CPXVIII - La casa de Dios es mía - Ginebra (3º Jurado)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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lucia
Cruela de vil
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CPXVIII - La casa de Dios es mía - Ginebra (3º Jurado)

Mensaje por lucia »

La casa de Dios es mía
(basado en una historia real)

Ay, este curita, que se me escapa cuando creo que lo voy a atrapar. Aparece cuando menos me lo espero, sobre todo por la noche, cuando me lavo los dientes, y ya no para de contarme cosas hasta que me acuesto. No es momento, no me voy a poner a escribir a esas horas. Pero se mete en mi cabeza y, sin ningún tipo de remordimiento, habla y habla hasta que me duermo. Siempre pienso que me acordaré, pero a la que me pongo delante del papel, se esconde en lo más recóndito de mi mente. Creo que a veces incluso me abandona. Es cruel, vanidoso, egocéntrico y muy, muy paranoico. Percibo que quiere que lo cuente, sin embargo, se escapa raudo cuando lo intento. Vamos a ver si de una vez consigo atraparlo.


Entró un poco del revés, que decían los vecinos, sobre todo las vecinas. Se presentó una tarde de sábado para dar misa al día siguiente. Traía llave, pero se pasó igualmente por la taberna, a presentarse. Y a pedirlas, las llaves. Era muy celoso de sus cosas, no quería que nadie entrara en la parroquia sin su permiso. Ni a limpiar. Ni a ponerle flores a la virgen. Ni a rezar. Era su feudo.


Siempre andaba con prisas. No tenía paciencia con nadie, ni siquiera en el confesionario. Una vez me contó la ti Frasca que la avió con seis avemarías y un padrenuestro antes de que empezara a desgranar sus pecados. Ese día eran muchos, decía compungida. Pero las misas las alargaba. ¡Oh, sí! Que siestas más merecidas se habría pegado más de un aldeano si no fuera por lo que gritaba. Como un poseso. La mitad del sermón no lo entendía nadie. Ni a qué venía tanto dramatismo. Como si ellos fueran delincuentes. O asesinos. Eran, simplemente, unos pecadores normales, como buenos cristianos.


Don Amalio, que era un santo, siempre los trató bien. Los atendía ladeando un poco la cabeza, entrecerrados los ojos. Seguramente no los escuchaba del todo, porque siempre decía lo mismo, pero a ellos les daba igual, porque se sentían confortados por su tono de voz, por su paciencia, porque siempre los absolvía con poca cosa. Que no estaban para andar perdiendo el tiempo rezando padrenuestros a todas horas, el campo da mucho trabajo.


Pero ellos seguían tragando. Era mejor un cura con mala leche que no tener quién diera la misa el domingo. O las festividades mayores, como la fiesta del pueblo, allá por el mes de mayo. Con tantas flores. Y tanta gente. Y tan mudada. Y tantas canciones. Y tanto vino. Y tanta alegría después de un inverno feroz.


Primero fue el interior. Impoluto. Él solo reparó, restauró, limpió y pintó las paredes, pulió maderas, lavó cortinas, incluso el suelo aparecía brillante, resplandeciente, repetía con voz de pito doña Consuelo, la señora del alcalde.


¡Qué sermón el de aquel día! Tres de julio, santo Tomás Apóstol. Todavía lo recuerdan. Se les gira la mirada, se les abre la boca, rememoran aturdidos, porque no recuerdan ni una sola de las palabras del cura. Sólo el asombro. El momento místico. Casi mágico. Inquietante. Aquel día se les cerró el estómago. Se les atragantó algo. Algo sutil. Una emoción. Una sombra. Sin embargo, siguieron con la certidumbre de lo cotidiano unos días más.


El primero que lo vio fue el chico de los Morriños, que no se llamaban así, pero el peso de la tradición no atiende a finuras burocráticas y así se les conocía. Venía el chaval de pasar un buen rato con la hija del herrero. Lo dijo tal cual, así el cortocircuito neuronal que acusó el pobre muchacho. Nadie reparó en ello cuando lo contó, tal la confusión. Menos el herrero, que ya arreglaría cuentas con la chica.


Que no, que no voy borracho. Que no queda nada. Arrasado. Está todo arrasado. Todo mi trabajo destrozado, aniquilado, devastado, exterminado, repetía una y otra vez. Que los pobres aldeanos no sabían de dónde sacaba el muchacho tantos palabros, él, que no había querido estudiar. Nada de libros, ni de letras. Tierra. Cielo. Agua. Aire. Él mismo no acertaba a comprender si estaba más enfadado por la destrucción de su trabajo, como por el exterminio de todo rastro de vida del jardín de aquella iglesia que con tanto mimo había cuidado.


