CP XVII - Eternidad provisional

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por lucia »

Eternidad provisional

Agilberto oliscó con atención el contenido del platillo de loza blanca emboscado bajo el mueble achaparrado. En la oscuridad nocturna, inquisitivas vibrisas, descubrió la naturaleza del hallazgo, Una harina grisácea desprendía un seductor aroma a queso. Alguien la había roído en un lado.
La archisabida, odiosa, letal, celada de los Altos contra los ratones
Tiempo atrás aparecieron varios de tales platillos en lugares inesperados. Los más hambrientos, o más osados, probaron el señuelo y pagaron alto tributo por el experimento. El resto de la ratona gente descubrió su muerte dolorosa y terrible. Todos aprendieron a evitarlo de allí en adelante
El polvo del ambiente recubría la harina con una creciente capa más oscura, mientras el moho no conseguía prosperar sobre ella, demostración evidente del peligro disimulado.
La trampa todavía podía atrapar a quién no estuviera advertido. Decidió dejar una señal bien clara; volvió la espalda, y dejó caer una cagarruta en el borde del plato, por la parte donde habían empezado a roer. Una señal suficiente para incautos y novatos. Se alejó silencioso; su pelaje gris se fundió con las sombras en los rincones y galerías del antiguo caserón.

Después de la sorpresa inicial, la amenaza quedó controlada, y devino ineficaz. Pasó bastante tiempo sin más consecuencias y todo transcurría como siempre en Ratonópolis. Entonces, los Altos trajeron al mercenario, acechador, despiadado, asesino, de nombre Miuragato.
A partir de ese momento, los ratones conocieron a fondo el terror y el hambre. Cada salida en busca de comida se convertía en una cita con la muerte en las garras del malvado. Nunca regresaban tantos como salieron de la madriguera. Las bajas causadas por el predador fueron incontables. Las esforzadas ratonas apenas alcanzaban a producir los nuevos retoños necesarios para mantener el nivel de población.
El Congreso de los ratones se reunió en sesión permanente a fin de estudiar el problema. No tardaron mucho en dar con la solución lógica: establecieron por ley la prohibición de tener gatos en las casas. Miuragato pasó a ser ilegal, y los Altos deberían expulsarlo.
No sucedió nada.
Al cabo, el Congreso ratonil determinó, con gran sabiduría, colocar un cascabel sobre el gato, con el fin de alertar de su proximidad a las presuntas víctimas, y dar tiempo suficiente para huir.
Nadie estuvo dispuesto a acometer tan arriesgada acción. Mucho menos, los geniales autores del plan. En vista de ello, el Consejo, tras minuciosas y somnolientas deliberaciones, emitió una directiva de obligado cumplimiento:
«... Dada la imposibilidad práctica de implantar la disposición anterior, se decreta la obligación para todos los ratones de llevar siempre un cascabel consigo, a fin de reducir la eficacia del enemigo, confundido por el origen múltiple y disperso de los sonidos delatores. Quedan excluidos de esta obligación los miembros del Congreso por ser aforados. Además, se deja abierta la opción voluntaria de intentar transferir al gato el cascabel que lleva cada uno, en el desgraciado caso de resultar capturado, aun en los últimos momentos de vida».
Cuando Agilberto lo supo, en la oscura seguridad de su refugio, se indignó. Descubrió los brillantes y agudos incisivos, al pensar en lo que le gustaría hacer con más de uno de los miembros del Congreso. Creía contraproducente el hecho de portar un cascabel. Con esto iban a lograr lo contrario de lo que decían pretender: el enemigo podría localizar a sus víctimas en lugar de al revés, y acabaría con todos en poco tiempo, de uno en uno, o aun de cuatro en cuatro.
La consecuencia inmediata de la disposición fue la escasez de cascabeles por causa de la inesperada demanda masiva.
Los ratones de los caserones vecinos supieron del asunto, y pronto aparecieron ofertas a bajo precio y de escasa calidad. El Congreso reaccionó a la velocidad del relámpago: decidió implantar la homologación obligatoria para garantizar la idoneidad de los instrumentos en cuestión.
Algunos precipitados se sintieron estafados, al hallarse en poder de un dispositivo inútil conseguido con demasiada anticipación. Los demás se desconcertaron, y se preguntaron si en adelante no revisarían la normativa una y otra vez.
Agilberto decidió no obedecer, desde luego. Él mismo se encargaría de permanecer lo más lejos posible del sangriento y terrible Miuragato.
Por otro lado, quizá podría sacar partido del adminículo para añadir ritmo musical a los encuentros con su amada ratoncita, Salmira. ¿Dónde se hallaría en ese momento? La buscaría de inmediato para experimentar con la melódica idea.
Muy pronto, algún delator lameculos, de los repartidos con abundancia por ahí, puso una denuncia, y le obligaron a llevar uno en todo momento.
Los asuntos continuaron tan mal como antes en Ratonópolis y sus aledaños: las bajas no disminuyeron, los constantes sobresaltos eran la norma; la supervivencia del más rápido, la única opción; la osadía afortunada, el remedio para el hambre. Nada nuevo bajo el sol, ni tampoco en la oscuridad de las galerías de Ratonópolis.

