El hombr d la bata raída y la belleza personificada J.B.Buch

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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julia
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El hombr d la bata raída y la belleza personificada J.B.Buch

Mensaje por julia »

La vejez te consume.
El hombre encendió la primera vela.
Lo había dispuesto todo para que esa noche fuera la más especial de toda su vida.
Sonrió para sí mismo.
Vida.
Se le antojaba una palabra tan...
Vacía.
No sabría como explicarlo pero para él, un hombre de unos 60 años, con muchas y muy marcadas arrugas a lo largo y ancho de su cara, cuerpo y extremidades. Un hombre con cientos de cosas que contar y con cientos de cosas por ocultar y olvidar, se sentía tremendamente dispuesto a crear un mundo donde existiera una sola buena definición de la palabra vida. Había soñado, en cientos de ocasiones, que se convertía en el heredero de una inmensa fortuna, una de esas fortunas que dejan helado hasta el mismísimo demonio y, una vez la hubiera aprovechado, hubiera escrito las memorias de su vida.
Pensó.
Eso era la vida, lo que cada uno ha obtenido a lo largo de los años y los aprendizajes que, con ellos, han surgido otros errores y otros aciertos.
Se removió en su asiento.
Una vela.
La vela.
La llama y la cera siempre, en su fuero interno así lo creía, habían representado lo que es la vida. Una llama, es un cuerpo y la consumición de esta sería el acabar, el dejar de estar, el no existir, el no seguir, continuar, marchar, andar, proseguir, apoyar,persistir, insistir, prolongar...
Había una habitación.
La habitación estaba iluminada tan solo por las luces y las más que pequeñas sombras que se proyectaban por unas y otras paredes. Unas sombras que bien podrían ser sus secretos más profundos y una luz que bien podría ser la que todos buscamos y, normalmente, no encontramos. Y un fondo. Una ventana enorme. Una luna llena gigantesca, que se definía en la lejanía como una grano en el cielo nocturno.
Fumaba.
El cigarro que pendía de su mano, cientos de perlas de cenizas esparcidas de un lado a otro lado, se consumía. Una caladita, una exhalación, un pensamiento, un titilar de la vela y la consumición, la decadencia, el adiós, lo último, lo extremo, el final, la partida ya llegaban. No tomo aire, el aire le tomó a él. Se sintió extinguir pero una ráfaga de verdad le sobrevino rauda y veloz y continuó con lo que quedaba.

Le sonrió a la vela. La oscuridad de su llanto amargo, de lo borroso de su ignita existencia, se hacía realidad a pasos agigantados y destrozaba la balanza de la confianza del viejo. Por otro lado estaba ya por la mitad y pudo distinguir una boca o una mueca en la cera que quedaba, que pedía clemencia. Una clemencia que el hombre no posee sobre la magia de la naturaleza y que él, ahí sentado, por ella nada podía hacer, salvo llorarla.
O apagarla aunque si la apagaba, la ilusión de la esperanza se desvanecería y, dejarla encendida, se le antojaba muy cruel, pero era lo que la naturaleza hacía con todos los seres vivos, darles el don de la vida y quitárselo.
Arrebatarlo.
Destrozarlo.
Tiraralo...perderlo.

El hombre se recostó en su sillón. Su bata, llena de roturas y de un olor apenas descriptible, que bien podría ser un olor a todo, llenaba la estancia.
Los muebles a rebosar de cientos y cientos de libros, unos más grandes y otros más pequeños, en los que se escondían las vidas de unos de y de otros. Sus vidas, las que fueran y como hubieran sido, iban a perdurar. Siempre existirían...
La vela estaba apunto de morir. El hombre, se frotó la barba de tres días y se mesó el cabello, un cabello cano y lacio que no era ni la sombra de lo que fue cuando contaba con poco menos de 25 años. Sus ojos, así por primera vez, empezaron a humedecerse y a recordar, pensó “malditos recuerdos no me dejan en paz”, lo que una vez tubo y ahora se había esfumado. Las lágrimas brotaron de, entonces, sus ojos azules y brillantes, ahora llenos de pasado y perplejos ante el futuro. Cayeron una detrás de otra sin decir nada, sin detenerse a ver lo que ocurría, sin parar de estar, de existir y, en definitiva, sin un remedio para no caer. Ellas mismas se lloraban a sí mismas, porque su vida era solo tristeza o alegría, y lo demás, ese bello mundo que aparecía ante ellas, se desvanecía en un abrir y cerrar de ojos para dar paso a lo más conocido como nada.