Estaba todo lleno de bichos, alegaba el cura cuando le preguntaban. Me ensuciaban la iglesia, replicaba indignado. ¡La casa de Dios!, clamaba al cielo. Estamos en el campo, respondían ellos, confusos. Por eso, hay mucho campo, no hace falta tener más. A la Virgen le gusta más así, ordenado y limpio. El pobre Fermín, el chico de los Morriños, lloraba. La hija del herrero gritaba. La Reme, la del bar, se ahogaba. Y así uno tras otro, con más o menos tiento, demostraron su desacuerdo con la decisión del párroco. Pero el mal ya estaba hecho y quién eran ellos para pedirle cuentas a la Virgen. Así que volvieron a lo suyo, que no era poco. Y el hombre siguió con sus misas vociferantes, con su obsesión por el orden y la limpieza, y con su mala leche. Sin embargo, a la siguiente primavera…


Fue un invierno muy duro, seco y frío como no recordaban ni los más viejos, ni siquiera la ti Paca, que rozaba los cien años, más o menos, ni ella misma lo sabía. Pero a finales de abril la lluvia se ensañó con aquella tierra y la primavera se impuso. Amapolas, margaritas, prímulas, salvia, romero, tomillo, verbena, caléndula, lavanda, jaras. Como nunca. Adornaban los caminos, se apoderaban de los trigales, subían por las laderas de la sierra y explotaban en los parterres. Su aroma ensalzaba los sentidos, sus colores alegraban el espíritu, embriagaban. Menos en la iglesia. Allí ni siquiera se escuchaba el trino de los pájaros. Lo que un día fue un bonito jardín, se marchitaba yermo bajo el cemento, como una lápida gigante que guardara celosa su interior. Silencioso y melancólico, se mostraba desnudo, avergonzado, mientras su meticuloso protector se crecía, implacable, ante el mundo.


Sin embargo, la ambición, la locura, la sinrazón a veces pasa cuentas. Se le podrían haber enfrentado, como en su última parroquia. Pero no. Las cuentas vinieron por otro lado.


Una vez a la semana barría y fregaba los suelos. En el interior era fácil. Como bailar. A veces lo hacía, soñando en un coro de ángeles y cantando canciones de amor. El enlosado del jardín, ahora patio en bruto, costaba más. Fuera no cantaba. Curvaba sus labios hacia abajo y no levantaba la mirada del suelo. El ceño fruncido. Concentrado. Por eso la vio. Una brizna de yerba había logrado abrir una grieta para asomarse al sol. Por supuesto, la arrancó. Al día siguiente, un olor dulzón lo despertó. Inquieto, se asomó a la ventana. Unas flores de un tímido color violeta habían aparecido en el murete. Las descuajaringó. Fue el principio del fin.


El inicio fue lento, sutil incluso. Unas flores aquí. Unas briznas de verde allá. El brote de un arbusto tras el ábside. Sin embargo, cuánto más se enfurecía y más fuerte aplastaba, arrancaba y talaba, más osada devenía la naturaleza. Ni químicos, ni tijeras, ni hachas, ni máquinas. Nada consiguió frenar aquella locura. Las flores se multiplicaban y los árboles brotaban y crecían desaforados. Primero un pino, luego un olivo, más adelante dos castaños, un eucalipto, dos almendros, una encina y un peral enano; pero también zarzales, brezo, escobas, azalea, lavanda. Reventaron el cemento y se adueñaron de suelos, paredes, muros. Ah, y los pájaros, ¡como entonaban sus cantos!


Se volvió loco del todo. El detonante fue la hiedra. Empezó a envolver el templo como si quisiera aplastarlo con sus ramas fuertes y nudosas. Por suerte, los vecinos estaban allí, atónitos, contemplando cómo su iglesia desaparecía bajo una cárcel de mil colores, cuando lo vieron llegar con dos garrafas de gasolina, la mirada perdida, completamente ido.


Fue el Morriño chico, el afligido jardinero, ya novio formal con la Manuela, la del herrero, quien se lanzó sobre el sacrílego. Era fuerte, el hombre, en el forcejeo le rompió la nariz al pobre chaval, pero la Manuela, que no lo tragaba por lo de los sermones incendiarios y viendo a su querido sangrar de aquella manera, se le tiró encima cual mula salvaje. Y allí se armó la de Dios es Cristo, nunca mejor dicho. Unos gritaban, otros pegaban, algunas lloraban, otras jaleaban, los niños corrían, los perros ladraban y los gatos miraban con proverbial parsimonia.