Una aciaga noche, Agilberto salió en busca de cena, junto con Salmira y otra pareja amiga. Si el gato les descubría podrían huir en cuatro direcciones diferentes, y con suerte se salvarían todos aprovechando los instantes de indecisión del predador.
Sin embargo, no sucedió así.
La desgraciada Salmira, más gorda y apetitosa debido a su preñez, se movía con mayor lentitud y algo de torpeza. El instinto cazador llevó a Miuragato a una decisión inmediata. Sin pérdida de tiempo se arrojó sobre su presa, la atrapó de un zarpazo veloz y la remató de un mordisco en el cuello. Una muerte rápida y contundente.
Agilberto quiso morirse. ¿Qué significaba la vida para él sin su querida pareja? Además, se consideraba culpable. No debería haberle dejado arriesgarse, y era su obligación traer a casa lo necesario para vivir. Sobre todo, ahora que ella pasaba por dificultades.
No había otra igual, ni la habría nunca. La más graciosa, la más amable, la madre única de toda su prole ¡Qué injusto y despiadado es el mundo!
Triste y abatido, se volvió inapetente, dispuesto a dejarse morir. El día y la noche no tenían significado para él. Los recuerdos saturaban su pequeño cerebro de forma obsesiva.
En cierto momento, tuvo un atisbo de lucidez: si iba a terminar todo para él, lo mismo daba adelantar un poco el momento. Él sabía la manera de hacerlo: antes de traer el cruel gato, mercenario sangriento, los Altos habían intentado en vano envenenar a la ratonil grey. Aún quedaban muchos restos del cebo mortal abandonados, y él recordaba dónde se hallaban.
Cuando probó el primer bocado, lo encontró un poco amargo, pero podría comerlo con cierto esfuerzo. Luego de consumir una buena cantidad, empezó a notar mareo y a ver imágenes erráticas.
Un destello vino a él: la idea de utilizar su propia muerte para obtener la venganza. Si el gato le comiera a él, resultaría envenenado a su vez.
Decidió ofrecerse como manjar propicio y así provocaría el fin del perverso cazador. Sin vacilar, tragó cuanto traidor veneno pudo, hasta llenar la panza a rebosar; después salió apresurado y tambaleante en busca de Miuragato, para presentarse antes de que el efecto del veneno lo paralizara y su sacrificio resultara inútil.
Por efecto del envenenamiento el caminar de Agilberto era zigzagueante y hacía sonar el cascabel de forma notable, y atrajo de inmediato la atención del cazador.
El criminal dormitaba orondo y satisfecho. No tenía aspecto de necesitar comida, pero, en cualquier caso, un tierno ratón sería una golosina difícil de despreciar. Tardó poco en darse cuenta de la situación, pero al pronto no se sintió motivado para darle caza. Al momento siguiente su instinto predador disparó su agresividad, y de un ágil salto se abatió sobre la pequeña víctima y se la zampó en dos bocados.
Pronto el veneno empezó a hacer sus efectos en el comilón, y un par de horas después, el gato enseñaba su barriga al cielorraso y dejaba de ser una amenaza para los habitantes de Ratonópolis.
La alegría fue desbordante. Toda la grey ratonil abandonó su escondrijo y acudió a comprobar la noticia, mientras cantaban, bailaban y se animaban.
Vinieron tiempos felices. La comida era fácil de conseguir sin sobresaltos, y la mayor preocupación de las gentes era disfrutar de la vida. Algo nunca visto.
En la siguiente reunión del Congreso, el elocuente Roequeso propuso la erección de un monumento a Agilberto, y que su gesta se recordase por toda la eternidad. Sin duda, otros recibieron homenajes con menos méritos.
La moción fue aprobada por aclamación y pronto una estatua, tallada en el más valioso, brillante y dorado queso añejo se instaló en la principal encrucijada del laberinto de galerías ratoniles, conocida por "La rotonda". Fue una creación genial del autor porque, además de ser contemplada, podía olerse, y su aroma suscitaba sentimientos de bondad y felicidad. No faltó el criticón de siempre, que protestó del tamaño del monumento en comparación con el mucho mayor del bloque de queso empleado para crearlo. El artista escultor se dignó comentar que la efigie existía tal cual en el interior del bloque, y él se había limitado a roer el material sobrante.
La vida fácil continuó; la felicidad reinaba en todos los rincones de Villa Ratón.
Las ratonas cumplieron su obligación y pronto hubo multitud de nuevos retoños, instruyéndose en las escuelas, en preparación para su esplendoroso porvenir,
No pasó mucho tiempo, y la comida empezó a escasear. No solo quedaba menor cantidad de ella, sino también había más estómagos que llenar.
Llegó el racionamiento y el mercado negro, los latrocinios y las estafas. La felicidad general se extinguió como un candil cuando agota su aceite.
En el aniversario del sacrificio de Agilberto, muchos ratones se congregaron en la encrucijada del monumento. De pronto, no tenían claro si seguían adorándolo o empezaban a odiarlo.
El hambre y el sugerente aroma hicieron el resto: en alud se lanzaron sobre la estatua y dieron buena cuenta de ella.
Así desapareció el recuerdo de Agilberto y la fama eterna de su sacrificio, como suele acontecer con muchas promesas de agradecimiento, recompensa, amor y otras mentiras.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Raúl Conesa
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Raúl Conesa »

