CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar - Megan

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar - Megan

Mensaje por lucia »

Ocurrió en Algún Lugar
«Cuando quieres realmente una cosa,
todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla».


Paulo Coelho


Lejos, muy lejos de esta galaxia, había un planeta muy pequeño llamado «Ningún Lugar». Su apariencia era semejante a un desierto con algunos oasis muy lejanos unos de otros. Toda su vegetación consistía en unas pocas palmeras y escasas plantas; el agua brotaba de un manantial que emergía debajo de algunas rocas.

En uno de esos oasis vivía un ser. Era el único habitante de esa zona, nacido de una conjunción de acontecimientos cósmicos. El hecho es que esta criatura, que aún era muy joven, pasaba sus días y sus noches en «Ningún Lugar».

El tiempo transcurría muy lento y tan soñador como lo era él, aunque no es seguro si realmente pasaba o siempre estaba en el mismo momento.

Amaba las noches, cuando el cielo se convertía en un verdadero espectáculo. Las estrellas y, sobre todo la Luna, con su cara desbordante de felicidad, estaban mucho más cercanas que en cualquier otro planeta. Su titilar era tan esplendoroso que, para algunos, mirarlas hubiera resultado en una ceguera fulminante. Para él no, al contrario, se tumbaba en la arena y admiraba esa incandescencia que resonaba con un increíble palpitar dentro de su cuerpo.

A esta constelación la complementaban otros planetas, que también parecían estar al alcance de la mano. Gigantescos astros adornaban el cielo y lo hacían tan bello que el ser no podía dejar de embelesarse, noche tras noche, ante la hermosura que tenía frente a sí.

No obstante, todo lo sublime y luminoso que le ofrecía la noche, se lo daba en palidez el día. La luz del Sol carecía de fuerza. La arena era de un color gris insípido y, si bien la vegetación crecía con fuerza, sus colores eran tenues y sin vida.

Pese a su soledad, a medida que crecía, fue desarrollando la capacidad de pensar, lo que derivó en que poseyera una personalidad muy analítica. Sus reflexiones discernían claramente la situación en que se encontraba, aunque había puntos oscuros a los cuales no les hallaba respuestas.

Fue durante esas noches cuando meditó mucho sobre su aislamiento: sus pensamientos se focalizaron en la idea de que no estaba solo en la inmensidad del universo. Intuía que la vida no podía ser tan vacía. Su coeficiente, altamente avanzado, le decía que debía ser posible que hubiera más seres y que quizás estuvieran en esos grandes colosos del cielo.

A partir de esta conclusión, derivada de sus cavilaciones ahora críticas, deseó disfrutar de la compañía de alguien con quien compartir y darle vida a los tristes días. Ese pensamiento fue, poco a poco, convirtiéndose en una verdadera obsesión.

Una noche, recostado sobre la arena, mirando la Luna sonreír, observó, en su luminosidad, el paso de una imagen fugaz donde seres extraños se movían. Pensó que se había quedado dormido, pero, a medida que pasaban los días, la imagen, que se repetía todas las noches, se hacía más nítida y más lenta, lo cual le permitió conocer con más detenimiento todo lo que allí sucedía.

El ser tomó conciencia de lo que veía y, al hacerlo, el deseo irrefrenable de poder ir a ese lugar se apoderó de toda su existencia. Fue tal su ansia que rogó que algo o alguien se apiadaran de él.
Así fue como el universo, en su mayor acto de compasión hacia esta criatura solitaria, abrió un camino de auroras boreales hacia uno de los astros, con sus más delicados colores, para que transitara hacia el lugar anhelado.

Toda la galaxia observó como el ser avanzaba hacia el lugar por un sendero maravilloso. Él estaba tan feliz que lloró, lloró de tanta alegría.