El hombre encendió una segunda vela. La primera arañaba sus últimos segundos como si de un gato fiero se tratara aunque su fuego parecía más intenso que la joven muchacha que estaba a su lado. Entre ambas la luz se hizo más potente y las sombras, por unos instantes, se tornaron a menos densas y más amistosas, más cercanas, si es posible que una sombra pueda llegar a ser cercana.
El ronroneo del gato en su regazo y los sonidos de una música sin encanto le dieron la señal unánime y conocida a la perfección de que la existencia, hubiera esta sido la que hubiera sido, emanaba un hedor a silencio sin roturas y a despedida sin pañuelos, que pudo dejarlo helado, congelado, remoto, oscuro y descompuesto. Las luces se iban y llegaban muevas sombras. Una de ellas llena de aturdimiento, se presentó sin resistirse más y allí se quedó. El hombre de la bata raida estaba anonadado. Nunca antes le había visto tan de cerca. Había leído sobre ella y que llega, más tarde o más temprano llama a la puerta que siempre cerramos y, que llegados a una edad, abrimos o permitimos que otros la abran...
Que ella la abra.
Abierta.

La belleza personificada sonreía. No era una media sonrisa eran las sombras y las luces proyectadas por la vela a medio consumir y la casi consumida las que dictaban las normas y las reglas de ese aparato locomotor que era su pura existencia.
"Que belleza"-pensó el hombre mesándose de nuevo el cabello, como en un intento de impregnarse con la mirada y las facciones de aquel rostro.
"Cualquier cosa querría estar viva a tu lado" le dijo él casi sin voz.
"No dices más que tonterías"
"Digo la verdad, eres divina ¿de donde procedes?"
La belleza le miró sopesando su rostro, raído como su bata y de un color tan inconexo a la realidad que dejó de sonreír
"Me presento ante ti mismo siendo lo que una vez fuiste y no quisiste ver"
La belleza se movió en su asiento y su rostro, perlado con la luz de la joven vela y varado con la de la vieja, pareció más bello que el del joven Narciso o el bellísimo Paris que tantas veces el viejo de la bata raída se había imaginado en sus eróticos sueños.

Estaba en una luz en la que nadie podría nunca entrar y sintió como su vida había sido un pernicioso susurro en un pozo y como la cordura que apenas le manaba ya, se posaba en sus manos, llenas de los caminos tortuosos y hermosos por los que había tenido que cortar unas y otras ramas y comprobar como su raído mundo interior, casi perdido, se enorgullecía de la visión que tenía frente a él.
"Siempre te imagine de otra forma"
"Soy lo que no quisiste ver. Yo soy el ser tu. El que fuiste y perdiste entre los laberintos de tus miedos y las verdades de tus intentos"
"Quiero verte más de cerca ¿se me está eso permitido?".
La belleza se levantó y se acercó al viejo.
Le susurro a su oreja, esa carnosa y enorme oreja de viejo, de cerdo podrido:

"Sabrás lo que es amar, cuando ya no puedas hacerlo
Sabrás lo que es llorar, cuando lo hagas a cada momento
Sabrás lo que es añorar, cuando añores a tus recuerdos
Y sabrás lo que es sufrir, cuando sufras sin consuelo"


"¿Cómo sabes eso?, ¿como sabes que es lo que hago?, ¿cómo sabes qué así es mi letargo?”
La belleza tomó la mano derecha del viejo y la posó en su rostro. El viejo cerró los ojos y dejó que su maltrecho y desusado tacto, tuviera la oportunidad de saborear algo tan especial, tan lleno de juventud y tan vivo, como algo puede estar en su inicio.

