CP XVII - Matarile - Jaillet (3º Jur) (2º Pop)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVII - Matarile - Jaillet (3º Jur) (2º Pop)

Mensaje por lucia »

MATARILE

Los habitantes de la pequeña aldea de Trastamadejo salieron de sus casas con la vista puesta en el cielo. Las luces deslumbrantes de aquel objeto que descendía suavemente hacia sus tierras se habían colado por las ventanas alertándoles. Bueno, y también tenía cierta responsabilidad el grupo de Whatsapp vecinal, en el que Joaquinico (estrenando smartphone y competencias digitales a sus 73 años), había empezado a subir fotos de aquello que había aparecido en el estrellado firmamento como un trasatlántico entrando en la bahía.
Los lugareños contemplaron el aterrizaje de la enorme nave acristalada con forma de poliedro. En realidad, se parecía bastante a las modernas cabañas que había en el norte para avistar las auroras boreales.
—¿Cómo pueden venir del espacio en una nave con cristales? — Martín, el hijo de Paquita, la frutera, estudiaba Ciencias Avanzadas en la capital— El cristal revienta sometido a unos valores de velocidad y presión que…
—¡Calla, vendido! —Verena había ido a clase con Martín y no llevaba bien el hecho de que el chico hubiese preferido irse a la universidad en vez de empezar una familia numerosa con ella, que se había puesto al mando del bar del pueblo junto a su padre— ¿Qué estás viendo con tus dos ojos? ¡Pues ea!
Los demás vecinos dividieron su atención silenciosa entre la disputa juvenil y la nave que, con todos sus cristales intactos, estaba a pocos segundos de tomar tierra. Cuando al fin lo hizo, algunos de ellos dieron unos tímidos pasos hacia ella, pero volvieron a retirarse al ver que la mayor parte de los vecinos permanecía a una recelosa y prudente distancia. Joaquinico estaba entre los curiosos que querían estar en primera fila pero sin aventurarse demasiado, solo siendo un cauto pero interesado espectador. Llevaba a su nieta Elisa, de cuatro años, de la mano y la niña estaba fascinada con todo aquello. Nunca había visto tanto movimiento en el pueblo, y menos aún de noche; para ella aquello era una fiesta.
La puerta de la nave se abrió y de ella salieron dos seres con una apariencia humanoide, pero de color plata y con largos cabellos en tono verde oscuro trenzados con lo que parecía algún tipo de planta. Llevaban una especie de túnicas blancas con apliques plateados en forma de escamas que parecían imitar partes de una armadura. Antonia, la alcaldesa del pueblo, estaba boquiabierta, pero sentía que debía tomar la palabra y dar la bienvenida a aquellos visitantes. Dio un paso inseguro en su dirección y, antes de que pudiera avanzar, Venancio, el dueño del videoclub reconvertido en cinefórum se acercó a ella y le susurró unas palabras al oído. Ella asintió ante las instrucciones y volvió a avanzar hacia los recién llegados, que esperaban pacientemente la interacción.
—¡Hola! ¿Sois…? —Antonia se dio cuenta en ese momento que existía la posibilidad de que los visitantes no conociesen su idioma— ¿Podéis entend… Ah, claro —empezó a gesticular, asumiendo (erróneamente) que la comunicación no verbal sería no solo internacional sino interplanetaria.
—Saludos, buenas gentes de… Trastamadejo —uno de los seres había comenzado a hablar con una voz femenina sorprendentemente clara y agradable—. Soy Sotexx y hablo en nombre de Cynefrid —señaló al individuo que la acompañaba—, presidente de la Confederación Intragaláctica de Yiqoo, no más grande que este pueblo.
—¿Habláis nuestro idioma? —Venancio intervino, fascinado con la situación, tras toda una vida adorando todas las películas de ciencia-ficción que había poseído en su pequeño videoclub.
—En esta misión, solo yo —Sotexx barrió con la mirada el lugar—. He estudiado Cultura Lingüística Interplanetaria y tengo nivel Z4-50 en vuestra lengua, la calificación más alta. He instruido al resto de la tripulación en los gestos básicos de vuestra civilización para que puedan, al menos, hacerse entender si se ven en una situación en la que no estoy yo. Nos gustaría saber…
—Queréis hablar con nuestros líderes, comprendo. Antonia Hernández es nuestra alcaldesa, es decir, la líder del pueblo —el cinéfilo empujó suavemente a la paralizada señora hacia los extraterrestres, que negaron con la cabeza—. No obstante, si os referís a líderes mundiales, hay una cumbre al otro lado del país en la que podríais encontrar a…