La trifulca se cobró varios heridos de poca importancia y al cura apartado de la vida religiosa. Y de la vida en general, pues acabó en un sanatorio de Valladolid donde cuentan que se entretiene podando el jardín custodiado por dos fornidos celadores. El templo se salvó. Cuando llegaron los sanitarios, la Guardia Civil, los técnicos del ayuntamiento, un periodista en prácticas y dos regidores del Concejo, la hiedra había desaparecido. Nunca, nadie consiguió explicarlo. Lo demás sí. Fue la lluvia tan persistente la que hizo brotar tanta vegetación. No, fue la Virgen, decían otros. ¡Qué va! Vociferaban algunos, el jardinero seguro que saboteó al cura.


En realidad, da igual. La iglesia recuperó su fisonomía, no estaba tan limpia, cortesía de las golondrinas, que insistieron en hacer sus nidos en los bajantes del tejado, pero lucía esplendorosa, como antes. Quizá mejor, más luminosa, más mimada incluso. Y en la aldea… bueno, en aquel pequeño caserío la vida siguió. Eso sí, con un cura como Dios manda y mucho trabajo, como siempre. Sólo allí se habló de aquello por siempre jamás, historia que se explicó de padres a hijos y de abuelos a nietos al amor de la lumbre, hasta convertirla en leyenda y en objeto de guasa para la familia del herrero, quizá por aquella nariz torcida que todos lucían con orgullo.
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Gavalia
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Re: La casa de Dios es mía

Mensaje por Gavalia »

Este tipo de historias costumbristas siempre me han gustado, quizá porque soy de pueblo o porque la gente de pueblo es tan sabia como singular.
Para mi gusto, la estructura está bien conseguida, pero también es cierto que peca de cierto exceso de puntos y seguidos, termina recordando a un telegrama en muchas de sus partes. La prosa es buena y eso ayuda. El comienzo del relato se presta a la confusión, entiendo el planteamiento, pero lo he tenido que repasar un par de veces para ubicarme, eso no es bueno, "el curita se me escapa". Creo que al que se le escapaba algo era a mi. Ocurre algo parecido cuando el narrador rememora al antiguo cura, porque en el párrafo siguiente, donde se retoma la figura del curita, parece seguir hablando del primero, eso lo hace algo farragoso de cuadrar, será cosa mía. Siempre digo que las historias deben tener cierta base de veracidad para ser creibles en cualquier género, a excepción de los milagros que no suelen tener mucho sentido, entiendo que fue eso lo que pasó, más que nada porque habla de la aparición de vegetación a tutiplen y de árboles como  el olivo, especie que necesita años para crecer, y la historia se centra en un proceso que dura de un año para otro, más o menos, quizá no lo he entendido bien ¿Milagro?
En global, y aunque pienso que no fluye del todo bien, es un buen trabajo, sin alardes, pero suficiente.
Un saludo.
En paz descanses, amigo.
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Estrella de mar
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Re: La casa de Dios es mía

Mensaje por Estrella de mar »

#Este comentario es del divino Paul#

Milagro de la Virgen, sí señor. A ver qué se creía el curita ese, que arrasando el verdor de la vida y mutilando las mentes cansadas de las criaturas que van a misa, no iba a provocar la ira de nuestra señora. Qué poco saben algunos del poder de la Diosa. Ay de los descreidotes que no respetan la vida de las energías mansas que pueblan este bendito planeta. Ay de los malignos que se piensan que suya es la casa de Dios. ¡Sobre ellos caerá el ruido y la furia de la Altísima! ¡Comerán el pan de la pena! ¡Sufrirán los diez mil tormentos en el infierno de sus conciencias! ¡Y recibirán cien mil pescozones de mil Manuelas y mil Morriños chicos!... Perdón, creo que me estoy exaltando un poco.

Me encanta cómo está escrito, el tono narrativo ha germinado en mi mente y se ha ido extendiendo, cual enredadera, hasta que he caído sin sentío, con el alma arrebatada de gozo místico, casi casi deliquio.

Mi aplauso.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Tolomew Dewhust
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Re: La casa de Dios es mía

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Pues lo he leído un par de veces y..., bueno, me alegro de que al respetable le esté gustando, que me preceda estrellita y que a ella le plazca la redacción. Cuando le eché el primer vistazo me quedé con la historia. En esta segunda ocasión me he centrado algo más en cómo nos la cuentas. El resumen es que, en general, me ha dejado buen sabor de boca.