Las auroras lo condujeron con mucho mimo, como si fuera un niño pequeño que comenzaba a caminar. A medida que avanzaba, lo teñían con sus colores para que no perdiera el rumbo. De esta manera, con el don recibido de la forma más sublime, llegó a la ciudad deseada, cuyo nombre era «Algún Lugar».
****
Su emoción era incontenible, su atención hacia todo lo que veía era más que impaciente. No podía dejar de observar todo lo que allí había. Tal como en las imágenes, los seres resultaron ser vainas alargadas y cilíndricas, de color verde oliva. Algunos se movían por senderos, otros emitían sonidos jamás escuchados, por dos orificios que tenían en su parte más alta. Por último, observó los nidos hechos de ramitas donde, seguramente, se tumbaban para dormir.

Andando por el lugar, advirtió cómo las vainas admiraban su reflejo en unos cristales que estaban entre los árboles. Emocionado, quiso hacer lo mismo, pero no pudo verse, no había nada en el cristal. Aturdido, se preguntó a sí mismo: ¿por qué él no tenía un reflejo, si todos los demás tenían a su doble del otro lado? Además, había algo que lo confundía más aún: ¿por qué nadie había notado su presencia?

Entonces se topó con la tremenda realidad, que su propia inteligencia le concedió: nadie lo veía, porque él, si bien existía, era invisible.

Paralizado en medio de los seres, que iban y venían por un sendero de la ciudad, no podía concebir que el universo le hubiera jugado una broma tan macabra. Pensó en todo el tiempo que vivió en «Ningún Lugar». Nunca se le ocurrió mirarse, ni siquiera en las aguas del manantial, o ver su sombra sobre la arena. No lo pensó, porque no tenía elementos para ello.

Aún abrumado por el nefasto descubrimiento, tomó coraje y decidió acercarse a uno de los seres e intentó tocarlo, pero no pudo, no tenía cómo hacerlo. Se encontraba en el lugar tan deseado, mas nadie lo sabía. Ahora supo que ni él mismo podía verse. Fue tal la angustia que sintió que deseó no existir más. Pensó en volver a su lugar y terminar allí sus días, solo y triste, sin que nadie supiera de su existencia.

Cabizbajo y destrozado por el dolor, el ser de «Ningún Lugar», caminó hacia lo alto de una meseta que rodeaba la ciudad y se sentó para admirarla. Pero no pudo soportarlo y lloró, lloró mucho, esta vez de una inmensa tristeza.

Sin embargo, no contaba con su poderoso creador, el universo, que todo lo ve. Lo consideraba su hijo y tampoco lo dejó solo esta vez. Fue así que las lágrimas que bajaban por sus mejillas caían sobre su cuerpo inexistente, y, poco a poco, comenzaron a darle forma visible. Al igual que los seres de la ciudad, finalmente se convirtió en una vaina más. Pero a diferencia del color verde oliva de las demás, el universo le concedió un bellísimo verde esmeralda.

Su alegría fue tan grande que lloró, lloró por la inmensa ayuda concedida.

Al levantarse, vio que podía andar y, rápidamente, fue hasta uno de los cristales. Por fin, se encontró en él. No pudo contener su júbilo, ¡era un ser como los demás! Y todos lo vieron y se acercaron haciendo sonidos que él no entendía, y los miraba deslumbrado y extrañado. Los seres de «Algún lugar», lo observaban de la misma forma, porque nunca habían visto a un ser que no fuera de allí y, menos aún, idéntico a ellos, a no ser por su color tan hermoso.

Fue tanta su emoción que lloró, lloró mucho, mas ahora no le dolía, sentía como dentro de su cuerpo estallaba la alegría, y que cada uno de sus guisantes internos se transformaban en lucecitas de colores.

En los siguientes días le enseñaron a hacer los sonidos que ellos emitían y, con su gran capacidad mental, logró reproducirlos muy rápido. También le enseñaron a plantar y a cosechar, porque de esas actividades provenía su comida.

Así pasó el tiempo, y esto era de verdad: ¡allí sí pasaba!