¿Es cosa mía o hay bastante crítica a los políticos en estos primeros relatos? Parece una tendencia.

El relato lo veo bien construido aunque demasiado ligero en sentimiento. No he logrado empatizar lo suficiente con el ratón, sobre todo cuando pierde a su querida. Creo que habría sido mejor indagar un poco más en esa parte, porque sucede todo muy rápido y pasamos a otra cosa en unas pocas frases. Me ha gustado especialmente que la solución de un problema, junto a la falta de planificación de los ratones, sean la causa de otro problema igual de grave.

Algún error por ahí, como una coma donde toca punto. Nada del otro mundo, pero ahí está. Por cierto, ¿es Villa Ratón o Ratonópolis? Se mencionan los dos y no me queda claro si son dos lugares distintos o si el autor/a cambió el nombre a mitad del relato y se le olvidó corregirlo.

Para acabar, una frase que he recordado al final: "A pesar de todo lo que has hecho por ellos, al final te odiarán". -El Duende Verde a Spiderman.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Yayonuevededos
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Yayonuevededos »

El texto tiene un tufillo a panfleto que no me agrada. Me resulta una descripción lineal de acontecimientos sin demasiada implicación del narrador o del personaje. Recurrir al cascabel del gato, a pesar del giro posterior, es un pelín tópico.
En fin, me dejó con ganas de más.