Coincido con Gava en que abusas de las frases cortas, hay muchísimas; sobre todo en la primera mitad del texto. No es necesaria tanta interrupción, más bien al contrario, a tu historia le vendría muy bien otro tono, más pausado pero seguido. Creo que luego se arregla un poco conforme avanza la redacción, se te suelta la mano y fluye mejor el texto.

La historia me gusta, aunque yo le hubiera dado una vuelta para no parecer otro relato costumbrista (de los que le gustan a Gava) sino uno de realismo mágico (de los que me gustan a mí). El nudo del relato es el cura al que no tragan en el pueblo, y que al final tiene su merecido. Yo hubiera centrado el meollo en el milagro: apenas un párrafo hablando de la llegada del nuevo cura, de que cambia las costumbres de los paisanos y se carga el patio de la iglesia y, ¡zas!, que empiece la magia. Cuestión de gustos.

Te tendré en mis oraciones.

Voy a buscarte un cura anime asesino/o asesinado.
Última edición por Tolomew Dewhust el 30 Abr 2023 12:14, editado 1 vez en total.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Tolomew Dewhust
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Re: La casa de Dios es mía

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Sí que se le ve enfadado, sí.

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Jarg
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Jarg »

Pues este es el primero que he leído y el primero que comento.

El costumbrismo me gusta, pero sin pasarse. Es un género que, si no se escribe bien, se puede hacer pesado y farragoso. Pero ese no es el caso del autor/a de este relato. La narración fluye y se lee con rapidez, es entretenido y tiene notas de humor que no pasan desapercibidas. Y el vocabulario es perfecto para el género, hace unas semanas me leí Las guerras de nuestros antepasados y con este relato me ha dado la impresión de estar leyendo de nuevo el testimonio de Pacífico. Enhorabuena por eso, autor/a. El relato también tiene algo de realismo mágico (quizá no tanto como a Tolo le gustaría, pero algo tiene), con esa hiedra que crece y quiere aplastar el templo. Me ha gustado mucho.

De momento pinta bien el concurso. Si todos los relatos tienen esta calidad, serán fáciles de leer (aunque no de puntuar). Gracias por compartirlo, autor/a.
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noramu
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por noramu »

Jarg escribió: 02 May 2023 12:36 me leí
Jarguito, me contradigo a mi misma escribiendo aquí y ahora :noooo: :dragon: Pero es que me duele más esto que las pindongas y pitos que andan por ahí cual si fuera primavera y nosotros, los quinceañeros, algunos con dentaduras que necesitan un buen cepillado (Estrellasimiopaul), otras que en breve pedirán que el próximo concurso temático sea de Los Beatles, algún chucho desmadrado por allí espoleado por unos pocos gifs y desvaríos varios y, por suerte, algunos comentarios serios y sensatos.
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Jarg
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Jarg »

noramu escribió: 02 May 2023 20:55
Jarg escribió: 02 May 2023 12:36 me leí
Jarguito, me contradigo a mi misma escribiendo aquí y ahora :noooo: :dragon: Pero es que me duele más esto que las pindongas y pitos que andan por ahí cual si fuera primavera y nosotros, los quinceañeros, algunos con dentaduras que necesitan un buen cepillado (Estrellasimiopaul), otras que en breve pedirán que el próximo concurso temático sea de Los Beatles, algún chucho desmadrado por allí espoleado por unos pocos gifs y desvaríos varios y, por suerte, algunos comentarios serios y sensatos.
:hombros: :lol:
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raumat
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por raumat »

Otro de los pocos relatos de este concurso en que no muere (o casi muere) algún personaje.
Pero bueno, por lo menos hay una nariz rota sangrando... :lol:

Me ha parecido una historia muy simpática, bien escrita, y que refleja perfectamente ese típico ambiente de pueblo.

En cuanto a lo de la abundancia de frases cortas... a mí no me disgusta. Quizás porque yo escribo muchas veces así, es como si te saliera de dentro. Pero bueno, yo no entiendo gran cosa de recomendaciones literarias, o de estilo y eso... Aunque cuando a Gavalia y a Tolo les ha llamado la atención, será por algo...