—No, no —la portavoz de los recién llegados continuaba haciendo gestos de negación—. Solo hemos parado a repostar un poco de arena y extracto de potasio de tubérculo y preguntar cuál es el mejor camino hacia el fondo abisal desde esta localización.
—¿El fondo abisal? ¿El mar? —Martín, que llevaba un rato fascinado con la nave y cuyo interés se había amplificado por la cuestión del repostaje, intervino al momento.
—¡Exacto! ¡Es allí a dónde vamos! La entidad con la que queremos hablar está allí abajo, en el fondo del mar.
—Matarile, rile, rile… —Elisa, la nieta de Joaquinico, había empezado a cantar la cancioncilla que le había enseñado su madre, mientras los vecinos la miraban incómodos sin atreverse a hacerla callar..
—¿Es así como le llamáis? ¿Matarile? ¿Le conoc…? —Sotexx fue interrumpida por un codazo de Cynefrid y un rápido murmullo por parte de este en una lengua desconocida para los aldeanos—. Bueno, el caso es que tenemos que ir allí, al fondo del mar. ¿Podrían, por favor, indicarnos el mejor camino?
—Bueno, eso depende —Martín se detuvo a considerar posibilidades— ¿Tenéis unas coordenadas precisas para encontrar… Lo que buscáis?
—Tranquilo, humano, solo queremos ir ahí abajo, desde ahí nos apañamos —Sotexx todavía estaba confundida por la canción de la niña, pero recelaba de los conocimientos y la ausencia de los mismos de los habitantes de la Tierra y prefería no revelar más de lo necesario—. ¿Tenéis algún camino demarcado, con o sin peaje, para llegar allí?
—N-no… —el chico se encontraba visiblemente confuso— Solo… Inmersión y ya, ¿no? ¿Vuestra nave es anfibia? ¿O necesitáis otro tipo de vehículo?
—No tenemos submarinos aquí, lo siento mucho, pero… —la alcaldesa se mostraba deseosa de ayudar, aun no comprendiendo del todo lo que estaba sucediendo— Podríamos hacer unas llamadas al Ministerio de Defensa y…
—¡No! ¡Nada de política, demasiado papeleo! No es necesario, nuestra nave puede moverse por cuerpos de agua en todas direcciones. Solo necesitamos ajustar los niveles de combustible —miró alrededor y luego un poco más lejos, como si la oscuridad no mermase en nada su visión—. Entiendo que el mar está cerca de aquí, lo hemos visto al planear buscando sitio para aterrizar, y en sus orillas tenéis grandes extensiones de arena.
—Se llaman “playas” —Antonia se dispuso a narrar las bondades de su aldea costera, como si estuviese en una feria de turismo como aquellas en las que solía presumir de Trastamadejo ante los habitantes de la meseta central—. Tenéis tres: la Playa de la Puerta Entornada, la Cala de Haureguítsegui y el Arenal de Trastamadejo. No son muy grandes, aunque ocupan más que el resto de la aldea, lo cual tampoco es difícil, claro. Las dos primeras tienen la Mención Europea de…
—No se preocupe, con confirmar que hay arena cerca del cuerpo de agua es suficiente —la extraterrestre cortó la charla de buena señora para no verse involucrada en una suerte de tour por Trastamadejo y sus aledaños—. Solo necesitamos un poco de potasio de tubérculo y ya les dejamos regresar a sus casas. Lamento haberles alertado en plena noche con nuestra llegada y todas las molestias, es que necesitábamos indicaciones con urgencia. En cuanto al potasio de tubérculo…
—Aquí no tenemos de eso —Verena se cerró en banda. No le gustaba nada aquella situación.
—¿No? —el rostro de Sotexx adquirió una expresión de extrañeza— pero he leído que hay por todas partes, incluso me pareció ver plantaciones cuando aterrizábamos…
—Pues se equivoca, así que ya pueden irse por donde han venid…
—¡Patatas! —Martín interrumpió a la chica en cuanto su cerebro procesó la información que llevaba rumiando desde la primera mención al combustible que necesitaban los alienígenas— Hay potasio en las patatas. Es eso lo que necesitan, ¿verdad?
—Así es. ¿Podríamos, por favor, tomar algunas de sus patatas, treinta o cuarenta unidades nada más, para alimentar las necesidades de nuestra nave? Después nos iremos y no les molestaremos más, prometido.
—¡Sí hombre, y qué más! —la alteración de la chica iba en aumento— Y veinte botellas de whisky del caro, todo gratis. Hay que joderse los señoritos plateados… ¡No me creo nada!
—¡Cállate ya, Verena! —Martín estalló, harto del numerito de su ex compañera— Yo se las doy, mi familia tiene un huerto en el que hay decenas de patatas recién brotadas.
—Podemos pagar. No tenemos moneda terrestre, pero podríamos hacer algún trueque.
—Eso no será necesario. Por unas cuantas patatas… Vengan conmigo. Lo único que les pediré a cambio es que satisfagan algunas de mis dudas acerca de esa nave suya que come patatas. Prometo no cruzar el límite.