El ser de «Ningún Lugar», se acostumbró a ser feliz, porque es tan fácil serlo como lo es de difícil no serlo.
****
Con el paso del tiempo, hubo una gran pérdida en «Algún Lugar». Fue la de un ser cuya vaina ya no tenía el color verde, sino uno tan opaco como el gris. Era el sabio del lugar, el que llevaba más de mil años viviendo allí. Él voló hacia el lugar infinito donde se termina la existencia de todos los seres.

Y así supo el ser de «Ningún Lugar» que ellos se iban, y se entristeció mucho. Fue a su nido y se tumbó a pensar por qué la existencia no era infinita. Por qué había un final y a qué se debía. No halló respuesta alguna, pero esa pregunta quedó en su mente, pendiente de una explicación.
Un tiempo después, no podríamos decir cuánto, los habitantes de la ciudad lo rodearon y le dijeron que querían que él los guiara.

En todo ese tiempo que había vivido con ellos, solo habían visto su bondad. Del mismo modo que observaban como las luces de sus guisantes dentro de su vaina, cambiaban de colores, alegrándose si pasaban cosas buenas y entristeciéndose si eran cosas malas. Eso hizo que fuera muy querido. Porque, además, admiraban su temple para ayudar a solucionar todo problema que debiera enfrentar cualquier habitante de «Algún Lugar».

Él aceptó y hubo una fiesta muy emotiva para nombrarlo «Guía», pues fue por unanimidad y todos estaban tan contentos que sus guisantes resplandecían de felicidad. Era un espectáculo hermoso, pues cada guisante representaba un sentimiento noble, las vainas no tenían, ni menos aún, sabían lo que era la maldad.

Pero, como en toda comunidad, hubo un ser que debió ser expulsado por el Guía. Todo se debió a sus sonidos, que no eran amistosos con el ser que compartía su nido, al contrario, lo hacían llorar.
Todo se precipitó el día que fue testigo de cómo el malvado, en lugar de tocar al otro dulcemente, se irguió y cayó con todas sus fuerzas sobre él, provocando que gritara de dolor.

El Guía sintió algo muy distinto a lo que había sentido en todo ese tiempo. Ese ser no podía hacer llorar o causar dolor a otro.

Levantó al caído y lo llevó a su nido. Visto que el otro no podía reconocer el mal en sus acciones, le exigió que se fuera de «Algún lugar» y no volviera más.

Todos estuvieron de acuerdo y felices por haberlo convertido en su Guía, y fue aún más respetado. Él sintió que fue acertado lo que había hecho, porque sus guisantes se movían celebrando su actitud.

El ser que había dejado en su nido lloraba de alegría. Lo recompensó tocándolo con mucha ternura y rozándolo suavemente con sus pequeños orificios.

El ser de «Ningún lugar» nunca había sentido esa hermosa sensación de placer y encanto. Los guisantes ahora se convirtieron en lucecitas rojas y fue el ser más feliz de «Algún lugar». De hecho, nunca más se separaron. Cuanto más juntos estaban, más lucecitas se prendían en ambos.

A partir de ese día, sintió que algo importante estaba por suceder, pero no se lo dieron a conocer sus guisantes, sino otra parte de su ser. Porque él tenía una capacidad de comprensión mucho mayor que los demás. Muchas cosas ya no las decía, sino que se las guardaba para él.

Y todos vieron como el ser de «Ningún Lugar» se convertía en un sabio, como el que los había dejado, con la diferencia que era mucho más joven y habilidoso. Era tal la energía que sacaba de sí, que lo consideraban un ser superior.
****
La vida seguía su apacible curso en «Algún Lugar», pero por poco tiempo. Unas vainas que habían salido de excursión, mucho más allá de la gran meseta, volvieron aterrorizadas. Habían visto que, de un artefacto muy extraño, salían formas muy diferentes a ellos, eran como bestias que arrasaban con todo lo que se movía.