Saludos,
Marcelo
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
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Gavalia
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Gavalia »

No estamos siendo muy originales, la verdad, y es que no me cuenta nada nuevo. Puede ser mejor o peor versión de tan antiguo cuento, pero nada nuevo bajo el sol. Se lee fácil, aunque un repaso en sintaxis, algunos párrafos me parecen extrañamente conformados en su estructura, puede hacerle falta. La prosa es ligera, a pesar de algún que otro palabro que he tenido que buscar para saber su significado, gracias por eso.
Un saludo y suerte.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

Este relato pega conmigo porque reparte unas cuantas puñalás, bien lo sabe Pesadilla. La crítica social está por todas partes. Con la historia en sí no he conectado mucho, la verdad. Pero lo que yo diga no es lo importante, sino lo que vaticine el tarot, que es el que conoce las estratagemas del demiurgo. Porque donde hay gato no manda ratón.

Te ha salido una tirada que pichí pichá. Por un lado está el carro, que indica que la cosa irá sobre ruedas, pero por otro tienes al hierofante en posición desfavorable, lo que significa que te robarán el queso.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Tolomew Dewhust »

La historia no es malota pero el autor/a debería haberse centrado en algo más concreto y narrárnoslo con más detalle, me parece a mí, porque así de carrerilla tantos acontecimientos y con esa cierta distancia que (como ya te han dicho) parece que adoptas en la narración, no cala demasiado en la patata del lector.

El lenguaje no fluye como debiera. Como digo a menudo, empezamos los textos atiborrando el primer párrafo de epítetos y palabras grandilocuentes, y luego el tono de la historia va por otros derroteros... No pasa nada, en una relectura se realiza poda en los primeros párrafos para adaptarlo al conjunto (a mí me pasa a menudo). Y ya te han comentado algo de las comas y demás; eso es lo de menos porque luego se arregla, pero a los lectores nos complica un pelín la vida al enfrentarnos al texto.

Resumiendo: creo que antes de ponerte a escribir sin freno deberías saber qué quieres contar; y, en un relato de tres o cuatro folios, ir pronto al grano. Aquí pasan muchas cosas pero ninguna lo suficientemente vibrante como para emocionarnos.
Es solo mi impresión, además hoy estoy un poco aplatanado y no me está gustando casi nada de lo que leo.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Tolomew Dewhust »

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raumat
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por raumat »

Pues otro de humor que me ha gustado.
Para mí, ese Agilberto de Ratonópolis es un héroe... un héroe eterno, nada de provisional... Vamos que yo le pongo a nivel de Sansón, Ulises, Conan o Rafa Nadal... Incluso, Igual alguno de estos no hubiera podido con Miuragato... :lol:
Bien escrito técnicamente también, en mi opinión.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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Megan
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Megan »

Veo un montón de ideas que no fueron muy bien resueltas, autora/autor, creo que si las hubiera compaginado mejor, el relato se leería con más facilidad. No lo tomes a mal, pero como que está un poco entreverado. No tenés mala redacción, pero mejoraría más si fueras más ordenada/o y nos presentaras un cuento más pulido, más trabajado. Hay aspectos que podrían darle comicidad y no se la puede ver por lo que te dije anteriormente. Como te dije, buena narración, pero algo complejo de entender por el desorden de los acontecimientos.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso, :D .
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prófugo
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por prófugo »

Acabo de leerlo...

Soy de los que aplaudo cuando veo que una pluma osada y sin miedo a las críticas, va al ruedo a presentar en estos concursos un relato de humor, algo que, salvo algo parecido a un milagro, no suele ser bien acogido durante y al final del certamen.

Escribir relatos de humor es mucho más difícil de lo que parece. Quizás no hace falta hacer, previamente, un estudio y esfuerzo inmenso de investigación para elaborar un relato que no tenga fallos de documentación, cómo podría ser un relato histórico, pero sí saber hilar bien para llegar a ser gracioso y no caer en desgracia. El término "humor" es diferente para cada uno de nosotros...yo me puedo reír a carcajadas con las tonterías de Ignatius en "La conjura de los necios" como a otro puede parecerle una auténtica castaña

En este caso, estimado autor, tu relato no me ha disgustado pero tampoco me ha logrado sacar una sonrisa. Percibo que escribes muy bien, tienes buen léxico y, a pesar de ciertos fallos (humanos que somos), noto que tienes mucho talento.