Por comentar una batallita carente de todo interés... Recuerdo que Tolo, hace un par de años, comentando un relato mío, me venía a decir más o menos lo mismo: “demasiadas frases cortas”... Quitó varios puntos y seguido... Los sustituyó por los dos puntos... Quedaron la mitad de las frases, pero más largas... A mí entonces me pareció una chorrada, claro (como todo lo que dice Tolo normalmente :lol: )... Pero no sé por qué, el caso es que ahora uso más los dos puntos en mis relatos... Igual tenía algo de razón el jodío... :cunao:

Gracias por compartirlo y suerte en el concurso. :60:
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noramu
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por noramu »

raumat escribió: 04 May 2023 19:00
ia de frases cortas... a mí no me disgusta. Quizás porque yo escribo muchas veces así, es como si te saliera de dentro. Pero bueno, yo no entiendo gran cosa de recomendaciones literarias, o de estilo y eso... Aunque cuando a Gavalia y a Tolo les ha llamado la atención, será por algo...
Me parece un criterio totalmente subjetivo. Quizá porque tenga un cachito suizo-catalán soy partidaria de la "economía verbal" y me encantan las frases cortas :dragon:
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Megan
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Megan »

Yo no soy mucho de iglesias cubiertas o no de hiedra, ni de curitas cuerdos o locos, todo me da igual porque mi religión quedó allá en mis treinta y tantos. Tampoco soy mujer de campo, más capitalina no puedo ser. Eso no quiere decir que el relato sea malo, solo que el argumento no me llama mucho. Te diré una cosa, antes que me olvide: el Chucho @Gavalia, tiene razón cuando dice que los espacios entre los párrafos no hacen muy prolijo al relato, me he dado cuenta leyendo el tuyo.
Sobre la narración es tan española que se me hace difícil concentrarme en ella, pero eso es un tema mío por no ser española. Me dirás que no estoy de acuerdo con nada por una cosa o por otra, pero no es así. La narración es buena, se entiende muy bien, las descripciones también me gustaron, aunque tengo otro problema: lo empecé a entender cuando al cura le crecían plantas hasta en las propias p...., perdón... antes no capté la idea. Pero no pasa nada, porque igual estarás en mis oraciones como dice Tolo... no, eso es imposible porque no rezo, vaya que tengo lío contigo. Así que mejor te digo que vas a estar entre mis musas responsables de releer los textos y decidir a quien llevamos allá arriba, no, al cielo no, al podio.

Mucha suerte y gracias por compartirlo, :D .
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Tolomew Dewhust
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Tolomew Dewhust »

noramu escribió:
raumat escribió:lo de frases cortas... a mí no me disgusta. Quizás porque yo escribo muchas veces así, es como si te saliera de dentro. Pero bueno, yo no entiendo gran cosa de recomendaciones literarias, o de estilo y eso... Aunque cuando a Gavalia y a Tolo les ha llamado la atención, será por algo...
Me parece un criterio totalmente subjetivo.
:cunao:, son solo opiniones. Y, las opiniones, por definición, son subjetivas; evidentemente.

Bueno, pasaba por aquí porque leí a Raumat y me hizo gracia su comentario. Querido Raumat (y valga esto como aviso a navegantes): a mí hay que hacerme el caso justo, :comp punch:. Cuando digo, por ejemplo, que se abusa de frases cortas, lo que en realidad quiero y debería decir es que hay más de las que yo emplearía, o más de las que a mí me gusta encontrar en un texto breve. Solo eso.

Yo no tengo ni idea de estilos ni de corrección de estilos. Apenas sí una ligera impresión de lo que es el tono de la historia y tal, y sí tengo claro lo que a mí me satisface, pero que no es ni mejor ni peor que cualquier otro.

Justo leí el mes pasado un libro que se comentó en Narrativa Hispana y que se ha llevado varios premios nacionales. Me ha parecido más bien malo, la verdad, y en ocasiones parece más un telegrama que una novela. Por fuerza tiene que tener su público, lo único que yo no estoy en ese grupo, :cunao:.

Venga, que me enrollo: que no me hagáis demasiado caso.
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Iliria
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Iliria »

Me sumo a las opiniones de los compis: un relato costumbrista y rural que se lee con agrado. Se me ha hecho un poco corta, y eso es buena señal, autor/a :cunao:
También es verdad que las pequeñas pinceladas van formando el cuadro general. Una cosa queda clara: las malas pulgas del nuevo cura y el precio que acaba pagando por tratar de impedir el "milagro".
Ha estado bien, autor/a.

Gracias por participar y suerte :hola:
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Ginebra
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Ginebra »

pues sí, un relato costumbrista con trazos de realismo mágico -a mí también me gusta mucho el género :mrgreen: -. Está bien escrito, quizá lía un poco al principio pero se acaba entendiendo, tiene sus notas de humor y se lee bien.... vaya con el cura, qué mala leche gastaba, o qué ido estaba el pobre hombre :cunao:
ya dirás qué parte es la "real" ... :lista:
Enhorabuena y gracias por compartir :60:
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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Megan
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Re: CPXVIII - La casa de Dios es mía

Mensaje por Megan »

Leído otra vez.
Mucha suerte, :60: .
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