Corrieron a ver a su Guía y se lo contaron. Por primera vez, obtuvo una respuesta a lo que tanto lo agobiaba y que no había dicho a nadie. Tenía claro que iba a pasar algo muy desagradable en la ciudad, fruto de intrusos bestiales que acecharían y matarían a muchos indefensos.

Lo primero que se le ocurrió fue hacer un muro alrededor de la ciudad. Niños, jóvenes, adultos, siguiendo sus instrucciones lograron rodear con juncos a «Algún Lugar». Después tomaron palos que eran usados para cazar pequeños animalitos y los esgrimieron como armas. No tenían nada más.

El Guía pensó, pensó mucho y se dio cuenta de que aquello no haría nada, si esos seres habían llegado para cazarlos a ellos. Fue entonces cuando su mente se aclaró, recordó su viaje, a los astros viéndolo avanzar y comprendió que no venían por las vainas, sino por él.

Una noche, sin ser visto, se alejó hacia el lugar donde fueron descubiertos y quedó paralizado de terror. Evidentemente eran cazadores, de sus fauces salían dientes como garras y carecían de todo orden. Comenzó a retroceder horrorizado, a sabiendas de que las vainas nunca podrían con esos cazadores.

Al volver a la ciudad, dejó un escuadrón en alerta y fue a su nido a pensar y, por qué no, en un último intento de salvación, rogó, rogó a su compasivo universo que lo ayudara a pensar en una solución al terrible drama que se avecinaba.

De inmediato, un rayo de Luna lo alumbró. Al ver que se movía, lo siguió hasta un lugar lejano en medio de la meseta. Allí se paró el rayo y el Guía lo supo: debía cavar, algo había allí abajo. Desesperadamente, cavó y cavó hasta hallar un túnel, el cual, iluminado por el rayo de Luna, era un escondite perfecto para las vainas.

Agradecido nuevamente al universo salvador, marchó a la ciudad y, con mucha discreción, fue corriendo la voz de que debían seguirlo. En medio de la oscuridad y con extremo sigilo, todos los habitantes fueron tras él y entraron al túnel, que fue cerrado y sellado con plantas.

Los espantosos rugidos de las bestias se escucharon por espacio de tres días, en que destrozaron los nidos y comieron los animalitos y las plantaciones que tenían las vainas.

Luego de ese tiempo, tras lanzar largos y espantosos alaridos, se escuchó la estampida alejándose de la ciudad.

El Guía, con un cuidado extremo, sacó la tapa y las plantas que la disimulaban y observó que la ciudad estaba desierta. De una a una, las vainas fueron saliendo y mirando el estado terrible en que había quedado «Algún Lugar». Pero todos estaban bien y eso era lo principal, lo peor había pasado.

A medida que llegaban donde antes estaban sus nidos, comenzaron a armarlos nuevamente. Y, poco a poco, volvieron a llorar de alegría.
****
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Si cedes una libertad por egoísmo, acabarás perdiéndolas todas.

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Gavalia
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Gavalia »

Veo un cuento tierno y agradable de leer para quien guste del género y no quiere ir más allá, porque si quieres, también puede ofrecer debate de fondo. Quizá la simpleza de la prosa o la estructura, o incluso la forma de contarlo influye, pero no consigue emocionarme, como si entreveo, le pasa al autor, se nota.
Me parece poco original a nivel argumental, más allá del amor, la consciencia de ser,  la lucha de todo ser vivo por entender el medio en el que vive y adaptarse para sobrevivir.