Martín acompañó a Sotexx y Cynefrid al huerto de su casa. Por el camino les hizo varias preguntas acerca de los cristales de la nave, los combustibles y algunas cuestiones acerca de la ciencia y la tecnología de Yiqoo, tras prometerles que se trataba tan solo de sana curiosidad y que no necesitaba información sensible de Seguridad Intragaláctica ni planeaba ningún tipo de invasión. Joaquinico y su nieta les acompañaron, ya que Elisa estaba fascinada con aquellos seres y no dejaba de cantar “Matarile, rile, rile”, hasta que Cynefrid, que no conocía prácticamente nada de ningún idioma terrestre, comenzó a tararearla a incluso acabó aprendiéndose un fragmento de la canción. Finalmente, tras dar a los visitantes exactamente 42 patatas y un limón reseco que poblaba la nevera de Martín, la pequeña comitiva regresó al lugar en el que se encontraba estacionada la nave, con todos los vecinos todavía allí, recelosos de lo que estaba ocurriendo ante sus narices y también a sus espaldas. Sotexx y Cynefrid se despidieron educadamente, este último con las únicas palabras que conocía y que dirigió a Elisa, con una expresión sonriente: “Matarile, rile, rile. Matarile, rile, ron”. Tras una suerte de reverencia, ambos entraron a la nave, la cual despegó a los pocos segundos, dejando a los vecinos de Trastamadejo un tema de conversación que duraría años, hasta alcanzar el estatus de leyenda.

Eligieron la Playa de la Puerta Entornada, llamada así por las curiosas formaciones rocosas que la poblaban, siendo la mayor de ellas un enorme arco atravesado por una lámina de piedra que simulaba ser una puerta a medio cerrar, enmarcando un camino hacia el mar. Estacionaron sobre la arena para el repostaje, momento que también aprovecharon para licuar las patatas y recargar el transmutador del eje variable.
—Esta le quedó de maravilla —comentó Sotexx hablando ya en la lengua común de Yiqi, haciendo un gesto hacia la “puerta” que daba nombre a la playa—. Me gusta más que los triángulos tridimensionales del desierto.
—Pues creo que esta es anterior —Cynefrid hizo unos rápidos cálculos mentales mientras miraba por la —. Del mismo viaje, quizá, pero me suena que los primeros trabajos de Destiks II fueron en las playas, al fin y al cabo su primera parada fue el lugar al que nos dirigimos.
—¿Estará despierto ya?
—Debe de llevar un par de años. Sé que aún tendrá que estar en reposo otros dos antes de la Gran Salpicadura, pero es conveniente que comencemos a plantear nuestra colaboración. Al fin y al cabo, Cielo y Agua son la base y el techo del mundo.
—Más vale que no sea de los que tiene mal despertar.
—Por eso he tomado la precaución de esperar veintiséis meses tras las primeras señales de su abandono del estado durmiente. No conviene enfadarle.

