tu relato he escogido un tema que a mí me emociona muchísimo siempre que lo escucho, como tu relato:

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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

Estoy sorprendida. No me explico cómo ha pasado pero estoy de acuerdo con la sugerencia musical de Pesadilla. Tiene mucho pellizquito el tema, al igual que el relato. La cosa es que yo, no me preguntéis por qué, he pensado en este temazo:


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David P. González
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Re: CP XVII - El hechicero

Mensaje por David P. González »

Estrella de mar escribió: 14 May 2022 18:15 #Este comentario es de Hope Grace#

Estoy sorprendida. No me explico cómo ha pasado pero estoy de acuerdo con la sugerencia musical de Pesadilla. Tiene mucho pellizquito el tema, al igual que el relato. La cosa es que yo, no me preguntéis por qué, he pensado en este temazo:


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Jopé con la Hope
Va contra mí a tope
Hasta cuando está de acuerdo
La Grace me la hace
Como te lo cuento

Pido perdón por eso :mrgreen:

El tema, espectacular. El de los Pet shop boys. También me gusta la versión de Liza Minnelli.
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