P.S. Al parecer, en un principio, las células deciden si las condiciones del medio donde se desarrollará la futura vida promueven la procreación, como forma de permanecer, vivir, existir... o bien, la autoreparación, por lo visto es factible en ese momento de la programación  genética de la vida en función del medio, en consecuencia, sería como hablar de la eternidad.
Saludos y suerte.
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--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Jarg
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Jarg »

Autor/a, qué te puedo decir. Me ha gustado mucho tu relato. Con los primeros párrafos me pensaba que iba a ser algo muy metafísico con lo del ser de Ningún Lugar, pero conforme avanzaba me ha ido enganchando cada vez más esta fábula. Me ha recordado en el estilo a las historias de Dino Buzzati y al cuento Luì e l'arte di andare nel bosco, de Luigi Mainolfi, aunque en un contexto un poco más cercano a la ciencia ficción. Y también mucho a Paulo Coelho (a quien muy acertadamente citas al principio del relato ;) ).

Me ha gustado mucho el argumento, sobre todo la segunda mitad, con el ataque de las bestias que destrozan Algún Lugar. El final es muy sugerente, porque se podría decir que es la historia de la humanidad: construir, cultivar y crecer, y cuando la destrucción llega, salvarse y volver a construir.

Gracias por compartirlo y buena suerte.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es de Hope Grace#

El principio me ha interesado, me ha cogido del fular y he entrado la mar de atraída. Y tiene mérito porque ha sido leer la cita de Coelho, pamplina morrocotuda donde las haya, y entrarme los siete males por el cerebelo. Las cartas no se cansan de repetir por pasiva y por activa que a la plenitud jamás se llega alcanzando meta alguna, al sueño realizado le sigue, por cohones, la persecución del siguiente sueño. Las cartas siempre recomiendan a mis clientes que en vez de perseguir sus sueños, que es como perseguir tu propia cola, empiecen a perseguir al que persigue. Y lo de que el universo conspira fue refutado ya por las hermanas Wachowski, que demostraron que el universo no es más que un holograma.

Te pido perdón por esto último que nada tiene que ver con tu relato. Andaba diciéndote que me has cogido por el fular y me has introducido de lleno. La puñalá es que se pierde fuerza conforme se avanza. Creo que se te ha ido de las manos. Muchas veces menos es más, has querido meter una barbaridad de cosas para ambientar pero ha quedado en demasiada información para el espacio que teníais. Pero la idea de los seres vaina me parece muy original. Creo que quedarán en el imaginario concursil. Además me encantan porque me han recordado un poco a los osos amorosos. ¿Alguien puede tener algo en contra de los osos amorosos? Solo un desalmao. Que venga y me lo diga a la cara si tiene los guisantes que hay que tener.

Te he echado los posos, escribiente. Parece que todo dependerá de cómo tengan el chi los votantes. Si lo tienen activo, gustarás. Si lo tienen bloqueado, que Pesadilla te coja confesad@.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Jaime M.
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Jaime M. »

Creo que no soy tu lector objetivo porque no me gusta Paulo Coelho, y para serte sincero reconozco que la cita inicial es un consejo que me parece contraproducente en la vida en general. Quizá soy demasiado cínico para sus historias :hombros: Te lo comento porque teniendo esto en cuenta creo que mi valoración es menos relevante que la de alguien a quien le guste este género/estilo. Dicho esto, y dado que partía con prejuicios, el relato me sorprendió gratamente. Me pareció agradable, imaginativo y bien contado. Para mi gusto no acaba de ir a ninguna parte (dicho esto sin ánimo de hacer un juego de palabras :P), pero quizá eso es parte de su encanto y de su moraleja, como comenta Jarg. Me tuvo interesado en todo momento y me gustaron las descripciones poéticas del mundo y de los personajes que lo pueblan. Detecto asimismo algunas pequeñas faltas gramaticales (ausencia de tilde en un par de "cómo", y algunas rupturas mediante coma del sujeto y el predicado) pero en general me pareció bien escrito, con un buen ritmo y una lograda musicalidad.

¡Suerte y un saludo!
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Estaba deseando leer el comentario de Estrellita Hope a este relato... :cunao: (Y el de Jaime, que veo que casi nos pisamos).