Un golpe estruendoso abrió las ventanas enormes del salón-biblioteca y apagó de un soplido diabólico las velas que pendían de la mesa. El viejo se sintió ido, ahogado, muerto y maldito. Se levantó como pudo y cerró de un portazo las fauces que habían comido su plato preferido. Ahora la sala era solo oscuridad infinita. No sombras. No luces, solo oscuridad llena de oscuridad y un hedor de cientos de cuerpos muertos.
Las ventanas se abrieron de nuevo y ahora el viejo gritó de terror ante lo que sus ojos, tan canosos como su pelo pero imposibles de escudriñar, veían sin poder creerlo.
Sangre.
Un reguero de sangre corría por la biblioteca y se empotraba en los diferentes estantes de libros. El hombre intentó subirse a una de los muebles pero sus piernas devoradas por la artrosis y las prisas de la juventud, no le dejaron y cayó al suelo. Se impregnó de la sangre que recorría toda la sala, una corriente maligna de recuerdos inconclusos y de sueños aún por soñar en esas largas noches que siempre solo tenía que pasar.
Corrió por toda la estancia intentando encontrar un lugar para esconderse, pero el rio de sangre era tan caudaloso que pronto la estancia estuvo inundada de sangre y el viejo fue elevado hasta el cercano techo de la estancia.
Todos sus libros flotaban en el río de vida, que ahora lo mataba.

Y se sintió preso de su corazón...

De hecho, estaba en su corazón.
Última edición por julia el 31 Oct 2007 19:37, editado 2 veces en total.
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lucia
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Mensaje por lucia »

Azu, borrando el mensaje no ayudas nada :lengua:
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El Ekilibrio
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Mensaje por El Ekilibrio »

¿Otra vez? :559:
1
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azucena
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Mensaje por azucena »

Lo he borrado porque he visto que no se suelen comentar los relatos hasta que no se pone el autor y me ha dado vergüenza haberlo hecho antes :oops: y además no me había cortado en el comentario y he pensado que quizás el autor se molestase con lo que había escrito :oops: ... espero que no lo haya leído :( :oops:
Supongo que será mejor comentar cuando lo hagáis los demás. Ya he leído todos pero todavía no me decido por cual votaré, bueno, hay dos que son los que más me han gustado ¿hasta qué día tenemos?

:559:
1
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lucia
Cruela de vil
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Mensaje por lucia »

Azu, se pueden empezar a comentar en cuanto se cuelgan, así que ese no es problema ;)
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J.B.Buch
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Mensaje por J.B.Buch »

Este es mi relato. Destriparme.
Me gustaría que se incluyera en la compilación. ¿Como se escribe a la queria agatha?.

Por cierto, gracias Takeo por darme un 6 en tu puntuación, viniendo de ti es todo un halago.

¿No hay premio para el relato que más visitas ha tenido?-...Yo ganaría¡¡¡
(es broma).
1
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julia
La mamma
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Mensaje por julia »

con tu permiso voy a acortar un poquito el titulo, para poder poner tu nombre, que si no, no lo coge
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J.B.Buch
Lector voraz
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Mensaje por J.B.Buch »

Jajajajaj...

Soy Jorge B.Buch y no Bush...JAJAJAJAJA...
mE HAS hecho familiar del george amerikano en 0,2
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takeo
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Mensaje por takeo »

Sí que me gustó tu relato aunque no tanto como otros. La dichosa competencia Buch. Muy introspectivo y con las sensaciones del viejo y su vela a flor de piel.
Como problemas: la acentuación y alguna que otra falta. Cosas corregibles.
Un abrazo
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J.B.Buch
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Mensaje por J.B.Buch »

Muchas gracias. Ya te digo que viniendo de ti todo halago es una gloria.

Tb decir que mis faltas son más o menos justificadas, ya que lo escribir en una hora y lo envié en el último momento.

saludos.
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jose2v
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Re:

Mensaje por jose2v »

julia escribió: 30 Oct 2007 23:10 con tu permiso voy a acortar un poquito el titulo, para poder poner tu nombre, que si no, no lo coge
Da más juego. No se sabe si es el hombre de la bata raída o el hombro de la bata raída. Te lo dice un andaluz, que de comernos alguna letra alguna cosa sabemos.
Soñar... ¡Donosa locura!

Blanca de los Ríos Nostench.

Erase una persona tan despistada que se quedó una semana en su casa encerrada pues sus llaves no encontraba.
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