En pocos minutos la nave estuvo lista para la inmersión. Tras planear un poco sobre el agua, tanteando el movimiento de las olas y las corrientes, poco a poco el vehículo se sumergió en las frías aguas del Cantábrico. El descenso fue relativamente breve o, al menos, eso le pareció a la tripulación, que disfrutó del paisaje subacuático gracias al acristalamiento (con unos materiales y técnicas cuyos secretos había prometido guardar Martín). Multitud de criaturas les saludaron. Algunas eran simples variaciones de la fauna de Yiqoo y todo el sistema Intragaláctico en el que vivían, como los pulpos, que en su planeta eran terrestres y de ventosas cuadradas. Los corales también les recordaban a su hogar, allí los había por todas partes. Era la primera vez que la mayoría de la tripulación, incluida Sotexx, viajaban al planeta Tierra, pero descubrieron que el fondo de su mar era un fiel reflejo del lugar del que venían. “Como es arriba, es abajo”, pensó ella.
Una vez que la nave tocó el fondo marino, todos salieron al exterior. Respiraban sin dificultad bajo el agua. En Yiqoo había varias ciudades sumergidas en las que la vida transcurría con normalidad: vivir en tierra firme o bajo el agua era algo incidental. Pasearon un rato, deteniéndose a observar las algas y jugar con algunas criaturas. Hebbo, el mecánico de la nave, tenía una barracuda voladora como mascota y disfrutó mucho con los primos acuáticos de su querida Pixie. No obstante, pronto volvieron a ceñirse a la misión. Cynefrid se acercó al suelo y dio tres golpes con el puño, una palmada, trazó dos espirales entrelazadas y volvió a dar otra palmada. A los pocos segundos la arena comenzó a girar hasta abrir un agujero que conectaba con algo bajo la planicie. Y, en la oscuridad que se vislumbraba allí abajo, se abrió un ojo. Era uno de los muchísimos ojos de aquel a quién habían acudido a visitar. Sotexx y Cynefrid se arrodillaron casi asomándose a aquel pequeño abismo óptico. El ser habló con una voz profunda y muy antigua:
—¿La delegación de Yiqoo?
—Sí, Entidad —Cynefrid habló en la Lengua Primigenia, aquella que solo se utilizaba para comunicación interespecies de alto nivel—. Cynefrid y Sotexx, a su servicio. En realidad, representamos a nuestra facción intragaláctica en pleno.
—Eso está muy bien. ¿Habíais venido antes? Como sabéis, llevo durmiendo desde la Pequeña Salpicadura, lo que los humanos consideran un mito.
—La transformación de la Atlántida —Sotexx asintió—. Lo he estudiado en Mitos y Leyendas de la Cultura Humana. Una optativa.
—¿Cuánto saben? Me dormí poco después y desde que desperté nadie ha mencionado el tema. Tienen los ojos puestos en el futuro. Probablemente es lo que importa.
—No saben lo que pasó con la Atlántida ni quiénes viven allí a día de hoy. De hecho, ni siquiera se imaginan la localización. Figuraos, Entidad, que precisamente en el Lago bajo el que se encuentra Nueva Atlántida se rumorea que hay un monstruo.
—¿Se refieren a uno de los dragones de agua? ¿Lo han visto?
—Sí y no. Es una leyenda que se ha hecho especialmente famosa, lo único que no saben es que es verdad. Tantos mitos que aluden a realidades interconectadas y no lo ven —continuó sin darse cuenta de los codazos de Cynefrid; el tema le resultaba apasionante—. Supongo que les cuesta más creer la verdad que las mentiras, lo revisten todo de mitos, leyendas y fantasía, cuando las verdades que tanto dicen buscar están ahí, a simple vista y…
—Ejem. Lo siento, Entidad. Sottex tiende a emocionarse con estos temas, pero ahora mismo hay un asunto importante que…
—Llevas razón, Cynefrid. La Gran Salpicadura. Pero todavía quedan ocho años. Aunque, por otra parte, solo quedan ocho años.
—Así de relativo es el tiempo, Entidad. ¿Cuáles son los planes? Debo advertirle que las tierras están infestadas de humanos, no pensé que fueran tantos. Están repartidos por todo el planeta. ¿Necesitáis ayuda con eso?
—No, no, muchas gracias. Han crecido y se han multiplicado como se les indicó, eso formaba parte del plan.
—¿Los humanos están incluidos en la fase posterior a la Gran Salpicadura?
—Oh, por todas las aguas y cielos, no —la Entidad rió con ganas—. Pero son el aperitivo. Tanto yo como mis hermanos del Fuego y los Vientos necesitaremos un buen desayuno cuando llegue el día. O la noche. Quizá una Gran Salpicadura nocturna tenga más efecto. Tengo que hablarlo con los delegados de la Luna: controlan las mareas.
—En ese caso te rogamos que, justo antes del evento, nos permitieses salvar a un humano.
—¿Un humano? —la profunda voz se tiñó de extrañeza— ¿Para qué querríais tal cosa?
—Creo que sus conocimientos de ciencia terrestre y su buena disposición para asimilar y entender la nuestra lo convierten en un espécimen útil para la próxima fase. Es de mente abierta y seguro que lo entenderá todo.
—Además, estamos en deuda con él —Sotexx intervino—. No solo nos ha dado 42 patatas. Resulta que era el custodio de uno de los 7 Limones Ancestrales. Fuimos a la aldea de Trastamadejo siguiendo una antigua leyenda que resultó ser cierta: el Limón Acebio estaba allí. Ya solo nos faltan 6.
—Hay una cosa más… —Cynefrid dudó unos segundos— Una niña. Cantaba una canción acerca del fondo del mar que decía algo como “Matarile, rile, rile”. Temo que sea la forma que tienen los humanos de referirse a R'lyeh.
—¿Qué? —la Entidad hizo temblar el fondo marino de tal forma que la superficie lo sintió—. Eso lo cambia todo. Esa niña trataba de comunicaros algo: es de los nuestros. Trastamadejo no es lo que parece.
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Gavalia
Chucho
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Gavalia »