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Guisanteslifematters.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Estrella de mar
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Estrella de mar »

Jarg escribió: 05 May 2022 19:50 El final es muy sugerente, porque se podría decir que es la historia de la humanidad: construir, cultivar y crecer, y cuando la destrucción llega, salvarse y volver a construir.
Bien visto. Hope te va a contratar como becario. :cunao:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Estrella de mar »

Tolomew Dewhust escribió: 05 May 2022 20:56 Estaba deseando leer el comentario de Estrellita Hope a este relato... :cunao:
:lengualarga:
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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David P. González
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por David P. González »

Me vais a perdonar, pero es que se me ha ocurrido la tontería del concurso: poner banda sonora a todos los relatos :mrgreen:
Este me sugiere este tema: LocoRoco's song (yellow version).

Enlace


El principio me ha recordado al Principito. No al principio del Principito, sino a la obra. Luego se ha diluido, algo bueno, desde mi punto de vista, porque hace que este relato sea genuino. Después, una vez terminado y en su conjunto, me ha recordado a "Huevo del Dragón", de Robert L. Forward, lo que ni es bueno ni es malo, solo es un dato que aporta poco. Y más datos que aportan poco: me gustó mucho ese libro. Es ciencia ficción dura. Subrayo lo de dura por si alguien tiene curiosidad y quiere acercarse a la obra de Forward. Para que no le pille por sorpresa.

Me gusta lo que tratas de contar, pero creo que pasas muy por encima. Tus pretensiones con esta historia son muy ambiciosas. O quizá tus pretensiones no lo sean, pero las de la historia sí. No lo sé. En cualquier caso, es un tema complejo y de una profundidad difícil de abarcar en un relato tan corto. Por poner un ejemplo, no se trata el tema de la religión, importantísima, no por necesaria, sino por redundante, en la evolución de cualquier forma de vida inteligente. Y en la de los humanos.
Aun con las carencias me ha parecido simpática y entretenida. Aunque el final lo encuentro un poco frío. Como si faltase un párrafo o dos, no sé, no me ha gustado mucho.

En cuanto a lo formal, creo que hay algunas cosas a mejorar. Cuando escribes sobre un lugar que no es la Tierra, la ambientación es vital. Parece una obviedad, pero tienes que olvidarte de todo lo que conoces y describir las cosas como las imaginas. Aunque tú imagines palmeras, no puedes decir que hay palmeras, porque es una especie vegetal de la Tierra, debes describir esos árboles. En general no puedes emplear expresiones o referencias que recuerden a la Tierra. Por ejemplo:
Las estrellas y, sobre todo la Luna, con su cara desbordante de felicidad, estaban mucho más cercanas que en cualquier otro planeta.
Dices la Luna como algo tácito, algo que tenemos que dar por hecho: que tiene una, y solo una luna. Como la Tierra. Pero hay planetas que no tienen lunas y los hay que tienen varias, como Júpiter, que tiene 79 (conocidas) o Saturno que tiene 82 (conocidas). Esto se solucionaría sustituyendo “la Luna” por: “su única luna”. Y luego puedes describir sus peculiaridades, en vez de describir la nuestra, como has hecho.

Por último, quería comentar la frase de Coelho que hace las veces de prólogo:

«Cuando quieres realmente una cosa,
todo el universo conspira para ayudarte a conseguirla».

Este tipo de frases, sin duda inspiradoras y/o bonitas de leer, basan su éxito en los testimonios de aquellos a los que les funcionan, pero obvian los no testimonios de aquellos a los que no, que son la infinita mayoría. Si se tienen en cuenta todos los testimonios y no testimonios, simplemente cumplen con la estadística.
Si realmente quieres algo, esfuérzate y pon los medios para conseguirlo y asume que, aún así, puede que no lo consigas.
Me voy a ganar muchos enemigos, pero para mí son frases estúpidas.
Este comentario no afecta para nada a la valoración de tu relato, autor. Es que si no lo digo...

