Principio y final (II relatos)

[lucia]

MADRE
Sofía coloca el cesto de costura cerca de la ventana, arrima una silla y acomoda los dos almohadones que le permitirán alcanzar la altura justa, para poder ver el movimiento de la calle (aunque ya lo tiene grabado en su memoria).
Toma una prenda y la abandona sobre su falda. Colocándose los anteojos, observa: la mucama de enfrente sale hacia la escuela, para retirar a los niños. La mayor de las cuatro solteronas, corre las pesadas cortinas y cual vigilante, controlará que ningún chico le escriba la pared con la tiza robada en la escuela.
Se le oprime el pecho, tiemblan sus manos cuando ve al maestro, que escoltado por un par de alumnos, ya se dirige a su hogar. Aminora el paso frente a la ventana de Sofía. Sus miradas se funden, no pronuncian palabra alguna, un leve movimiento de cabeza y continúa su camino.
Sofía vuelve a colocar la prenda dentro del canasto, se quita los lentes y con el puño de su blusa, seca sus lágrimas. Ya es hora de preparar el té.
PADRE
El hombre, agobiado y visiblemente cansado, abre la puerta sabiendo que no encontrará ahí, el amor que necesita, ni la más mínima atención de la mujer que es su esposa.
Como todos los días, se maldice por su cobardía ya que sólo por su hijo, permanece en la casa. Saluda, a pesar que absorta en su programa favorito, ella ni siquiera le contestará.
Se dispone a preparar un café, mientras espera la llegada de su hijo.
Una puntada en el pecho, un rictus de dolor, lo obligan a sentarse, temiendo un desmayo.
En ese momento entra el joven, que eufórico, no repara en el sufrimiento de su padre.
-Tengo algo que contarte... Me enamoré... Estoy feliz... La conoces... Es Ana, la hija de Sofía....
No quiso escuchar más. Se cerraron sus puños, la luz se escapó de repente y el aire ya no pudo llegar a sus pulmones.
Con el último aliento, dejó escapar un ¡No!, antes de caerse.
HIJA
Ana entra justo en el momento que su madre, dispone las tostadas sobre el plato.
Como siempre, luego del beso, la frase cotidiana: - no olvides lavar tus manos para merendar –
Mientras saborea el rico té, hace un comentario tras otro y la madre la escucha con atención.
Luego toma el pesado y aburrido libro de Geografía, se acomoda en el sillón y finge leer.
En realidad estudia a su madre, que en su trajinar, desconoce la mirada fija de su hija.
Hace tiempo que viene soportando una lucha interna. Desea hacerle mil preguntas, pero sabe que esto le causará mucho daño. Siempre respetó su silencio, las respuestas esquivas, la negativa a revelarle la identidad de su padre. La necesidad de conocer su historia y poder compartirla, la angustia y la enferma. Trató de encontrar información. Sonsacó a familiares y amigos, pero nadie pudo contestar. Todos desconocían hasta el más mínimo detalle, de esa relación fugaz que le dio vida.
FINAL
La escuela permanecía cerrada por duelo.
Ana, llorando suplicaba a su madre y le exigía una explicación, mientras preparaba la maleta con su ropa. Nada la conformaba. No era lógico que así, en pocas horas haya decidido dejar todo y radicarse en otro lugar.
Sofía, firme y aparentando no advertir los sollozos de su hija, sólo le repite: - tu abuela ya está vieja... Debemos cuidarla... Viviremos con ella.-
Ana espera dentro del taxi, que las llevará a la estación.
Sofía recorre el pequeño departamento, cerciorándose que todo quede en orden. Sabe que por largo tiempo no volverán. Al cerrar la puerta, se convence que es la única manera de cerrar también, el último eslabón de la cadena que peligrosamente, su hija y el hijo del maestro, ignorando la verdad amenazaban continuar.

[takeo]

Está muy bien

[takeo]

Vamos a darle otra vuelta a esto

[Protos]

Me ha gustado el estilo narrativo, con esas divisiones aportando los puntos de vista de los implicados.