En general me parece divertido por su lenguaje. Cercano y fácil de seguir, a pesar de que la propuesta es un poco loca al no haber un contexto que aclare a dónde me quiere llevar el cuento, falta información, sobre todo de los extraterrestres. El costumbrismo ayuda a la hora de visualizar el reparto añadiéndole entrañabilidad a los personajes.
Más parece el principio de algo más largo que el final de un escueto cuento, que para mi gusto cuenta poco..
Saludos y suerte.
En paz descanses, amigo.
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Yayonuevededos
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Yayonuevededos »

Cambiados los nombres, este relato transcurre en mi pueblo :cunao:
Me gusta mucho el tratamiento, sobre todo el de los locales.
Los diálogos son ágiles, a pesar de alguna acotación que distrae un poco.
A propósito, creo que en mi refrigerador hay otro limón sagrado (junto con medio tomate mitológico).
Muy entretenido.

Saludos,
Marcelo
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Este es otro de los fuertecitos, eh.

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Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

Qué portento de primer párrafo, en cuanto he terminado la última frase he soltao un ole. Es un relato delicioso, todo lo que te diga es poco. Tiene puntos muy graciosos. La puñalá es que me ha dado la sensación de que el final está mucho menos currao que el resto del relato. Me he quedado un poco desinflada.

Las cartas dicen que tienes todas las papeletas para quedar guapamente. Fíjate, te sale la sacerdotisa con la torre, lo que indica que es muy posible que les des matarile a todos o a casi todos. En este matiz las cartas no son claras, les gusta guardarse un as en la manga. Pero los posos no tienen duda, tu prosa se merece una buena acogida generalizada.

Lo que he encontrado ha sido un fallo al respecto de la magia abisal. Se trata del momento en el que van a hablar con la entidad y Cynefrid da tres golpes con el puño, da una palmada, traza dos espirales entrelazadas, y da otra palmada. El orden es erróneo. Se ha de par primero palmada, luego tres golpes con el puño, de nuevo palmada y terminar con espirales entrelazadas. Esto de que las espirales sean entrelazadas es indispensable para que funcione la magia abisal y me alegra que lo hayas especificado, lo que demuestra que no nos hallamos ante un neófito de la materia.