Yo tengo una mejor como prólogo para este relato:

“El que no llora, no mama”
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Raúl Conesa
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Raúl Conesa »

El estilo de fábula infantil no me va nada de nada, pero reconozco que al menos hay cierta sustancia temática en el relato: la perseverancia de la vida ante la adversidad. Sin embargo, reconozco en él el mismo problema del que se libra el protagonista de una obra de Paulo Coelho, La quinta montaña: uno no debería esperar a que el cosmos, el universo, Dios o el Conejo de Pascua le solucione los problemas. Hay que remangarse y ponerse manos a la obra si uno quiere obtener resultados. Como dice Rorschach en Watchmen: "Verá, doctor, Dios no mató a esa niña, la casualidad no la descuartizó y el destino no se la dio de comer a esos perros. Si Dios vio lo que hicimos aquella noche, no pareció importarle. Desde entonces lo supe: Dios no hace que el mundo sea así. Somos nosotros".
Era él un pretencioso autorcillo,
palurdo, payasil y muy pillo,
que aunque poco dijera en el foro,
famoso era su piquito de oro.
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Jarg
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Jarg »

Raúl Conesa escribió: 06 May 2022 17:23 Uno no debería esperar a que el cosmos, el universo, Dios o el Conejo de Pascua le solucione los problemas. Hay que remangarse y ponerse manos a la obra si uno quiere obtener resultados.
Ahora entiendo lo que escribiste una vez diciendo que eras un dios cruel para tus personajes :lol: .

Reconozco que ese también es un punto que no me suele gustar en Coelho, la importancia que el Universo o Dios tiene en sus narraciones. Es cierto que una "regla" en la narrativa es que las acciones del protagonista tienen que ser determinantes en el desenlace de la historia.

Pero, por otro lado, muchas grandes obras se pasan esa regla por el forro. El Deus ex machina, en el que una entidad divina o la Fortuna salvan al protagonista se usó mucho en el teatro griego antiguo, e incluso lo podemos encontrar en obras más recientes como Cumbres borrascosas o Los Miserables, así que más que una regla yo lo considero una cuestión de preferencia literaria de cada lector.
Yo amo a la humanidad. Es la gente lo que no soporto.
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Jaillet
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Jaillet »

A mí también me ha recordado a El Principito al inicio. Es un relato muy metafísico y filosófico, se pueden encontrar muchas metáforas, da para un buen debate con un café. Sin embargo, veo un desajuste entre la parsimonia y la acción que se pasa un poco de vueltas cuando finalmente lega.
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Jaillet escribió: ... veo un desajuste entre la parsimonia y la acción que se pasa un poco de vueltas cuando finalmente lega.
Sin duda se debe a que su autor es de los que guardan un limón de esos ancestrales y mitológicos medio podridos dentro de su nevera.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Megan
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Megan »

Elegiste un tema bastante difícil, autora/autor, lo digo porque tu prosa no es de las mejores, por tanto el relato avanza como si lo hubieras enlazado a la fuerza. En el aspecto general, el tema es bastante original, pero creo que no te ayudó la forma de plantearlo. Hay mucho material y con una narración como la de alguno de tus compañeros, te hubiera quedado muy bien. Pero (lamento esa palabra) me pareció algo ingenuo, como si se lo contaras a un niño. Hay ternura, bondad, el querer ser alguien correcto, como en los libros infantiles. Me gustó ese camino de auroras boreales para trasladarse de un planeta a otro, o las lágrimas que formaron su cuerpo, muy ingenioso de tu parte. Mejorando la prosa, te habría quedado un muy buen relato.

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso, :D .
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Tolomew Dewhust
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Re: CP XVII - Ocurrió en Algún Lugar

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Deberías haber bautizado al prota como, no sé, se me ocurre así a vuela pluma: Raúl Conesa, y que tuviera a todo el universo conspirando para que consiguiera sus fines. Hubiera sido un giro brutal.
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