No encuentro mucha originalidad. Creo que haría falta algo más fantástico, una historia con detalles que al lector no se le ocurriera jamás y que lo tomara por sorpresa, permitiendo así que se involucre y disfrute más de la obra.

Insisto, sé que eres un/a gran escritor/a y que si te lo propones vas a hacer relatos de gran nivel.

Un abrazo :60:
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Jarg
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Jarg »

Me ha gustado, autor/a. Además de lo original de plantearnos el punto de vista de un ratón (pese a no ser el primer relato ratonero de los concursos de Ábrete libro), tiene bastante acción y una buena dosis de humor. Me gusta la crítica que se hace a la clase política, que primero intenta desviar la responsabilidad del problema hacia otros y luego aplica medidas sin mucho criterio (eso sí, medidas que no se aplican a sí mismos). También me gusta el final, con lo volubles que pueden ser las masas, que un día adoran y al siguiente odian.

Es cierto que tiene algunas cosillas que corregir, como lo de mezclar Ratonópolis con Villa Ratón, que confunde un poco, pero en general me ha gustado y se me ha hecho corto, lo cual es buena señal. Gracias por compartirlo y buena suerte, autor/a :60:
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Iliria
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Iliria »

Me sumo a la opinión de los compis: buena crítica de fondo, pero con ideas un pelín confusas y atropelladas. Algún errorcito se puede subsanar. Aunque en conjunto no me ha disgustado.
Me ha recordado una lectura que hice este invierno: "La rata", de Andrzej Zaniewski. Aunque esta novela sin dosis de humor, bastante cruda. Recomendable, eso sí.

Gracias por participar y suerte :hola:

Pd: No tendrás queso y serás feliz.
Si tienes un jardín y una biblioteca, tienes todo lo que necesitas - Cicerón :101:
-¿Y con wi-fi?
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Rey Tomate
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Rey Tomate »

No está malote, pero en cuanto a relatos de animales, el de los burros de adelanta por la izquierda. Veremos qué hago...
#ramonslifematters.

No me ralles.
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Isma
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por Isma »

Me ha gustado. Es una versión de la conocida fábula en la que el cascabel acaba en la tripa del gato tras un suicidio por desesperación. Los ratones erigen una escultura de queso que, como era previsible, no dura. Y ese viene a ser el mensaje del relato, eternidad provisional. Mismo mensaje tal vez que el relato de los burros. Quien gana es el Consejo Ratonil. El poder corrompe.

Me ha gustado aunque me parece algo plano, un poco distante. Que el protagonista fenezca a mitad del relato hace que el lector pierda la conexión emocional, puede ser. Suerte.
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David P. González
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Re: CP XVII - Eternidad provisional

Mensaje por David P. González »

Pues me ha gustado. Más que la historia, la forma de contarla, la prosa.
La historia la encuentro floja en un determinado punto: Se debería profundizar en la relación entre Agilberto y Salmira desde el principio, con pequeños detalles que pasen desapercibidos, como si nada, que parezcan accesorios; para que luego den fuerza al desencadenante del drama: la muerte de ella (desencadenante), que provoca la de él (drama). Creo que la historia gira en torno a ese hecho. Tienes que darlo todo ahí para implicar al lector y te ha quedado flojo, flojo.
La solución, pues se veía venir lo que iba a pasar, el título es casi un spoiler :cunao:
Lo mejor del relato, pera mí:
El artista escultor se dignó comentar que la efigie existía tal cual en el interior del bloque, y él se había limitado a roer el material sobrante.
Me encanta esta reflexión. Es aplicable a todo, incluso a este relato. Somos descubridores.

Bueno, sé que lo estás deseando. Va, este es el tema que he elegido para tu relato:

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