Lo del limón es un tema que alguien tenía que sacar a la luz pública para informar a los incautos. Te estoy agradecida por advertir de tan gran peligro. Solo con que alguien diga limón yo ya me cago encima. Siempre les digo a mis clientes que cuidadín con ellos, que ni se les ocurra tener ni una pepita de ese diabólico cítrico en casa. Las cartas están cansadas de decir que son los amuletos de los extraterrestres, y los resecos son los más peligrosos, son los que atraen a la chusma de la galaxia. Os lo dice Hope Grace, médium de las estrellas, hija de la pluma pesadillesca.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Raúl Conesa
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Raúl Conesa »

Me ha parecido muy entretenido. A nivel técnico todo está en su sitio, y de estilo creo que está perfecto. Tal vez me esperaría algo más de pánico generalizado entre los vecinos, pero entonces no había relato. Probablemente toque a podio.
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Estrella de mar »

Por cierto, se me olvidó mencionar que las cartas aplaudieron lo de la cancioncita, muy bien traído. La niña (o lo que fuese) :cunao: ya sabía que la llave que resuelve la cosa estaba en el fondo del mar.

Matarilerileló.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Jaime M.
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Jaime M. »

Me ha gustado mucho. No tenía ni idea de por dónde me iba a llevar pero me ha resultado muy divertido, además de muy original la manera de integrar aliens, mitos de Cthulhu, costumbrismo... Tiene muchos momentos brillantes. La conexión de la canción con R'lyeh es hilarante. Todo muy en su sitio. La única pega, quizá, sea el final, que me resulta un poco abrupto. Ya que el inicio es tan costumbrista, echo de menos que el cierre también lo sea. Otro detalle, pero esto quizá es muy personal, es que algunas frases me resultan un poco largas, con demasiada información. A veces yo las rompería en dos frases separadas por un punto. Pero igual esto es cosa mía, no sé qué opinarán otros.

¡Enhorabuena y suerte!
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Megan
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Megan »

Muy buen relato, autora/autor, con una excelente narración, fácil de seguir, que no aburre para nada. Al contrario, lleva al lector a querer saber qué pasará en el fondo del mar, aunque se den varias pistas: como el canto de la niña. No es mi género preferido, pero me gustó mucho como lo imaginaste, desde los seres plateados, hasta el monstruo del fondo del mar (leí algo de Lovecraft al respecto). El tema de los limones es muy gracioso y me gusta que lo hayas mezclado con toda la seriedad que poseen estos alienígenas. Seguramente estés muy alto en mis votos.

Gracias por compartirlo y mucha suerte, :D .
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raumat
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por raumat »

Otros alienígenas que quieren exterminarnos... :shock: Ahora nos tocan los zampapatatas plateados... :lol:
Claro que, si hay que elegir... el reptiliano era la destrucción inmediata, la abuelita de blanco nos daba dos años, y éstos nos ofrecen ocho años más... Casi que habría que aceptar la oferta de los zampapatatas... :cunao:

Muy divertido también y bien escrito.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Tolomew Dewhust »

el autor/a escribió: ...
—Pues creo que esta es anterior —Cynefrid hizo unos rápidos cálculos mentales mientras miraba por la —.
Raya/Línea de diálogo/Espacio/Raya/acotación del narrador/raya/punto, coma o punto y coma/Espacio/línea de diálogo (si continúa).
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Lo del limón es buenísimo, :meparto:.

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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Tolomew Dewhust »

No sé qué decir de este, salvo que me gusta mucho.
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Jaime M. escribió: La única pega, quizá, sea el final, que me resulta un poco abrupto. Ya que el inicio es tan costumbrista, echo de menos que el cierre también lo sea.
Perdona por citarte a ti, Jaime, también se lo he leído a Estrellita y no sé si a alguno más. Pero, ¿no creéis que un relato así de breve debe tener un final contundente, rotundo? A mí ese cierre sí me ha convencido.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Matarile

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

A mí lo que me desinfló fue justo lo que dice Jaime, que fuera abrupto, o al menos ésa fue la impresión. He de leerlo de nuevo para ver si es que se me escapó algo. Puede que lo del tema del cítrico me perturbara demasiado y leyera el resto del relato en modo delfín dormido. Eres muy amable por añadir una lectura más al trabajo que me encargó la petarda esa que se cree una estrella. :lengualarga:
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